Juan Ingaramo, el cordobés que reinventó el pop con una canción de Rodrigo
Juan Ingaramo está parado arriba de un volquete en Dorrego y alguna de esas calles que cambian de nombre antes de cruzar hacia Colegiales. Está vestido cien por ciento con la marca de las tres tiras; posa frente a la cámara y me veo tentada de grabar una storie para mandarle a mis amigos: no hay nadie que conozca que no haya estado todo el último verano obsesionado con Best Seller, su tercer disco. Mientras dudo, aparece doblando la esquina Neo Pistea, nombre clave del trap, y se trepa al volquete para saludar a Juan.
Hace unos años, el cruce entre un chico de conservatorio nacido del indie pop y un rapero hubiera sido improbable, como si se tratara de jugadores de clubes rivales. Esta escena es un signo de época en la que muchos límites musicales (de género, etarios, de clase) se fueron diluyendo, pero también es una postal ingaramesca: no hay nadie más de esta era que Ingaramo, el cordobés que con sus letras de romance modelo siglo XXI estuvo nominado a cuatro Premios Gardel y hace algunas semanas iluminó por primera vez la marquesina de Vorterix con su nombre.
Lo que vino antes fue así: hijo de un papá músico, a su vez hermano e hijo de músicos, "de formación jazzera pero también con una sensibilidad folklórica y latinoamericana" y de una mamá universitaria y pedagoga, el camino natural para Juan después del colegio fue hacia la Universidad Nacional de Córdoba. Allí estudió composición durante dos años, mientras en paralelo aprendía sobre producción, arreglos y se perfeccionaba en la batería.
La formación académica fue interrumpida por la fantasía Casi Famosos de venir "a pegarla" a Buenos Aires con su banda, Globo, en la que participaban Fran Saglietti, de Francisca y los exploradores, y Eze Acosta, integrante de Astronautas. En algún momento de su estadía en el departamento compartido de San Telmo, Ingaramo se dio cuenta de que "los Strokes cordobeses" no iban a funcionar, y que, aunque "pegarla" no era lo que más le interesaba, el prestigio musical para el que se había formado tampoco. "Los boludos son famosos. No me pegaba por ahí. Lo que se me metió cual virus y le ganó a todo el resto fue que encontré un espacio creativo profundísimo, vacío y listo para mí en la canción, en la composición, en el pop. Todo lo otro eran mandatos".
El romance del cordobés con el pop había arrancado durante su adolescencia, cuando vio por primer vez en algún Cosquín Rock a Miranda! y a Babasónicos en la época de Jessico. El flash andrógino le "voló la peluca". Diez años después, y habiendo firmado con Geiser Discos, el sello "joven" de Popart, Ingaramo lanzaba su propio statement como militante del pop con... Pop nacional (2014) que, al igual que Músico (2016), era un pop plástico, liviano y con sensibilidad indie.
El pop puede ir de Lady Gaga a Luciano Pereyra pasando por Paul McCartney a Pablo Vittar. Vale todo
"A nivel gráfico sentía que el pop en la Argentina era como una tele en blanco en la que yo podía hacer lo que quisiera las veces que quisiera. El rock ya era lo que sabíamos que tenía que ser, incluso cómo vestirse. El pop puede ir de Lady Gaga a Luciano Pereyra pasando por Paul McCartney a Pablo Vittar. Vale todo", explica.
Como valía todo, el primer single de Best Seller (2018) fue un cover, en modo salsa reggeatonera y junto a Elsa y Elmar, del cuarteto "Fuego y pasión", de Rodrigo. La versión no sólo es magnética e intrigante como para querer escuchar el resto de Best Seller, sino que la actualización de este clásico popular sienta las bases de lectura de un proyecto bastante raro e impulsado por la intención de hacer la música de su "tiempo y tierra". En este disco producido por Nico Cotton lo etéreo indie-pop fue abandonado por los géneros urbanos, que nutren de una sensibilidad bailable a la facilidad hitera de Ingaramo y que lo acercan todavía más a la generación de sus colaboradores, Dak1llah, Ca7riel, Louta y Neo Pistea, y de los artistas que produce, como el dúo Salvapantallas.
