Duro, políticamente incorrecto, alérgico al cambio y técnicamente minimalista, su guitarra lideró un cambio y una banda que dividió en dos la historia del rock; se cumplen 20 años de su muerte
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John William Cummings (Johnny Ramone), nació el 8 de octubre de 1948 en Long Island, lo cual lo convirtió en el mayor de los Ramones; así que parte del respeto y autoridad que naturalmente impuso a los demás miembros de la banda, estaba de alguna manera justificado por ello.
Era el hijo único de un matrimonio de clase trabajadora -su madre era camarera y su padre era un severo y conservador obrero de la construcción, quien se vanagloriaba de no haber faltado un solo día al trabajo- cuyas dos máximas pasiones en la vida eran el béisbol y el rock & roll. Era fanático de los Yankees y trató de ingresar al equipo de su secundaria, pero como para hacerlo tenía que cortarse el cabello, terminó abandonando la idea. Era un rebelde nato y un cúmulo de contradicciones, ya que no toleraba que le mandaran pero a la vez apreciaba la disciplina.
De sus padres tomó ese exacerbado patriotismo a la americana que lo caracterizara y sus ideales de derecha conservadora (¿Qué otro personaje de la historia del rock podría haber terminado su discurso de aceptación de ingreso a nada menos que el Rock & Roll Hall Of Fame, pidiendo que Dios bendiga “a América y al presidente Bush”?). Para aprender un poco de disciplina pasó por dos escuelas militares de chico. Eso sumado a la presión de su padre por nunca defeccionar en nada, seguir siempre adelante y no permitirse ni enfermar (Johnny contaba que de pequeño su padre lo obligó a jugar un partido importante de béisbol con el dedo grande del pie quebrado) fueron moldeando su estoico carácter.
Pero el virus del rock & roll le entró muy de pequeño, con la irrupción de Elvis Presley (su máximo ídolo por siempre) y todos los rockeros de la década del cincuenta, con lo cual su debate interno no fue tan unidimensional como podría haber sido. De hecho sus padres estaban totalmente en contra de que hiciera música; no sólo no lo alentaban en ello, sino que se lo combatían, pero allí pudo más la pasión que el mandato. Hay que destacar que de todas maneras el propio Johnny trató racionalmente de minimizar o desmitificar su amor por la música, presentando su carrera como una mera profesión, llamando a los conciertos y shows como “trabajos” y encuadrando a su guitarra como una “herramienta” (a la cual portaba -cuando aún tenía que hacerlo por sí mismo en los inicios de la banda- en una bolsa de supermercado, ya que jamás le compró una miserable funda).
Como todos los jóvenes de su generación, quedó prendado de los Beatles (por más que unos años después les tirara piedras en el Shea Stadium y se proclamara partidario de los Rolling Stones) cuando hicieron su histórica aparición televisiva en el show de Ed Sullivan, la noche del 9 de febrero de 1964. La British Invasion de los sesenta le impulsó a comprarse una guitarra e intentar sacar alguna canción con ella, pero después de seis meses de intentarlo sin fruto alguno, la abandonó y cambió por un bajo. En 1966 conoció a Thomas Erdelyi (futuro Tommy Ramone) en la cafetería del instituto Forest Hills Highschool (a los 10 años su familia se mudó a Forest Hills, típico suburbio de clase media de Queens) y pronto conectaron a instancias de su mutuo amor por la música. En el instituto armaron su primera banda, los Tangerine Puppets, junto a un vecino y amigo de Tommy llamado Richard Adler. Con los Tangerine Puppets tocaron en varios bailes de secundaria, fiestas y cumpleaños en Queens y Manhattan, llegando incluso a grabar un demo de dos temas para un productor llamado Phil Edwards, quien les entregaría dos canciones -”Drop in the Bucket” y “He’s Got the Whole World in his Hands”- que tuvieron que grabar en una sola toma.
Ya en la época de los Tangerine Puppets, Johnny era un tipo conflictivo y altamente irritable, inclusive para sus propios compañeros. Hay varias anécdotas de problemas y peleas originadas por Johnny durante recitales de la banda: una vez le pegó a una espectadora con su bajo en la cara adrede; otra trató de estrangular a un DJ por intentar acortar la performance de la banda, y varias veces las emprendió a golpes contra sus propios compañeros de grupo en pleno show. Según Tommy: “Era muy ‘excitable’ en esa época. Pero era un gran intérprete y con el bajo -que llevaba colgado muy alto como una especie de ametralladora- tenía más libertad de movimientos que el que tuvo más adelante con los Ramones”.
