Su abuelo paterno era un cantante aficionado que despuntaba su vocación en los templos de la comunidad judía. Su padre escuchaba tango con la misma devoción con la que lo bailaba. Y su hermano mayor la introdujo en el universo Beatle y en la responsabilidad ideológica de referentes como Mercedes Sosa o Víctor Heredia. "Me comprometo mucho con cada canción que elijo. Comprometo mi emoción, mi sensibilidad y mi pensamiento", reconoce Julia Zenko a LA NACION, en medio de los preparativos de su nuevo show, el primero que realizará vía streaming, acorde a los dictámenes del amo y señor coronavirus que impide el convivio presencial de los cuerpos y las almas. La cita será el sábado 12 de septiembre, a las 21, por la plataforma de Tickethoy. Con la presentación de Vuelvo a ser luz, el disco que grabó en 2019 y tenía previsto estrenar en vivo este año, la cantante sondeará los caminos del amor, cuestión que define a los once temas que conforman el nuevo material.
"Si hay algo que me gusta de mi carrera son las actuaciones en vivo con la energía de la gente, con el ida y vuelta que se genera", se sincera la cantante ante la inminencia de presentar un nuevo disco de manera virtual: "Estoy preparándome psicológicamente para hacer este show ante una cámara. En definitiva, se trata de pensar que detrás del punto rojo del lente, hay un montón de gente mirándote". El concierto se transmitirá en vivo desde aquel mítico estudio El Santito, espacio hoy a cargo del guitarrista Diego Mizrahi. "Nos aplaudiremos entre nosotros", bromea la artista feliz por las nominaciones al Premio Gardel de su nuevo álbum y del tema "Lucero". Zenko estará acompañada por el pianista Nacho Abad, el guitarrista Sebastián Henriquez y el percusionista Gustavo Chenu. "La televisión me pone más nerviosa que un teatro, así que estoy muy ansiosa con los preparativos del nuevo espectáculo". El nuevo material cuenta con temas de Teresa Parodi, Jairo y Fabiana Cantilo, entre otros autores.
Y otros cuentos sobre el amor
La crisis mundial desatada por la pandemia del Covid mutó sus planes. Dado que ni la presentación en un escenario porteño ni la gira nacional pueden concretarse por ahora, decidió que las plataformas que emiten en streaming eran lo posible y no había que desaprovecharlo. Vuelvo a ser luz merecía tener su estreno en vivo: "Será la presentación formal del nuevo disco", dice Zenko desde su departamento que balconea a las copas de los árboles de Coghlan, ese oasis verde al norte de la ciudad en el que vive desde hace tiempo. "Con Lito Vitale buscamos el nuevo repertorio. En lo personal, tenía la profunda necesidad de hablar de amor. Ese deseo se concretó en la búsqueda de canciones inéditas, un desafío grande a esta altura de mi carrera. De todos modos, en el concierto también estarán aquellas de mi repertorio habitual".
-¿Cuáles son los tres temas infaltables que tu público te pide en cada presentación?
-Son varios más que tres. Pero puedo mencionarte "Con las alas del alma", "Honrar la vida" y "Carta de un león a otro".
-Hay una búsqueda trascendente en esas letras. ¿La poesía de esos temas define buena parte de tu forma de pensar la vida?
-No soy compositora ni autora, así que trato de elegir en otros mis propias palabras y mi camino en la vida.
-¿"Vuelvo a ser luz" es la foto de este presente?
-Tiene que ver con la búsqueda de la iluminación que todos, en este momento, estamos ejercitando. Es una canción hermosa de Francisco Ruíz Barlett que me representa mucho. Quiero volver a ser luz, todos queremos volver a ser luz.
-Esa búsqueda de lo luminoso se enfrenta a un presente mundial opaco. ¿Cómo te plantás ante la actual situación pandémica?
-Como puedo. Estoy en mi casa, bastante adentro. Salgo muy poco porque soy persona de riesgo por mi edad y por el cuidado de mi salud. Me cuido mucho, pero no me gustaría que me pasase lo que está empezando a suceder entre la gente: ese miedo instalado al contagio. Hay que bajar ese miedo.
Madre de Laura González y Elis García, Zenko mantuvo su vida personal alejada del foco mediático. No es lo suyo. Aunque eso no se contradice con la posibilidad de hablar de amor. Así en la vida como en su nuevo disco: "Soy afortunada con las hijas hermosas que tengo. Les agradezco mucho a sus padres respectivos que colaboraron para que estas bellezas y talentosas hijas vivan". Más allá de esas parejas, la cantante ha transitado su vida afectiva con las bonanzas y sufrimientos ineludibles: "En el amor me fue cincuenta y cincuenta. Tuve algunas desilusiones, fracasos, y decepciones, pero puedo decir que sé qué es el amor y me siento muy bien con eso. Estuve enamorada muchas veces y con amores correspondidos".
