Si el mundo cabe en una canción, Hilda Lizarazu ya tiene su propio sistema solar orbitando en torno a La génesis, un ambicioso proyecto que recopila catorce composiciones fundacionales del rock argentino a partir de nuevos arreglos, detalles sutiles y un acertado sentido de la apropiación. "Me interesa que la interpretación tenga sentimiento, que sea fiel a la melodía, pero que también sea original", dice la voz de varios clásicos de Los Twist y de todos los éxitos de Man Ray. En su primer trabajo solista dedicado íntegramente a recrear canciones ajenas, Hilda eligió un repertorio no tan revisitado y esquivó los lugares comunes del tributo oportunista. Aquí brilla con total naturalidad junto a tres productores afilados: Lito Vitale (su actual pareja), Juan Belvis y Luciano Vitale, sobrino e hijo del ex M.I.A., respectivamente, arropan a la cantante en una escenografía de cuerdas, pianos y secuencias. El resultado es sorprendente. Su diáfano color vocal se adueña de tesoros ocultos de Arco Iris, Gabriela, Tanguito, Sui Géneris y Pedro y Pablo, y temas más conocidos –pero con nuevas lecturas– de Spinetta, Litto Nebbia, Manal, Aquelarre, David Lebón y Moris.
Las canciones elegidas forman parte del período inicial del rock argentino (1968-1973). ¿Por qué abarcaste una época no tan conocida por las nuevas generaciones?
Sinceramente, no hubo premeditación con respecto al público. Tampoco se habló de ponerse en un lugar "didáctico", pero en cierto modo lo es. El comienzo del rock dejó una marca indeleble en la "inmensa minoría" de la población, de la que siento que soy parte. Aquella que disfrutaba de esa contracultura, esa poética que une la música y el lirismo. Para mí, no hubiera tenido sentido cantar un tema de los 80. Este disco no propone algo comercial, sino que muestra a la sociedad argentina de aquel momento, con lo maravilloso y siniestro de los 60 y 70. Las canciones fueron elegidas de acuerdo a cómo resuenan en el presente.
¿La inclusión de "Voy a dejar esta casa, papá", de Gabriela, y "Adónde irás, camalotal", de Arco Iris, tuvo algún significado especial?
En mi condición de dama rockera me gustaba la idea de hacer un tema de Gabriela, y por suerte logramos incluirla con una impronta muy rockera y similar a lo que debe haber sido la sesión original de ese primer álbum del 72. Me encanta cómo quedó: potente. Grabamos todos juntos en simultáneo, y eso es lo que suena. "Adónde irás, camalotal" fue una sugerencia de Eduardo Tapia, y me pareció hermosa. Tiene un solo de bandoneón de Eliseo Tapia que quedó fantástico. Es muy climática e íntima.
¿Cómo vencieron la tentación de incluir algún hit de Los Gatos, Almendra o Manal?
Nos encanta esquivar lugares comunes. El disco y el proyecto fueron tomados desde un lugar de culto artístico, lejos de la obviedad. Evidentemente, como muy bien lo muestra la tapa –una foto de Fernando Samalea, quien también participa en el disco–, "los genesianos" somos todos medio raritos, medio plateados, osados y reflectivos...
Estás comprometida con la causa del cupo femenino en festivales. ¿Qué tan posible ves modificar décadas de desigualdad en un ambiente que se supone progresista y plural?
Me parece increíble que la ley ya esté en el Senado de la Nación y que todavía no haya salido, pero creo que pronto va a ocurrir. Parece que la única forma de modificar la desigualdad de género es a través de una ley de cupo, de otra manera no ocurriría. Por eso es tan necesario impulsar esta iniciativa: para que dentro de la música también haya más equidad y mujeres en los escenarios.
¿Qué significa para vos conducir La bella y la bestia en Radio Nacional junto a Lito Vitale?
Disfruto de la radio, del aire y del éter. La bella y la bestia es otro espacio donde puedo difundir temas de mujeres que no suenan en otros lugares. Con Lito nos complementamos en el éter, en el agua y en la tierra.
En más de 30 años de trayectoria artística, ¿alguna vez sufriste discriminación o maltrato?
Afortunadamente, no tuve inconvenientes de índole de género. Siempre recibí de mis colegas mucho respeto y me conecté con ellos desde un lugar artístico. Con el público, alguna vez me encontré con algún "subnormal" que me tiró una moneda, pero nunca me lo tomé como algo personal o genérico, lo relaciono más con un acto de una persona que no tiene discernimiento ni la conciencia de pensar que arrojar una moneda al escenario es un acto de vandalismo.
¿Cómo surgió la idea de editar tus últimos trabajos a través de tu propio sello independiente?
Díscola Discos arrancó en 2004 con Gabinete de curiosidades, que lo hice todo de manera independiente pero luego lo terminó editando Popart. "Díscola" significa ser desobediente, rebelarse. A partir de Las vueltas de la vida, mis discos salieron a través de mi sello. Es mucho más laburo personal, pero con las dimensiones que abarco no pretendo hacer un gran negocio. Me interesa más el intercambio: cada vez que toco, voy con mis discos, y eso me da un trato más directo con el público. Hecho y entregado por el artista. Es un laburo artesanal que me da mucha alegría.
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