Entre las múltiples aristas que hacen del Indio Solari un artista excepcional, su voz es sin dudas una de las más importantes y menos reconocidas. Ese artefacto extraño, algo chirriante y por momentos incómodo, pero siempre inconfundible, resulta mucho más dócil de lo que muestra su troupe de emuladores. Dotado de un amplio pero sutil registro interpretativo, gesto que arrastra del rock pero sobre todo del cine y el teatro, Solari es capaz de generar climas espesos y texturas diversas con la proyección de ese vibrato casi metálico y su personal forma de masticar las palabras, pudiendo sonar vigoroso y susurrado, crudo y conmovedor.
A continuación, 20 grabaciones en orden cronológico, desde el primer disco de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota hasta su último trabajo solista, que demuestran por qué el Indio es un cantante único.
Barbazul versus el amor letal
Como puerta de entrada al universo de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, el primer track de Gulp! –el debut de 1985- es un rock clásico con guitarras cargadas en reverb que se quiebran entre espasmos y riffs breves, en alternancia entre el pulso de Skay y Tito Fargo. En ese escenario de clima algo erótico, la voz apretada y rasposa del Indio resuena radiante y dotada con cierto cinismo, como quien se relame antes de abalanzarse frente a un gran banquete prohibido.
Preso en mi ciudad
"Una vez le hice el amor/ a un Drácula con tacones/ Era un pop violento que guió/ el gran estilo siniestro...", canta el Indio con su voz más angosta, cargada de dramatismo y urgencia. En pleno despliegue new wave, en tiempos de Oktubre, los Redonditos ponían en crisis al rock desde adentro y aludían a las tensiones bajo la nueva democracia.
Motor psico
El tema que abre el lado B de Oktubre es uno de los más inclasificables y misteriosos de todo el catálogo de la banda. El Indio lo describió como "una especie de pop tecno de la época". Masticando un letra especialmente críptica y enigmática, la voz del Indio envuelta en reverb potencia el clima de misterio, como ordenando las palabras en el aire con atención, mientras suelta al borde del falsete: "motor psico, el mercado de todo amor...".
Jijiji
Dentro de ese equilibrio perfecto entre las partes que conforman "Jijiji", la voz del Indio es la encargada de cerrar el tono cavernoso de esa fábula de paranoia química, con un extraño y sospechoso aroma latino, haciéndolo sonar más cerca de Sandro que nunca.
Todo un palo
Los Redonditos de Ricota cerraban acá su tercer disco, Un baión para el ojo idiota, con la proyección de un futuro derrotado. Sobre esa base ricotera-stone, el Indio canta las estrofas con voz desolada, soltando con sutileza inflexiones a lo Roy Orbison. Después, en el estribillo ("Yo voy en trenes", ese tiro para el lado de Charly) su voz se rompe en una distorsión natural, avanzando de plano. Los agudos del "qué podría ser peor..." son todo un obstáculo para cualquiera que se atreva a interpretarlos, pero el Indio logra afinación y expresividad.
Esa estrella era mi lujo
Definido por el mismo Solari como "un tema para chapar", el clima romántico de "Esa estrella era mi lujo" –incluido en ¡Bang! ¡Bang!...– se define por el saxo serpenteante de la introducción y las guitarras electroacústicas de la base rítmica. El Indio, en primera persona, suena con gesto de galán necesitado en medio de una película western.
Ropa sucia
El porte de cantante de rock clásico del Indio brilla particularmente en esta canción, el single cortado de ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado que difundieron las radios en julio de 1989. Es una canción cruda y guitarrera, como anticipo del hard rock sombrío y orquestado que vendría con Luzbelito.
Nuestro amo juega al esclavo
"La marchita", como se la nombraba en el lenguaje interno de la banda, cierra ¡Bang! ¡Bang!..., el cuarto disco de la banda, publicado en octubre de 1989. Bajo esa atmósfera post-punk y cierto espíritu de "Crua Chan" de Sumo, el Indio talla con la garganta apretada y cierta emoción seca otra de sus frases de pared: "Violencia es mentir".
Blues de la artillería
Uno de los tracks más extraños y cautivantes de La mosca y la sopa, "Blues de la artillería" es como una película en sí misma. Todo es imágenes entre la guitarra sigilosa de Skay, el piano en clave cabaret de Lito Vitale, el saxo roto de Dawi y una gran interpretación de Solari, que interviene con un registro bajo y sumamente actoral.
