El cantautor español inició la gira despedida que pasará por la Argentina en 2022 y en una charla imperdible con LA NACION contó por qué no puede dejar de escribir canciones y los secretos de algunos de sus temas más famosos
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Con más de quinientas canciones escritas, alrededor de 55 millones de discos vendidos e infinidad de conciertos ofrecidos en todo el mundo en medio siglo de trayectoria, José Luis Perales hoy dice: “Yo nunca quise cantar”.
El español no persiguió el oficio de cantor: se lo encontró y no pudo dejarlo. Incluso llegó a sufrirlo por culpa de un pánico escénico que ni el mayor de los éxitos supo apaciguar. Por eso, con todos los objetivos cumplidos y -al fin- la posibilidad de decidir sobre su destino artístico, José Luis elige bajar el telón: Baladas para una despedida -como aquella canción suya que dice “hoy estoy buscando la mejor manera de decirte adiós”- se llama la gira de más de 70 shows que lo está llevando por última vez por toda España, Estados Unidos y Latinoamérica. En Argentina, un país que lleva en lo más profundo del corazón desde que le dio su primer Disco de Oro por Celos de mi guitarra, en el 74, actuará el 5 de marzo de 2022 en Plaza de la Música de Córdoba, el 10 de marzo en el Metropolitano de Rosario y el 12 del mismo mes en el Movistar Arena de Buenos Aires. Así, el performer se toma el descanso que el compositor ni siquiera busca: las historias, asegura, lo siguen donde va, y quién es él para dejar de contarlas.
-Uno adivina qué puede llevarte a que te retires de las giras. ¿Qué es lo que te hace dudar? ¿Qué sentís que vas a extrañar?
-Fíjate que soy un poco raro, en el sentido de la generalidad de los artistas, que no les hables de dejar eso porque se pueden morir. En mi caso el hecho de cantar no es algo que yo quería hacer. Yo no quería cantar: yo quería escribir canciones para otros artistas, hacer éxitos si es que se podía y disfrutar mucho de la soledad porque era terriblemente tímido. Y ahí empieza mi cruz con los escenarios. Cada vez que tenía -y todavía que tengo- que salir al escenario, me pongo de unos nervios que no te puedes imaginar. Y pienso: “algún día me liberaré de estos nervios que no puedo controlar”, y ese momento es el día que voy contemplando desde hace tiempo: el de marcharme y dedicarme a escribir, que es como empecé. Sin ninguna atención. Siempre he sido muy solitario pero en este caso creo que también hay un mundo grandísimo que tengo la ocasión de ver y que sólo he conocido los teatros, los sitios de cantar. No me ha dado tiempo de ver los museos, de conocer otras culturas, de viajar lejos. Y eso tengo ganas de hacerlo. Pero básicamente lo que quiero hacer es dejar las giras, pero no puedo dejar la música, no puedo dejar de hacer discos, no puedo dejar de hacer una entrevista contigo si me la propones después con el tiempo. Me gusta mucho la música y vivo de la música y por la música. Sin embargo ya ese tiempo de diez, quince minutos esperando en el camerino a que te digan “que ya hay que salir, que ya está la gente”, oír a la gente, el ruido del teatro... todo eso a mí me pone de los nervios. Y al final salgo, y como veo que en general me reciben muy bien se me pasa. Pero para mí el de cantar es un trabajo muy duro.
-¿Podrías algún día dejar de componer o escribís canciones porque no lo podés evitar?
-No lo puedo evitar. Yo creo que hablaría con música como en la ópera. Siempre tengo un tema que escribir. Y no quiero parecer pedante, pero cuando hago un disco tengo que seleccionar mucho las canciones: me sobran para otro disco. Siempre tengo el ánimo de escribir, siempre es una gran felicidad escribir. Yo digo que no soy un cantante: yo digo que soy un contante de historias. Yo soy un poco como vosotros los periodistas, sólo que canto las historias que vosotros contáis. Yo les pongo música. Y eso no se puede acabar fácilmente. Siempre habrá una historia que me interese cantar. Siempre veré a alguien por la calle que me inspire algo y lo canto. Veo a los niños de Aldeas Infantiles SOS y digo: “¿qué puedo hacer por estos niños?” y hago la canción “Que canten los niños”. Yo creo que tengo una canción para todo, aunque siempre hay algo por lo que cantar.
-En el disco Navegando por ti (2006), y especialmente en canciones como “De navegar por ti” o “Qué más quisiera yo”, incursionaste en el jazz de la mano del productor Javier Limón. ¿Te quedaron gustos por darte en tu carrera?
-Siempre te queda algún gusto por darte. De repente aparece un músico que dice “¿qué tal te vendría esta canción hecha así?”. Y de repente es un estilo que nunca he practicado. Con Limón me pareció que era algo tan diferente, era como una introducción a algo en lo que nunca había estado, que era el jazz. Los músicos que participaban en la grabación eran buenísimos los cuatro, y de una pureza en lo que hacían que a mí me pareció que era un escalón grande lo que eso suponía. Y verlos entusiasmarse con una canción mía: yo no me lo podía imaginar. Creo que siempre hay algo novedoso que hacer y no tengo ningún temor a hacerlo, siempre que no me sienta ridículo, que obviamente puede no gustarme. Pero la música me gusta en todos sus campos. Creo que en casi todos me metería de alguna manera. Podría ser osado pero me arriesgaría, y de hecho me he arriesgado en algunos casos como esas canciones que mencionabas.
