Javier Malosetti: "Está bueno moverse para no ser un cover tuyo"
Referente del funk y del soul hecho en la Argentina, el bajista y baterista habla de su banda, Electrohope, y de sus planes
Es un poco como jugar a ser ese que podría haber sido, pero nada más. Cuando me meto en ese tipo de proyectos después extraño mucho a la banda, porque tocar en vivo con mi banda es lo único que realmente me gusta hacer", se excusa Javier Malosetti, un músico que se mueve de aquí para allá con la sutileza de una gacela y el peso de un gigante. Baterista primero, bajista referente del jazz y del rock y del soul y del funk hecho en el país, desde hace poco más de tres años navega en su mood más rockero, con su banda Electrohope. Inquieto por naturaleza, en 2010 condujo en televisión un ciclo de documentales centrados en la historia de la música negra y en 2011 coprotagonizó, junto a Diego Reinhold, un musical para nada ortodoxo en la calle Corrientes.
"Fueron experiencias muy placenteras. A mí me gusta la música y me gusta de todo: me gusta tocar rock y también algo más soulero; me encanta tocar blues, jazz, la cosa más cercana al gospel; me gusta la música clásica y también el jazz más abyecto o el jazz rock de la época de la explosión de Miles Davis", enumera entusiasmado.
Electrohope acaba de editar un álbum en vivo, Envés, que incluye una suerte de EP de regalo con cinco canciones firmadas por Malosetti y las personales versiones de "Credulidad", de Luis Alberto Spinetta, y "Primavera cero", de Soda Stereo. A partir de hoy, en Boris, comenzará un ciclo de tres conciertos (todos los sábados del mes) con el que se empieza a despedir, al menos por un tiempo, de su grupo. ¿Un músico en movimiento constante? "Está bueno moverse todo el tiempo -asiente-, si no ¿qué sos?, Un cover tuyo, un Danger Four de uno mismo."
-¿Qué proyecto nuevo tenés en mente?
-Tengo ganas por un rato de apuntar musicalmente hacia otro lado. Pero me gustaría que la banda siga existiendo, que 2013 signifique una pausa, un receso en el trabajo en el cual cada uno pueda dedicarle tiempo a otros planes y proyectos. En lo personal, tengo ganas de tocar sobre otros acordes, otras formas rítmicas más abstractas, no tan duras. De hecho, Electrohope fue mi proyecto más alejado del jazz y a veces me dan ganas de tocar con "Pepi" Taveira o con Guillermo Romero, músicos que admiro y con los que estoy extrañando tocar.
De aquí a fin de año, de todas formas, se dedicará a tocar con la banda y promocionar su flamante álbum. "La idea primero era hacer un disco en vivo y nada más, pero después, con la intención de sumar dos bonus tracks grabados en estudio, terminamos grabando media hora de música y nos pareció que estaba bien incluirla en otro CD, como una especie de regalo."
-¿Te sentís un músico de estudio o más del vivo?
-Me gustan las dos cosas. En el estudio soy bastante obsesivo, no sólo en el momento de grabar sino, en la posproducción. Soy de mezclas largas y siempre cambiando algo. Yo produzco artísticamente mis discos.
-¿Nunca trabajaste con productor?
-Noooo. En mis discos, no. Entiendo que un solista pop quiera la visión del sonido de alguien, pero a mi estudio que ni se le ocurra aparecer a ningún productor. Es algo demasiado personal. Por otro lado, yo también le doy crédito como productor al ingeniero con el que trabajo, Daniel Ovie, que es un grosso. Eso lo aprendí de Spinetta. En las mezclas casi que lo veo trabajar, le cebo mate, nomás. Me gusta la impronta del sonido que tiene.
-¿Siempre te manejaste en la música de forma intuitiva?
-Yo no estudié nada demasiado ortodoxamente. Aprendí música de escucharlo tocar la guitarra a mi viejo [Walter Malosetti]. Alguna vez fui a unas clases, pero no muchas. Y en cuanto a la producción, como todos los productores argentinos, aprendí a los ponchazos, a prueba y error y a tu propia experiencia.
-En un momento dabas clases particulares de bajo. ¿Qué era lo que enseñabas, qué tratabas de transmitirles a tus alumnos?
-Eso fue hace bastantes años. En principio la razón por la cual daba clases era la guita, para tener un trabajo que signifique un buen dinero en mi casa. Nunca tuve ninguna vocación de Maestro Siruela, nunca quise ser profesor de música. Yo quería ser músico. Pero lo hacía con gran cariño y mucha dedicación. Lo que enseñaba eran cosas que diseñaba especialmente para las clases y muchas de ellas terminaban siendo temas. Si quería pasar una cuestión armónica o melódica a un alumno, en vez de pasarle un yeite separado, lo formateaba en algo que podía ser un tema, como para simplificarlo en algo musical y no pasarle algo suelto. No sé, yo lo veo así.
-Participaste desde adentro de aquel monumental show de Spinetta y Las Bandas Eternas. ¿Cómo recordás aquel momento ahora a la distancia?
-La verdad es que lo veo como el cierre más deforme de la historia. Fue muy loco, un concierto que cierra toda una vida, aunque no fue hecho con ese espíritu, sino que era más como una celebración. Ahora lo ves y te da escalofríos. ¡Cómo puede ser que sea eso el último show de Spinetta! Había gente que se quejaba porque había sido largo... ¡No lo puedo creer, qué ganas de quejarte de todo! Fue el evento musical del siglo.
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