La cantante repasó junto a LA NACION su vida amorosa, habló de cómo se encuentra actualmente de salud y de los retoques estéticos que se hizo en su rostro
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No para. Después de un año y medio de escasa actividad por la pandemia, Julia Zenko volvió al ruedo con todo. En principio no dudó en tomarse varios aviones para cumplir con los dos primeros tramos de una extensa gira por Europa. En el medio regresó al país para participar de los conciertos-homenajes a Charly García y León Gieco, que con diferencia de unas semanas cumplieron 70 años. Y ahora se dispone a realizar cuatro recitales solistas en Buenos Aires, aunque de distinto tenor y en diferentes recintos. El primero será hoy en el auditorio de AMIA, el segundo y el tercero ocurrirán este sábado 11 y domingo 12 en la terraza del Teatro El Picadero y el cuarto y último, el viernes 17 en Torquato Tasso. ”La vida de los cantantes es así –sostiene la intérprete de “La fuerza del amor”, “Con las alas del alma” y “Carta de un león a otro”, entre tantísimos hits-, a veces mucho de nada y otras mucho de todo”.
–Hablemos de tu gira por Europa, en octubre y noviembre último, ¿cómo fue volver a cantar después de tanto tiempo ante el público internacional?
–Hacía cinco años que no salía del país y la respuesta fue genial. Primero viajé a España y el 9 de octubre canté en Vilagarcía de Arouza, en Galicia, en la presentación del disco de Juan Carlos Cambas, un músico argentino que vive allí desde hace muchos años y que es un talento del folclore, muy respetado. Su disco se llama Viaxe, o sea “viaje” en gallego, y tiene que ver con la historia de sus padres, que emigraron de Galicia a la Argentina y después regresaron a su terruño. Allí canté “El barco”, de Raúl Carnota y Popi Spatocco, que mucho tiene que ver con el tema. También canté cuatro canciones de mi repertorio habitual y hasta una canción en gallego que me aprendí por fonética. Después volví a la Argentina y en noviembre fui a Dinamarca para hacer siete conciertos-homenaje por los cien años de Piazzolla. Ahí, por ejemplo, canté en una suerte de silo, un lugar muy cinematográfico. Y ahora, en breve, me voy a Noruega, a hacer lo mismo en la Ópera de Oslo.
–Para el público en el exterior sos, fundamentalmente, una cantante de tangos, ¿no?
–Sí, en Europa me conocen por María de Buenos Aires, la operita de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla. En Latinoamérica, en cambio, también por mis discos. En algunas presentaciones que hice en Noruega con un grupo de tango que se llama Tango Fortree incorporé algunos temas folclóricos, como “Alfonsina y el mar” y “Gracias a la vida” porque ellos los conocen por Mercedes Sosa. En realidad yo siempre deseo poder viajar para poder llevar mis últimas canciones, las que acabo de grabar. Hasta ahora eso fue muy difícil, me convocan solo por el tango. Pero, eso sí, aunque me llaman por Pizazzolla –porque los emociona y los moviliza como nadie-, yo sumo temas de Eladia Blázquez y de José Dames y Horacio Sanguinetti. De todos modos, en el recital de Galicia pude hacer “Con las alas del alma”.
–¿La idea es ahora repetir ese repertorio en tus shows en la Argentina o hacer algo más melódico? ¿Seguirás presentando tu último álbum, Vuelvo a ser luz?
–Voy a hacer un mix de las canciones que canté en Europa, que al fin y al cabo forman parte de mi repertorio habitual, temas de Vuelvo a ser luz, y los éxitos de toda mi carrera. De todos modos, cada uno de los próximos shows va a ser diferente. Para la AMIA preparé un repertorio especial, bien ideológico, y allí estará por supuesto “El barco”. Como el recital de la AMIA es en una sala, da más para temas intimistas. Los del Picadero serán en una terraza mientras la gente come y bebe algo, entonces da para temas más fuertes y con movimiento. Los temas ya están estipulados, pero si de repente alguien me pide algo fuera de programa, no tendré problemas en cantarlo a capella. El Tasso da para más tango, así que el repertorio de ese día irá por ahí. De todos modos, también mecharé con algunos temas de Vuelvo a ser luz, un álbum que fue editado en 2019 y que, por la pandemia, solo pude presentar por streaming, y luego en algunos shows presenciales en Mar del Plata.
–A propósito del título de ese trabajo, que surgió luego de tu recuperación de un segundo episodio de cáncer, ¿cómo estás hoy de salud?
