Justin Bieber: del adolescente que caminó por el borde del precipicio al joven que busca en la fe la respuesta a su reciente enfermedad
Con la madurez que no podría haber demostrado en otras épocas, la mega estrella canadiense sufre de síndrome Ramsay Hunt, que paralizó la mitad de su cara; mientras se espera su show en Argentina, en septiembre, Bieber reprograma las actuaciones que debió cancelar y comienza su rehabilitación
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“Patience” (Paciencia). Eso es lo que dice el tatuaje en letra gótica que baja por el cuello de Justin Bieber, desde el oído hasta la clavícula. La frase está grabada justo del lado donde, por estos días, sufrió una afección en sus nervios por un virus que paralizó la mitad de su rostro. De ese lado su ojo no parpadea. Tampoco puede sonreír. Síndrome de Ramsay Hunt es lo que padece. El propio Justin lo contó a sus fans en un video de celular, para explicar la cancelación de varios de los shows que debía dar próximamente. No estaría en duda su visita a la Argentina, programada para el 11 de septiembre en el Estadio Único de La Plata. Pero para eso deberá, como él mismo lo dice, descansar y hacer una rehabilitación facial. Y volver a hacer aquello “para lo que he nacido”, aseguró en el posteo, con absoluta resignación. Quién sabe si en otro momento de su vida hubiera tomado esta situación con la misma madurez, porque a pesar de que tiene apenas 28 años, parece haber vivido un par de vidas de cualquier otra persona. Ha pasado por los más variados estados y atravesó las más diversas experiencias, a causa de su prematuro éxito. Desde los excesos de ego hasta un fuerte apego a la religión, estos son algunos datos de su historia.
Para armar un rompecabezas de Justin habría que poder completar un álbum de figuritas en el que convivan ese veinteañero con aspecto de pibe de barrio, que es el que se ve en el video donde explica mansamente los signos y los síntomas del virus que lo afecto, y también la que muestran sus excentricidades más recientes. En la última gala de los premios Grammy Awards, que se celebró en el MGM Grand Garden Arena en Las Vegas, lucía anteojos con forma de ojos de E.T. (o mejor, un guiño a la película Matrix), un gorro de invierno rosa y el saco de un traje varios talles más grande del que le correspondería. Será que la vida de las estrellas del espectáculo tiene esas cosas que van hacia los extremos.
Y si media una cuestión generacional, aquellos que hoy tienen su edad y escuchan (o alguna vez escucharon) su música, podrán quedarse con el Justin que prefieran. El alocado superstar adolescente que no bajaba de la propia ola que el mismo había generado y que, en determinado momento, no podía dominar (porque no hay que olvidar que a veces hay cierto morbo en el público; cierto placer en el derrape ajeno), o el Justin de hoy, que abrazó la fe y parece ver la vida de otro modo. Veamos este posteo de septiembre de 2020, cuando la pandemia covid-19 estaba en sus comienzos y el encierro hizo que muchas personas saliera a la calle, pero con sus sentimientos. Eso hizo Justin, que venía ya de un par de años de reconversiones, especialmente desde su matrimonio con Hailey Baldwin.
“Vengo de un pequeño pueblo en Stratford, Ontario, Canadá. No tenía cosas materiales y nunca me motivó el dinero o la fama, solo amaba la música. Pero a medida que me convertí en adolescente, dejé que mis inseguridades y frustraciones dictaran en qué ponía mi valor. Mis valores comenzaron a cambiar lentamente. El ego y el poder comenzaron a dominar y mis relaciones sufrieron por eso. Realmente deseo relaciones saludables. Quiero ser motivado por la verdad y el amor. ¡Quiero ser consciente de mis puntos ciegos y aprender de ellos! ¡Quiero caminar en los planes que Dios tiene para mí y no tratar de hacerlo por mi cuenta! ¡Quiero renunciar a mis deseos egoístas todos los días para poder ser un buen esposo y futuro padre! Estoy agradecida de poder caminar con Jesús mientras él guía el camino.”
