Julieta Venegas encantó al público en un show íntimo en un bar de Palermo
Encanto. Esa puede ser una buena palabra para definir la fortaleza esencial de Julieta Venegas . Pero no la única. Esta mexicana andariega -nacida en Long Beach, Estados Unidos, criada en Tijuana y afincada hace ya más de un año en la Argentina- es también una intérprete con personalidad y recursos y esto queda claro cada vez que pisa un escenario. El show íntimo que ofreció este último miércoles caluroso y húmedo en Buenos Aires no fue la excepción.
El lugar del espectáculo fue el Café Vinilo del barrio de Palermo , que tiene una capacidad para unas cien personas: un espacio pequeño para su convocatoria habitual. Allí, Venegas ofreció un concierto impecable.
Fue informal en el mejor sentido de la palabra (se la notó suelta, graciosa y en pleno dominio de la escena), pero también fue certero y efectivo, gracias al despliegue de un repertorio colorido. Incluyó, entre otros regalos para un público fiel y entregado a su arte, dos temas de Charly García ("Ojos de video tape" y "El karma de vivir al sur"), uno de Juan Gabriel (el popular "Se me olvidó otra vez", en una versión más refinada y sin nada de la cursilería que le propinaron sus compatriotas de Maná) y un inédito de factura propia que alude de manera frontal y directa a las luchas del feminismo ("Déjenla dormir", una canción que anunció con un breve pero categórico alegato a favor de la ley de interrupción voluntaria del embarazo ).
En un recital atrapante que duró poco más de una hora, Julieta tocó (y muy bien) piano de cola, guitarra acústica, ukelele y acordeón. También hizo algunas bromas, pidió que la acompañen con algunos coros y presentó una canción flamante ("Viva en ti") que escribió con el dramaturgo y director Santiago Loza.
La idea de presentarse en un lugar pequeño fue muy buena: les permitió a sus seguidores conocer una faceta distinta de la artista que admiran y veneran en un entorno de inusitada calidez. Y a un precio para nada exagerado, de 600 pesos.
En una noche por demás especial, quedó clarísimo que Venegas tiene un ángel único y un baúl repleto de canciones con el vuelo y la solidez suficientes como para habilitar audaces relecturas. Las versiones de alcoba de "Lento", "Eres para mí", "Despedida" y "Limón y sal" fueron pruebas concluyentes de esto. Terminó con "Me voy", aunque todos querían que se quede.
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