-Viniste por primera vez a la Argentina para cantar en el Gran Rex a mediados de los 70, y desde ese momento no dejaste de visitarnos. Mientras tanto, los argentinos pasamos por dictadura, democracia, crisis, más crisis. ¿Cómo nos viste durante todo este tiempo?
-A los argentinos los considero capaces de pasar por cualquier bache, por cualquier dificultad, pero siempre sois positivos. Eso es lo que percibo de vosotros siempre. Podéis estar muy mal económicamente y aunque lógicamente no se los ve cantando, ves que la gente sigue viviendo, y siempre sale de alguna manera. No os acongojáis por nada.
-Tus canciones tendrán una cuota de autobiografía y otra de fantasía, aunque nadie más que vos sabe exactamente cuánto. ¿Alguna te metió en problemas? ¿Cómo se le explica a una pareja una canción como “Tentación”, por ejemplo? [un tema de 1984 que dice “eres la dulce tentación, la fuerza que me empuja cada día a ser infiel...”].
-Pues habiendo tenido una novia que era la tentación, je. Te cuento un poco la historia para que veas que todo tiene un porqué. Invento pocas historias. De repente hay historias personales: cuando canto una historia de amor apasionado, lógicamente estoy hablando de la mujer con la que vivo desde hace cuarenta años. Eso se expresa con tanto cariño que se nota que eso es parte tuya y no lo estás fingiendo. Y luego hay otros episodios que te pueden pasar, como que de repente una chica se enamora de tí, y ahí nace una historia en la que una niña de quince años, cuando yo tenía casi veinte, me veía tocar la guitarra y se quedaba mirándome a los ojos. Y yo le escribí: “Yo sé que tienes celos de mi guitarra”. Y la tentación es una que quería hacer lo que yo no quería hacer porque yo estaba enamoradísimo de mi mujer. Entonces yo dije: “Te inventaría un universo hoy si ella no fuera ya mi estrella”. Esa era una historia cierta, ese era yo, y ese era mi momento y lo narraba. Para mal de ella, que lo que sí me dijo, y esto es verdad: “Si mi marido me hubiera dicho esas cosas que me estás diciendo tú jamás me hubiera separado de él”.
-Hablando de fantasía, muchas veces la gente le inventa historias a tus canciones que no son las que de verdad las inspiraron. Como cuando se dice que “¿Y cómo es él?” se la escribiste a tu hija. ¿Qué siente un artista cuando sus canciones se le van de la mano de esa manera?
-A veces tienes que respetar que la gente interprete esa canción tal como le gustaría que fuera. En el caso de “¿Y cómo es él?” mucha gente cree que es una canción que le escribí a una hija. Cuando yo escribí esa canción mi hija María tenía tres años, con lo cual no tendría mucho sentido decirle: “Te sienta bien ese vestido gris” y “vete con él y yo te estaré esperando”. Era una canción de adultos. Y mucha gente interpretó que era la historia del padre que le pregunta a la hija por ese primer noviete que tiene que de repente la vuelve loca y le pregunta “¿y cómo es él? ¿en qué lugar se enamoró de tí?”. El celo de qué hace la niña cuando sale. Parece que el niño tiene más derecho a salir y las niñas siempre están más controladas por los padres. Y la historia en realidad es una historia adulta de un hombre que diría yo que no sé si existe. Ahí está una parte de fantasía, es como una novela con música. Es una canción que escribí para Julio Iglesias hace muchos años y que cuando se la iba a dar la gente de mi compañía me dijo que ni se me ocurriera dársela ni a Julio ni a nadie porque era una gran canción. Curiosamente es la canción que menos le gusta a mi mujer. Cuando se la enseñé me dijo “no me gusta nada, porque no te veo a tí. Que se va la novia, de repente ya está con otro: esa película en tí no me cuadra nada”. Y curiosamente cuando canto “¿Y cómo es él?” la canto como un intérprete más. No me meto en ella, no siento ese tema. Hay que tener una parte de actor en la música, con las letras. Soy un actor que interpreta una canción, igual que la que le escribí a Raphael, o a Rocío Jurado, o a tanta gente.
-Sos uno de los artistas más versionados de habla hispana. ¿Hay alguna de esas versiones a las que le tengas especial cariño?
-Hay una canción que fue muy versionada, “Por qué te vas”. Me ha sorprendido mucho porque además de ser la banda de sonido de una película que me encantaba (que es Cría cuervos, de Carlos Saura) se ha grabado en infinidad de países y de idiomas. Le tengo cierto cariño porque es la canción mía que más ha corrido en el mundo, que más lejos ha llegado. Y luego hay una canción que para mí es la mejor como idea y como imagen que es la que le escribí a los niños de Aldeas Infantiles SOS para difundir desde mi voz la atención a los niños. Ellos siempre están muy presentes en mi vida con esa canción: “Que canten los niños”.
-Vos compusiste “Un velero llamado libertad” y “Me gusta la palabra libertad”. La libertad fue un concepto muy discutido en lo político y social durante la pandemia. ¿Qué te genera ver una palabra tan cercana a tu obra así de manoseada?
-Creo que cuando se malentiende la palabra libertad es que alguien no quiere entenderla. Porque es muy obvio. Cada uno sabe muy bien qué es la libertad. No es otra cosa que la generosidad. Es el saber compartir. El saber crear para el pueblo, para la gente. La libertad es algo tan elemental para el ser humano que a mí se me ha escapado miles de veces en las canciones, porque lo siento como algo necesario para vivirlo y para sentirlo. Y para mí eso es fundamental: esa palabra es la más hermosa de todas.
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