Invisible: la magistral banda de Spinetta que se gestó en un Fiat 600 y hoy revive en grabaciones inéditas convertidas en un disco
Teatro Coliseo - 1975 es un repertorio breve tomado de un concierto de mediados de la década del setenta, que testimonia el sonido y la precisión de una de las más grandes bandas del rock argentino; desde hoy se puede conseguir en CD, vinilo y plataformas digitales
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La historia viene con cierto tono de suspenso. Un día llamaron del Instituto Nacional de La Música (Inamu) a Catarina Spinetta para decirle que había recibido la donación de una grabación de un concierto de Invisible, una de las bandas más emblemáticas que había liderado su padre Luis Alberto Spinetta. Aunque sin fecha precisa se trataba de canciones de un concierto que la banda había ofrecido en el Teatro Coliseo a mediados de los setenta. El hallazgo parecía tan importante que merecía convertirse en un disco. Se llama Invisible En vivo Teatro Coliseo 1975, y además de ser un testimonio histórico, representa una clase de música de aquellos años en los que el rock era un fenómeno progresivo y Luis Alberto Spinetta, junto a sus socios Héctor “Pomo” Lorenzo (batería) y Carlos Alberto “Machi” Rufino (bajo), se convertía en uno de los más sofisticados estandartes.
El álbum de siete canciones y unos cuarenta y cinco minutos de duración se publicó este viernes 29 en formato digital, CD y Vinilo, con imágenes inéditas de Eduardo Martí y diseño de Theo Lafleur. Se estima que las canciones rescatadas fueron tomadas de dos conciertos que el grupo dio el 21 y 22 de noviembre 1975. Invisible grabó tres álbumes de estudio (el debut, de 1974, llevó el nombre de la banda; el siguiente, de 1975, fue Durazno sangrando; el último, de 1976, El jardín de los presentes). El breve pero intenso repertorio incluyo dos canciones del primer álbum (”El diluvio y la pasajera” y “Azafata del tren fantasma”), otras dos que se publicaron en un simple, a finales de 1974 (“Oso del sueño” y “Viejos ratones del tiempo”), “Durazno sangrando” (que dio título al LP que el trío acababa de publicar, y otros dos temas que todavía no habían pasado por el estudio, “Perdonado (niño condenado)” y “Que ves el cielo”.
La gran calidad de audio se debe a la conservación de las cintas que grabó Carlos Melero, la gran pericia de Mariano López en la masterización y a la digitalización de Gustavo Gauvry. Y la magia de ese álbum (que seguramente el año próximo estará ternado entre las mejores grabaciones en vivo de importantes premios de la industria de la música) la pusieron Spinetta y dos señores que presentaron el álbum a la prensa. A falta de Luis Alberto -que murió hace diez años, luego de una larga pelea contra el cáncer- durante una hora, los comentarios afiladísimos y desopilantes de Pomo y las buenas anécdotas de Machi revivieron aquella mística que se sintetiza en un disco recién estrenado y que, al mismo tiempo, ya tiene cerca de cincuenta años. Una música bella, inspirada, de gran calidad e interpretada con precisión.
“¿Cuánto ensayábamos? es una pregunta inútil -dijo Pomo ante la curiosidad de LA NACION- No hay contaduría que alcance. En realidad, el ensayo ilimitado fue cuando nos encerramos en una quinta para grabar el primer disco ¿no Machi?”. Y Machi recordó el proceso de gestación de aquel inolvidable power trío capaz de llenar al rock de finas sutilezas. “A esa quinta que quedaba en General Rodríguez íbamos en caravana en dos Fiat 600, uno de Pomo, el otro de Luis. Era una odisea. Recuerdo que uno tenía el piso picado y cuando pasaba por un charco había que levantar los pies. Cargábamos prepizzas y fideos para cocinar y salíamos. Nos quedábamos en ese lugar de lunes a viernes. Los tres solos. No había ayudantes, no había mujeres. Solo los tres, en invierno, en un lugar bastante grande. Era como una especie de Arco Iris pero sin gurú [habla del grupo que integraron, entre otros, Ara Tokatlian, Gustavo Santaolla y Danais Winnycka, su guía espiritual]-bromeaba Machi-. Concinábamos y tocábamos todo el día. Ahí no sólo se generó la música de Invisible, también una relación entre los tres que fue irrepetible. Nunca más pudimos tener eso en otra experiencia musical. Tanto es así que cuando volvíamos a capital, una hora después estábamos juntos de nuevo, para ir al cine o para lo que fuera. Siempre en el Fiat 600″, remarcaba.
