Jesús María terminó al ritmo del cuarteto
Dos horas de show de La Mona Jiménez
CORDOBA.- Ajeno a la polémica que siempre genera su presencia en estos ámbitos, Carlos "La Mona" Jiménez se adueñó anteanoche del anfiteatro de Jesús María y desplegó su adrenalina para cerrar a puro cuarteto la 38a. edición del Festival de Doma y Folklore. Durante más de dos horas, y decidido a demostrar que "ésta también es la música del pueblo", cantó y bailó sin descanso y se permitió todos los guiños del ritual.
Con el mismo fervor que en los templos cuarteteros de la ciudad capital, agitó al público para que lo acompañara ("muéstrenle al país cómo bailamos", dijo más de una vez), nombró uno por uno los barrios de Córdoba y varias ciudades del país, caminó entre la gente repartiendo besos y estrechando manos y sacudió la pelvis desde el principio hasta el final. Además, cada vez que pudo, reivindicó la presencia del cuarteto en el festival y agradeció a los organizadores por permitirle estar.
Pero ni el clima de fiesta que imperó en el anfiteatro ni las declaraciones previas sobre su visión del folklore y el cuarteto ("son del mismo palo", había dicho a LA NACION horas antes de llegar) lograron aplacar la controversia en torno de la pertinencia del tunga-tunga en el festival. Ayer, a primera hora, las radios locales reflejaron la polémica: decenas de oyentes cuestionaron su presencia, mientras que del otro lado opinaron aquellos que lo consideran "un símbolo de Córdoba" y, como tal, "un referente de la música popular".
El rey del cuarteto, consciente del rechazo que genera cuando trasciende su ámbito natural, eligió mostrar todos los códigos que conforman el universo de su popularidad y aprovechó la televisación nacional para ilustrar de qué se trata "esta música argentina que alucina a los pibes del sector más castigado de la sociedad". La letra de las canciones contribuyó, en buena medida, a develar ese mundo que confronta con la sobriedad de las jornadas telúricas propias del festival. Así pasaron "La abogada" (en la que un preso pide que lo saquen de ahí), "La novia blanca" (describiendo los daños que causa la cocaína), "El marginal" o el "El suicida".
La Mona apareció al final de la noche, como broche de oro de una programación dedicada a los grupos de Córdoba, integrada por Los de Alberdi, Los Trovadores de Córdoba, Los 4 de Córdoba y Los del Suquía. También hubo un segmento dedicado al tango, a cargo del maestro Carlos Nieto y el grupo Remembranzas. Antes de que irrumpiera el cuarteto, se entregaron los premios Revelación, a Lucas del Bruno, y Consagración, a Facundo Toro.
La Mona llegó a la 0.20 en un Buick del año ´38 y subió al escenario entre fuegos artificiales, con una remera ajustada y un pantalón rojo con bordados verde flúo y lentejuelas. En el campo, y custodiados por la Guardia de Infantería, los pibes bailaron "Cuerno arriba", uno de los hits de su último disco, "El vicio", y celebraron los clásicos "Quién se ha tomado todo el vino", "Beso a beso" y "Agujita de oro". Mientras, La Mona insistía en que "al tunga-tunga no lo van a sepultar porque el ritmo del cuarteto nunca morirá".
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