Hay momentos en que Jonathan Donahue, cantante y guitarrista de Mercury Rev, se queda atrapado en su estudio de grabación. Usualmente ocurre cuando tiene invitados inesperados: "Hace poco, un oso y sus cachorros se quedaron hurgando en la basura, rompiendo el cerco del frente, y no podíamos salir", explica desde su casa en las montañas de Catskills, al norte de Nueva York. "Pasa seguido, así que me quedé tocando el piano mientras miraba por la ventana."
La situación suena ciertamente doméstica para un grupo que atravesó varias tormentas personales y artísticas. Entre temporadas tóxicas, una puerta giratoria de miembros y discos que fracasaron rotundamente, Mercury Rev sobrevive con la fuerza del dream pop profundamente orquestado y noise que revirtió la mala suerte en Deserters Songs, editado en 1998. De la misma forma que le ocurrió a Pixies o Kings of Leon, aquel cuarto álbum fue abrazado primero por el público y la prensa musical británica que (rápidos en sus elogios) los coronaron como "la banda americana más pionera de todas". Sin embargo, las cosas no se detuvieron ahí. Donahue -que fue también miembro de The Flaming Lips- continuó junto al guitarrista Sean "Grasshopper" Mackowiak inyectándole vida al antiguo catálogo de su banda, mientras encararon nuevas canciones y proyectos. "La música de Juana Molina es inspiradora", dice en una pausa antes de venir por primera vez a Buenos Aires -tocan el sábado en la primera jornada del Personal Fest - para conmemorar los veinte años de Deserter's Songs. "En Snowflake Midnight, nuestro disco de 2008 que tiene un sonido más electrónico, ahí vas a escuchar cosas muy influenciadas por el trabajo de Juana".
¿La conociste personalmente?
No, nunca me la presentaron, solo escucho su música. Es súper original y gratificante, y eso casi que ni lo digo sobre ningún artista que escuché en los últimos veinte años.
¿Qué estás grabando ahora?
A principio del año que viene con Mercury Rev vamos a sacar una reversión de un disco de Bobbie Gentry, The Delta Sweete, de 1968. Hicimos todas las canciones e invitamos a varias mujeres a participar en el. No puedo contarte mucho más, pero al menos te puedo decir que colaboraron Norah Jones, Hope Sandoval y Lucinda Williams.
¿Cuál fue la idea detrás del proyecto?
Es un disco que me apasiona desde muy chico y siempre me dije: "Algún día voy a hacer algo con esto". En aquel entonces Bobbie venía de editar Ode to Billie Joe y fue un gran éxito acá en Estados Unidos, pero un año más tarde hizo TheDelta Sweete y pasó desapercibido. Se trató quizás del primer álbum conceptual en la música country, con orquestaciones y una presentación tan distinta que la gente no supo cómo digerirlo. Para mi fue súper fascinante. Y estamos también trabajando en canciones nuestras para otro disco más adelante en 2019.
Desde 2000, bandas como Arcade Fire o bien Sigur Rós facilitaron que en el mainstream hayan ideas desde arreglos orquestales, y quizás a partir de eso hoy existe un contexto más receptivo. ¿Creés que ese avance favoreció a Mercury Rev?
Cuando salió Deserter's Songs, todo era britpop: sus hits cortos y las tapas de los tabloides vendiendo las peleas de Blur vs. Oasis. Entonces pensamos: "Bueno, hay grupos que llegan al tope de los charts con canciones de tres minutos y después está Mercury Rev con sus canciones de ocho minutos que tienen solos de clarinete. No hay forma de que esto funcione". Sentimos que iba a ser nuestro último disco, y lo grabamos de esa manera, en un punto muy bajo en la vida de Mercury Rev y mismo en mi vida, de mucha oscuridad y depresión. No era algo que teníamos bajo la manga, pensando en que era momento de escribir nuestro gran clásico, sino todo lo opuesto. Fue un intento desesperado de hacer una declaración musical antes de que todo terminara. Por eso, si alguien se sorprendió con el resultado, esos fuimos Grasshopper y yo. No lo vimos venir.
Y el sello de ustedes, V2, tampoco, porque recién cambiaron de estrategia cuando Deserter's tuvo buenas críticas...
Bueno, nos pasó de ir a una reunión con los directivos y que nos preguntaran: "¿Cuál de ustedes es Mercury Rev?" (risas). Así que los tomó por absoluta sorpresa que esta pequeña banda de las montañas tuviera algo que decir, sobre todo en Estados Unidos donde la prensa se toma mucho más tiempo para procesar las cosas que en Europa.
Hablando sobre aquellos años, ¿cuánto te ayudó el haber colaborado con los Chemical Brothers por fuera de Mercury Rev?
Para serte honesto, los Chemical Brothers me salvaron la vida. See You On the Other Side había salido en 1995 y estábamos muy conformes con lo que habíamos hecho, pero nadie lo compró. Eso nos destrozó. Y de repente ocurrió algo insólito. A principio de 1996 sonó el teléfono en Catskills y eran los Chemical Brothers diciendo: "Hace tiempo que los venimos escuchando y nos encanta el sonido de Mercury Rev. ¿Les gustaría aparecer en el disco que estamos haciendo?". Ese disco era Dig Your Own Hole. Fue tan motivador que terminó empujándome a pensar que podíamos intentarlo una vez más con Deserters Songs.
Mirá donde estamos ahora...
Exacto. Estoy seguro de que si le preguntás a Tom y Ed, ni se deben acordar del llamado, porque yo era una de las tantas personas a las que contactaron en ese tiempo. Pero significó todo para mi.
Te referiste a tu último disco, The Light in You de 2015, como el momento en que pudiste salir del marco del ‘yo’. ¿Eso tiene que ver con tu práctica budista?
No, eso no fue necesariamente algo espiritual o budista. Mis letras siempre estuvieron apuntadas a no ir a las ideas comunes del rock & roll o intentar ser George Harrison, en cierta forma. Se trata sobre cómo la naturaleza es un espejo de lo que ocurre dentro de nosotros como humanos. Se que suena un poco cliché y meloso, y lo acepto, pero es la verdad. No puedo cantar sobre los ghettos del Lower East Side en Nueva York porque no vivo en esa parte. Vivo rodeado de osos y montañas brumosas. Y eso es lo que hay en mí.