Javiera Mena cuenta que intenta tener un espejo "limpio" para poder ver "la parte más oscura que uno puede tener y también la más luminosa". La cantante y compositora chilena, una de las voces más vanguardistas y de mayor proyección de su país, cree que observar con claridad permite saber dónde uno está parado. A sus 34 años, suma diez de carrera, cinco discos y un nuevo contrato con Sony Music tras un largo recorrido en la escena independiente. A pocas semanas de iniciar una gira internacional con presentaciones en Europa y América Latina y con presencia en reconocidos festivales, lanzó su último trabajo, Espejo. Coproducido en colaboración con El Guincho, Nico Parra, Alizzz, Fernando Herrera y Juan Sueiro, el álbum cuenta con diez tracks en los que la artista combina su clásico electropop con sonidos renovados y minimalistas. "Dentro de ti" e "Intuición" ( con Li Saumet, de Bomba Estéreo) fueron los primeros adelantos del disco. "Espejo, aparte de ser una canción y el nombre del álbum, me pareció un buen concepto para abarcar canciones que hablan de mirarse a uno mismo e ir develando qué ocurre", señala la cantante, que espera presentar sus nuevos temas en Argentina en octubre.
–En casi todo el disco está presente la idea de la introspección. A nivel vivencial, ¿hubo algo que te llevara a trabajar el tema de esta forma?
–Tenía ganas de hacer canciones diferentes. Yo soy fanática de Pet Shop Boys y de bandas que abarcan una amplia gama de temas en su lírica, no solamente tres o cuatro, no solamente la canción romántica –que yo también he abordado un montón y me encanta- pero en este disco quería hablar de otras cosas. Y entiendo que uno, con la edad, va entendiendo otras cosas. Puede sonar medio cursi que con la edad vas creciendo y entendiendo, pero es verdad, y por algo existe lo cursi, porque lo cursi es un reflejo de la realidad también. Y creo que esto tiene que ver con que tengo más años encima y con que puedo hablar de otros temas con más propiedad y no solamente de estas cosas de conquista y de la discoteca.
–¿Estás satisfecha con el resultado de este trabajo?
Sí, estoy muy contenta. Fue un desafío, porque rompe con la manera en que yo venía trabajando, con tres discos con el mismo productor, y fue un atreverme a cambiar el modo de trabajo, que ya me funcionaba. Me costó, pero quedé bien conforme. Al principio estaba insegura, como le pasa a todos los artistas antes de sacar un álbum, pero ahora que el disco empieza a ser de la gente, me he topado con todo tipo de opiniones. La música es muy personal, pero estoy súper contenta. Es un disco que no se agarra de una escucha, tenés que leerlo y releerlo, y me atreví a hacerlo. En este tiempo de tanta inmediatez, me enorgullece el haberme atrevido a hacer un disco con letras más profundas.
–Ese concepto del despojo, de cierta desnudez ante lo que somos que atraviesa el disco, ¿se refleja también en el protagonismo que cobra tu voz casi desnuda en esta nueva producción?
–Eso tiene que ver con el mixer que elegí, que es Michael Brauer, que es muy de lo que llaman la "voice in your face"; y eso es nuevo para mí, porque yo antes escondía más mi voz entre mis instrumentos. La voz para mí era un instrumento más, como un sinte más, y al principio no sabía por dónde ir. Cuando me empezó a mandar las muestras, pensaba: está demasiado fuerte la voz, pero luego dije: voy a probar a ver qué pasa, voy a entregarme, a soltar un poco y a probar con esto de la voz bien arriba. Y me gustó un montón, porque ahora cuando canto las canciones en vivo, esa misma canción la podés tocar con una guitarrita y, como está tan presente la voz, la gente que escuchó el disco no va a extrañar tanto lo otro. Y esto me abrió una puerta de nuevas posibilidades para lo que viene.
¿Qué viene?
–El próximo disco, que será más de canción, más de voz, más minimalista. Me gustó mucho eso, porque de repente uno sobreproduce los discos y una canción con poquitos elementos es más complicado defenderla. En este último disco hay muy poquitas cosas, que te van dando como señales, y hay muchos espacios de silencio también, y eso me gusta. Por otro lado, ya estoy empezando otro nuevo disco, en la compu. Quiero hacer uno más rápido, porque me demoro cuatro años entre un disco y el otro, y quisiera sacar uno cada dos.
–¿Cuál es tu instrumento esencial?
–La compu, la programación, y me defiendo con el teclado y con la voz.
–¿Tomás clases?
–Tengo una relación súper especial con mi voz, porque yo me atreví a cantar por las ganas de comunicar mis canciones, pero no soy de las personas que cantan desde los diez años en las fiestas familiares. Partí siendo compositora, haciendo cosas instrumentales, música electrónica y poquito a poco me fui atreviendo porque me gustaba mucho cantar, lo encuentro como curativo. Algo pasa cuando uno canta, sobre todo sus propias canciones. Al principio me costaba; tenía mucho miedo; desafinaba mucho y ha sido todo un tema para mí, pero sí que tomo clases, porque es un instrumento que hay que ejercitar. Como empecé a cantar a los 18, siento que todavía mi voz se está desarrollando. Quiero seguir tomando clases siempre.
