Kanye West golpea a su propio ego para hacerlo más grande
"Estoy en paz, dejé todo por Dios", le dijo Kanye West al DJ y conductor televisivo Zane Lowe horas antes de lanzar Jesus Is King, su noveno disco de estudio. Tanto la frase como el álbum son parte de un todo –un nuevo todo para el hombre de los mil todos– que comenzó a delinearse el 6 de enero de 2019. Ese día (de Reyes) ofreció el primer servicio dominical, shows íntimos en los que reversiona temas propios y ajenos ("Smells Like Teen Spirit", de Nirvana, por ejemplo) en estilo gospel. Para agregarle la cuota de espectacularidad y mediatización que lo caracteriza, muchos de esos encuentros eran transmitidos vía Instagram por su mujer, Kim Kardashian. Viralización garantizada: Kanye se encargaba de que todo el mundo supiera de su transformación.
Sea a través de Dios o no, el rapero nacido en Georgia, Atlanta, como Kanye Omari West, necesitaba darle un golpe de timón a su vida, tanto personal como artística. Todo 2018 había sido un año errático para él, una internación por un brote psicótico, excesos de todo tipo, un acercamiento poco feliz a Donald Trump, la famosa declaración de que "la esclavitud es una elección" y también un olvidable álbum de estudio titulado ye. De manera urgente, Kanye West necesitaba decirle al diablo que iba a hacerle huelga, tal como canta en "Hands On", uno de los temas del flamante Jesus Is King. Tras reencontrarse consigo mismo a través de la espiritualidad, podía entonces pensar a partir de allí su nuevo rumbo artístico, tan drástico y ambicioso como todos los anteriores (chequear sobre todo la trifecta My Beautiful Dark Twisted Fantasy, Yeezus y The Life Of Pablo).
Desde entonces y hasta la confirmación oficial por parte del propio West, el pasado lunes 21 de octubre a través de su cuenta de Twitter, el rapero se encargó de sumar épica y exposición al asunto. Sus servicios dominicales incluían escuchas anticipadas de Jesus Is King, anunció la salida de una película que retrata el proceso de composición y grabación del álbum y, por su fuera poco, le sumó la salida de un disco navideño que llevará por título Jesus Is Born para el 25 de diciembre. Finalmente editado con algunas horas de demora, Jesus Is King llegó el viernes. Integrado por 11 canciones y 27 minutos de duración, el noveno disco de estudio devuelve a Kanye West a su mejor forma.
El gospel se transforma en el lente a través del cual relee el hip hop y todo irradia júbilo (que no es lo mismo que entretenimiento, como se encargó de aclararle también a Zane Lowe). Entre citas bíblicas ("Selah") y sampleos de todo tipo (incluido uno del Chango Farías Gómez en "Closed on Sunday"), Kanye ofrece redención al mismo tiempo que busca y se concede la suya propia. Así, "Follow God" lo tiene rapeando con flow relajado y sobre una base clásica que ya no quiere pelear más con Dios y en "Everything We Need" confiesa "Cambié mi actitud, soy muy radical" mientras el estribillo en modo trap cargo de Ty Dolla $ign se carga del autotune y el hi-hat característico. Aunque dejar el ego de lado es casi imposible para un rapero, el cambio de actitud que declama Kanye es evidente.
Si en Yeezus (2013), se autoproclamaba todopoderoso en "I’m A God", ahora se aleja de esa posición en "God Is" ("Dios es") y en "Jesus Is Lord" ("Jesus es el Señor"), el tema que cierra el disco. Pero Kanye West nunca dejará de ser Kanye West y amarse por ello (alguna vez cantó "Amo a Kanye como Kanye ama a Kanye"). Y así como dijo haber dejado todo por el Señor, en la misma nota afirmó ser "El artista humano más grande de todos los tiempos". Ahí, apenas abajo de Dios.
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