“I’m Not In Love”, la exitosa balada de 10cc que es una fija de FM Aspen y que una secretaria de la banda rescató de la basura
Prodigio de la producción sonora, el tema es un clásico del soft rock de los años 70 que sigue rotando y alimentando la nostalgia en FM Aspen y en radios de todo el mundo; la historia de la canción y los mitos que la rodean
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¿Es posible que la canción más famosa de una banda haya estado a punto de ser tirada a la basura? Efectivamente, eso es lo que ocurrió con “I’m Not In Love”, el mayor hit de la carrera de 10cc, un grupo británico de soft rock que se hizo conocido en todo el mundo gracias a este tema y que en Argentina se mantiene firme como clásico inoxidable de Aspen, una de las FM más escuchadas de la grilla local.
La historia es realmente curiosa y se desarrolló en un contexto especial: en los 70 se afirmaron las consolas de grabación analógicas de veinticuatro pistas y hubo dos canciones que empujaron los límites de lo posible con esa tecnología: la popular “Bohemian Rhapsody”, de Queen y este tema de 10CC incluido en el disco The Original Soundtrack (1975), que nació como una especie de bossa nova simple y terminó creando un nuevo tipo de sonido que se anticipó en varios años a mucho de lo que después se haría con instrumentos electrónicos en la música pop.
Hoy manda la tecnología digital, pero a mediados de los 70 las mesas que permitían mezclar veinticuatro pistas eran no sólo una novedad, sino también un adelanto gigantesco respecto a la viejas grabaciones de estudio hechas en los años 50 y 60 con apenas uno o dos micrófonos colgados del techo y un paso adelante muy importante en relación con las grabadoras de cuatro, ocho y dieciséis pistas que las habían precedido. La nueva tecnología permitió grabar a una banda de varios integrantes al mismo tiempo sin que ningún instrumento tuviese que compartir una misma pista, algo que simplificó la tarea de manipular y dosificar el volumen de cada uno a posteriori. También facilitó el uso del overdubbing, un recurso de superposición de sonidos en una misma pista que los Beatles usaron mucho y John Lennon adoraba.
La experimentación con estos nuevos aparatos trajo aparejados algunos despropósitos, y “I’m Not in Love”, más allá de su futuro rendimiento comercial, fue uno de ellos: si Queen había empleado para grabar su frenética “Bohemian Rhapsody” ciento ochenta fragmentos distintos de grabaciones entre instrumentos y voces (todas partes ensambladas en las veinticuatro pistas disponibles), en el hit de 10cc se usaron más de 250. La ambición sonora de las dos canciones quedó incluso reflejada en sus duraciones: 5:55 en el caso del tema en el que brilla la interpretación de Freddie Mercury y 6:08 de “I’m Not In Love”, del que también se terminó editando una versión de 3:47 para el lanzamiento del single en 7 pulgadas.
La otra gran curiosidad de “I’m Not In Love” es que se trata de una canción que sonaba como excepcional dentro del repertorio de un grupo más inclinado a un tipo de pop vivaz, uptempo y por lo general muy sardónico: basta con escuchar Sheet Music, el disco que lanzaron en 1974, un año antes de la explosión de su gran éxito, y un intento claro de producir un glam menos mugriento y salvaje que el de Gary Glitter o Slade. En ese álbum aparece, por ejemplo, “The Worst Band In The World”, un tema que ya desde el título plantea la autoobservación irónica y que la banda interpretó en la TV inglesa con una actitud sutilmente provocativa, como se puede corroborar prestando atención a lo que ocurre cerca de los 20 segundos del video que aparece aquí abajo: un fuck you elegante, si esto fuera posible, a cámara que revelaba cierto talante pendenciero de 10cc.
