Hilda Lizarazu: “No todo lo moderno es lo mejor ante tanta instantaneidad”
Su nuevo disco se llama Antigua y lo presenta este jueves en Niceto Club; el recuerdo de Man Ray, sus días en la banda de Charly García, su decisión de vivir unos años en las sierras y el presente de mujer orquesta, en el que es su manager, su prensa, su artista
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Tanto desde el nombre como desde su portada, el último disco de Hilda Lizarazu invita al desconcierto. A tono con su título, la tapa de Antigua evoca el pasado, un retrato de la cantante a cargo de Alfie Baldo cuando ella tenía apenas 18 años. El contenido, sin embargo, va por un carril opuesto: al oficio con el que Lizarazu aborda la canción pop desde hace más de tres décadas ahora se suma un pulso electrónico que atraviesa el disco, tanto en la invitación al baile como en los momentos de introspección. “Es un oxímoron. Soy una persona totalmente contradictoria, eso también encierra el ecléctico personajes que puedo ser desde lo independiente”, dice luego de rebautizarse como “indie Lizarazu”.
La publicación del disco en plataformas digitales es también una nueva confirmación de una carrera sostenida desde hace más de una década desde Díscola Discos, su propia trinchera alejada de las multinacionales. Ahí, en el balance entre la autogestión y un legado que abarca su carrera solista, su tiempo al frente de Man Ray y su participación en la banda de Charly García, Lizarazu encontró un lugar acorde a su propia historia. “Está la cultura joven, la urbana y yo sigo estando ahí. No hago ni tango ni folklore, hago pop después de largas décadas transitando la música joven, pero ya no siéndolo. El título del disco es como reivindicar un poco lo antiguo de las cosas, dándole un valor. No todo lo moderno es lo mejor ante tanta instantaneidad”, asegura sobre el disco que presentará formalmente este jueves 1 de septiembre en Niceto Club (Niceto Vega 5510).
-Es además tu primer disco sin soporte físico...
-Tiene un costado nostálgico que no es el que elijo, pero comercialmente me funciona más, que es hacer un poco de merch, que es lo que estoy haciendo: libretas y tote bags para que las personas a las que les gusta lo que hago tengan algo mío. Además, la mayoría de los oyentes ya no tiene dispositivos compactos. Está el mundo del vinilo, que es un mundo mucho más pequeño y de mayor inversión, si se quiere. Es verdad que tardé en tomar la decisión de no hacer disco físico, pero me salía mucha guita que me parece que no tenía mucho sentido. Era mejor mantenerse en lo intangible, no soy nostálgica. Lo pensé varias veces, mis amigos me decían “Ay, no, ¿Cómo vas a hacer?”. Vamos a lo pragmático, la música está, es intangible. Antigua es mi primer disco que no existe.
-Irónicamente, a pesar del título, es un disco poco antiguo, con bastante pop electrónico...
-En eso tiene mucho que ver Fede Melioli. Llevamos 18 años tocando juntos: salimos del formato banda pop y estamos en una situación de libertad más como si fuera una cosa de DJ, y eso nos permite ir a un montón de lugares que en otros momentos no podíamos. Hicimos toda una gira europea de esa forma y la verdad es que somos como hermanos musicales. Desde ese formato pasamos las canciones poperas de mi primera etapa y algunas canciones de Man Ray y de otros autores y compositores y eso nos fue llevando a un sonido más bailable. Entonces, las nuevas canciones empezaron como a surgir desde ese lugar, como desde una mirada más bailable, porque la intención estuvo desde el vamos.
-Tiene sentido entonces que la presentación sea en un espacio como Niceto, que es también una discoteca.
-Sí, no es que haga música para bailar como en el show de un DJ, pero hay momentos. Yo siempre fui muy ecléctica, vengo de la escuela del rock y del pop y me gusta bailar y también me gusta escuchar algo como “Sola en los bares”. Lo de Niceto fue una convocatoria de ellos, yo no lo había pensado. Me llamaron cuando estaba con el disco recién salido y dije que sí. Me habían llamado de un teatro también y estoy medio en el límite. No estoy yendo a discotecas en mi vida, no elijo ir a bailar porque ya bailé bastante, pero sí me gusta que la gente baile sin limitaciones si quiere hacerlo.
-Aunque el disco no tiene soporte físico, hay muchos detalles que lo hacen más que una suma de canciones. El cierre, con la versión de “Pasajera en trance”, se entrelaza con el de “Te reís”, y el sonido de los pájaros atraviesa el álbum...
-Cada disco es como una foto de una época, un reflejo de un momento de tu vida. Si las canciones van concatenadas, a mí me gusta cuando eso ocurre, hay como una cierta conceptualidad que puede ser desde lo lírico o desde lo instrumental. Me encanta meterme en esas sutilezas, que solo son chistes internos o como diarios personales. En el disco Futuro perfecto metí una pasionaria, que es una de mis flores favoritas y la intercalé entre temas y usé mucho las palabras pasado, presente y futuro.
