Homenaje a la gran Jeannette
Conciertos del mediodía del Mozarteum Argentino / Intérpretes: Trío Alberto Williams, conformado por: Antonio Formaro (piano), Nicolás Favero (violín) y Siro Bellisomi (violonchelo) / Programa: Trío para piano y cuerdas Op 90, de Piotr Ilich Tchaikovsky / Sala: Teatro Gran Rex.
Nuestra opinión: muy bueno
El reciente fallecimiento de Jeannette Arata de Erize, brillante mecenas de la vida musical de Buenos Aires, de vida esplendorosa de infinita nobleza y fundadora del prestigioso Mozarteum Argentino, debía recibir un postrer homenaje en el ciclo de Conciertos del Mediodía, acaso una de las contribuciones más amadas por ella. En este caso, con un programa especial para homenajearla con los sonidos, la materia que construye el arte de la música en el corto tiempo de su percepción auditiva.
Y el destino y la casualidad determinaron que, a continuación del sensible y sobrio recordatorioa cargo de su hijo, Luis Alberto Erize, y del profundo silencio del público que colmó la platea del Gran Rex, el programa se escuchara con particular unción. Muchos, seguramente, habrán meditado sobre la maravillosa contribución concretada por ella, no sólo en la capital de la República, sino también en las filiales que el Mozarteum organizó en numerosas ciudades, en las que han actuado músicos y conjuntos de prestigio internacional, tanto nacionales como extranjeros.
El concierto en cuestión, conformado por una única pero maravillosa composición, resultó ideal para rendirle homenaje a Jeannette: se trata del Trío para piano y cuerdas Op. 90 , de Tchaikovsky, que fuera dedicado y bautizado de puño y letra por el autor, "A la memoria de un gran artista", seguramente haciendo referencia a Nikolai Rubinstein, hermano menor del destacado Anton Rubinstein, como bien señala Claudia Guzmán en su magnífico comentario impreso en el programa de mano.
La versión ofrecida por el trío estuvo encuadrada con muy buen criterio estético interpretativo, ya que el pianista Antonio Formaro se destacó por la claridad de su técnica y la mesura del sonido, con lo cual se amalgamó en equilibrio con la sobriedad del violinista Nicolás Favero y la buena sonoridad del violonchelista Siro Bellisono.
Del mismo modo y muy bien enfocada fue la mirada interpretativa de la composición a partir del clima melancólico logrado en el Pezzo elegiaco del primer movimiento, y la seguridad con que el conjunto encaró el Tema con variaciones que sería el segundo, y en especial en el desarrollo de la famosa Variazione finale e coda , que constituye en sí misma algo así como un movimiento de sonata de muy compleja y brillante elaboración, que se desvanece lentamente en un clima de sollozos, como si fuera casi una sugerida marcha fúnebre. El unánime aplauso de los asistentes fue inmediato, pudiendo observar a muchos subyugados y conmovidos. Pero como es costumbre a la hora de duración de los conciertos del ciclo, el final había llegado puntual, y en ese caso, como se sabe, no es posible ningún agregado.
Una nueva propuesta se llevará a cabo mañana, con el protagonismo del talentoso pianista Tomás Allegre.
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