–¿Y cómo es tu encuentro con la escritura? ¿Qué momentos elegís para dar forma a tus letras?
–En general, ocurre cuando ya tengo un poco la melodía y va saliendo la letra a partir de la música. La misma música, y sus emociones, me va comunicando conceptos, pero hay otra manera, cuando estoy conversando con alguien o leyendo algo y pienso: esto podría ser un buen tema para una canción.
–Es el primer disco que grabás con Sony, compañía con la que empezás a trabajar luego de una larga trayectoria como independiente. ¿Fue ésta una decisión de cara a ampliar tu proyección internacional?
–Sí, tengo ganas de hacer más shows. Creo que mi música puede llegar a más gente, con una mayor visibilidad y con giras más grandes. Quisiera poder viajar con toda mi banda y que sea como una mejor vitrina que la que ya tengo como independiente y con la que siento que ya hemos hecho muchas cosas. Y esta asociación con Sony tiene que ver con eso, con poder utilizar su estructura de marketing y hacer que mi música pueda llegar a más personas. Tampoco tengo expectativas de lograr llegar a todos los mercados, sino que simplemente quiero estar en España, en Argentina, en los lugares de habla hispana, y de moverme por ahí con mis shows.
–¿Qué diferencias encontrás en relación al trabajo y la promoción independiente en comparación con un proyecto movido a través de una discográfica?
–Creo que el trabajo independiente todo el mundo lo puede hacer. Si no tienes dinero puedes pedir un préstamo a un banco y puedes hacer las mismas cosas que puedes hacer con una disquera; la diferencia es que ellos tienen todas estas redes en distintos países y te pueden impulsar. Yo también quería probar esto dentro de unas ganas de probar cosas diferentes de la vida y he tenido total libertad artística. El ambiente independiente creo que es un poco más desorganizado, como más a pulso, en cambio aquí ya tienen como la manera de hacer las cosas, pero creo que las dos son muy válidas. Yo he logrado muchas cosas siendo independiente y se puede hacer una carrera independiente al cien por ciento tal y como están las cosas hoy.
–¿Qué momento atraviesa la escena indie en tu país?
–La mayoría está igual que yo, saliendo afuera. Los que tienen posibilidad de vivir de esto, tienen que salir de Chile porque allí la música no mainstream todavía no es tan tan grande. Hay exponentes, como Gepe, Ana Tijoux o Camila Moreno, que sí ya son lo suficientemente conocidos como para tocar en las fiestas, lo cual me pone muy contenta, porque antes esto estaba solo cerrado a la cumbia (que también me encanta) o a solo un tipo de música, entonces siento que esta escena no mainstream se está haciendo cada vez más conocida y se la identifica cada vez más con la cultura nacional, que es algo que en Argentina ya tienen hace más tiempo, con el rock o con la misma música que no es mainstream. Pero nosotros tenemos un territorio mucho más chiquito geográficamente y hay que salir mucho, a Argentina, a México, y apostar por una carrera internacional, te guste o no.
–¿Es difícil para una cantante de tus características abrirse camino en medio del boom reggeatonero latinoamericano?
–Tengo asumido que mi música no va a ocupar esos espacios, esos espacios ya están absolutamente tomados por la música urbana, pero creo que también la música urbana abre puertas, en el sentido de que Latinaomérica, por su música, es respetada mundialmente. Pero claro, lo que hago yo u otros tiene que ver más con música electrónica o electropop y creo que hay un lugar para eso, porque a pesar de no ser la moda del momento, yo ya llevo una carrera de mucho tiempo, de más de diez años, que ha sido sustentable, y eso habla de algo, haciendo lo que me gusta y proponiendo cosas, sin que haya hecho una explosión, como lo puede hacer un músico de música urbana.
–¿Cómo te recibe el público argentino?
–Siento un público muy fiel y siento una cercanía cultural con la música argentina y con el arte argentino. El arte de mis discos siempre lo hago con Alejandro Ros, él es un referente para mí. El público aquí sabe mucho de música, está muy atento a las letras y valora lo diferente. Por otro lado, está esta influencia que tengo yo de la cultura argentina, desde el arte sinético hasta la propia música electrónica de ahora o la música de más atrás: Virus, Soda Stereo, Miranda! Para mí hay muchos referentes culturales en Argentina.
–¿Con qué artista local te gustaría colaborar?
–Con Miranda! Creo que estaría bueno, que somos más o menos de la misma onda y a veces digo: ¿cómo no lo hemos hecho aún?
–¿Qué otras aficiones tenés, además de la música?
–Trato de leer, más que meterme con el celular, aunque me engancho igual que cualquier otra persona. Pero leo mucho y practico yoga ashtanga. Me gusta leer sobre filosofía y leo a Virginia Woolf, a Emily Brontë, a Óscar Wilde. Me gustan los escritores que se meten en la parte más oscura del ser humano pero que valoran lo luminoso.
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