–Estoy bien. La primera operación fue en febrero de 2016 y la segunda, en plena pandemia: el 26 de junio del año pasado, justo la fecha en que teníamos programado el recital presentación de Vuelvo a ser luz en La trastienda. Me volvió a salir un bulto en la misma mama. Ahora estoy en tratamiento con píldoras, deberé seguir con esto por unos años y haciéndome chequeos periódicos. Si bien soy positiva, cuando un día no me siento bien –porque estoy contracturada o tal vez me sucede algo aún menor- mi cabeza siempre va para el mismo lado...
–¿Lo más difícil ahora es aprender a convivir con el temor de la reincidencia?
–Sí. No es fácil. Yo soy muy miedosa. Sé que estoy sana y por eso puedo hablar del cáncer en tiempo pasado, pero también sé que se me repitió, entonces... No vivo atormentada, pero hay épocas en las que me bajan las defensas y mi cabeza empieza a ir a mil. Por eso con todo esto de la pandemia me cuido exageradamente. Hace poquito me caí y me lastimé las tibias de las dos piernas, me aparecieron como dos pelotas enormes y enseguida pensé: se me va a hacer cáncer. Son fantasías que aparecen y que son muy difíciles de erradicar. Por supuesto que hago terapia y hablo mucho del tema: no solo entre mis afectos más cercanos sino públicamente, eso me ayuda a exorcizar los temores. Como dice el tema de Piero: “Hay que sacarlo todo afuera, como la primavera, nadie quiere que algo adentro algo se muera”.
–De todos modos, también te sometiste a una operación que no estuvo ligada a la salud sino a la estética, ¿hoy te sentís conforme con tu nuevo rostro?
–Claro que sí, estoy chocha. Además el tema me sirve para recordar a mi queridísimo amigo Andrés Galfrascoli (el cirujano plástico que murió junto a su marido, el director teatral Fabián Núñez, y su hija en el derrumbe del edificio de Miami, en junio pasado), el único con que me animé -y a los 60 años- a operarme la nariz. También me hizo un refresh en el cuello. Al principio parecía un monstruo y te juro que me asusté. Mis hijas me decían: “Mamá, ¿quién sos?”. Pero más o menos al año de la intervención todo se fue asentando y hoy el trabajo de Andrés me parece maravilloso. Todos los días se lo agradezco mirando hacia el cielo. El cambio de color de pelo también hizo lo suyo. El negro oscuro ya no me beneficiaba. No te digo que tras la operación y con el castaño claro me siento una pendeja, pero sí que me veo mejor.
–Tu carrera ha sido muy ecléctica. Empezaste como cantante melódica, después abrevaste en el tango, el folclore, el rock, las canciones infantiles y hasta en la música brasileña. ¿El género melódico te sigue definiendo o ya no?
–Ningún género me puede definir a mí porque canto de todo, diferentes géneros musicales. Cuando empecé a grabar discos me encasillaron como cantante melódica. Eso fue un error porque tengo una voz melodiosa, sí, pero no canto solo géneros melódicos. Para nada, porque ni una chacarera ni un tango son géneros melódicos. Por suerte esas cosas han cambiado y yo me defino como una intérprete ecléctica. Aunque últimamente digo que soy una actriz que canta porque la actriz que habita en mí siempre fluye a través de las canciones por algo siempre me halagan mis interpretaciones. En cuanto a la actriz propiamente dicha estoy abierta a las propuestas. De hecho hace poco José María Muscari me propuso trabajar en uno de sus espectáculos, pero yo ya tenía programada la gira por Europa y no le pude decir que sí. Es la tercera vez que le digo que no, y me da mucha bronca porque quiero vivir la experiencia Muscari. Seguramente la cuarta será la vencida.
–Antes y después de tu gira europea participaste de dos homenajes: de los recitales por los 70 años de Charly García y León Gieco, ¿estos son los músicos del rock nacional que más te han marcado?
–Yo diría que Charly y Nito, por Sui Géneris. Y después Charly y David Lebón por Serú Girán. León no me marcó, lo empecé a escuchar recién a partir del disco Mensajes del alma. Aún me arrepiento de no haber ido a ver la despedida de Sui Géneris cuando era adolescente porque soy fóbica desde que tengo uso de razón y no me gustan las conglomeraciones. De grande empecé a entender por qué escapaba a esos lugares: primero porque mi vieja, que era una mujer muy miedosa, me llenó la cabeza de temores, y después porque esos temores, ya muy internalizados, me provocaban ataques de pánico. No hay que olvidar que yo fui adolescente en la época de la dictadura, mi hermano militaba y mi madre tenía mucho miedo. El rock era transgresor y yo era tan exageradamente obediente y miedosa... Es el día de hoy que no me vas a ver entre la muchedumbre, yo siempre busco los huecos.
