Il Trovatore regresa al Colón con un póquer de voces líricas que incluyen a la estrella rusa Anna Netrebko
El título verdiano se hizo por última vez en el Teatro Colón en 2000 con el tenor Darío Volonté; a partir de hoy se presenta en cuatro funciones en formato de concierto semi escenificado
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Junto con Rigoletto y La Traviata, la ópera Il Trovatore es una de las tres composiciones que forman la así llamada “trilogía popular” de Giuseppe Verdi. Con su debut en Roma en 1853, el compositor promediaba su célebre ciclo en un breve lapso de tiempo y a partir de una propia idea original (basada en el drama español El trovador, escrito por Antonio García Gutiérrez, con libreto de Salvatore Cammarano completado por su asistente, el napolitano Leone Bardare, a la muerte de aquel), conseguía otro triunfo de esa infalible intuición para elegir temas, personajes y argumentos. Es así que, en virtud del nivel de cantantes que requiere esta obra maestra, se suele decir que Il Trovatore precisa de cuatro voces excepcionales —las mejores del mundo—, y cuatro en lugar de las tres que normalmente conforman los melodramas clásicos. Comenzando por el personaje de Leonora, que debe exhibir desde un canto ágil y etéreo lleno de trinos y adornos en el inicio, a una expresión profundamente dramática e intensa pasando por todos los registros hacia el final de la obra.
Y es justamente por sus atributos musicales y la cantidad de momentos inolvidables que ofrece la partitura, que se trata de una de las creaciones más frecuentadas de las programaciones líricas. El Colón, luego de una insólita ausencia de veintitrés años, incorpora el título con cuatro funciones en la presente temporada en una versión de concierto semi escenificado, con un elenco de primer orden para el cuarteto protagónico. Dicho elenco está encabezado por la pareja emblemática de la ópera actual —la virtuosa soprano rusa Anna Netrebko, la más absoluta prima donna de la actualidad, y su esposo, el tenor azerbaiyano Yusif Eyvazov como los enamorados Leonora y Manrico—; la notable mezzosoprano Olesya Petrova, también rusa, como la gitana Azucena, y el sobresaliente barítono argentino Fabián Veloz, como el conde de Luna; el Coro Estable a cargo de Miguel Martínez y la Orquesta del Teatro Colón bajo la batuta del director italiano Giacomo Sagripanti, radicado en Praga y titular de la Ópera de Tiflis en Georgia.
El tema del amor y la venganza
El gran tema, el motor que conduce al desenlace de este dama en cuatro actos que se desarrolla en España en 1413, no es la típica historia del amor romántico con duelos y muertes (que también están presente con todos los ribetes de la tragedia: el amor entre el tenor Manrico -militar y trovador, prometido de la soprano Leonora, dama de la princesa de Aragón, en un triángulo amoroso con el barítono que se interpone, el celoso conde de Luna, también enamorado de ella), sino la sed de venganza de la gitana Azucena, supuesta madre que ha criado a Manrico como hijo propio, poseída por una obsesión cuya satisfacción final no tiene miramiento ni para su propio dolor.
La historia cuenta que la madre de Azucena había sido enviada a la hoguera acusada de maleficio por el viejo conde, a causa de una enfermedad que padecía el menor de sus hijos. En represalia, Azucena raptó a ese niño y con él en sus manos regresó a la pira donde había sido sacrificada su madre. Allí encendió el fuego y en la desesperación, en lugar de arrojar a las llamas al niño de sangre noble, arrojó a su propio hijo.
Desde ese complejo punto de partida, el libreto fue la gran cuestión del Trovatore pues implicaba un desafío enorme el pasaje de la obra literaria (repleta de personajes secundarios y saltos de tiempos) a la obra lírica. A diferencia de la literatura, donde el autor narra los hechos y el lector los imagina, el arte lírico vive del recurso de la representación, esto es: un arte donde la acción “sucede” y el espectador “ve”. De manera que, cuando el principal problema de la pieza reside en la dificultad de mostrar los sucesos del drama y esa dificultad se resuelve mediante la narración (como ocurre en Trovatore, que necesita del prólogo donde un soldado cuenta los acontecimientos que explicarán la acción y a lo largo de la obra se suceden las arias narrativas que explican lo sucedido durante el tiempo imaginario entre las escenas), lograr que la ópera se mantenga en pie y atrape al público, implica un reto superlativo, digno de una pluma musical como la de Verdi.
Cammarano emprendió esa labor y la mejor comprobación del resultado es su éxito sostenido en el tiempo, más allá de que toda la bibliografía sobre el título hace la salvedad de que la historia es inverosímil y el libreto, demasiado intrincado y confuso. Murió una semana después de escribir los versos de “Quella pira”, la célebre cabaletta del tenor convertida en el fragmento más famoso de la ópera y una página palpitante con frases a la vez líricas y de fuerza que culminan en la triunfal llamada de Manrico en el siempre esperado do de pecho. “La gente dice que esta ópera es demasiado triste y que hay demasiadas muertes en ella —escribió Verdi en una carta a su amiga, la condesa Maffei—. Al fin de cuentas, la muerte es todo lo que hay en la vida. ¿O hay acaso algo más?”
Fabián Veloz, el protagonista argentino de un gran elenco
“El Conde de Luna es un rol maravilloso —describe el destacado barítono Fabián Veloz, egresado del Instituto de Arte del Colón—. Desde lo vocal es difícil de afrontar por el uso del registro agudo, con las típicas melodías bellas que Verdi escribió para el barítono y una línea belcantista de una belleza extraordinaria, donde se trabaja mucho con la tesitura aguda que requiere un cuidado especial y un control permanente para no ‘desbocarse’. Allí está la dificultad—señala—. Y en el hecho de que en todo momento hay que tener presente que se trata de un rol del belcanto y no del verismo.”
