"La gente piensa que de repente cambié mi personalidad, y la realidad es que siempre fui así, solo que antes no hablaba", le cuenta a LA NACION, del otro lado del teléfono, Karina "La Princesita" Tejeda, uno de los rostros más conocidos de la movida tropical, que en los últimos años comenzó a adquirir una atención mediática que, con una trayectoria de 15 años, varios hits en su haber, seis premios Gardel y un público masivo y fervoroso, no había obtenido con tanta contundencia. Los motivos están, precisamente, en su declaración: su presencia como participante en el reality de eltrece Bailando por un sueño, y actualmente su intervención como jurado en el Cantando 2020 le brindaron una exposición que ella toma como plataforma para hacerse escuchar.
Al hablar se la nota tímida. Sin embargo, cuando uno indaga en el camino que recorrió en un ámbito predominantemente masculino, en cómo lee las interpelaciones que le hacen en el certamen de canto -para Tejeda, la discriminación a los exponentes de la cumbia sigue representando una batalla que planea seguir dando-, y en el momento en que decidió manifestarse sobre las burlas a su cuerpo y otras formas más o menos solapadas de bullying, la artista se suelta, y no se atañe a las respuestas protocolares. Esa espontaneidad al comunicarse la convirtió, entre otros factores, en una de las revelaciones televisivas del año, y en una figura necesaria en un programa que requería de una voz joven que arremetiera contra los prejuicios.
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Este sábado 14, a las 22, "La Princesita" debuta en la nueva modalidad de los shows por streaming (las entradas se pueden adquirir por Ticketek) con un recital en el teatro Opera, y reconoce sentirse nerviosa a medida que corre el reloj y va llegando la fecha. De todas formas, no se limita a hablar de eso. Karina se explaya sobre cómo los medios han tratado a su hija Sol, sobre lo incómoda que estuvo las primeras semanas en el reality de LaFlia, y sobre su faceta de productora que iba a despuntar en este 2020, poco antes de que llegara la pandemia.
-¿Cómo será el streaming del sábado? ¿Disfrutaste la organización?
-Y... fue complicado. Yo estoy acostumbrada a ocuparme de todo: lo musical, el repertorio, la puesta en escena, me gusta hacer todo yo, pero acá es muy distinto. Los nervios son distintos porque se corren otros riesgos que en los shows en vivo no, como por ejemplo que se corte la transmisión, o el saber elegir la plataforma correcta. Después hay cosas que a la vista yo no quiero que sucedan, no me gusta que sea un show como en un teatro pero transmitido, porque eso es frío, entonces había que darle una calidez, un clímax. Es un lío, pero está bueno salir de esa zona cómoda porque aprendés. Tengo nervios, pero muchas ganas, porque hace mucho que no tocamos.
-Imagino que debe ser muy difícil no poder desarrollar tu trabajo con normalidad...
-Sí, tal cual. Hay muchos artistas que si bien hoy tenemos la posibilidad de vivir, cobrar un sueldo por lo que hacemos, muchas veces arrancamos por el aplauso. Es como el mejor pago, y eso hace falta.
Con los años sí me di cuenta que no sé si por ser mujer me pasó, pero sí que por ser mujer me costó
-¿Va a haber algún invitado o no se puede revelar la sorpresa?
-Más allá de contarlo o no, igualmente no tenemos esa libertad porque tuvimos que respetar las medidas del escenario, cuántos músicos podíamos tener, entonces no estamos tan tranquilos como para tener invitados, como en mis shows normales. Tal vez haya alguien, pero en ese caso, será solo una persona.
-¿Cómo es moverse en el ámbito musical siendo mujer? ¿Te fue difícil al comienzo de tu carrera, te sentiste discriminada?
-No en ese momento, pero tal vez con los años sí me di cuenta que no sé si por ser mujer me pasó, pero sí que por ser mujer me costó. Estamos hablando de un ambiente sumamente masculino, en el género que hago yo todos los músicos son hombres, los representantes, managers, todos hombres. En mi caso, más allá de ser mujer, era una nena cuando empecé, una adolescente. Hoy quizá una chica de 18 años está mucho más plantada que yo en el 2004 a esa edad. Además, era muy introvertida, siempre tuve mucho carácter, pero me costaba sacarlo, tenía miedo de que pensaran mal de mí. Sí, fue difícil, pero yo siempre fui muy despierta, aunque pasé diez años viviendo cosas que no han sido muy justas y que por el momento me las guardo (risas).
-Con el diario del lunes, ¿cambiarías algo?
