Joan Manuel Serrat: un tributo para Miguel Hernández
El artista, que se recupera de una intervención quirúrgica, habla de su proyecto Hijo de la luz y de la sombra, un nuevo tributo al poeta en el centenario de su nacimiento
Por estos días, el cantautor se sigue recuperando en su casa de la operación de un nódulo en el pulmón. El inicio de la gira de su último disco, Hijo de la luz y de la sombra un nuevo tributo a Miguel Hernández, quedó aplazado hasta fines de abril. La buena noticia es que esta intervención no tiene relación con el cáncer detectado en 2004.
Mientras sus seguidoresesperan el pronto regreso a los escenarios, el catalán repasa en una entrevista relajada con LA NACION, cómo fue el reencuentro con el poeta al que musicalizó en aquel emblemático disco de 1972, que dejó obras imborrables como "Para la libertad".
-¿Cómo mira en perspectiva estos dos trabajos que realizó alrededor de la obra poética de Miguel Hernández?
-Los dos trabajos son muy distintos por muchas razones. En primera instancia por la época en que fue grabado el primer disco con sus poemas. Cantar Miguel Hernández en 1972 en pleno régimen franquista era una herramienta política de lucha contra la dictadura. El poeta había muerto en las cárceles de Franco y su voz iba más allá de las imágenes poéticas, era una muestra palpable de que el régimen aún nos gobernaba. Pero también creo que actualmente su poesía no perdió un ápice de esta fuerza. Al contrario: en el mundo hay situaciones de desigualdad que ponen a su poesía en un marco de sorprendente actualidad. Cuando tomas canciones como "Si me matan, bueno", uno no deja de sorprenderse cuando un trabajo poético es tan contundente y traspasa las barreras del tiempo.
"Hijo de la luz y de la sombra"
-¿Qué diferencias hay entre aquel joven Serrat que grabó ese primer disco y este Serrat de la actualidad?
-Soy incapaz de hacer unas generalidades que sean esclarecedoras, nos quedaríamos en un puro anecdotario. Lo que sí es evidente es que hay 38 años de diferencia, muy ricos, muy vividos y muy exitosos en mi oficio, pero hay 38 años de diferencia. La vida es una combustión, es un tomar cosas y un perder cosas. He perdido muchas cosas de hace 38 años, más que por mi voluntad por la naturaleza misma, y otras cosas me han permitido llegar en buenas situaciones con un estado de salud aceptable, el depósito de las ilusiones cargado y la complicidad y el cariño de la gente. Pero espero ser, no estoy seguro, la persona de hace 38 años atrás y en otros aspectos ser otro. La vida es para aprender más allá del consentimiento de uno.
-¿Qué cosas dejó de lado y que otras fue ganando con el tiempo?
-Todo tipo de cosas, artísticamente y personalmente yo he hecho todo lo posible por abandonar todo aquello que me provocaba insatisfacción y podía entorpecer mi aventura de la vida. He tenido que cargar con alguna de ellas voluntariamente, y es que sin ellas me hubiera sentido mucho peor.
-Sus trabajos poéticos sobre Machado y Miguel Hernández formaron su principal columna vertebral artística. ¿Está de acuerdo?
-Permítame disentir [risas]. Amablemente tengo que decirle que estoy en desacuerdo. Son dos columnas importantísimas en donde se fue construyendo mi mundo de canciones y de compositor y donde esos poetas se han asentado de una manera que lograron transformarse en parte de mi mundo. Pero sin todo lo que fueron esas canciones previas del 59 al 69, donde priman un manojo de canciones en catalán, y los que fueron mis primeros discos en castellano resulta difícil saber si hubiera logrado estos trabajos. Esos discos terminaron siendo la consecuencia de todo lo otro. Sería imposible otro orden de aparición de las cosas.
"Aquellas pequeñas cosas"
-Parece sentirse satisfecho con los cambios que tuvo su vida artística y su vida debajo del escenario.
-Nadie es el mismo y pobre de aquel que aspire a ser el mismo, porque no aspira a nada, vive en un alto, vive en un stop, y es alguien a quien hay que proteger en ese caso. Otra cosa es que a uno le guste ser el que es y el que fue, porque el uno es la consecuencia del otro. Me llevo bastante bien con todos ellos, y creo que entre todos esos Serrats se llevan bastante bien?
-¿Qué lo llevó a reencontrarse con este viejo amigo poeta?
-En realidad no tenía previsto hacer este trabajo, y mucho menos hacer estos conciertos [ver recuadro]. Tenía otro proyecto de canciones nuevas en el que llevo tiempo metido y tenía pensado destinar una parte de los conciertos para celebrar este centenario del nacimiento de Miguel Hernández con antiguas canciones del 72 y escribir un par de canciones nuevas, para tratar de hermosear y actualizar más mi visión de Hernández. No quería hacer otro disco, pero bueno, me puse a trabajar en esto y curiosamente me metí mucho de lleno, me fui cebando y me divertía mucho. De golpe estaba como en un recreo, jugando con la poesía y la música, y entonces las cosas salían muy bien, y a la mañana siguiente seguía y seguía, y me di cuenta de que tenía un trabajo entre manos abundante y sólido.
-¿Tuvo miedo de que surgieran las comparaciones con aquel primer disco del 72?
-Y... dudé bastante en hacerlo porque sentí, pasada la primera impresión satisfactoria, la dificultad que tiene a priori remar un tipo de barco donde estás planteando una segunda entrega. El simplismo de toda segunda parte. Pero este Hijo de la luz y de la sombra tiene una vida propia absoluta, aunque no hubiese existido aquel primer disco.
-¿Siente que a esta altura puede hacer el proyecto que le viene en ganas sin temor a las críticas?
-Sería bueno que todo artista hiciera todo lo que quiera hacer y correr el riesgo de equivocarse, porque en su fuero interno todo artista maldice el encargo. Lo mismo que el artista que piensa que conoce los resortes del éxito está cerca del fracaso. Acostumbro a andar por la calle con los oídos abiertos y ojos abiertos, pero no hago las cosas según lo que digan los demás. Escuchar, escucho, y hago lo que creo que debo hacer.
-¿Cómo es su rutina habitual cuando está en medio de un disco?
-Primero mi perro me levanta y me saca de paseo y volvemos y desayunamos los dos [risas]. Después nos miramos y yo me pongo a leer el periódico y él se va a recostar al sol. Después me voy a la celda, abro los aparatos, los libros y trato de no salir de allí hasta que alguien me reclame. En mi casa no pasan demasiadas cosas. Mis hijos crecieron y mi mujer... hace lo posible por evitarme.
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