Quedan pocas grandes bandas de rock de guitarra en la actualidad. Eso probablemente explica el sold out del Gran Rex semanas antes del show, en la primera visita de The Raconteurs a la Argentina. Jack White no sólo es uno de los músicos más inquietos y productivos de la actualidad, con sus múltiples proyectos -que además de sus participaciones como músico incluyen las producciones para su propio sello, Third Man Records-, sino tal vez el último descendiente de una larga línea de héroes de la guitarra, un linaje que incluye a Jimi Hendrix y Jimmy Page, pero también a Robert Johnson y Ron Asheton.
Y si bien era la primera visita de los Raconteurs, era la tercera llegada de White al país, y las dos anteriores habían sido memorables. Tanto con The White Stripes en 2005, como con su banda solista en el Lollapalooza 2015, cuando invitó a uno de sus héroes, Robert Plant, el guitarrista había dejado la vara muy alta. Los que esperaban un show a la altura de estos antecedentes no se equivocaron. Fueron dos horas de una contundencia aplastante, en uno de los recitales de rock and roll más formidables que se hayan visto en los últimos tiempos.
En los papeles la banda es un cuarteto, con Brendan Benson en la guitarra y voz, Patrick Keeler en la batería y Jack Lawrence en el bajo, pero en escena son un quinteto, con Dean Fertita (de los Queens of the Stone Age), haciéndose cargo de una tercera guitarra o teclados, según la canción lo requiera.
Y si bien The Raconteurs indudablemente es un proyecto grupal, el show es todo de White. Es él quien comanda las acciones, ocupándose de la totalidad de los solos, pasando ocasionalmente al piano, y dictándole en el oído a Benson o Lawrence el nombre de la próxima canción, manteniéndolos en un estado de alerta máxima. En un momento, incluso se va a cantar a un micrófono ubicado detrás de los equipos, con la voz saliendo previsiblemente rota y distorsionada. Además, la energía física que despliega es algo contagioso, liderando el sonido con la complicidad del enorme Keeler, lo que convierte a los Raconteurs en una banda cuyo sonido se asienta en el tándem guitarra-batería, al estilo Page–Bonzo, o Richards–Watts.
Aunque el escenario está lleno de equipos vintage, y el sonido es claramente analógico y valvular, nadie podría acusarlos de ser un grupo retro. Tienen sus raíces en la tradición, pero hay algo urgentemente contemporáneo en su sonido, cuya energía primal evoca por momentos el brutal protopunk de Detroit de los Stooges, pero también el Mississippi hill country blues de R. L. Burnside y Junior Kimbrough. A partir de esas fuentes, que incluyen una buena dosis del "outlaw country" de Nashville, los Raconteurs construyen un sonido que es enteramente propio, cuyos paralelos más cercanos pueden trazarse con otros proyectos de White, como su banda solista o los Dead Weather.
La lista de temas estuvo repartida por partes iguales entre los de su nuevo álbum, "Help Us Stranger", y el anterior, "Consolers of the Lonely", que proporcionó la excusa para la reunión de la banda después de una década, al cumplirse diez años de su lanzamiento, en diciembre de 2018. Hubo también unos cuantos de su debut, "Broken Boy Soldier", que además de incluir algunos hits, como el ya clásico "Steady as She Goes", con el que se despidieron, dieron pie a varios de los mejores momentos, como "Blue Veins", un intenso blues que incluyó un deslumbrante solo de guitarra de Jack, con el que cerraron la parte central del show.
Prácticamente no hubo pausas entre los temas, solo las mínimas necesarias para cambiar instrumentos, y la consigna de no filmar o sacar fotos con los celulares contribuyó para que el concierto fuera una auténtica ceremonia, sin elementos que distrajeran de la música.
Durante la primera hora no dieron respiro. Comenzaron con las descargas eléctricas de "Bored and Razed" y "Level", pero aún en los momentos acústicos, como "Old Enough" y "Only Child", cantadas por Benson, con magníficas armonías a dos y tres voces, la música posee una energía explosiva. En "Shine the Light On Me", White comienza tranquilamente al piano, para luego pasar a la guitarra y construir un potente crescendo. Otro gran momento fue su versión de "Hey Gyp (Dig the Slowness)", de Donovan, que en su versión original es una elegía flower power a la vida tranquila, y en la interpretación de los Raconteurs es trasmutada a una carga pesada que es tanto homenaje como subversión.
Después de eso se permitieron algunos temas más tranquilos en los bises, como "Together" (otra del primer disco), donde las voces y esa marcha algo desprolija de banda de bar evoca por momentos a los Faces, el tema que da título al último trabajo, "Help Us Stranger", y "Carolina Drama". El golpe de gracia fue un final a toda marcha con el mencionado "Steady as She Goes", que culminó con el saludo de la banda mientras el feedback invadía el teatro. A la salida, la mirada sombrada de muchos de los asistentes evidenciaba claramente que esta tercera visita de White a la Argentina también va a quedar como un show de esos que no se pueden olvidar fácilmente.
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