Johansen y Johansen, un buen equipo
El cantautor presenta hoy y mañana en el teatro Ópera su flamante disco Mis Américas. Vol. 1/2, en el que participan sus hijos Miranda, Kim y Tom Atahualpa junto a Mollo, Pity Álvarez, Palito Ortega y Miss Bolivia, entre otros
"No tengo nada muy definido. Sólo sé que la música me encanta. Pero no sé. Estoy disfrutando en este momento y no estoy pensando si voy a vivir de. Me alcanza con eso", dice Miranda Johansen, de 19 años, la mayor de cuatro hermanos: Kim (12), Tom Atahualpa (8) y Roy de un año y medio. Los tres más grandes participaron de Mis Américas. Vol. 1/2, el último disco de su padre, Kevin Johansen, que presenta hoy y mañana en el teatro Ópera. Pero es Miranda -que estudia piano hace un año, está armando un dúo de canciones junto a un amigo y acaba de dejar la facultad de cine hace dos meses- la que se encamina casi naturalmente a seguir la historia de los Johansen en la música.
Kevin la mira y no le dice nada. Quiere incidir lo menos posible en la decisión de su hija, pero en su último disco le dio un empujoncito, la invitó a grabar en la canción "Es como el día", que abre el álbum Mis Américas. Vol. 1/2. El resultado es una de las canciones más bonitas del disco, donde la voz diáfana y el timbre cálido de Miranda se destaca en medio de un álbum con muchos invitados como Ricardo Mollo, Miss Bolivia, Palito Ortega, Marcos Mundstock de Les Luthiers, Pity Álvarez, Arnaldo Antunes y Macha de Chico Trujillo.
En el estudio de grabación, dice Kevin, su hija mayor se movió como pez en el agua. No es la primera vez que Miranda comparte escenario o grabación con su padre. Ya lo había hecho en su disco City Zen (2004), donde metió voces en "Everything Is (Falling Into Place)" y participó del DVD en vivo con Liniers en 2010. El proceso parece casi natural para Miranda y el resto de los hijos de Kevin, que viven en este ambiente casero y musical.
El cantautor colecciona vinilos y cassettes que pone regularmente en el equipo que está en el living principal. Sobre la bandeja de discos está su última adquisición, un vinilo de João Gilberto, Caetano Veloso y Gilberto Gil, que trajo del último viaje a Río de Janeiro, una de las ciudades a las que el productor artístico Matías Cella lo llevó para grabar el último disco. Miranda vuelve a mirar el LP fascinada. "Este me gustó mucho", dice con espontaneidad adolescente. "Hay mucha música que escucha papá que me gusta. Yo también le paso cosas para que escuche, como Die Antwoord." En ese ida y vuelta, la relación musical entre padre e hijos fluye. "La conexión con la música la tiene desde siempre. Todos en realidad somos musicales. Yo a través de mis hijos vi cómo se da la conexión con la música y la evolución en cada persona de esa sensibilidad. Es curioso y misterioso", dice él.
"Yo estoy viendo qué hacer -dice Miranda-. Hace muy poquito dejé de estudiar cine. Me estoy juntando con un amigo y estamos haciendo unas canciones propias y estoy muy copada. Pero no muestro mucho." Todavía Kevin no pudo escuchar ninguna de las canciones de su hija. "No sé qué hace. Es misteriosa. No me cuenta." En cambio, muchas de las canciones de Mis Américas. Vol. 1/2, pasaron por el filtro sensible de Miranda. "Ella puede ser mi peor crítica", comenta el padre, igual de orgulloso.
Miranda está tiempo completo tocando y estudiando piano con un instrumento que le dejó Liniers. Kevin recuerda cuando a los 14 años su madre lo mandó a estudiar música clásica con una pareja de cuyanos que vivían en Montevideo, discípulos de Irma Constanzo. A Kevin ya le gustaba hacer sus propias canciones: era orejero. Un tío le había regalado de chico su primera guitarra. El ambiente en la casa de los Johansen-Calvet era muy musical y literario. Los padres eran melómanos. La madre, licenciada en Filosofía y Letras, escuchaba mucho folklore latinoamericano ("Viglietti, Víctor, Violeta y Atahualpa"), y se hacía llamar "Koala" Calvet, como poetisa. El padre era un admirador secreto de Harry Belafonte. "Era musical y cantaba lindo", recuerda Kevin. Dice que Miranda y sus tres hermanos respiraron también ese ambiente sonoro. Hay algo en el gen de los Johansen. "No puedo ser muy objetivo, pero a mí me sorprendió que amigos exigentes me dijeran que estaba buenísima la voz de Miranda. Ella es muy musical y tiene swing. Pero te va cayendo la ficha de a poco."