-Actualmente, ¿tenés pareja?
-No, pero creo en el amor y apuesto por eso todo el tiempo. Me encanta enamorarme.
-No es una etapa superada.
-Claro que no.
-En ese cincuenta y cincuenta que mencionabas, ¿aparece el sufrimiento?
-¡Cómo se sufre cuando uno se enamora!
Y se pone a cantar. Aparecen aquellas ideas de Sergio Mihanovich quien, poético y apocalíptico, reconoce que "si me enamoro casi siempre lloro y me decepciono…". En la voz de Zenko suena un poco más amoroso. "Es un bajón, pero es hermosa", dirá.
Superarse
En 2015, le detectaron un bulto. Aquel cáncer de mama marcó un quiebre en su vida. Este año, volvió a repetirse el diagnóstico y una nueva operación aconteció el pasado 26 de junio. Sin embargo, el proceso significó la posibilidad de abordar una búsqueda profunda para explicarse a ella misma, para encontrar en el pasado algún signo que construye el presente. "Aquella primera vez apareció el miedo a la muerte. Igualmente, lo tomé con tranquilidad porque lo pudimos detectar a tiempo: se sacó el tumor y pude volver a tener mi vida normal. Hice todo lo que había que hacer: rayos y tomé medicación. Hice todos los deberes bien, pero volvió. Vaya uno a saber por qué, es un tema de biología. En esta oportunidad, se sumó la pandemia, así que todo era mucho peor. Mis hijas pudieron acompañarme, pero no la pasé bien", explica la mujer nacida en La Paternal que convirtió lo traumático en una experiencia resiliente: "Entré al quirófano con mucho frío. Una enfermera o instrumentadora me acercó un caloventor e, inmediatamente, comencé a sentir un calorcito a la altura de los pies muy reconfortante, se lo agradecí mucho, tanto que me puse a cantar ´Gracias a la vida´".
-¿Cantaste adentro del quirófano?
-Sí, antes que me colocaran la anestesia. Mirando al techo comencé a cantar. Se hizo un silencio impresionante. Cuando terminé se acercó el médico que me operó y me lo agradeció. Luego de la operación, al despertarme, me dijo que cantar había sido muy importante para los resultados de la intervención. No lo hice público hasta ahora, pero es interesante cómo uno ingresa a una operación. Entré a la anestesia en paz y desperté de igual modo.
-¿Cómo estás ahora?
-Estoy muy bien, llevando la situación casi sin darme cuenta que me operé, haciendo terapia dos veces por semana, y ya tuve un par de sesiones de biodecodificación para investigar por qué se repitió el tumor en el mismo lugar. Estoy intentando descubrir razones. En la terapia hago catarsis, no es que estoy arriba todo el tiempo, también hay momentos de bajón.
Seguir adelante
Y si la cuarentena implica el replegarse, también ese volver a la propia energía de manera endogámica puede despertar nuevas posibilidades. A Julia Zenko el sucedió: "Empecé a dar clases de interpretación. Nunca antes lo había hecho, jamás, no me sentía capacitada. Además, no tuve nunca la vocación docente. Quizás es por mi inseguridad, por no creer en mí, no sé, tengo que hablarlo en terapia. Ahora me descubrí pudiendo transmitir algunos conceptos de lo que tiene que ver con mi trabajo con la interpretación.
A lo largo de la charla, intercalará esas voces de los poetas para reflejar su pensar. Casi un acto reflejo. El decir cantado posiblemente cobre en ella dimensiones más poderosas. Acaso se despliega en toda su esencia pensándose a través de los trovadores. "Con las alas del alma, desplegadas al viento, desentraño la esencia de mi propia existencia sin desfallecimiento, y me digo que puedo, como en una constante, y me muero de miedo, pero sigo adelante". Las ideas de Eladia Blázquez y la música de Daniel García la excusan, las hace propias para entender este presente. "En algunos aspectos me muero de miedo y sigo adelante. Ya no en lo que tiene que ver con la cantante, porque subo a un escenario y siento que ese es mi lugar preferido, allí me siento muy cómoda. Pero la inseguridad puede aparecer al intentar enseñar o transmitir técnica. Estas clases que doy son de interpretación, no de técnica vocal. No me siento docente del canto, pero sí de la interpretación. Descubrí que puedo hacerlo".
-Conservás la misma textura de tu voz, ¿hay algún método que desarrolles para lograrlo?
-Debo aceptar que la vida me dio un don y no tengo que sentir vergüenza de decirlo. Es un don natural que agradezco todo el tiempo porque cantar es mi profesión. De todos modos, también me cuido, más allá de la ventaja natural: duermo mucho y no fumo.
-El compromiso de tu repertorio implica que no solo tengas que apelar a la técnica, ¿qué otros elementos entran en acción a la hora de interpretar?
