Hernán Cattaneo: “La industria nunca te va a cuidar, y eso en cualquier rubro”
Aunque ya quedó viejo hace dos meses, el cartel que anuncia una fiesta electrónica en Punta del Este para recibir el año es imponente. Fondo rosa, letras negras y una ubicación estratégica en la avenida Dorrego. Apenas lo ve, Hernán Cattaneo dice: "Esto en otra época era impensado". Resulta extraño: ¿el DJ más importante de la Argentina y que hoy toca para 15.000 personas en el Campo Argentino de Polo con entradas agotadas, habla de su época como algo que ya pasó? Definitivamente no. En su caso, mirar hacia atrás funciona menos como un "Todo tiempo pasado fue mejor" que como un tener bien presente las raíces. En términos de popularidad, de prestigio y vigencia, el tiempo de Cattaneo es este tiempo.
Ahora. Millones de reproducciones en las plataformas de streaming, giras por todo el mundo, lugar de privilegio en todos los festivales, sponsors... todo eso forma parte de su rutina, de su día a día.
Entonces, recordar aquellos años en los que las fiestas electrónicas no tenían ningún tipo de promoción; en los que el DJ eran menos que el RRPP del boliche; en los que las cabinas estaban a un costado y apenas unos pocos (muy pocos) entendidos sabían el nombre de la persona que durante horas se encargaba de hacerlos bailar es el ejercicio que le permite a Hernán Cattaneo mantener los pies sobre la tierra. Repetirse a sí mismo que los números y el éxito son realidades circunstanciales y no conviene consumir sus mieles en exceso. "Todavía me acuerdo de estar en Pacha y que hubiera 30 personas y estar con la incertidumbre de si te iban a volver a llamar al otro fin de semana", cuenta. "Al día de hoy me sorprendo con lo que me pasa y lo valoro, nunca lo doy por sentado porque esos años pasaron pero no hace mucho como para que no lo recuerde".
De aquellos inicios, Cattaneo, que está a punto de cumplir 55 años, también recuerda sus primeros pasos como DJ en Savage, una discoteca de Villa Gesell con una cabina a oscuras de un metro cuadrado ubicada al final de la barra, al lado de los trapos y demás productos de limpieza. "En esa época nadie nos miraba, excepto mis 20 amigos, recién entre el 93 y el 94 nuestros nombres empezaron a aparecer en las tarjetas del boliche, hasta ese momento no había un culto de ir a bailar a un lugar determinado porque tocaba tal o cual DJ". Incluso la transición duró más de un lustro, y no fue recién hasta el año 2000, con las fiestas en Clubland, que por primera vez los DJ pasaron a ser parte de lo que define como el "epicentro" de la noche y las fiestas. Y aunque al poco tiempo se fue a vivir a Inglaterra previa gira mundial con Paul Oakenfold –el primer mega-DJ de la música electrónica– nunca dejó de tener presente aquellos años de bandejas que fallaban y realidades underground.
"Eso y estar bien rodeado es clave", afirma. "Hay muchas posibilidades de doblar para el lado equivocado. Para sostenerte tenés que tener cuatro cosas: talento, trabajar durísimo, suerte para estar en el lugar indicado en el momento justo y familia y amigos que te peguen un cachetazo para que no te la creas". Para Cattaneo, que siempre se mantuvo al margen de las polémicas y supo construir una carrera en armonía con la exposición y la popularidad, el ejemplo de Avicii, el DJ sueco que se suicidó a los 28 años en 2018, sirve como triste enseñanza de lo que puede pasarle a una estrella cuando no está bien rodeada. "Era un artista súper talentoso, trabajador y capaz, pero muy mal rodeado. Yo no lo conocía de cerca, no era amigo ni sabía de su interna, pero cuando salió el documental lo hablé con Nick Warren y dijimos: ‘Este pibe va a terminal mal’, y al poco tiempo se suicidó. Si ves el documental no entendés cómo dejaron que eso suceda, a los 21 años estaba en el hospital con pancreatitis y tenía un grupo de amigos que lo único que querían era subirse al avión privado a tomar cerveza y el manager quería que facturara lo más posible. A ese documental lo mostraría en secundario para que los chicos vean qué te pasa si estas mal rodeado, por más talentoso que seas".