El guitarrista de los Tangerine Puppets, Richard Adler, contaba un hecho que lo pinta en cuerpo y alma: “Una noche estábamos tocando en un baile en Rego Park, en 1966 creo, y el amplificador de John comenzó a hacer unos ruidos extraños y a cortarse el sonido en forma intermitente. John empezó a darle unos golpes en el costado para tratar de arreglarlo y nuestro cantante solista quiso ayudarlo, no teniendo mejor idea que darle una patada de frente, con lo cual se cargó el parlante. John se puso tan loco que arrojó al suelo su bajo en medio de la canción y comenzó a golpear y patear a nuestro cantante en el escenario y frente a la audiencia. Le estuvo pegando hasta que pudimos soltar nuestros instrumentos y detenerlo”. Para el verano de 1967, la banda terminó disolviéndose, aunque John no perdió nunca el contacto con Tommy, quien, recordemos, iba a su mismo colegio. Richard Adler solía frecuentar a un tal Mitch Hyman cuyo hermano mayor, Jeff, estaba empezando a tocar la batería y era un gran fanático de la música. Jeffrey Hyman (el futuro Joey Ramone) se hizo amigo también de John; ambos vivían en Birchwood Towers, Forest Hills.
Para 1969, John se había hecho fanático de los más duro del rock del momento. Sus gustos habían pasado de los Rolling Stones, The Yardbirds y The Who a The Stooges, Grand Funk Railroad, Black Sabbath y, sobre todo, el primer Led Zeppelin (estaba obsesionado por el tema “Communication Breakdown” y la forma en que Jimmy Page tocaba la guitarra en el mismo; de hecho comenzó a desarrollar su propio y particular estilo de rasgueo a partir de ese tema). Se había dejado el cabello muy largo, más allá de los hombros (como Mark Farner de los Grand Funk) y usaba los jeans más ajustados del vecindario, una vincha en la cabeza y las baratas zapatillas Keds que luego siguiera usando de mayor. El béisbol le seguía gustando pero se había convertido en un verdadero devoto del rock, aprovechando al máximo las oportunidades que le brindaba el vivir en Nueva York en una época dorada. Fue de los que conocieron a Jimi Hendrix tocando en el Village antes de ser “descubierto” y llevado a Londres.
Otra de sus grandes aficiones era el cine clase B, sobre todo el género fantástico, de ciencia ficción y de terror. Esta pasión, que cultivó desde chico, lo convertiría en un verdadero experto de adulto, transformándose en un serio coleccionista de carteles de películas y memorabilia (más allá de su aspecto de permanente dureza, su rostro se iluminaba como el de un niño si en una conversación deslizabas el nombre de Boris Karloff; podía hablar por horas de cintas como las versiones originales de La novia de Frankestein o La momia). Su conocimiento del cine bizarro de los sesenta era enciclopédico, y así quedó patente luego en la obra de los Ramones, tanto en letras como en los nombres de los discos.
Pero el mayor problema que tuvo al dejar el instituto -y esto en sus propias palabras- era que se había vuelto decididamente “malo”. Nunca había sido un angelito precisamente, ni siquiera de niño: tenía debilidad por las bromas pesadas, las peleas (era muy rápido para llegar a las manos, y nada lo detenía cuando se trataba de pegarse; incluso un amigo de la adolescencia, Ricky Salem, cuenta en el documental End Of The Century haber visto una tarde al adolescente Johnny golpeando a otro chico, hasta que irrumpió el padre de éste para separarlos y Johnny le pegó un puñetazo al adulto en la nariz sin amilanarse). Pero luego de terminada la secundaria se convirtió en un verdadero delincuente juvenil.
Una de las escenas más surrealistamente divertidas del citado documental es cuando el propio Johnny explica que de los 18 a los 20 años era malo. “Era malo cada minuto del día, desde que me levantaba hasta que me iba a la cama”. Se había convertido en un verdadero delincuente juvenil, vendiendo droga, robando en tiendas, molestando a los ancianos y a los lisiados, tirando televisores desde lo alto de los edificios, golpeando a quien le mirara mal, etc. Hasta que un día, -sin nada especial que lo desencadenara, simplemente meditando consigo mismo mientras caminaba por la calle donde vivía- se planteó cambiar su conducta, planear qué estaba bien y qué estaba mal, y estructurar lo que iba a hacer con su vida de allí en más.