Con una trayectoria internacional que lo distingue en escenarios importantes (a continuación de este Trovatore se presentará en el Met de Nueva York para participar de una producción de Un ballo in maschera y La forza del destino), Veloz se cuenta entre los cantantes argentinos más notables de su generación. De los grandes roles verdianos que comprenden el repertorio para su cuerda, Veloz ya cantó en el pasado el emblemático Conde, papel cuyo momento culminante, la romanza del segundo acto “Il balen del suo sorriso” no solo demanda esa bella línea que mencionaba, sino también un legato y expresividad convincente para mostrar la otra cara del personaje y sus afectos. “Canté el Conde hace bastante tiempo —comenta— pero retomarlo y volver a ‘ponerlo en gola’, me exige un redescubrimiento ¿Cómo se hace eso? Volviendo a la vieja partitura y reescribiendo cada una de las indicaciones de antaño, ubicando las respiraciones y entendiendo los motivos por los cuales se pusieron allí, intentando pautas nuevas para dar otro ímpetu a la interpretación. En ese sentido —agrega—, hemos trabajado musicalmente a fondo con el maestro Sagripanti en las dinámicas de las pausas y las respiraciones.”
En versión de concierto con las voces en primer plano
Un aspecto más que relevante es el formato en que será presentado el drama. La ópera, entendida como una forma de arte total (con sus caracterizaciones, vestuarios, decorados, coreografías y demás elementos escenográficos que dan vida y expresión a la trama), contiene la realización teatral como una herramienta constitutiva del género. En este caso, en que Il Trovatore se ofrecerá en versión de concierto semi escenificado (con entradas y salidas, una mínima interacción entre los personajes y pocos elementos abstractos que darán marco y clima a la historia), Veloz comenta lo siguiente respecto de la exposición de los cantantes: “El hecho de que prescindamos de las distracciones escénicas de los movimientos y la escenografía, nos exige la enorme cautela de considerar que el canto estará expuesto, completamente y todo el tiempo que dura la obra, en un gran primerísimo plano. Por eso me concentro en los detalles en que se puede sacar el máximo provecho del rol.”
“En otro sentido —reconoció—, a todos nos apena, como también al público, no contar con una representación tradicional de esta gran ópera, sobre todo cuando se la da después de tantos años de ausencia. Quizás, no lo sé, pero es probable que por las agendas de Anna y Yusif, ese sea el precio de tenerlos a ellos. Todos los teatros los quieren en sus programaciones de modo que, el hecho de que hoy canten aquí, significa una alegría. Yo ya tuve la experiencia con ellos en la Tosca del año pasado y puedo decir que son una pareja encantadora, con una energía en el escenario que es realmente muy impresionante. Lo que yo percibí con ella, con Anna Netrebko entrando al escenario ya no como Anna sino como el personaje que interpretaba, fue una energía avasalladora. Creo que será un Trovatore tan extraordinario en el plano musical —asegura el barítono—, que nos hará olvidar que en realidad estamos en un concierto.”
El último trovador, con Darío Volonté
Inexplicablemente han transcurrido más de dos décadas desde la última producción de la popular ópera verdiana en el Colón, cuando el gran tenor argentino, Darío Volonté, un trovador por antonomasia, encabezó el elenco en 2000.
Volonté venía de cantar el rol de Manrico en el Teatro Regio de Parma con un éxito tan extraordinario que le significó la grabación de un disco y la invitación de La Scala de Milán para cantar Tosca en la apertura de la temporada siguiente bajo la batuta de Riccardo Muti. Il Trovatore era su tercer título en el coliseo argentino, luego de un descomunal debut que hizo historia con la ópera Aurora de Panizza en 1999 y, en esa misma temporada, el reemplazo de Alfredo Kraus (fallecido en septiembre de ese año) en Lucia di Lammermoor.
“Recuerdo que ese Trovatore fue una producción muy conflictiva porque había problemas sindicales, huelgas, protestas, etc. Cantamos la primera función y se cancelaron las siguientes. Fue una pena —todavía se lamenta—, porque se había ensayado mucho, era una puesta moderna, la dirección orquestal y escénica estaban muy interesantes… pero el trabajo se vio empañado por situaciones que se vivían en el teatro. Para nosotros fue todo muy extraño. Más tarde se hizo la reprise, al final de la temporada, pero como yo ya tenía otros compromisos me quedé con esa sola función —recuerda el héroe de Malvinas y sobreviviente del Crucero General Belgrano en diálogo con LA NACION–.”
“Una inspiración importante para esta ópera a la que le guardo un afecto especial —explica con el conocimiento y la autoridad que le da el récord de 107 funciones del rol cantadas en todo el mundo—, fue Franco Bonisolli, gran tenor spinto, un véneto además ‘facherísimo’ que hacía el do de “La pira” hasta el final de la última nota de la orquesta. Fue uno de los mejores Manricos que hubo. A él traté de emularlo —cuenta con admiración—, buscando en mí, esa gallardía que veía en él y me resultaba asombrosa. No sabía que había pasado tanto tiempo sin que volviera a escucharse en el Colón una ópera tan querida y entrañable.”
Para agendar
Il trovatore, ópera en cuatro actos (1853) de Giuseppe Verdi, con libreto de Salvatore Cammarano. En versión semimontada. Con dirección musical de Giacomo Sagripanti, concepto escénico de Gabriel Caputo y puesta en espacio de Marina Mora. Elenco: Anna Netrebko, Yusif Eyvazov, Fabián Veloz y Olesya Petrova. Viernes 11, martes 15 y jueves 17, a las 20, y domingo 20, a las 17, en el Teatro Colón. Entradas desde 7000 pesos.
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