Il Divo y su música para ver
Recital de Il Divo. Con Carlos Marín (barítono), David Miller, Sebastien Izambard y Urs Buhler (tenores), grupo de piano, teclados, bajo, guitarras y batería, y orquesta de cuerdas de vientos. El viernes, en el Estadio Luna Park.
Nuestra opinión: regular
¿Los Nocheros ahora cantan en inglés, francés e italiano? No (todavía). Anteayer, en el Luna Park, no era el turno de los salteños Mario, Kike, Rubén y Alvaro sino de otro cuarteto mucho más famoso (por ahora).
Los cantantes de Il Divo fueron quienes llegaron hasta ese escenario el último viernes para repasar las canciones grabadas en sus álbumes. Cuatro intérpretes carilindos elegidos por casting que, inicialmente, se metieron en el mercado del crossover de la música clásica y la popular. Es decir: voces de la lírica (aunque aquí no suenen tan colocadas para la interpretación de ópera o lieder, por ejemplo) dedicadas al repertorio popular internacional, provisto de temas que en distintos momentos fueron grandes éxitos.
Los muchachos no cantan nada mal aunque tampoco se puede decir que son los mejores. En cuanto a imagen, hay que calificarlos como muy buenos. Son galanes de cuatro países (Carlos Marín, de España; David Miller, de Estados Unidos; Sabastien Izambard, de Francia, y Urs Buhler, de Suiza) que marcan un estilo basado en ese look más ligado al haute couture que al prêt-à-porter .
Hace menos de un lustro que entraron con éxito al mercado de la música. Llevan vendidos 15 millones de discos y el último año interpretaron el tema oficial del mundial de fútbol junto a la cantante Toni Braxton.
En el primer show en la Argentina, el español del grupo fue quien llevó la delantera. Aunque todos hablan varios idiomas (incluido el castellano) y se esfuerzan por llegar a su público con la mayor claridad posible, Carlos, el de eterna sonrisa y peinado de protagonista de publicidad de Martini, se ganó los suspiros de la platea muy rápidamente con su estampa de sex symbol latino. Fue así que terminó siendo el favorito de la audiencia.
Tan importante fue la respuesta del público que esa imperturbable y estudiada figura se sacó el almidón por un instante cuando, tras tantas ovaciones, al final del show largó un "Aunque quede un poco grosero: ¡Sois la hostia!". En ese momento no moderó el entusiasmo y ni el agradecimiento.
La música de Il Divo entró por los ojos. Y quien opine lo contrario debería imaginarse a ese cuarteto vocal integrado por cuatro jóvenes o señores que no se ajusten a lo que la sociedad actual pueda considerar como atractivo o bello. Si fuera así, otra sería la repercusión del grupo.
Pero Il Divo es lo que aquí se ve. Para las señoritas y señoras de entre 20 y 65 años, que fueron mayoría en el Luna Park, además de cantantes son tremendos galanes capaces de seducirlas durante casi dos horas de show. Se puede pensar, entonces, que por el efecto causado en ese segmento de público, Il Divo ofrece un muy buen show.
Claro que detrás del entretenimiento existe una pretensión artística. O debería existir. Porque lo que diferencia a este tipo de expresiones de otra clase de entretenimiento (los espectáculos deportivos, por ejemplo) es, justamente, el fin artístico. Y la verdad que a Il Divo no le vendría mal buscar la manera de superar todos esos estándares que cumplen con los requisitos básicos del entretenimiento.
El problema no es que ni siquiera se tomen la molestia de traer una escenografía para no utilizar un sobrio y aburrido telón negro de fondo. Podrían al menos elegir un repertorio más amplio o una manera de interpretar con algunas variantes. Si bien toman de aquí y de allá ("La vida sin amor", "All By Myself", "Every Time I Look at You", "Passera" o "My Way", "Nella Fantasia"), hacen versiones que adquieren la forma de una sola y somnífera balada de casi dos horas.
Además, los arreglos vocales no son arriesgados ni novedosos. Y cuando las cuatro voces intentan deslumbrar en finales con todo el caudal de gargantas, el empaste no es el más agradable por el choque de vibratos (en las grabaciones, afortunadamente, no es tan evidente).
El acompañamiento musical tampoco sale de los cánones habituales. Así se desarrolla un cancionero que ya es familiar para gran parte de las asistentes a los conciertos de esta gira.
En su primera presentación en Buenos Aires, antes de los bises, el norteamericano Miller tuvo la mejor voluntad para los saludos. Lamentablemente no le salieron como estaban previstos. "Ahora es el momento de despertirnos", dijo. En vez de: despedirnos... ¿O habrá querido decir despertarnos?
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