Luego de varios empleos mediocres comenzó a trabajar en la construcción, se casó (con una chica llamada Rosanna, un breve primer matrimonio del que nunca quiso explayarse) y empezó a soñar con la idea de tener una banda de rock junto a otro vecino de Forest Hills. Este vecino, que vivía frente a su casa pero se había criado en Alemania, trabajaba como encargado de la correspondencia del mismo edificio donde él estaba trabajando como obrero, en el 1633 de Broadway. Todos los mediodías se sentaban en la vereda para comer su almuerzo, mirar a las chicas pasar y hablar de comenzar una banda. Su amigo se llamaba Douglas Colvin, pero ya por entonces se hacía llamar Dee Dee. Ellos fueron el germen de una de las bandas más influyentes y auténticas de la historia del rock: los Ramones.
La entrevista
El 17 de noviembre de 1994, dentro de la corta gira por Argentina llamada Acid Chaos Tour, los Ramones se presentaron por primera y única vez en la ciudad de Mar del Plata, donde habíamos acordado una entrevista exclusiva. Por problemas de vuelo desde Rosario, la banda llegó tarde a la discoteca donde tenían que brindar el show, razón por la cual atendieron a la prensa después del mismo.
Una vez finalizado el show, Monte Melnick -el eterno road manager de la banda- me acompaña a los camarines de la discoteca donde, demostrando su profesionalismo a ultranza, se encontraban atendiendo los requerimientos de la prensa local. No es usual que una banda brinde entrevistas después de un show pero, como no habían podido llegar a tiempo para asistir a una conferencia de prensa, los Ramones decidieron sacrificar su descanso y cumplir con su deber. Como casi siempre -a raíz de la tirantez entre cantante y guitarrista- Johnny, Marky y C.J. se encontraban en un camarín y Joey en otro. Me aprestaba a conversar con Marky cuando Johnny se acerca, me saluda y me dice que está dispuesto para una entrevista personal. Yo no salía de mi asombro ya que por lo general Johnny era bastante reacio a las notas. De hecho, nos conocíamos personalmente desde hacía unos siete años y habíamos conversado informalmente un par de veces, pero jamás había podido realizar una entrevista puramente profesional a solas con él.
Por lo general eran Joey y Marky quienes realizaban las entrevistas, pero como ya había quedado con ellos para charlar tranquilos en el hotel, aproveché la oportunidad que el mismo Johnny me brindaba. Lejos estaba yo de saber que iba ser una de las entrevistas más importantes de mi carrera, no por el contenido en sí sino por la primicia que obtendría en ella. Al guitarrista se lo notaba de buen humor y relajado, incluso bromeó cuando le pregunté si no le molestaba que nos sacaran unas fotos durante la entrevista: “¡Oh! bueno, aún no he podido cepillar bien mi cabello pero no hay problema”. Comencé preguntándole su opinión sobre el emergente éxito de las nuevas bandas calificadas como punk, a lo cual respondió: “Me parece bien, es bueno que tengan éxito, aunque para mí, la gran mayoría suena toda igual, pero repito, es mejor tener algo de rock & roll sonando por ahí. Con respecto a las bandas de nuestra época, me refiero al 77 o 78, eran mejores y con más personalidad: los Heartbreakers, Dead Boys, Buzzcocks, The Clash y varias más. Pero, exceptuando a los Clash, no vendieron mucho y la mayoría desaparecieron. Y ahora, de la nada, salen estos grupos que venden millones y los medios los apoyan de una manera que nunca nos habían apoyado a nosotros , ¡al contrario! Pero está bien, todo OK, es mejor para el rock & roll que existan.
–¿No te molesta que hayan etiquetado a los Ramones como una banda punk?
–No, en absoluto. Nunca me resintió que nos etiquetaran, de todas maneras igual lo van a hacer. O hacés heavy metal o rockabilly o punk, no me molesta eso. Lo malo es que muchas veces eso nos jodió la carrera. Al principio no nos pasaban por la radio por ser punks y otras veces no nos nombraban como punks en las revistas porque sólo hablaban de las bandas británicas.