Sin embargo, la precisión con la que lee lo que Ingaramo llama "la música de nuestro tiempo" no está alimentada solo del contacto con los más jóvenes, o con compañeros de generación, como Hipnótica, Bandalos Chinos, El Zar o Indios. Sino que además se vincula con músicos que lo antecedieron, como Adrián Dárgelos, con quien compartió el dueto "Matemáticas", e inclusive con artistas más cercanos al rock y que forman parte de un paradigma que Juan no considera propio: tocó con Lito Nebbia, y tiene línea directa con músicos como Fito Páez y Andrés Calamaro. "Para hacerlo mierda lo tenés que conocer al cien. Esa es mi relación. Hacerlo mierda con comillas, ¿no? Además de que me han criado y de que tienen niveles artísticos incuestionables. Se trata de eso: renovar la tradición. Renovar, no conservar", explica. "Es una tradición la música argentina. Hay algo ahí de identidad interesante. A lo mejor ahora en el trap del Duki no se nota, pero en el de YSI A sí porque es medio tanguero en su forma de cantar. Lo que habla es la tierra."
No es sólo la música de Ingaramo lo que suena pegadito a la época. Sus letras, inclusive desde Pop nacional y Músico parecen parte de una sensibilidad romántica anti-celos constituida luego del estallido del feminismo en la Argentina. Como el "me tenés que soltar para amarme" que canta en una canción; o el "a partir de hoy me quiero a mí mismo más que a vos, simplemente, así debió ser siempre", que suena en otra.
Sin embargo, Juan no se lo toma como una virtud personal, sino como un código propio del pop, a diferencia del rock ("No hay nada más alejado de la nueva cosmovisión feminista que el rock, que un rockero. Siempre se alimentó justamente de eso: de las mujeres y de su opresión"), y de "una energía que anda dando vueltas" y que logra captar. "Por eso no creo en la súper especialidad del músico como sujeto artístico. Creo más en la obra. Creo más en servidores, como un médico", y continúa: "Hay algunas cosas que nos cuestan más como hombres. En esas canciones hay algo que no es tan difícil de ver y hay otras cosas que son difíciles de ver. Me parece que lo que nosotros hacemos es decodificar una energía creativa que anda dando vueltas y la agarrás y la traducís, la transformás. Por eso no creo que el artista sea el ser iluminado. Creo que lo más iluminado es la obra".
En uno de sus últimos lanzamientos, el videoclip de "Romeo y Violeta", una bachata dedicada a su novia, la actriz Violeta Urtizberea, Ingaramo toma los lugares comunes del galán romántico, como el 14 de febrero, las rosas rojas y la camisa abierta, y los vuelve propios. Lo hace con un poco de ironía, sí, pero sobre todo como una celebración de símbolos populares que pueden lograr la identificación de cualquiera, como una canción pop pegadiza.
–Tu gacetilla habla de tu "camino hacia a la universalidad". ¿Qué convierte para vos a un artista en universal?, ¿fue una decisión?
–Lo interesante de la universalidad es que puede llegar, personalizándolo, a todos, "a todes". Creo en el valor democrático de la obra. Volviendo a lo de la militancia del pop, creo que es una forma de democratizar también la felicidad y el conocimiento. Por eso, los nichos me parecen algo fascista. Es algo en lo que yo también caí: para mí, mi disco Músico es pop alternativo y es re alternativo de Buenos Aires, marca de jean cara, ¿ubicás? Eso es una materia que ya cursé y a la que no quiero volver. El camino es ese: que lo puedan escuchar todos, disfrutarlo todos y consumirlo todos.
–La popularidad es un tema muy presente en Best Seller, hasta en el título y de manera un poco irónica. ¿Vos o tu entorno tenían prejuicios con eso?
–Las dos cosas. Yo tuve prejuicios y por eso me pareció lo más interesante para transitar. Y mi entorno los tuvo, pero para mi sorpresa hay mucha más apertura. Cada vez hay más. No sé de dónde se legitima o por qué, pero por eso es una militancia, una lucha por los ideales que pueden ser estéticos, políticos. Y requiere de una toma de posición, de un statement, un manifiesto. Y un riesgo.
–¿Cuál es ese statement en Best Seller?
–Romper mis propias reglas. Es medio nabo, no sé si ponerlo en esos términos, pero es ese el concepto que lo rige. ¿Por qué? Porque el mío era otro género. ¿Por qué? Porque el pop latino era un género con el que había muchos prejuicios. ¿Por qué? Porque es un género muy popular. ¿Por qué? Porque es un género que acá no se hace o no se hace como quiero que se haga.
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