Tarea fina
Con Solari generando empatía en el rol de perdedor, su voz se enciende con cierta nostalgia cuando canta "con las piernas más bonitas...", justo sobre el pico emocional de la canción. Este rock mid tempo de brillo americano es también la expresión mejor sintetizada del pop ricotero, un pasaje poco frecuentado pero bien administrado por la banda. Llamativamente, este track no venía en el casete ni en el vinilo de La mosca y la sopa y solo fue sumado a modo de bonus en la edición en CD.
¡Es hora de levantarse, querido! (¿dormiste bien?)
El veneno que expulsa con gracia el Indio en este rock ricotero de corte clásico tiene un destinatario cierto: el periodista de espectáculos Carlos Polimeni. En la presentación de Lobo suelto, Cordero atado, en la cancha de Huracan en diciembre de 1993, el Indio soltó en esa dirección: "Carlitos no jodás, ya tenés un lugar ganado en el cielo de los nabos".
Etiqueta negra
El cierre del volumen 2 de Lobo suelto, Cordero atado lo tiene al Indio con su voz gastada y apesadumbrada narrando la historia de otro de sus héroes desclasados: la fábula de Marcelo Amuchástegui, alias el Loco Fierro, ex líder de la barra brava de Gimnasia y Esgrima de La Plata que fue asesinado por la policía.
Juguetes perdidos
Sobre la épica construida a guitarrazos en Mi mayor y una base de redoblante militar, el clásico que cierra Luzbelito tiene una de las mejores interpretaciones de Solari, que suena elevado, como cantándoles a las masas desde algún punto bajo en el cielo.
Alien Duce
Dentro del contexto de experimentación digital que controló la grabación de Último bondi a Finisterre, "Alien Duce" es lo más cercano al pulso estrictamente rockero y analógico de la banda, con guitarras cruzadas y riffs cortantes, mientras la voz sutilmente procesada de Solari revolotea sobre una idea que define el concepto general del disco: la supremacía de las máquinas, la idea de un Dios digital...
Una piba con la remera de Greenpeace
Aunque se trata de una de las canciones más dramáticas de Momo Sampler, el Indio canta con tono de canción de cuna, amable y sigiloso, sobre un arpegio oscuro de guitarra: "Nunca supo buscarse la vida. Su cuna fueron restos de un Mehari". Después, el filo trágico alcanza momentos que rozan el punk-rock.
Pabellón séptimo (relato de Horacio)
El noveno track de El tesoro de los inocentes carga con una de las interpretaciones más dramáticas del Indio, en sintonía con el suceso que aborda: la masacre en el pabellón séptimo ocurrida el 14 de marzo de 1978 en la cárcel de Villa Devoto, donde murieron al menos 65 personas asfixiadas, quemadas o baleadas.
Veneno paciente
En esta canción de Porco Rex, la compañía de Andrés Calamaro bajo el alias El inefable Señor Gama Alta desplaza la voz del Indio hacia un lugar de movimiento casi rastrero, de serpiente, mientras repasa sus necesidades: "Me cansa tener gente alrededor/ Si no meto un trago entra el malhumor...".
Todos a los botes!
La canción que abre El perfume de la tempestad, el tercer disco del Indio editado en 2010, carga con una épica expansiva y distópica sobre una base de electrónica marcial, mientras la voz del Indio muta fatalista de tono y escenas, entre tanto solo de guitarras disparado al cielo como fuegos artificiales.
Había una vez...
"Sigo siendo el mismo de siempre y te aburre mi voz", canta el Indio de modo monótono y espeso en "Había una vez", de Pajaritos, bravos muchachitos, de 2013. Después, su tono de voz adquiere un pico emotivo, como si se abriera paso entre un cielo tormentoso gracias a la fuerza de las guitarras, hasta llegar a ese llano en donde dice "vuelvo a sentirme extraño si me consolás...".
El Ruiseñor, el amor y la muerte
En la canción que le da nombre a su último disco, editado en 2018, el Indio suena más frágil y vulnerable que nunca, con su voz susurrada, como erosionada sin el peso de su carraspera habitual. Es una carta de amor que Solari canta con tacto y emoción, soltando frases del tipo "el dolor más puro es el de haber sido tan feliz".
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