-Hablando de mí, no cambiaría absolutamente nada. Al contrario, estoy muy orgullosa de cómo se dieron las cosas. Me parece que si hoy manejo mi carrera como la estoy manejando, mi empresa, es porque fui muy despierta, y hay cosas que en su momento dejé pasar, pero que dejaría pasar también hoy, porque aprendí mucho qué modelo seguir y qué cosas no repetir.
-¿Te considerás una referente para jóvenes que están comenzando en la movida tropical? Tu hija Sol canta mucho con vos, hay como un mensaje de tomar las riendas de tu propio camino.
-Tal vez sí lo sea, pero no es algo en lo que me detengo a pensar, también depende de muchas cosas, aunque sí puedo reconocer que no hay muchos que se abrieron camino de la forma en que lo hice yo. Yo me fui de donde estaba, podría haber hecho un juicio, pero con lo que no tenía pagué los años de contrato que me quedaban para irme. Dentro de las injusticias, intento manejarme lo mejor posible, porque también entiendo que todo vuelve. Todo sacrificio trae recompensa, y a pesar de que me crucé con mucha gente que se comportó mal, yo hice lo mejor que pude.
-Has hablado públicamente de que sufriste bullying ¿Hubo un punto de inflexión que te hizo alzar la voz sobre cosas que habías vivido?
-En realidad siempre fue así en mi círculo íntimo. Para mi mamá no es nada nuevo mi carácter. Hace tres años que hablo de ciertas cosas, pero yo soy así, y mi familia lo sabe, mis amigos también. Yo escucho cuando hablan de mí, que dicen que después de lo que viví pude animarme a sacar cosas de adentro y no, yo siempre fui esta, nada más que no hablaba, porque pienso que hay que hablar en el momento justo. Soy así en el ámbito privado pero en cámara no tenía la necesidad, hasta que me sentí maltratada. Hay gente a la que hay decirle 'hasta acá sí, y hasta acá no'. Cuando vi que se pasaron mucho de la raya, empecé a mostrarme como fui siempre.
-¿Sentiste un ensañamiento de los medios, de ponerte primero en un lugar de víctima y después, cuando respondías, de convertirte en villana?
-Eso es más actual, y lo que me sucede con los informes actuales o con lo que se dice es que yo sé de dónde viene, entiendo qué les pasa. Tampoco los culpo, pero si está pasando algo en la vida que es llamativo por mí o por quien fuera mi pareja en ese momento, ellos van midiendo, van viendo hasta dónde llegar al hablar de mi cuerpo, y de otras cosas, aprovechándose de mi silencio. Entonces, me parece que es importante responder. Yo antes pensaba que si no respondía, lo que decían se iba a terminar, pero no fue tan así. Hay límites.
-Se nota que sos muy cuidadosa con lo que decís antes de responder a ciertos agravios...
-Sí, a mí me gusta ser contundente. Yo entiendo mis caras o mis formas, que debe ser chocante escucharme, pero fui siempre así, y lamento, no voy a cambiar lo que soy. Sí me sentiría mal si le falto el respeto a alguien. Puedo ser muy seria y firme, pero no quiero ni faltar el respeto ni que me lo falten, y eso es lo que me deja tranquila.
-¿Considerás que en el Cantando es más fácil discutirte una devolución a vos que al restodel jurado? ¿Pensás que ahí entra en juego una mirada peyorativa o prejuiciosa sobre la movida tropical y el conocimiento de los artistas del género?
-Sí, totalmente, no lo van a decir jamás, pero sí. Si me pongo a buscar las razones de por qué lo hacen es porque soy más joven y es fácil al joven tratarlo de inexperto; pero también es porque canto cumbia. Eso, desde ya es así. Son cosas que pienso y no digo porque me las van a negar, o van a decir que es una apreciación producto de mis inseguridades. Para mí es como muy obvia la respuesta de por qué a mí me discuten cuando hay varios que dicen lo mismo pero no reciben el mismo trato. Esa es la gran lucha que vengo manteniendo. También piensan que como cantás cumbia no podés cantar otra cosa. Siempre te subestiman.
-¿Sentís que se pone en duda si podés aportar o no devoluciones con tecnicismos?
-Sí, tal cual. Yo me preparé un montón y me falta mucho más, pero no sabés todo lo que estudio, me la paso estudiando en mi casa.
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-¿Te costó aceptar la propuesta de ser jurado por todo esto que estamos hablando?