“Con esas anécdotas los cuatro hermanos quedamos re locos porque Invisible es nuestra banda favorita de toda la trayectoria de papá”, decía Catarina, mientras su hermana Vera, sentada en la platea, asentía con la cabeza y aseguraba que el Fiat del piso roto era el de su padre.
Del tono de comedia a la emoción traída por los recuerdos hubo un paso. “Creo que esa experiencia de los meses en la quinta donde se gestó todo el material del primer disco y esa unión tan fuerte entre los tres, porque hablábamos mucho, no solamente tocábamos, hizo que Invisible fuera algo tan especial para todos. He dicho públicamente, muchos años después, lo que le pregunté un día a Luis, en su casa: ¿Qué fue Invisible para vos? Luis me miró y dijo: “Una joya que guardo en un cofre de oro”.
La grabación que se acaba de conocer con una gran puesta en valor del sonido también es una joya por la calidad de la materia prima, por la precisión del trío, la crudeza de algunos momentos y el alma que confluyen en un gran abanico estético (desde aquella piezas más folk de guitarra acústica que tenían que ver con el pasado reciente de Spinetta hasta el mecanismo de relojería de un power trío y la sofisticación del rock progresivo).
Para los que tuvieron el privilegio de ver los shows de Invisible, el recuerdo (más allá de las certezas de las fechas) ha quedado grabado. Para los que no, la música se hoy completa con este registro sonoro en vivo, aunque no se vean algunas puestas en escena con coreografías o elementos que fabricaban los mismos músicos. El muñeco de Elmo Lesto (en referencia a la canción) fue personificado en la primera función por Miguel Grinberg y luego por Miguel Angel Sosa, asistente de Spinetta.
“Éramos una comunidad -admitía Machi-. El muñeco Elmo lo hicimos en la casa de los padres de Luis”. Y Pomo, que siempre le puso humor a cada comentario, recordó cuando construyeron dos orejas iguales: “Cuando lo teníamos terminado nos dimos cuenta de que eran dos derechas o dos izquierdas, una la tuvimos que poner al revés”.
Otra de las ocurrencias de aquellos años podía ser salir desde dentro de una caja para comenzar un recital o hacer descender una monstruosa araña por detrás de Pomo mientras el baterista hacía un solo durante el tema “Azafata del tren fantasma”. El gag culminaba con el monstruo destruido en pedazos y arrojado al público. La anécdota tiene una segunda parte porque un día la cantante Patricia Sosa le contó a Machi que ella, que fue público de Invisible, conservaba un pedazo de la araña.
“Recordemos que el rock venía de salir en los periódicos como un fenómeno violento -reflexionó Pomo- Sobre todo después de que Billy Bond dijo ‘rompan todo’, en el Luna Park, y le hicieron caso. No podíamos tocar en ningún lado. Luis Alberto encaminó eso y terminábamos cuatro funciones en un fin de semana y no pagábamos ni una sola butaca [rota]. El Coliseo es una maravilla. Y si esta cinta suena así, a pesar de las deficiencias que pueda tener, es una buena toma con buenos micrófonos que realzan el sonido de la sala, que es prácticamente un estudio. Eso nos empujo, entre otras cosas, a mostrar este material. Acá se puede ver fehacientemente cómo presentábamos los discos. Luis Alberto afinaba la guitarra al aire. Acá no hay ninguna edición. Nada. Que encuentre un fin, estando dando vueltas y acompañando a la obra entera, es muy valioso. Hicimos muchas cosas antes que otros. Invisible es un muñeco que nos ha superado a todos por igual. Desde los oyentes a los que empujan la obra; desde nosotros y al gran maestro por excelencia, Luis Alberto Spinetta. Algún valor debe tener para que hoy estemos acá para tener la posibilidad de evaluar: si es un manual de instrucciones para cualquier individuo que tenga inquietud musical, esto es de gran ayuda.”
¿Hay más canciones en esa cinta? No. ¿Hay otras grabaciones en vivo de Spinetta? Por supuesto que sí. Muchísimas. “Hay cosas en vivo increíbles -dijo Catarina, al final de la reunión-. Hay que pensar bien como hacerlo. Hay una intuición natural. Siento que él [su padre] me está guiando. Me ha tirado data precisa en sueños.”
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