–Algo que siempre caracterizó a los Ramones fue su particular sentido del humor, ¿no creés que han perdido mucho de eso en los últimos discos?
–Si, totalmente. Desde que Dee Dee se fue...No, desde que comenzó a no sentirse a gusto en la banda, fuimos perdiendo eso. Esa cosa divertida y graciosa siempre ha sido una parte muy importante de nosotros. Cuando comenzamos los críticos no comprendían nuestro humor y nos atacaban por ello, luego lo entendieron y no nos tomaron en serio por ello, hasta que finalmente nos empezaron a criticar porque ya no éramos más divertidos (risas). Pero de todas maneras se supone que el rock & roll debe ser divertido y entretenido, así que lo mejor es ignorar las críticas y hacer lo que mejor sabés hacer. En algún momento otra gente de la banda sintió la presión de apartarse de la cosa divertida para ser tomado más en serio. Pero yo creo que nosotros no necesitamos mandar ningún tipo de mensaje en nuestras canciones.
–Algo que los fans de la banda están esperando desde hace mucho tiempo es un video en directo oficial.
–No es algo que me entusiasme demasiado. Hay un concierto filmado en Japón del año pasado y mucho material que filmó George Seminara durante la gira europea del 91. Tal vez más adelante hagamos una retrospectiva.
–Sé que sos un gran admirador de The Who. ¿Qué sentiste al compartir un estudio con Pete Townshend cuando grabaron “Substitute” para el disco de covers?
–Lamentablemente yo no me encontraba allí en ese momento. Pete fue al estudio cuando Joey estaba poniendo las voces al tema, así que solo él fue el afortunado. Pero de todas maneras es una gran emoción que Pete haya cantado con nosotros. Somos todos grandes fans de los Who; yo personalmente admiro todo el material de los sesenta y principios del setenta...
–Hasta Quadrophenia...
–No, hasta Who’s Next. Eran una tremenda banda en directo, una de las mejores. Los vi varias veces, creo que en todas las oportunidades que visitaron Nueva York en la década del sesenta.
–Siempre que se habla de los Ramones y sus influencias se nombra a los Stooges y los New York Dolls, pero ¿qué otras bandas de rock clásico te gustaban además de los Who?
–De la década del sesenta me gustaba mucho Love y los Rolling Stones, luego los grupos de rock más pesado como Black Sabbath y los Led Zeppelin de los primeros dos discos.
–Los Ramones ya han cumplido 20 años de carrera con una influencia manifiesta en la mayoría de las nuevas bandas y, más allá del rótulo punk del cual hablábamos al comienzo, yo creo que ya son un clásico. Tienen una larga trayectoria, un sonido propio y original, una imagen distintiva e icónica. ¿Qué opinás de esta categorización?
–Suena bien, me suena bien que digas eso...[en ese momento Johnny hace una pausa, se pone pensativo y a continuación cambia radicalmente el ritmo y curso de la entrevista con una declaración tan explosiva como inesperada]. Mirá, en veinte años hicimos buenos discos, un montón de buenos discos, shows en vivo todavía muy energéticos. ..observo las cintas de los Ramones actualmente y las comparo con otras de hace cinco o diez años y son igual de fuertes [hace un silencio]. Bien, el año que viene probablemente sea nuestro último año.
–¿Cómo, el último año?
–Si, oíste bien.
–¿Por qué justo ahora?
–Porque quiero parar antes de que no seamos buenos. Alguna vez tenemos que parar. [Pausa] Mirá, nuestros fans son los mejores, los más leales. Yo sé que todos los músicos dicen lo mismo, pero en nuestro caso es verdad. A nosotros nunca nos apoyó nadie, salvo los fans, y a ellos les gustamos muy enérgicos, así que no quiero que, por no saber cuándo parar, algún día brindemos una mala imagen sobre el escenario. De todas maneras hay muchas cosas aún que conversar y arreglar cuando volvamos a casa. Nos queda sólo un show más de esta gira y luego no saldremos a la carretera hasta el año que viene (1995). La idea es grabar un nuevo disco de estudio en enero y hacer una gira final por distintos países.
–Realmente no me esperaba esto...