-Dudé, pero por mí, no por los demás, porque tampoco sabía quiénes estaban de jurado o quiénes eran los participantes. Mis decisiones no se modifican en base a quién me acompaña o a quién tengo al lado. Es muy personal. Pero como hago mucha autocrítica, cuando siento que no estoy preparada para hacer algo, prefiero decir que no, por más que me convenga. No acepto todo porque sí. Me cuido mucho. En este caso, hice un balance, y acepté porque sé lo que estudio, y porque lo sigo haciendo como siempre.
-¿Te afectan los intercambios que se generan en el programa, como los que tenés con Oscar Mediavilla? ¿Qué pasa cuando se apaga la cámara y volvés a tu casa?
-Las dos primeras semanas en el Cantando fueron terribles para mí, porque me pasaron algunas cosas que si la gente no entiende, puede pensar que soy yo quien busca pelea; pero si rebobinamos, te vas a dar cuenta por qué me pongo tan mal. Yo jamás le voy a decir algo a alguien si no tuvo una actitud grave conmigo. Tengo todo el derecho a defenderme, aunque haya pasado hace mil años, no me interesa, porque es igual de grave. Las primeras dos semanas tuve un par de cositas y volví a casa y lloré toda la noche porque me sentí muy mal. Después, algo pasó conmigo, y ahora dejo todo ahí en el programa y no me lo llevo. No volví a llorar, no me importa.
-Debe ser complejo disimular lo que te sucede en un programa en vivo.
-Es muy fuerte. ¿Sabés lo que pasa? Hay mucha guerra de egos, mucho celo, mucha competencia por ver quién llama más la atención, y yo no soy así. Pero si vos sos sumisa, lo que sucede es que acá en lugar de darte la mano, te pisan. Lamentablemente, para sobrevivir en un ambiente así o en un programa así, tenés que demostrar que sos más fuerte. En mi caso, me consideran soberbia por plantarme, pero no voy a fingir para que me quieran. Yo acá estoy siendo fuerte, nada más.
-¿Pensaste en renunciar en algún momento por los enfrentamientos que se producen? ¿Cuán genuinos son? A veces se cuestionan si están armados para el show.
Me consideran soberbia por plantarme, pero no voy a fingir para que me quieran
-Yo también pensaba que las peleas estaban armadas cuando miraba el programa desde casa (risas), entonces cuando estuve ahí también pensé que quizá me ponía mal y era todo un gran show, no sabía si era real. Después me di cuenta que es real porque sucede hasta en los cortes, acá no nos dan los libretos. Lo que pasa es que hay gente extraña, que vos no sabés si están bien o se están haciendo. Si bien no pensé en renunciar, sí la pasé mal esas dos primeras semanas. Le dije a la producción que si no era funcional, me iba a mi casa, que no pasaba nada, pero como estaban contentos con mi trabajo, me quedé. Yo no voy a hablar de nadie, voy a hablar de mí, y para mí el Cantando es un programón al cual yo respeto. No me voy a poner a decir 'esto no es La Voz Argentina' o compararlo con programas de afuera, porque valoro un montón el esfuerzo de todos. Yo los aplaudo a todos, canten bien o canten mal. No es motivo de burla si alguien canta mal, porque en mi primer año, cantaba mal yo también.
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-¿Cómo transitaste este año con la pandemia y el hecho de que cuestionaran que no vivías con tu hija Sol durante la cuarentena? ¿Sentiste justo el tener que salir a explicar algo tan personal?
-Tuve que dar explicaciones porque yo estudio mucho a las personas, sé de dónde viene la bronca que tienen conmigo, a veces toman temas como excusa porque les pasa algo que viene de otro lado. Hay muchas personas que juzgan sin medir ellos su accionar. Yo puedo ser insegura de un montón de cosas, pero como mamá es de lo que más segura estoy en la vida. Mi hija se ha criado en una camioneta yendo de gira, y hubo veces que no la pude llevar, por eso para mí la crianza de un hijo no pasa por la cantidad de tiempo que paso a su lado sino por la calidad del tiempo que le brindo.
