Desde que apareció en la escena con tan solo 15 años y un cover de "Fell In Love With a Girl" de los White Stripes, Joss Stone ha recorrido muchos caminos musicales. The Soul Sessions, su debut de 2003, ya mostraba un impresionante rango vocal que anticiparía su discografía ecléctica y un espíritu aventurero.
Durante la siguiente década y media, Joss vendió más de 15 millones de álbumes en todo el mundo, ganó premios Brit y Grammy, actuó con estrellas legendarias como James Brown, Rod Stewart, Stevie Wonder, Jeff Beck y Ringo Starr y formó un proyecto paralelo, SuperHeavy, con Mick Jagger, Dave Stewart y Damian Marley. Después de dejar su compañía discográfica a principios de 2011, tomó el control de su carrera, fundó su propio sello, Stone’d, y se relanzó con LP1, un salto como compositora que la acercó al rock. "Me gusta toda clase de música, y el sonido de Nashville es una gran influencia para mí", dice ella. "Pero más allá de los géneros, lo que haga siempre va a tener un toque soul."
En el impresionante Water for Your Soul, de 2015, exploró el reggae y la world music, un reflejo de su nuevo estilo de vida, definido por las causas ecologistas y la búsqueda de las raíces. "En un momento pensé: ‘No tengo ganas hablar de un tipo’. Quería escribir sobre lo que me parece importante. La Madre Naturaleza está en todo, ¿por qué no hablar sobre ella?"
A los 31 años, la británica sigue girando por el mundo conociendo músicos de todos los géneros y colaborando en canciones que va documentando en su canal de YouTube. Después de su visita de 2015, en la que dio un show en el Luna Park y luego cantó en la reserva ecológica de Buenos Aires con el dúo Perotá Chingó, el 3 de diciembre volverá a Argentina como cierre del ciclo LN Cultura en el Teatro Colón, que este año tuvo en su programación a espectáculos como el tributo a Miles Davis con la Miles Electric Band y el concierto de Gilberto Gil. Ella recorrerá su carrera y cantará descalza, como en todos los escenarios que pisó desde que era solo una adolescente intentando mantener los pies en la tierra.
LA NACION