–No quiero morirme de un paro cardíaco sobre un escenario, ni tampoco que alguien diga que los Ramones ya no son tan buenos como lo eran antes. Hay que saber parar en algún momento y pienso que éste es el ideal, con la banda en plena forma y un buen disco en la calle. Creo que Adiós Amigos! es el mejor disco que hicimos desde Road To Ruin; no hay en él un solo tema que odie (risas), aunque yo propuse que ‘The Crusher’ sea el primer sencillo y no me hicieron caso, como siempre. De los 80, los que más me gustan son Too Tough To Die y Animal Boy, y los que menos Brain Drain y Halfway To Sanity. Que quede bien claro que no nos separamos, sino que nos retiramos, que es distinto. Yo entiendo que para nuestros fans sea algo triste, lo mismo me ha pasado a mí con mis deportistas favoritos cuando se retiraron, pero realmente pienso que lo mejor es retirarse como un campeón invicto. No sé qué harán los demás, pero yo pienso dejar la música; además, nunca podría hacer algo mejor que los Ramones. No soy un tipo sentimental, para mí esto siempre fue un trabajo. Mi guitarra es una herramienta de trabajo. No me quejo, he tenido mucha suerte y la he pasado muy bien estos veintiún años con la banda. Nunca soñé que lograríamos lo que logramos. Mi única ilusión era grabar un disco... ¡y aquí estamos!
El retiro
Luego de show de despedida de la banda (el 6 de agosto de 1996 en The Palace, L.A.) Johnny se mudó definitivamente a Los Ángeles y comenzó a disfrutar de las mieles de un retiro holgado y con gloria, aunque el cáncer lo atrapó sólo unos años después de esta nueva vida. El poco sentimental guitarrista vendió su vieja Mosrite y dejó bien claro que nunca más grabaría ni formaría una banda. Una de sus razones era inapelable: nada de lo que pudiera hacer en el futuro sería mejor que los Ramones. Sólo puso su guitarra al servicio de su amigo Lemmy Kilmister en un poco conocido homenaje a su ídolo Elvis editado bajo el nombre de Swing Cats (un proyecto que Lemmy grabó junto a uno de los Stray Cats y un par de amigos). La inconfundible guitarra de Johnny rugiría por última vez en estudio en los temas “Good Rockin’ Tonight” y “Viva Las Vegas”.
Paradójicamente, el guitarrista (que siempre le había criticado en vida la actitud tan abierta y receptiva de Joey), pareció cambiar un poco su forma de ser en su retiro, cultivando nuevas y famosas amistades en California, como el actor Nicolas Cage, o músicos como Eddie Vedder, John Frusciante, Kirk Hammet, Rob Zombie o la mismísima hija del rey, Lisa Marie Presley. Johnny murió de cáncer de próstata el 15 de septiembre de 2004 en su casa de Los Ángeles. Fue sepultado en el mismo cementerio que Dee Dee, el Hollywood Forever, ubicado en el Santa Monica Boulevard, donde su viuda, Linda (quien en su momento había sido la novia de Joey, razón por la cual se distanciaron por siempre), erigió un monumento en su honor que pinta a Johnny con su Mosrite en plena faena.
Uno de los más acertados recordatorios sobre el guitarrista lo escribió un fan anónimo en el sitio de Internet del megafan finlandés Jari Pekka Latio: “Johnny Ramone nunca fue reconocido como un guitarrista revolucionario. Chuck Berry nos dio la forma de tocar la guitarra de rock & roll. Hendrix nos enseñó lo que el instrumento era capaz en las manos de alguien con la ambición, visión y tenacidad de torcerle a su voluntad. Pero lo que Johnny Ramone contribuyó a la manera de tocar la guitarra de rock & roll fue igual de importante -incluso tal vez más importante- porque quitó el instrumento de las manos de los dioses del rock y nos lo entregó al resto de nosotros. Johnny transformó a la guitarra en una brutal, primal e impresionantemente efectiva herramienta. Él probó que no necesitabas ser un virtuoso para ser un gran guitarrista, y le recordó al mundo que el rock & roll se supone que debe ser divertido”.
A pesar de su rudeza, sus dichos y su actitud displicente, amaba los Ramones por sobre todas las cosas y mantuvo con vida su carrera hasta que él decidió que era hora de despedirse con honores. Y a pesar de todas sus peleas y distanciamientos, Johnny dejó siempre claro que no habría más Ramones, sobre todo después de la muerte de Joey: “Nunca actuaría sin Joey. Él era nuestro cantante”.
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