Jaime Roos: su esperado regreso, el orgullo que siente por cumplir 10 años sin beber y la decisión que le cambió la vida
Tras ocho años sin presentaciones en Buenos Aires, el músico uruguayo rompe la sequía este sábado en el Luna Park; en una extensa charla con LA NACION habla de las tareas titánicas que lo tuvieron ocupado los últimos años, de la felicidad que siente por cumplir diez años sin beber y de su vida actual en la costa
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El montevideano se fue a vivir a la costa. Es a solo treinta minutos del centro, de los bares que solía frecuentar, de “Durazno y Convención”, pero es otro mundo. En la última larga década Jaime Roos tomó muchas decisiones y en el concierto de este sábado en el Luna Park, en el que se reencontrará con los porteños tras ocho años, seguramente se anime a desgranar algunas de ellas.
Jaime está feliz de los aniversarios que celebrará este año. De los 70 que cumplirá en noviembre y de los 10 que lleva sin beber. Está feliz de haber reformado la casa de verano de La Floresta y de haberse instalado allí definitivamente. “Si necesito ir a Montevideo por unos días paro en un hotel; si tengo que estar unos meses me alquilo un apartamento”, dice, liviano y de buen humor.
Han sido complejos los últimos años para él, pero hoy está orgulloso de haber puesto la casa en orden. Y a diferencia de lo que uno pueda creer, él se encarga de aclarar que estuvo siempre activo. ”Lo único de sabático que tuve en estos últimos años fue un sábado libre que fui al cine con mi mujer”, cuenta Jaime de muy buen humor, listo para entregarse a una charla relajada. “Estuve trabajando en un proyecto que iba a ser relativamente breve, llamado obra completa, en donde iba a publicar una colección con toda mi discografía hasta la fecha, pero más que un partido terminó siendo un campeonato muy complicado. Me llevó cuatro años y medio y en el interín estuve trabajando mucho con la biografía que hizo Milita Alfaro (El montevideano). Tuve 300 horas de charlas con ella. Además, habitualmente no se toma en cuenta la vida personal del artista.
Jaime hace una pausa y en medio de un repaso que se detendrá aleatoriamente en algunos pasajes de su trayectoria, cuenta lo importante que fue su cumpleaños número 60. “Fue muy importante para mí ese cumpleaños, no por el número sino porque dejé de tomar. Cumplo 70 en noviembre y cumplo 10 años limpio, lo cual para mí es motivo de orgullo y por eso te lo digo. Quizás motivo de inspiración para alguno que ande por allí para decir que se puede. Mi vida era un caos. No tenía ropa, administrativamente estaba todo mal, adentro de mi casa faltaban muebles. Todo aquello que no tenía que ver con el arte estaba tirado. Además se me ocurrió refaccionar -al final tuve que rehacer-, una casa en La Floresta, la típica casa de balneario que era precaria para vivir en invierno. Todo eso hizo que directamente trabajara 24/7 a lo largo de estos años”.
-Fue difícil tomar la decisión de irte a la costa o sentiste que la gran ciudad te estaba expulsando?
-Tenía esa casa de verano desde el año 90. La típica casa de verano, precaria, donde no se podían pasar inviernos, no estaba calefaccionada. Viví todo eso tremendo que es pasar por una obra. Era un lugar familiar para mí, que quería mucho. No fue una decisión hippie de vámonos al campo que allá va a estar todo bien. Sentí que iba a tener más tiempo, menos obligaciones cotidianas y que me podía ir a 50 kilómetros de Montevideo. Porque atención, es a una hora de auto. Para nosotros es todo un tema pero para las distancias argentinas es una pavada. No me imaginé que iba a tener una nueva época de actividad intensa. Lo que hago es muy sencillo, si tengo que ir una semana a Montevideo voy a un hotel y si tengo que estar cuatro meses me alquilo un apartamento y listo.
-Cuando decidiste volver a los escenarios lo hiciste con una banda bastante voluminosa, que es la que te va a acompañar este sábado en el Luna Park
-En 2019 empecé a preparar la nueva banda, el nuevo plantel musical, con 22 personas. Charlas con todos ellos, búsqueda de repertorio, el planteo técnico, rearmar una productora que estaba desguazada. Fue mucho trabajo. Es que había dejado una vida tirada por detrás y tuve que poner la casa en orden.
-Como lo hiciste con tu obra...