-Cuando terminaste Man Ray decidiste irte a vivir a las sierras, en Córdoba. ¿Necesitabas ese reseteo?
-Fue una decisión muy importante para mi vida y fue un hito. Dejé Man Ray, había estado haciendo canciones y girando 12 años consecutivos, mientras tanto también había estado con Los Enfermeros, con Charly García. Fueron doce años de laburo constante hasta que se terminaba el último disco, Larga distancia, que fue en el 99. Yo ya estaba sintiendo una cierta opacidad en el oficio y yo quiero ser lo más sincera posible dentro de mis posibilidades. Si vos estás arriba de un escenario y no la estás pasando del todo bien, hay que patear el tablero, y es lo que hice. Fue una decisión muy importante para mí porque era salir del candelero e irme al medio del monte. Y en esa decisión de salir de la ciudad de Buenos Aires y meterme en el interior del interior, apareció Mía Folino, mi hija, y eso me abrió otro universo hermoso que tiene que ver con la maternidad. Yo cumplí el sueño de muchos que dicen “cómo me iría de esta ciudad”, y pude resurgir, porque no sabía que iba a volver a continuar laburando y siendo parte de la industria musical. Yo me fui a Córdoba pensando: “Ya está, me voy a dedicar otra cosa”.
-En la canción “Mis amigxs incondicionales” usás el término “sentipensante”...
-La aprendí de Eduardo Galeano y él de un pescador colombiano. Leí esa nota y pensé: “Qué buena palabra, yo la quiero incluir en una canción”. Podés sentir o pensar, pero el sentipensante es como un equilibrio perfecto. Están relacionados la mente y el espíritu, es todo uno. No sé si otras veces descarté por no sentir o pensar que algo no me gustaba, pero ahora lo que sí sé es que las canciones que pongo y elijo son los sabores que me gustan y son distintos todos. No es lo mismo “Primero de enero” que “Canción para cantar de a dos”, son totalmente distintas, pero yo las canto y me las sentipienso. Yo quiero que las cosas que hago me den felicidad. Si se me empieza a fruncir el ceño, ya no me interesa, porque la competencia es con uno mismo. Yo miro y escucho lo que hago hoy, y no me creo ni una genia ni nada, pero me divierto cuando me escucho. Antes cuando era más pendeja no me bancaba escuchar mi voz, ahora es como que me reconozco y digo: “Esta soy yo”.
-¿En qué momento te amigaste?
-Con los años. Yo empecé a cantar porque me encantaba la música. Nunca me imaginé que ser cantante era una profesión, yo iba a ser fotógrafa, que era como “la” profesión con salida laboral. Nunca imaginé que cantando iba a poder armar mi propia economía y que iba a tener una interacción comercial. Ahora que soy mi propia manager y mi productora ejecutiva tengo que defender a mi artista. Y bueno, lo aprendí. Es más laburo, porque viste que el arte tiene como ese mito de: “No, ¿cómo va a cobrar?” Bueno, depende. Toco gratis en una escuela rural o en la villa 1.11.14, pero si me vas a llamar de otro lugar no voy a ir gratis. Hay que saber crecer y envejecer. Cuidate y disfrutá. Yo voy por ahí, entiendo la diferencia de cómo cambia el cuerpo. Si no aceptás eso, hacelo porque es inexorable e inevitable, y hermoso también. Mi voz está muy bien, nunca dejé una técnica vocal que hago dos veces por semana hace mucho tiempo, y siento que está como tonificada y bien en su lugar. Canto mucho más segura y en las mismas tonalidades. Cuando tenga 70 veré.
-Incluso en los momentos de mayor difusión de Man Ray, te manejaste por fuera de la maquinaria de la industria. ¿Cómo se logra mantener ese camino por tantos años?
-Yo siempre estuve fuera del marketing, porque lo que hago tiene contenido. Queda un poco soberbio que yo lo diga, pero es así. La canción prevalece porque es buena. Yo como música tengo que apoyarme en eso, en tratar de hacer una buena canción, una mejor canción. Luego, si lo logro o no, ese es mi trabajo. ¿Y qué significa lograrlo? Que hay un montón de gente a la que le gusta esa canción sin que haya una compañía detrás poniendo plata para que la pasen. En el caso de Man Ray fue así, esas canciones sonaron por su propio peso y estuvo buenísimo. Ahora estoy como Hilda Lizarazu y no estoy sonando de la misma forma, pero es tiempo de que suenen otros. Yo sigo en mi camino girando en formato dúo por el país, feliz, con un volumen de exposición menor, pero es el que puedo manejar desde mi camino indie. No quisiera enfrentarme a situaciones grandes.
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