La actriz que protagonizó en Broadway el musical “West Side Story” y que en octubre volverá a interpretar a Lucy en “Drácula”, hará pública por primera vez su faceta de cantautora este sábado, en un recital en La Tangente
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Aunque oriunda de Trelew, se crio desde los 3 años en Rosario, cuna de grandes cantantes, compositores y actores. Y si bien no contaba con antecedentes artísticos en su familia de origen, lo suyo con el arte fue un flechazo de nacimiento. Empezó a cantar formalmente a los 10 y, a la par que estudiaba piano, cursó todos los años de la prestigiosa y legendaria Escuela de Comedias Musicales del Teatro El Círculo. Ya al finalizar su primer año de estudios fue seleccionada para protagonizar Annie. Al promediar la secundaria, una beca para asistir a la academia de Valeria Lynch fue el pasaporte a la gran ciudad y la antesala de los castings para los musicales de la avenida Corrientes. “Siempre quise dedicarme a esto, nunca tuve dudas sobre mi vocación”, asegura Josefina Scaglione, la actriz que está nominada a los premios Hugo por su arrolladora interpretación de Lucy en el musical Drácula y que este sábado mostrará por primera vez en vivo su faceta de cantautora, en un recital en La Tangente (Honduras 5317).
“No hay por qué excluir ni abreviar. Mi cantautora no puede estar sin la actriz y mi actriz sin la cantautora. Todo me constituye. Está bueno darle protagonismo a esto que va a suceder pero sin renegar de ninguna de las partes”, añade. ¿Y qué es eso que va a ocurrir el sábado? “Cantaré las canciones que vengo componiendo desde hace años, de las que soy autora tanto de sus músicas como de sus letras. Mi intención es que haya una curva sonora, con momentos íntimos y acústicos y otros rítmicos y bailables, como si se tratara de una obra. Y a manera de bonus track interpretaré un tema de Björk, una de mis artistas favoritas”, anticipa. Ella misma –porque también es una música consumada- se pondrá al frente de los teclados, y, cuándo no, se hará cargo de la guitarra eléctrica y estará acompañada por Martín Luchina en sintetizadores, Demián Kania en bajo y Martín Visconti en batería. De la puesta en escena y de luces se hará cargo su marido (y padre de Imanol, su hijo de un año) Sebastián Irigo, director de Torna amore, Maten a Hamlet y del musical de inminente estreno Regreso en Patagonia. Algo de su repertorio, que deambula entre el pop, el rock y la música urbana, se puede escuchar ya en Spotify y en YouTube. Las gemas que subió en cuentagotas a esas plataformas son “Lengua”, “Furioso” y “Tregua”.
Esta será una posibilidad única de conocer (y escuchar) a Josefina en un marco diferente al habitual, el de las salas teatrales, donde el público está acostumbrado a disfrutar de su arte –y también de su belleza física, por qué negarlo- desde hace una década y media, cuando debutó con 19 años en el musical Hairspray (en el rol secundario de Amber Von Tussie) al lado de Enrique Pinti. De ahí, sin escalas, saltó a Broadway, como si se tratara de un sueño, al ser elegida entre miles de candidatas de todo el mundo para interpretar a María, el personaje femenino protagónico de West Side Story; labor por la que luego fue nominada a los premios Tony, un logro que ningún artista argentino había logrado hasta el momento ni nadie volvió a conseguir. Asimismo fue distinguida con un Theater World Award y un Outer Critics Circle Award.
Luego de dos exigentes temporadas seguidas en el musical de Arthur Laurents, Leonard Bernstein y Stephen Sondheim (por las que rechazó, por ejemplo, protagonizar en Buenos Aires El fantasma de la ópera y La novicia rebelde), decidió tomarse una pausa en cuanto a lo teatral y probar suerte en otros medios de expresión. No le fue mal: coprotagonizó el film HairBrained junto a Brendan Fraser y participó de la popular serie Fairly Legal, el drama legal de la cadena USA Network. A su regreso al país participó de los musicales Vale todo (otra vez junto a su querido Enrique Pinti), 50 sombras!, el musical, Drácula (en el rol de Mina), Peter Pan, Camarera y Happyland. También incursionó en el teatro de texto: actuó en la comedia Los 39 escalones y hoy lo hace en el drama El recurso de Amparo (que va los lunes a las 20:30 en Espacio Callejón, Humahuaca 3759). El 6, 7 y 8 de octubre retomará su rol de Lucy en las funciones que Drácula brindará en el Movistar Arena.
