Además, el cantante cuenta cómo es la relación con sus compañeros de banda
Es uno de sus días libres en medio de The Long Goodbye Tour, la gira de Deep Purple que viene recorriendo América y Europa en 65 fechas, y el legendario cantante Ian Gillan responde a la llamada de Rolling Stone desde Portugal. Le pregunto si está viviendo allí, como había leído. “¡Bueno, si está en los diarios, entonces debe ser cierto!”, contesta con su ironía característica. Y continúa: “Lo siento, ¡pensé que vivía en Inglaterra!”. Luego aclara que, efectivamente, tiene una casa en Portugal, y que también pasa bastante tiempo allí.
La banda viene de editar su vigésimo disco de estudio, Infinite, y llegará a Argentina para tocar el 6 de diciembre en el Hipódromo de Palermo, junto a Lynyrd Skynyrd y Tesla. Durante la entrevista, el frontman mantiene esa actitud de tipo franco, sin veleidades de estrella, que casi no puede creer su buena suerte. Pero anuncia que éste es el fin de uno de los monstruos sagrados del rock, al menos en lo que respecta a giras mundiales.
El título de la gira habla de una “larga despedida”. ¿Es su retiro definitivo de los shows internacionales?
Sí, ése es el plan al menos, hacer una última gran gira. Estamos un poco viejos, es tiempo de parar.
El último disco de Deep Purple fue muy bien recibido, Infinite. ¿Cómo lo definirías?
Creo que es una progresión natural con respecto al anterior, Now What?!. Para mí es Deep Purple en estado puro. Hay mucho humor allí, mucha dinámica y texturas. Algunos lo definirían como hard-rock progresivo. Creo que el sonido es increíble. Hace ya algunos años que tuvimos la suerte de conseguir a Bob Ezrin, un productor que nos ayudó muchísimo. No sólo con la producción del sonido, sino con la disciplina en la etapa de la composición, y también con la organización de los arreglos. Infinite anduvo muy bien, es el álbum más exitoso para Deep Purple desde 1973.
Me sorprendió su cover de “Roadhouse Blues”. ¿Sos fan de los Doors?
No, fue un accidente. Estábamos zapando en el estudio, alguien empezó el tema, yo agarré mis armónicas, y quedó grabada, desgraciadamente (risas). Al productor le gustó, y decidieron ponerla en el disco. No es una canción que yo hubiera elegido, pero tampoco estoy en contra.
Se habla de Purple, Led Zeppelin y Black Sabbath como de la Santísima Trinidad del origen del heavy metal. ¿Estás de acuerdo?
En lo personal, no me resulta muy interesante. Es una de esas definiciones que se le ocurren a alguien, la escribe, y se transforma en un hecho. Lo único que puedo decir acerca de Zeppelin y Sabbath es que son grandes bandas, y crecimos al mismo tiempo, pero son completamente diferentes. Sabbath era pura música rock, y Zeppelin estaba basado en el blues. En Deep Purple había una diversidad de influencias: (el organista de jazz) Jimmy Smith, Beethoven, Chopin, Ella Fitzgerald, Cliff Bennett and the Rebel Rousers, Bob Dylan. Lo que teníamos en común es que éramos todos jóvenes, usábamos el pelo largo, y tocábamos jodidamente fuerte.
Tu primer período con Deep Purple, con los álbumes In Rock (1970), Fireball (1971) y Machine Head (1972) fue increíblemente creativo. ¿Cómo recordás esa época?
Hubo una revolución tecnológica que fue tan importante como la música. Todo estaba cambiando rápidamente, en la amplificación, en los estudios de grabación. Jim Marshall, el tipo que inventó los amplificadores Marshall, vivía al lado de mi casa. Estábamos rompiendo todas las reglas, las formas tradicionales de hacer música, las performances, los promotores, los sellos discográficos. No había límites. Cada gira era una oportunidad de empezar de nuevo, con ideas excitantes. La química humana dentro de la banda era fantástica, y creó una atmósfera maravillosa, muy prolífica. Fue una gran aventura.
¿Cómo es tu relación actual con los miembros de Deep Purple?
No mezclamos. Durante la mitad del año estamos de gira, y cuando terminamos, me vuelvo a casa. No hablo con los tipos del grupo, no tenemos relación social, vivimos lejos unos de otros. Yo tengo amigos que son trabajadores sociales, maestros de escuela, comerciantes, políticos, pero no músicos.
¿Cuáles son tus planes para el futuro, cuando esta última gira termine?
Creo que voy a sentarme al lado de la pileta, o mirar la temporada de críquet, ver cantar a mi hija (Grace Gillan), pasar tiempo con mis amigos, ponerme al día con las cosas que estoy escribiendo, sobre ciencia, religión, montones de cosas que me han fascinado a través del tiempo.
¿Vas a continuar con tu carrera solista?
Hice una gira como solista el año pasado, con una gran orquesta y banda, estuvo buenísimo, así que podría repetirlo. No lo sé. En este momento estoy disfrutando la vida, y no he pensado mucho en el futuro. No soy muy ambicioso, hago lo que me place.
Si tuvieras que nombrar tus tres discos favoritos de Deep Purple, ¿cuáles serían?
Si me preguntás mañana, podría darte una respuesta diferente, porque la música no es algo tallado en piedra. Pero para responderte diría In Rock, porque fue el primero y fue una revolución, para nosotros y para la industria. En segundo lugar estaría Fireball, porque mostró otro lado de Deep Purple, el soul, el funk y el blues, en oposición al rock & roll explosivo, porque el grupo es más que eso. Y el tercero sería el último, Infinite, estoy muy feliz con ese disco.
Es curioso que no incluyas a Machine Head, el clásico que la mayoría asocia con Purple.
¡Ponelo en tu lista, entonces! (risas).
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