-No solo las cuerdas vocales y la respiración hacen que uno cante. Cuando se emite lo que se canta, ese canto sale cargado de vivencias, de un montón de cosas que llevamos adentro. El instrumento está adentro de nosotros.
-La fórmula sería: instrumento con técnica y un bagaje emocional para atravesar lo que se interpreta.
-Hay que tener algo para decir y una emoción para compartir. Hay gente que tiene técnica perfecta, voz cristalina y que, a la hora de cantar, no le pasa nada al que escucha, por más que cante algo muy profundo. La sensibilidad y la emoción son esenciales. Poder sentir lo que se canta es fundamental, es la base.
"Si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro". La Zenko arremete de nuevo. Concierto acústico para el cronista. Privilegios de espectador exclusivo. Ahora es "Barro tal vez", aquel himno de Luis Alberto Spinetta. La palabra dicha y el canto se conjugan en un equilibrio armónico, no disruptivo. En ella se naturaliza. "Todo pasa por la emoción. Si no tenés sensibilidad, si no podés meter el corazón en lo que decís, no sucede nada".
Acaso sea esa profundidad con la que encara su interpretación la que la llevó a cantar en un anfiteatro pegado al Partenón junto a Gidón Kremer y la Kremerata Báltica, Jairo, y Horacio Ferrer. Justamente, fue Ferrer el que la eligió para que, ya fallecido Astor Piazzolla, se pusiera en la piel de María, aquel personaje de la operita María de Buenos Aires que pasearon por el mundo Piazzolla y Ferrer: "En el ´97, hicimos una nueva versión. Ahí estrené la milonga de presentación que nunca antes había sido grabada. Horacio Ferrer me hizo ese regalo impresionante y pasé a ser el leitmotiv de la operita".
-El arte de Mercedes Sosa también atravesó tu carrera.
-La admiré desde muy chica y sigue estando presente todo el tiempo. Haber compartido escenarios y que ella dijera que podría ser su sucesora, fue demasiado. Siempre digo que tengo a Horacio Ferrer como mi duende y a Mercedes Sosa como mi hada madrina mágica.
-Así como en el repertorio de Mercedes Sosa, en vos también el compromiso ideológico y la militancia desde el arte estuvieron siempre presentes.
-El tema me toca de cerca dado que tengo un concuñado desaparecido. Siempre estuve ayudando a las Abuelas a buscar a los nietos y he participado en Teatro x la Identidad.
Su verdadero apellido es Trzenko. Julia Nora Sara Trzenko lleva en su ADN la lucha del pueblo judío, masacrado en el holocausto. De ahí viene su sangre y la necesidad imperiosa de pararse activamente en la lucha por la defensa de los Derechos Humanos: "Todo está ahí. Pienso en las constelaciones familiares que muestran eso. Somos nuestra historia, somos nuestros antepasados, parte de mis familiares estuvieron en campos de concentración. Ahí está mi sangre". En De eso no se canta, el espectáculo creado y dirigido por Pablo Gorlero, su hija Laura González reafirmaba ese compromiso heredado dándole la voz a la poesía contestataria y, en consecuencia, censurada: "Esa obra me emocionó mucho, reflejaba esa lucha que siempre se entabló desde la música. Laura tiene su propio estilo, lo fue encontrando, pero hay algo en su color de voz que nos une. Mis hijas no son iguales, pero tienen un parecido a la hora de interpretar. Las dos me superan increíblemente porque poseen gran técnica. Mezclan esa técnica vocal con la emoción. Estoy orgullosa de ellas". Elis, pavada de homenaje conlleva el nombre, es la otra hija que heredó la pasión artística: "Canta, actúa, condujo Musicales Baires. Es hermosa. Las dos eligieron el camino del arte y eso me llena de orgullo".
Julia Zenko grabó Vital, su primer álbum, en 1983. Primavera democrática y la balada romántica en la voz de esta mujer que comenzaba a abrirse camino. Pero no solo le cantó al amor, sentimiento que hoy vuelve a homenajear con su nuevo material. Lo probó todo. Desde aquel "Aerolíneas Argentinas, la poderosa sensación de volar", el jingle pegadizo que todo un país tarareaba, hasta abrir una edición del Festival de Cosquín para homenajear a Mercedes Sosa. De cantar en el Teatro Colón a ganar premios como el Konex. De darle vida a los versos de María Elena Walsh a encontrarse con el rock de Charly García y compartir el tango con María Graña. Actriz, formada con Alezzo, Fernández y Agustoni, que hizo musicales y comedias. La escorpiana que cantó en la película Los pasajeros del jardín, protagonizada por Graciela Borges, y cuya voz fue también la cortina de la telenovela Soy Gina, protagonizada por Luisa Kuliok y Jorge Martínez. Todo eso es la Zenko. La cantante que se atreve a casi todo y la mujer resiliente que renace de los dolores repetidos. Acaso por eso, ahora proclama su Volver a ser luz y le canta al amor.
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