Mi hija tiene una personalidad extraordinaria. En este caso, se metieron en la crianza sin saber que yo no vivía con ella porque es paciente de riesgo, entonces hay mucha ignorancia. De mí, que digan lo que quieran, pero con mi hija no negocio. Me han ofrecido tapas de revistas con mi hija, ¡como si fuera a vender un streaming usando a mi hija! No tengo nada en contra de quienes lo hacen, pero yo no. El día que ella me diga que quiere ser famosa, la voy a apoyar y a aconsejar. Pero yo no voy a usar a mi hija para nada. En cuanto a cómo viví la pandemia, no te voy a mentir: a mí me gusta mucho estar sola. Siempre me la paso en un hotel, encerrada, por las giras, así que no fue algo extraño, eso no lo sufrí, disfruto estar sola en mi casa, me encanta. Estuve siempre en constante comunicación con mi familia, pero sí sufrí por mi abuela, la única abuelita que me queda, y veo cómo para la gente grande un día perdido de vida es lo peor que le podés hacer, porque muchos no pueden disfrutar de sus hijos y nietos. Yo desde enero que no la veo, y está sufriendo un montón, como tantas personas de su edad. Además, tiene miedo. No es lo mismo pasar por esto a los 30 que a los 70.
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-Volviendo al Cantando... ¿Cómo viviste el musical de Las Elegidas del programa, al compartir escenario con colegas como Gladys "La Bomba" Tucumana, Rocío Quiroz y Ángela Leiva?
-Estuvo buenísimo. Me comprometí mucho con eso, me metí en cosas de la producción de ese momento, para que nos podamos lucir todas. No sentía ganas de figurar más o menos que el resto. Hubo muy buena onda, tanto de la gente que escucha música tropical como de quienes no. Los comentarios fueron positivos.
-¿Sentís que se buscó un enfrentamiento con Ángela, una rivalidad, tan solo porque son dos mujeres que trabajan en el mismo género?
-En ese caso, no hubo un invento de que éramos rivales. La realidad es que Ángela se había paseado por todos lados diciendo cosas gravísimas de mí: sacando de lado lo personal, me acusó de que se tuvo que ir a vivir a otro país porque yo hice lo imposible para que no tuviera trabajo. Lo que me dolió fue la cantidad de agresiones que recibí en ese momento, hasta el día en que dije que no había hecho nada y me defendí. Yo no estaba tranquila con esa situación, me insultaban mucho de otros países. Sentí la necesidad de hablar en el programa, aunque quizá si rebobino lo hubiese hecho de otra manera, pero lo que pude rescatar es que nosotras pudimos hablar recientemente y entendimos que algunas cosas pasaron porque a ciertas personas les conviene que haya una rivalidad, y ponen semillitas, y siembran cosas que a nosotras no nos llegaron tal como sucedieron. Si bien no somos amigas, quedaron atrás ciertas cosas y podemos empezar de vuelta.
-Mencionabas que te gustó involucrarte en la producción de ese musical, ¿te ves desarrollando una veta de productora en el futuro?
-Yo noto que algunos me consideran solo cantante, pero quizá soy mejor productora, solo que no estoy queriendo crecer ahí todavía. En lo que tiene que ver conmigo, produzco todo, desde el disco hasta la puesta en escena de un show. Yo sé que tengo los ojos para producir a otro artista, pero me gusta hacer las cosas al cien por ciento y ahora quiero cantar porque todavía tengo la cara. En un años, cuando vea que no da, pasaré para el otro lado.
-¿Por qué no te 'daría la cara'? ¿Sentís que ser cantante tiene fecha de caducidad?
-Y... uno se pone grande, y por ahí no rinde lo mismo. No sé si estoy como para aguantar. Por eso entreno mucho las cuerdas vocales, pero igual lo de producir es algo que di por hecho hace bastante. El año pasado lo iba a hacer, me iba a jugar por producir algo chiquito, pero llegó la pandemia así que supuse que no tenía que ser.
En esta pandemia, sentí culpa al aceptar trabajar en el Cantando
-¿Sentís que no se hizo lo suficiente por los artistas en esta pandemia? ¿Coincidís con Flavio Mendoza?
-Yo a Flavio lo quiero, y lo entiendo, tiene todo mi apoyo, sé que habla de los artistas por ser artista, y porque está cerca de otros artistas que la están pasando mal. Para mí esto es a nivel general. A algunos artistas sí se los ha tenido en cuenta, como es mi caso, por eso sentí culpa al aceptar el trabajo en el Cantando. ¿Por qué algunos pueden trabajar cumpliendo protocolos y otros no? Yo entiendo lo de la salud, entiendo todo, pero también entiendo que si la gente no trabaja, no come, y también se muere. Hoy más que nunca pienso lo que creí al principio: hay que aprender a convivir con esto, más cuando no se sabe cuándo va a terminar. Entonces, ya está, porque hay que trabajar. Yo apoyo a los artistas, pero también lo pienso más a nivel general, no me siento cómoda pidiendo solo por los artistas. Yo pido por todos los que no pueden trabajar. No me gusta la desigualdad.
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