Hernán Cattaneo: sunsetstrip, cumpleaños, Ciudad Universitaria de decorado y 30.000 almas que bailaron hasta la medianoche
Más de 15.000 personas por día reunió el DJ en dos fechas en Ciudad Universitaria; los amantes de la electrónica volvieron a disfrutar a cielo abierto
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Este sábado Hernán Cattaneo cumplió 58 años. Algunos dedican su vida a soñar su fiesta perfecta y, probablemente, el DJ argentino la haya tenido anteayer, en la primera de las dos fechas de su ya clásico sunsetstrip. El segundo capítulo transcurrió ayer y en la misma locación: el campo de deportes de Ciudad Universitaria.
El escenario devuelve multiplicada la figura del DJ. Una pirámide de luces protege la figura central, la del médium que propone “una experiencia”, como se suele decir para explicar aquello que resulta difícil de explicar. Desde las 18.30 y hasta la medianoche -o un poco más también-, Cattaneo conducirá a 15.000 personas por día sin hacer nada más que pasar música. Su estilo es el progressive house (house progresivo), que necesita de varias horas -mientras más mejor- para crear climas y la sensación siempre ascendente de que se va subiendo una pendiente. A diferencia de la pirotecnia de los DJ popstars, él no necesita revolear uno de sus brazos, alzar los dos, arengar al público desde un micrófono, revolear una bandera... bueno, ya saben, algunos de esos tantos artilugios de quienes necesitan tener a la gente siempre “arriba”.
Su música refleja su personalidad. Un tipo tranquilo que se sabe seguro de si mismo, de su arte y de su “producto”. La idea es musicalizar el atardecer, el momento mismo en el que el sol empieza a despedirse para darle lugar a la noche del sábado, la más hipnótica y simbólica de toda la semana.
Mientras comienza su faena, un público amplio en edades y estilos no detiene su ingreso a Ciudad Universitaria desde las 15 y hasta bien entradas las 20. Mucho glitter, mucho glam, mucha osadía en algunos looks que se roban todas las miradas y esos accesorios infaltables en este tipo de eventos: los anteojos de sol. Su uso no se limita a la parte diurna de la fiesta, claro que no; su uso casi que es obligatorio en este tipo de eventos. Como las aguas minerales, que se venden de a 8, de a 10, ¡de a 12! A diferencia de, por ejemplo, un festival de rock, aquí el agua compite palmo a palmo con el auspiciante del encuentro, la cerveza Corona. Incluso nos animaríamos a decir que lleva la delantera y deja por detrás a la “birra” y a los tragos con energizante, champagne y demás bebidas.
La trayectoria de Hernán Cattaneo es tan progresiva como la música que ejecuta. Este mediador (el mensaje no es él) que hizo sus primeros “palotes” en el club Italiano de Caballito y en la disco Cinema, empezó a ganar notoriedad a mediados de los 90 en Pachá. Pero no desde los comienzos de la disco, sino una vez que El Cielo, “el” boliche de los primeros 90 pasó de moda. De ahí en adelante le sucederían residencias en las principales discos de Ibiza, Londres y Liverpool, una amistad con el pinchadiscos número uno por aquellos días, Paul Oakenfold y años después no sólo la inclusión en el top ten de la publicación especializada DJ Mag sino también el top one. Pero si algo le faltaba para la consagración definitiva era lo que todo artista popular busca en este país: llegar al Teatro Colón.
En 2018, Cattaneo no sólo se convirtió en el primer DJ en llegar al Colón sino que rápidamente acalló las voces que criticaban lo que aún no habían visto. En el marco de un ciclo de música popular ejecutada con el acompañamiento de una orquesta y con voces invitadas, propuso un viaje por la historia de la música electrónica que no sólo dejó cuatro noches mágicas en el primer coliseo argentino, sino que se expandió a un concierto multitudinario al aire libre. Desde ese momento, este fanático de Boca adquirió el rango de “festival de un solo hombre”. Aquellos primeros sunset de Punta del Este se transformaron en un formato que permitía condensar lo mejor de un festival de música alrededor de su figura.
Así, volvemos al sábado en Ciudad Universitaria, a los espacios bien señalizadas para comprar bebidas o comidas, al ticket con una consumición gratuita de agua que le daban a cada uno de los asistentes, pero también a los puestos de hidratación diseminados tanto en el campo común como en el vip, a las filas de baños químicos y a esa puesta en escena que no reparó en gastos. Periódicamente, sobre el techo del escenario y sobre la cabeza de todos nosotros, sobrevolaban rasantes aviones con la “excusa” de aterrizar en Aeroparque. Más allá de bromas, y al estilo alemán, resulta un buen recurso apropiarse de las posibilidades del entorno. Además de apostar a juegos de luces y efectos, como un enorme dragón que parece salido de Game of Thrones y que escolta al DJ ya en el tramo final de su performance. Un arquitecto. Eso es Cattaneo. Un arquitecto capaz de diseñar un gran sábado a la medida de treinta mil almas danzantes.
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