El clima evocativo, atmosférico y sofisticado de “I’m Not In Love” no era el más común en la obra de una banda cuyos músicos habían planificado inicialmente trabajar sobre todo como sesionistas (en la misma época había más de un proyecto de ese tipo, pensar por caso en la perfección sonora de Steely Dan). Quien los impulsó a desarrollar una carrera propia fue Neil Sedaka, un cantante pop que se había hecho popular gracias a un exitazo como “Oh! Carol” y ya en los 70 había pasado de moda. 10cc fue la banda de apoyo de Sedaka en algunas grabaciones de esa época y el cantante quedó tan feliz con la experiencia que logró transmitirles ese entusiasmo a esa pequeña sociedad de provocateurs que, según la leyenda urbana más extendida y más de una vez desmentida (un nuevo caso de controversia identitaria del tipo “Lucy In The Sky With Diamonds”), eligieron llamarse así (“diez centímetros cúbicos”) para bromear con la media de volumen de la eyaculación humana (que es de cinco) y hacer gala de la confianza en su poder de fuego, metaforizado en ese indicador discutible del rendimiento sexual.
En todo caso, “I’m Not In Love” podría sonar en primera instancia algo solemne para un grupo que, en la línea de las humoradas corrosivas de Frank Zappa, había enhebrado una serie de títulos insólitos para sus discos, que traducidos al español se llaman así: Música de partitura (Sheet Music, cuya sonoridad en inglés también le abría la puerta al más ordinario Música de mierda), ¡Cómo te atrevés!, Malditos turistas, Diez sobre 10 o Banda sonora original. Y que había logrado uno de sus primeros éxitos con “Donna” (1973), una parodia del doo woop de los cincuenta recargada de graciosos falsetes de Lol Creme y Kevin Godley, paradójicamente los dos integrantes del grupo más inclinados a la seriedad y la intelectualización de la música, a diferencia de sus compañeros Eric Stewart y Graham Gouldman, dupla más propensa a la producción de pop comercial. “Donna” le abrió el camino al bombazo de “Rubber Bullets”, un glam rock festivo que puso definitivamente a 10cc en el mapa del pop masivo de los 70, sobre todo en Inglaterra.
El siguiente paso era la conquista de Estados Unidos, y la banda supuso que podía montar su avanzada sobre ese mercado siempre tan deseado por los artistas ingleses con un single que mantuviera esa veta burlona que le venía rindiendo bien hasta entonces: “Life Is A Minestrone” desnuda ya desde el título esa convicción, pero muy pronto quedó claro que la llave para abrir esa puerta era, en realidad, una balada épica que Eric Stewart había imaginado después de una intensa conversación con su pareja: ella le reprochaba que no le diga “te quiero” con más frecuencia, él argumentaba que repetir constantemente la frase devaluaba su significado. Ese fue el germen de una canción de amor titulada -una vez más la ironía- “No estoy enamorado” (“I’m Not In Love”), el gran tema de un proyecto musical singular y polimorfo en el que pueden rastrearse algunas influencias decisivas (el glam, Queen, Zappa, el enciclopedismo kitsch de la Electric Light Orchestra, la ambición orquestal de los Beatles) pero también una inclinación indisimulable por un pastiche sonoro francamente dadaísta condimentado con country, reggae, música disco, varieté, ópera, soft metal, armonías vocales al estilo de los Beach Boys, rumba y mucho más.10cc no necesitó un George Martin para ordenar su aventura musical: ellos mismos oficiaban de productores de esa música pop colorida y sorprendente que bien escuchada es un mundo a descubrir.
“I’m Not in Love” fue originalmente, en su versión primigenia, una bossa nova, sí. Pero su sonido y su estilo dieron un vuelco importante una vez que Stewart llevó el tema a la sala de ensayo para mostrárselo a sus compañeros. A Lol Creme y Kevin Godley el tema les pareció directamente un despropósito, tanto que la primera toma -con sus aires brasileños- hoy es inhallable: se usó la cinta donde había sido registrada para otra grabación.
¿Un hit en la basura?
