El líder de Queens of the Stone Age, uno de los últimos verdaderos creyentes en el rock, acaba de hacer otro disco genial
Ni se te ocurra decirle a Joshua Homme que el rock está muerto. En serio, no lo hagas. Porque va a contemplar la posibilidad de darte una trompada, y eso no estaría bueno. A los 44, sigue siendo un tipo grandote y muy intenso, colorado más en el sentido de calentón que de Ed Sheeran, con su mueca en el labio à la Presley. Y parece que un ejecutivo imprudente –“alguien de muy arriba”– alguna vez pronunció esas palabras peligrosas. Eso fue hace unos años, antes de que la banda estelar y mutante de Homme, Queens of the Stone Age, dejara Interscope Records para pasarse al sello independiente Matador, el cual editó el nuevo y groovero LP, Villains, producido por Mark Ronson, el 25 de agosto.
Apenas pasadas las 11 a.m., un lunes de principios de julio, Homme le da un sorbo a su vaso de un exclusivo tequila en las oficinas de su compañía de management en Los Angeles, y recuerda aquella confrontación con Interscope con un placer y un regodeo inocultables. “Yo pensaba: probablemente este tipo va por el mundo diciendo: ‘Nunca nada me va a pasar, puedo hablar como quiera’. Pero yo te lo voy a dejar bien claro, todo puede cambiar en un par de segundos, según lo que vayas a decirme ahora. ¿No es loco estar de repente en ese mundo?”
Loco o no, Homme hace que todo parezca razonable cuando estás a medio metro de él, del mismo modo que me convenció de que lo acompañara a tomar un trago, o tres, por la mañana. Este tequila en particular es tan dulce, argumenta él, que es prácticamente un desayuno. Homme es bueno para torcer el universo a su voluntad. Y si eso significa deshacerse de un par de compañeros de banda –o, mejor dicho, de la mayor parte de ellos, al menos en la primera década de los Queens–, él no tiene ningún problema. “Yo eché a mi mejor amigo de toda la vida”, dice, en referencia al antiguo bajista de la banda, Nick Oliveri, quien también tocaba con Homme en Kyuss, el grupo plagado de riffs que tenían en los noventa. “¿Vos podrías hacerlo? Es difícil. Pero preservar esto a veces es destruir otras cosas. A veces, tenés talento para algo que no te gusta. Yo tengo talento para decir cosas difíciles de decir.”
Hace una pausa. “Estoy divagando”, señala, “porque sigo muy borracho de anoche”. Anoche fue el estreno de American Valhalla, un documental sobre cómo Homme terminó produciendo un disco genial y con un título horrendo para Iggy Pop, Post Pop Depression, de 2016 (en pocas palabras: Iggy realmente quería que lo hiciera). Pero vamos, ¿está borracho o tiene resaca en este momento? “Ya sé dónde está la resaca. La puedo ver desde acá.” Pero, volviendo al rock. “En realidad me gusta cuando se supone que es algo ya terminado, porque somos el grupo perfecto para ese momento cuando algo ya terminó. En realidad, el negocio discográfico está muerto. El rock está bien. La música está bien. Francamente, me gusta este momento.”
"Yo eché de mi banda a mi mejor amigo de toda la vida", dice Homme. "¿Vos podrías hacerlo? Es difícil. Pero preservar esto a veces es destruir otras cosas."
Logró eludir ciertos riesgos de su profesión, y vivir su vida de rock & roll sin morirse ni aferrarse a la sobriedad (Oliveri alguna vez dijo que la letra más famosa de los Queens –“Nicotina, Valium, Vicodine, marihuana, éxtasis y alcohol/Cocaína”– hacía referencia al consumo del dúo). “No sabés a dónde está la raya hasta que la cruzás”, dice Homme. “Pero uno se ajusta, y no le tirás el peso de esa mierda a otra persona... ¿Querés un poquito más?”
Tiene una esposa glamorosa y rocanrolera –Brody Dalle, de The Distillers–, e hijos (“los enanos de la casa”), a los que educa de la manera más rocanrolera posible: “Encontrá el centro de tu yo, y perseguilo con desenfreno. Esencialmente, encontrá una vida y no dejes que nadie te la saque. Hay una larga lista de ‘No’. La siguen escribiendo, sumando nuevos ‘no’ a la vieja lista. Seguila, sólo si alguien te está viendo. Y después volvé a vivir lo más fuerte que puedas. No creo que la gente tenga que decirte cuál es la verdad –‘Soy una cara que te grita, entonces hacé lo que yo digo’–... Yo voy a criar monstruos que atenten contra la normalidad”.
Así que... eso. También, con Villains, los Queens of Stone Age otra vez hicieron un disco del cual se podría decir que es el mejor de su carrera, desde el lento avance de “Fortress”, escrita para la hija de 11 años de Homme, a la distorsión y los aplausos de “The Way You Used to Do”, que seguramente será un éxito del Número Uno este verano, en algún otro universo: está inspirada en ZZ Top, Cab Calloway, Shirley Bassey y los Misfits. “Antes era: si algo tenía algún sabor a otra cosa”, dice Homme, “entonces yo no lo toco. Ahora no me preocupan esas cosas, aunque la ley de copyright está muy jodida ahora por ese pelotudo de Robin Thicke. Qué tarado. Ahora la ley de copyright es como: ‘Si sabe a pollo, seguro lo robaste’. Gracias, boludo”.
La mayoría de los séptimos discos hechos por músicos de cuarentipico son, quizás, no tan buenos, un hecho que Homme encuentra irritante. “La obligación mínima que tenés si estás en una banda toda la vida”, dice, “y si estuviste haciendo esto tanto tiempo, es que en cada disco lo dejes todo. Es la obligación mínima”.
Homme está persiguiendo algo en su música. Lo describe como el paragolpes de un auto del que está cerca, y también como una “voz interior... sentir que vale la pena… inspiración”. Cuando trabajó con Iggy, sintió que tocó ese paragolpes. Sólo por un momento. “De algún modo me resigné a seguir persiguiéndolo”, dice, “con la esperanza de llegar ahí alguna vez”.
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