–Ahora, visto a la distancia, ¿qué fue lo mejor y lo peor de la experiencia Broadway?
–Lo peor es que me conectó con un lugar de mucha sobreexigencia. Me sobrecargué desde un principio y nunca pude alivianar la carga. Yo siempre fui muy responsable y profesional con el trabajo y por supuesto que eso me parece bien, pero Broadway me potenció la sobre exigencia y por eso hubo un momento en que todo se me volvió angustiante. No pude disfrutar la experiencia como hubiera querido. Me sentía muy presionada por rendir y dar lo mejor, y de hecho lo di, sino no me hubieran nominado al Tony y dado todos los premios que me dieron. Tenía sólo 20 años y era la cabeza del espectáculo. Hoy, a los 34, me honro de lo que logré en aquel momento. Yo era muy chica para semejante pedestal y, aunque parezca raro, también me abrumó la valoración y el recibimiento que me dieron. Luego de West Side Story tuve que trabajar bastante la sobreexigencia, sacar el pie del acelerador y dejar de buscar exhaustivamente la perfección. Lo mejor de la experiencia fueron los vínculos, los amigos que hice en el teatro. Y también caminar de noche por Nueva York, con los auriculares puestos, escuchando a Caetano Veloso. ¡Qué maravilla!
–¿Por qué no te quedaste en Estados Unidos más tiempo? ¿Es difícil conseguir trabajo como actriz, salvo interpretando a una latina?
–Conmigo pasó algo muy particular. Porque si bien yo soy latina, obviamente, a ellos no les resultaba tanto. Entonces, para un personaje de latina no les cerraba y para el de una anglosajona, tampoco, porque les doy más bien tana. Y si bien tengo un inglés perfecto, ellos siempre perciben el acento en quien no posee el idioma como lengua materna. Llegó un momento en que me dije: “bueno, no soy una norteamericana y no tiene sentido hacer el esfuerzo para encajar en un molde que no es el mío. Nunca seré Kristin Chenoweth (la protagonista original de Wicked), soy Josefina Scaglione hasta la médula.
–¿Hoy estás conforme con tu carrera en la Argentina?
–Estoy muy contenta, pero reconozco que las cosas podrían haber sido más rápidas. En su momento no aproveché lo de Broadway a nivel prensa, hice lo que pude. Hoy pienso que le podría haber sacado más partido. Por eso, a mi regreso, no tuve el recibimiento que podría haber tenido y después de haber protagonizado West Side Story en Nueva York tuve que empezar a subir en Buenos Aires peldaño tras peldaño. No culpo al medio, creo que después de semejante experiencia en el exterior me retraje, necesité regresar a un espacio de intimidad y no exposición. Volví para hacer Vale todo (originalmente Anything Goes), con Pinti y Florencia Peña, pero no en el rol protagónico. Hoy las cosas se acomodaron y estoy muy conforme con mi presente. Es más, pienso que ahora estoy comenzando la etapa más fructífera de mi carrera.
–¿Cuál considerás, hasta ahora, que es el punto más alto de tu carrera? ¿West Side Story o Drácula?
–Sin dudas, Drácula, y Lucy es mi consagración en los musicales. De todo lo que he hecho, acá y afuera, es lo mejor. Lucy es el mejor personaje que hice hasta ahora en los musicales. La amo. Me permite como artista atravesar algo maravilloso. Es que los personajes son oportunidades de exploración y yo, con Lucy, puedo aunar mi cantante lírica con mi actriz dramática y con toda mi locura. Es un sueño hecho realidad. Para mí no es sólo consagratorio por lo que ha dicho el público y la crítica sino porque en lo personal ha sido una explosión. A mí me explota el corazón cada vez que la interpreto. Hacer Lucy es prenderme fuego todas las noches.
–¿Cuándo la actriz decidió cederle paso a la cantautora?