–¿Podrías haber sido una cantante de rock nacional?
–Ahora sí. Si yo tuviera en este momento 20 años sería una cantante de rock nacional, pero cuando yo era joven, eso ni se me cruzaba por la cabeza. No lo hubiera podido ser. Vivía en una ambiente prejuicioso y, por eso, yo era muy prejuiciosa. Pero mi hermano (el actor Juan Trzenko), al que le estoy muy agradecida, me fue poniendo una semillita en la cabeza, acercando una discografía que me hacía reflexionar y abrir la cabeza. Para que tengas una idea de cómo era yo te cuento que cuando empecé a cantar profesionalmente, y mi carta de presentación fue “Carta de un león a otro”, no comprendía para nada el significado profundo del tema. Recién con los años, cuando me fui liberando de los miedos que me había metido mi vieja, pude comprender que la canción hablaba del poder y del daño que este puede hacer, de la represión y de la libertad...
–Siempre le cantaste al amor, ¿cómo fue tu vida amorosa?
–¡Hermosa! Mi vida amorosa fue hermosa. Tuve dos matrimonios, uno legal y otro tipo concubinato, y de cada uno me quedó una hija. Me casé con (el cantante) Marcelo San Juan y tuve a Laura. Y luego estuve 16 años con (el músico) Daniel García, con quien tuve a Elis. De todos modos, siempre fui una piba acomplejada, de joven me miraba al espejo y no me gustaba. Ahora miro mis fotos de aquella época y me veo hermosa, no sé por qué no me gustaba. Sin embargo, nunca tuve problemas con las relaciones amorosas. Ahora no estoy en pareja y tengo algunas dificultades para abrirme al amor. Esto tiene que ver con algunos golpes de la vida, desilusiones, operaciones, pérdidas. Estoy en un momento muy hermoso de mi carrera, tal vez en el mejor, pero en cuanto al amor...
–En el ítem amor, si hacés un balance, ¿te sentís una ganadora o una perdedora?
–Ganadora. Lo que pasa es que no soy una persona mediática, entonces no estuve hablando de mis amores o de mis conquistas amorosas, públicamente. Básicamente me siento afortunada de haber tenido hijos. De joven me parecía perfecto tener dos, hoy te digo que me hubiera encantado tener más, como cuatro o cinco y estar rodeada de un montón de nietos.
–¿Qué es lo más loco u osado que hiciste por amor?
–Dormir con una serpiente en una cama.
–¿Cómo?
–Resulta que empecé a salir con un hombre cuya mascota era una pitón. Me había dicho que la serpiente dormía a los pies de la cama, pero en medio de la noche comencé a sentir algo que avanzaba... Él me decía: “Tranquila, tranquila, confiá en mí”. Hasta que me dormí y a la mañana siguiente me encontré con la pitón enroscada al lado mío. Evidentemente la pitón estaba bien alimentada, si no... Eso está claro que lo acepté por amor. La relación de a tres duró un buen tiempo, hasta que un día él hizo desaparecer a la pitón.
–¿Le diste el ultimátum y él terminó optando por vos?
–No necesariamente. La tuvo que sacar de la casa y dejar en un campo porque parece que la pitón un día se puso loca y quiso agredir a uno de sus hijos. Por suerte yo no estaba, mirá si me quería comer a mí (risas). Fue una relación muy hermosa la que mantuve con esta persona y si bien no puedo decir que llegamos a ser novios, hubo amor mutuo y hoy nos une un buen recuerdo.
–¿Cuál sería hoy tu ideal de pareja? ¿O ya el formato pareja ha dejado de ser un ideal en tu vida?
–Bueno... yo ahora estoy muy acostumbrada a vivir sola en mi casa, con mis gatas y punto; y hacer lo que quiera a la hora que quiera. La pareja entraña responsabilidades y limita mucho las libertades personales. Y yo necesito mucha libertad para trabajar y ocuparme de mi profesión. Mi última relación de pareja duró seis años y terminó hace ya un buen tiempo. No convivíamos, él tenía su casa y yo la mía. No sé si volvería a tener una pareja con convivencia incluida, prefiero idealizar la relación y ser novios eternos.
Para agendar. Zenko se presenta hoy, jueves 9, a las 20, en el Auditorio de AMIA (Pasteur 633). Después hará otra presentación el sábado 11, a las 21, y el domingo 12, a las 20.30, en la terraza del Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857). Y El 17 de diciembre, a las 21, en Torquato Tasso (Defensa 1575).
Agradecimiento: Croque Madame-Círculo Italiano
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