Lo cierto es que ese discurso no ha cambiado en los dos últimos años si se presta atención al final del mensaje que dejó en el posteo más reciente, cuando se refirió a las expectativas que tiene sobre su recuperación: “Volverá la normalidad. No sabemos cuánto tiempo tomará, pero todo estará bien -dijo-. Y tengo esperanza, y confío en Dios, y confío en que todo esto es por una razón. No estoy seguro de qué es eso ahora. Pero mientras tanto, voy a descansar”.
Para 2008, cuando Justin tenía apenas 14 años y comenzaba su carrera, gracias a unos videos que su madre había publicado en YouTube, la dinámica del éxito virtual no era como ahora. Se podría decir que triunfar de ese modo, en esos años podría tener más valor, aunque las cifras no sean comparables con las que hoy se manejan por la reproducción de canciones. En ese momento todavía se necesitaba el apoyo fuerte de un productor que oficiara de descubridor de talentos. Y ese fue el rol de Scooter Braun que descubrió a este talento en YouTube y lo llevó a los Estados Unidos, para que grabara su primer demo. A finales de ese año ya tenía un contrato discográfico con Island Records y al año siguiente estaba convertido en una estrella “teen” de la industria musical.
2013 y 2014 fueron los años de la vida de Bieber que hoy seguramente Justin desearía olvidar. Fueron varios los problemas que tuvo, en distintos países (Canadá, Brasil, Argentina y los Estados Unidos) por su conducta pública. Algunos de ellos están relacionados con agresiones y con conducir en supuesto estado de ebriedad y bajo la influencia de estupefacientes. De hecho, debió cumplir con algunas penas impuestas por los tribunales. En dos ocasiones parte de las condenas consistieron en terapia sobre el control de la ira y el manejo de las emociones. También estuvo en libertad condicional y cumplió con cinco días de servicio comunitario.
Pero el presente de Justin es totalmente diferente. De hecho, lleva varios años dando señales al respecto. En sus posteos de hace un par de años y en los de hoy hay un correlato con su producción musical. Especialmente con sus álbumes más recientes. En doce años de carrera discográfica lleva publicados seis álbumes. Los últimos se llaman Changes (Cambios) y Justice (justicia).
Los tres temas que estrenó como singles, durante la pandemia, por fuera de su álbum Changes, hablan mucho de una especie de mea culpa que hace sobre sus años de excesos, la soledad interior (también se habló en las páginas de celebrities sobre su supuesta depresión, en 2017) y una mirada optimista y esperanzadora con la llegada de 2021. “Holy”, “Lonely” y “Anyone” parece ser la trilogía que refiere a su presente. Y seguramente también una manera de entender el resignado y sensato mensaje que dio para sus fans, al contar sobre su enfermedad y disculparse por las cancelaciones de shows.
“Lonely” es un gran resumen de esa vida vertiginosa de adolescente y con los errores que prefiere dejar atrás: “Estoy tan solo”, repite en el estribillo. “Todos conocen mi pasado ahora. Como si mi casa fuera siempre de cristal. Y tal vez ese es el precio que pagás por el dinero y la fama a temprana edad. Y todos me vieron enfermo. Y se sentía como si a nadie le importara una mierda. Criticaron las cosas que hice como un niño idiota”. Cuando estrenó el tema, Justin aseguró: “Para ser honesto, escuchar la canción ya terminada es difícil para mí, considerando lo complicado que fue superar algunos de esos capítulos en mi vida. Espero que esta historia aliente a otros a hablar sobre lo que están pasando”.
Esas canciones terminaron en el disco Justice, donde también lleva a los oídos un discurso de Martin Luther King. Sin duda, la búsqueda de Bieber es la consecuencia de una necesidad de ponerle freno a una vida que no le gustaba. Con el lanzamiento de Justice también aparecen otras pistas. “Rezo para no volver a ser quien era. Siento que no te merezco esta noche, pero está en la forma en que me abrazas”, dice en “Deserve You”. Los obstáculos a los que ahora se enfrenta no tiene que ver con el uso y el abuso de la fama sino con problemas de la gente común. Pero del mismo modo los tendrá que enfrentar.