Más leyendas urbanas, ahora en torno a esta canción: se supone que cuando ya estaba a punto de olvidarse del tema, Stewart escuchó de pasada cómo algunos empleados del estudio donde habían grabado la primera versión de “I’m Not In Love” (incluyendo una secretaria) tarareaban la melodía. ¿Será cierta esta historia? Sería una pena que no lo fuera, pero tampoco importa demasiado. Lo cierto es que la banda le dio una segunda oportunidad a la canción, desechando la idea de la bossa y sometiéndola a un proceso de experimentación sonora que pretendía acercarla al barroquismo de “Marionette”, un tema de Mott the Hoople que de hecho podría pensarse como antecedente clave para “Bohemian Rhapsody”. La determinación más fuerte tuvo que ver con la grabación de las voces: el objetivo era llevar a cabo un arreglo coral que hoy en día podría facilitarse con el empleo de sintetizadores pero que en los 70 era más complicado. Se consiguió usando varias voces superpuestas de los integrantes de la banda (el ya mencionado overdubbing), una posibilidad abierta por la grabadora de veinticuatro pistas. Se usaban varias tomas vocales de una misma nota (Do, supongamos) en diferentes escalas, un proceso muy detallado que implicó muchísimas horas de trabajo en estudio para ir calibrando el volumen de cada pista. El efecto se podía haber logrado con un arreglo de cuerdas, pero el de 10cc no era un proyecto comercial al uso: su manual de procedimientos estaba más cerca del que utilizan los músicos experimentales. Más datos que afirman esa voluntad de invención permanente: una de las voces que aparece en ese enjambre delicioso que proyecta a la canción hacia el infinito es la de Kathy Redfern, la secretaria que tarareaba la melodía de la primera versión fallida.
Cuando apareció The Original Soundtrack, “I’m Not In Love” ni siquiera rankeaba como posible single. Roy Wood (músico de Wizzard, The Move y Electric Light Orchestra) fue uno de los que quedó especialmente impresionado con el planteo sonoro de la canción. Era en aquellos años una institución de la escena británica y produjo con sus comentarios una ola de opiniones favorables que desembocó en el interés de la BBC para rotarla en su prestigiosa programación. Aun así, cuando el tema fue lanzado finalmente como segundo single del nuevo disco de 10CC y ya eran muchísimas las radios interesadas en programarla, hubo un detalle más que le agregó un giro a una historia llena de alternativas: todos pensaban que una versión sin el fragmento central de tintes levemente psicodélicos donde aparece la voz de la secretaria era mejor para la difusión, pero con el paso del tiempo fueron los propios oyentes de las emisoras los que empezaron a exigir la canción completa, con sus más de seis minutos de duración. El formidable éxito del tema no impulsó la carrera del grupo, como hubiera sido lógico: casi en simultáneo con la explosión de “I’m Not In Love”, las diferencias de criterio entre los miembros de 10CC se radicalizaron. El siguiente disco del grupo, How Dare You! (1976) no funcionó como se esperaba en Estados Unidos y de ahí en más hubo algunos momentos de brillo en la producción posterior -tanto Deceptive Bends (1977) como Bloody Tourists (1978) tienen varias buenas canciones-, pero 10CC nunca llegaría tan alto como con su gran hit de 1975.
Considerado como una especie de científico loco de los estudios de grabación, Eric Stewart fue convocado en los 80 por Paul McCartney para que colabore con él en la escritura y producción de canciones y trabajó codo a codo en los discos Tug of War (1982), Pipes of Peace (1983), Give My Regards to Broad Street (1984) y Press to Play (1986). Hasta que un día tuvo la mala idea de proponer que McCartney grabe de nuevo unas voces que Paul pensaba que estaban bien. La respuesta del exbeatle fue un interrogante lapidario: “¿Y vos cuándo escribiste tu último número uno?”. Stewart recordó que hacía mucho, allá por 1975, cuando creó una canción que pasó por muchísimas vicisitudes y marcó a fuego su historia y la de 10CC, y sin que nadie se lo pidiera expresamente se retiró del lugar.
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