–En realidad la cantautora viene asomando la cabeza desde toda la vida. Siempre fui de grabar alguna letra, alguna melodía, alguna progresión de acordes con la guitarra. Guardo grabaciones de como hace 20 años con distintos escarceos musicales. La cantautora siempre estuvo, sólo que ahora decidí darle un lugar más preponderante y hacerla pública. Asimismo, decidí, con el mismo compromiso que siempre abordé todos mis trabajos actorales, abordar mi música. Por eso salgo a tocar.
–Como autora, ¿qué temas te inspiran para componer?
–Los procesos internos. Necesito contar con poesía las cosas que me van pasando. Una separación, un encuentro, un desencuentro conmigo misma, la soledad, los conflictos de relación. En general mis canciones son reflejos de procesos internos muy profundos, pero también existen otras más livianas. Por ejemplo, tengo una que se llama “Perro callejero”, que es más bien divertida.
–¿Reconocés alguna influencia musical a la hora de componer?
–Muchas. Tengo un abanico muy grande de influencias musicales. Yo me crie escuchando a Freddy Mercury, ópera y también Chavela Vargas y Chabuca Granda. Y también tango. Primero me apasionó Piazzolla y luego los clásicos, como Di Sarli y todas las orquestas típicas. Será porque mis abuelos violinistas tocaban en orquestas típicas de Entre Ríos. Es interesante ver cómo todas estas influencias confluyen en mis canciones. Tengo canciones más hiphoperas, pero de golpe hay otras donde claramente se percibe la influencia de Luis Alberto Spinetta, a quien escuché muchísimo de adolescente, sobre todo en su etapa de Spinetta Jade. También podrás encontrar bastante influencia sonora de Björk. Y en “Lengua”, por ejemplo, surge claramente mi costado rioplatense.
–Hace un año fuiste madre por primera vez. ¿Cuánto influyó la maternidad, un proceso que –dicen- suele ser muy creativo para las mujeres, en tu trabajo como compositora?
–Mucho. No tanto para componer de golpe diez canciones sino para precipitar los procesos. La maternidad para mí fue un disparador para no retrasar más el nacimiento de la cantautora. La maternidad te enfrenta al paso del tiempo, te dice: “¿Qué vas a hacer con esto?, ya no tenés tanto margen de tiempo, ¡tenés un hijo que atender!” El embarazo en sí, que es como un estado de ensoñación, más creativo, tal vez me provocó mayor inspiración. Pero lo que la maternidad me vino a decir fue: “Concretá, salí a tocar y a grabar”.
–A propósito, y después de este recital, ¿qué? ¿Se viene el disco?
–Después de este show y de las funciones de Drácula previstas para octubre en el Movistar Arena (para las que necesito prepararme intensamente, porque no es lo mismo poner en práctica la técnica del canto lírico que la del canto popular) me voy a encerrar con la banda en un estudio, tipo experiencia inmersiva como la que vivían los Beatles. Quisiera grabar, a la vieja usanza, tres días seguidos, sin parar, de la mañana a la noche. Durante la pandemia grabé mi primer single, “Furioso”, sola, en mi casa, y luego le fuimos agregando las baterías de Martín Luchina y otros detalles, separadamente. Así, ese primer tema fue producto de la virtualidad. Esta vez quiero grabar la matriz de todos los temas junto a todos los músicos, porque hay algo que sucede con la música cuando es ejecutada grupalmente, que es muy poderoso y que no ocurre de otra manera.
–Por último, el de la actriz de musicales y el de la cantautora, ¿son dos caminos indefectiblemente paralelos? ¿O podrían unirse en un futuro musical, escrito por vos misma?
–Estoy segura que en algún momento se van a unir, si no es en un musical será en una obra, porque no todas las obras con música tienen que ser necesariamente musicales. Yo ya no creo tanto en los géneros, estoy cada vez más degenerada (risas). De hecho mis canciones no responden a ningún género concreto. No es que sea algo buscado, simplemente creo que los géneros dejaron de existir, pasaron de moda y eso está muy bueno para los artistas porque nos permite navegar con libertad, fluidamente, por ríos de música interminables, sin riesgos a los encasillamientos. Antes era muy fácil que te encasillaran en un género y muy difícil salir de ese encasillamiento. Yo no quiero ser sólo Josefina Scaglione la cantante de musicales, quiero ser una artista integral.
Josefina Scaglione en concierto. La Tangente: Honduras 5317. Sábado 27 de agosto a las 21. Entradas por Passline. Agradecimiento: Atis Bar
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