-¿Cómo se te ocurrió invitarla al disco?
Kevin: -No sé, te juro que no sé. Fue como algo que no hay una línea trazada. De golpe estaba cantando en casa "Es como el día". Ella la escuchó y le gustó.
Miranda: -Me acuerdo que me la mostraste y estabas repitiendo el un corito, y dijimos que lo tenía que cantar una chica eso. Y le propuse probar yo. Al principio iban a ser unos coritos y después cuando lo fui a grabar Matías Cella me dijo: "Cantala entera", y al final quedó.
Ese tema luminoso de Kevin y Miranda Johansen, donde también hacen coro sus hermanos Kim y Tom Atahualpa, marca la apertura del disco que también tiene canciones como "Dios de la marea" con la rapera Miss Bolivia, "Zambaguala del viajero" con Mollo, y "Fogón" con Pity. "Fue toda una experiencia conocerlo a Pity -dice Miranda-. Me encantó ver cómo se reescribió toda la letra en un papel para internalizarla de otra manera." Ella vivió el proceso entero del disco y la cocina, momentos de la producción como cuando se hizo un asado en el que se conocieron Palito Ortega y Marcos Mundstock que grabaron la canción "La Bach-Chata".
Hay un hilo conductor inconsciente y familiar que une aquel primer tema que grabó Miranda cuando tenía 7 años y su última grabación en Mis Américas. Vol. 1/2: las dos se las escuchó a su padre mientras las cantaba en el living de su casa. "Desde los 7 que mi papá me invitó a cantar. A veces le decía que sí y a veces me hacía la difícil." Kevin comenta: "Ella grabó «Everything Is (Falling Into Place)» a los 7, que era una canción que le gustaba a los padres con hijos. Y después le dije si quería cantarla en un recital y me dijo: «No papá, yo soy muy chiquita para subirme al escenario»".
Ahora Miranda será una de las invitadas especiales de la presentación del disco en vivo. "Antes era muy tímida. Pero fui evolucionando en mi relación con el público. Veo videos que filmaban mis tíos donde entraba toda encorvada. Ahora ya no." El padre orgulloso todavía tiene la imagen de esos comienzos de Miranda. "Cuando tenía 12 años participó de la grabación del DVD en vivo con Liniers en el Teatro Nacional. Me acuerdo de la secuencia porque había empezado el tema y no entraba. Entonces estoy buscándola con la mirada y de repente aparece. A mí me sale una sonrisa que no se puede creer, de baba."
No se imaginan armando un disco juntos al estilo de esos dúos célebres de padres con hijos como Frank y Nancy Sinatra, João Gilberto y Bebel, o Serge y Charlotte Gainsbourg, pero en el fondo les gusta la idea. "El otro día estaba viendo un video de Serge y Charlotte, y es lindo también", dice Miranda.
-¿Qué cosas comparten de música?
Miranda: -Tenemos un gusto bastante parecido, pero a veces chocamos.
Kevin:-Eso es lógico.
Miranda: -Pero cuando escucho música sola en mi habitación no soy taaan moderna. Pongo David Byrne y David Bowie, que me encantan. El último disco lo escuché entero.
Kevin: -Yo escucho de todo. Desde los brasileños hasta Prince. Tuve una formación ecléctica. Mi vieja me hacía escuchar Les Luthiers y Frank Zappa. Había una cosa con el desparpajo, el humor y la música en mi familia. En eso coincidimos con Miranda. Poder pasar de Bach a una cumbia y de un rock a algo más popular. Siempre me interesó romper los prejuicios.
Miranda: -Para mí eso es lo mejor. Podés escuchar de todo y no restringirte a un género.
De tal palo, tal astilla.
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