-Tomé conciencia que también estaba tirada. Los discos estaban discontinuados, la gente no podía conseguir la mayoría de las ediciones originales, solo se habían publicado un par de grandes éxitos. Ni siquiera tenía un sitio web y decidí dedicarle un poco de tiempo a mi obra, presentarla como colección, con los artes originales, el sonido remasterizado. Fue un trabajo de arqueología, complejísimo y fue una de las decisiones más inteligentes que tomé en mi vida, puesto que el trabajo de 40 años había quedado tirado. Ya no, ahora está a disposición de cualquier persona que esté interesada.
-Y hubo que volver a salir a la cancha…
-Es que llegó un momento que la presión del público con respecto a mis recitales fue muy seria. La gente poco menos que estaba enojada: “qué te pasa, te hacés rogar”, me decían. Me di cuenta que esta colección que se fue haciendo en entregas había despertado mucho interés en la gente joven, que me había ido a ver de chico con sus padres. Muchos menores de 35 años querían verme en vivo por primera vez, entonces me di cuenta que tenía sentido hacer un cierre en vivo de ese proyecto discográfico tan extenso que fue Obra completa. Dos días antes de iniciar la recta final para el estreno se declaró la pandemia. Y ahí comenzaron los problemas, para un show que hice un año después de lo que esperaba, en el estadio Centenario, en diciembre de 2021. En el medio hubo seis postergaciones. La mitad del público tenía la entrada comprada con dos años de anticipación y la guardaron. Ante semejante muestra de lealtad el compromiso se hizo mucho más serio. No podía fallarle a la gente. Logramos tocar en diciembre de 2021 y fue el concierto más emotivo de toda mi vida.
-Habrás pensado que ya no se iba a hacer...
-Vos sabés que era optimista, o porfiado, no sé, pero no cabía la posibilidad de bajar los brazos. Recién ahora estoy empezando a sentir el dolor, el estrés postraumático de la pandemia. A muchos nos pasa. En el momento nos fortalecimos, nos obligamos a ir para delante; nos obligamos a resistir, porque no sabemos hacer otra cosa y nos obligamos a no sentir tanto dolor por las distintas situaciones que atravesamos, como familiares y un largo etcétera.
-Seguiste ensayando para ese concierto en el Centenario después de cada postergación y tengo entendido que en Buenos Aires veremos algunos cambios en el repertorio, ¿no?
-Es un concierto parecido al que hice en el Centenario, empezando porque es la misma banda y hay una serie de canciones que la gente quiere escuchar. La gente tiene todo el derecho a tener sus canciones favoritas y a mi me da mucha alegría interpretar esas canciones. Ahora si, hay algunas que no estaban y entraron, otras que salieron y la puesta es distinta. Son cosas que se van dando con el tiempo, pero la tónica es la misma, un repertorio retrospectivo que incluye canciones de la mayoría de los discos que grabé en mi vida, todo pasado por el filtro de una misma banda.
-Y su sonido trae todas las canciones al presente...
-Efectivamente y además, cuando una tiene cuarenta y otra tiene treinta, ¿qué querés que te diga? No hay mucha diferencia. Si vos me apurás de qué año son mis películas o discos favoritos te puedo decir un tiempo estimado pero nunca con exactitud. Este concierto debió haber acontecido en mayo de 2021, lo que sucede es que al terminar 2022, primero por la pandemia después por los problemas contractuales que tuvimos con una productora, pudimos hacer solo dos conciertos. Llegó 2023, hicimos una reunión con la banda y dijimos: “muchachos, ensayamos dos años para tocar tres veces, es de locos. ¿Tocamos un años más?”. Todo el mundo estuvo de acuerdo. Es un alivio poder tocar finalmente en Buenos Aires, Rosario, Santa Fe y Córdoba.
-Solías decir que un estilo es un medio, no un fin. En tu música y en un concierto como el que vas a hacer conviven muchos estilos, nunca te encasillaste en uno solo.
-Lo que pasa que vengo de la escuela Beatle. En mi caso es lo que aprendí de ellos y al mismo tiempo en el momento juvenil en el que se me adhirió el credo. Yo me afilié a ese credo. Sigo escuchando los álbumes de los Beatles, en especial los últimos. Desde el punto de vista estilístico son un abanico. Son maravillosos. Los Beatles dejaron de ser una banda de rock para convertirse en una banda de vaya uno a saber qué, pero con una visión más abarcativa, universal. Eso lo lograron fusionando, con audacia, con amor y al mismo tiempo con una enorme calidad musical. ¡Qué te voy a decir! Ahora, en un mismo álbum he grabado bolero, candombe, huayno andino, una milonga campera, un aire de rock, una milonga tradicional, un candombe tradicional. ¿Soy bolerista? De ninguna manera, sin embargo en el momento de escribir “Tu laberinto” o “Inexplicable”, sentí que únicamente a través de ese estilo yo podía plasmar lo que sentía. “Cuando quieras mi amor no lo imagines. No sueñes esperando que lo adivine. Cuando quieras al fin seguir tu instinto, ven a verme y abandona tu laberinto”. ¿A alguien se le ocurre que eso puede tener música de murga?
-Vas a cumplir 70, ¿te dice algo el número? Vemos últimamente muchas giras de despedida, desde Roger Waters a Joan Manuel Serrat. ¿Fantaseaste alguna vez con despedirte del público en plenitud?
-Cumplir 70 es algo novedoso, nunca cumplí 70 años. Tengo la suerte de no haber muerto joven, porque tengo muchos amigos que no llegaron a este punto. No me complica, al revés, hasta me da cierta luz esta época que estoy viviendo. Con respecto a despedirme, no me gusta la idea de hacer, por ejemplo, una gira con una premisa tan terminante. Entiendo perfectamente a un artista cuando dice hasta aquí llegué, estoy cansado o quiero retirarme en plenitud, porque ojo, la garganta funciona en un cantante como las piernas en un jugador. Cuando Suárez cumpla 45 años no voy a ir a golpearle la puerta para preguntarle cuándo va a jugar de vuelta. Cuando tenía 60 decidí que me iba a bajar del escenario para siempre. Cinco años después dije: “quiero volver, tengo muchas ganas de tocar”. En este momento estoy haciendo esta gira, voy a dejar que termine en mayo de 2024, ya tenemos la última fecha en el Auditorio Nacional de Montevideo. Ese va a ser el cierre de esta temporada. ¿Voy a volver a tocar nuevamente en vivo? No lo sé, creéme que no lo sé. Pero sería muy dramático anunciar un adiós. Si son los últimos espectáculos que así lo sean, pero no los voy a teñir de dramáticos.
-”Durazno y Convención” debe ser la esquina donde más fotos te hicieron para las notas. ¿Cuál es tu relación hoy con la canción?
-No es un lugar recurrente en mis sesiones, sin embargo hice una nota para el aniversario de una revista uruguaya que se llama Lento y hace muy poco hicimos una sesión fotográfica intensa en la casa donde nací, en el campito, en la rambla y tiene que ver con esto que estás diciendo. Estuve 40 años sin pisar la casa donde nací. La vi más chiquita de lo que yo recordaba y pude comprobar que me da una profunda emoción visitar mi esquina natal, se puede decir: Yo nací en la calle Convención casi esquina Durazno. Esa esquina es donde se juntaba la barra de los pibes para jugar a la pelota, para lo que fuera y llego a conclusiones tales como que quizás tuve una infancia realmente feliz. El hecho es que me siento un árbol de esa cuadra y me emociona que haya un par de boliches en la esquina cuyo origen es la canción. Hace unos años hubo un festival de música alternativa, de bandas indies y me invitaron y terminé subido a un tablado hablándole a artistas jóvenes y diciéndoles que nunca me imaginé que iba a escribirle una canción a esa esquina, porque nunca me imaginé que iba a poder ser músico. Menos me imaginé que se iba a hacer un festival ahí y debido a esa canción. La quiero mucho y el sentimiento sigue intacto. Me sigue emocionando esa esquina, me sigue emocionando la canción, está inalterable. ¿Qué tiene de especial el lugar? Nada, es una esquina más del Barrio Sur. Por supuesto, está a cien metros de la rambla, ves el mar, se cruza un barrio muy popular con el centro de la ciudad y al mismo tiempo con la ciudad Vieja. Es una encrucijada cultural muy particular. Cuando era niño había un paisaje urbano muy variopinto. Estaban los criollos, estaba la comunidad negra, estaban los inmigrantes judíos y todavía funcionaba un bajo fondo importante. A dos cuadras de casa había un quilombo y enfrente a la puerta de mi edificio había un telo. Las prostitutas caminaban por la vereda y te saludaban: buenos días, buenas noches.
Jaime Roos en el Luna Park. Este sábado, a las 21. Entradas desde 7500 pesos. En venta en el sitio oficial.
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