–La industria no va a hacer nada por vos.
–La industria nunca te va a cuidar, y eso es en cualquier rubro. Podés tener un buen manager, pero no podés confiar en te toque eso. Por eso hay que estar bien rodeado yo no puedo llegar a mi casa en mal estado y que mi hija me abra la puerta y me vea así, cualquier cosa de esas te hace pensar dos o tres veces antes de mandarte una. Hay un montón de cosas buenas en esto de hacer lo que te gusta, pero tenés que saber jugar. Es la misma industria que me da todo esto, los discos, el éxito... pero cuidado con esto. Ahí es donde uno tiene que ser más maduro.
–¿Musicalmente sentís que también estás en una etapa de madurez, de reconocer que ya tenés un estilo propio y reconocible?
–Como ser humano amante de la música, si miro para atrás, veo que en mis primeros años de escuchar música con mis hermanas mayores hay un montón de denominadores comunes: nada muy violento, que sea música larga, hipnótica... Me gustaban los discos y canciones de Pink Floyd y Led Zeppelin que duraban todo el lado del disco. Lo mismo con las películas, me gustan Scorsese y Tarantino, expresiones en la que lo único no es el final, sino todo el recorrido. Me encanta la música en el cine, hay un componente dentro mío de ese tipo de cosas, ahora me doy cuenta de por qué me gustaba tal canción de los Beatles y no tal otra.
–Es un poco la dinámica de los sets de progressive house.
–Exacto, esa es la música que me representa, es una forma de poner la música mas que un tipo de música particular. En mi set hay muchos estilos, lo progresivo tiene que ver con la forma en la que armo el repertorio. A nivel estilo se trata de arrancar suave ir subiendo algo más moody, siempre melódico y con groove, nunca violento. Es un desarrollo te va metiendo, es "la plancha" como le dicen mis fans argentinos. Está bueno que eso se reconozca porque los que van a verme buscan eso y el que no va también sabe que es lo que no quiere. Hay certezas y eso está bueno siempre. Al tener un carrera larga como la que tengo yo, ya no buscás sorprender a nadie, tenés un sonido que te gusta y afortunadamente tenés suficiente gente a la que le gusta. Podés estar ahí sin comprometer tu sonido ni especular para qué lado va a ir la moda.
–Volvés a tocar en el Campo de Polo a la tarde después de la polémica por el volumen el año pasado. ¿Cómo se piensa un show de música electrónica al aire libre y de día?
-Primero que nada, lo del volumen siempre está muy controlado. En un set de más de cuatro horas, el año pasado nos pasamos del límite apenas durante dos minutos del show, y tocamos siempre a un volumen menor que el de muchos recitales de rock, por ejemplo. Tanto yo como la productora y la gente con la que pienso mis presentaciones estamos muy atentos a eso. Con respecto al show, es una dinámica que vengo trabajando hace como siete años. Es salirse un poco del esquema tradicional de la música electrónica, que generalmente se asocia a la noche y la tecnología. Acá se trata de aprovecha el pasto y el aire libre, funciona muy bien con la música que me gusta, que es más tranquila. En el Campo de Polo hay mucho espacio para que la gente esté bien cómoda, siento que son todas cosas a favor.
–¿Notás que hubo un cambio en la estructura de las fiestas electrónicas en la Argentina después de Time Warp?
–Como toda tragedia, la de Time Warp dejó un montón de lecciones, yo vi un montón de avances y aprendizajes de todos los involucrados: las productoras, la seguridad, la gente de municipalidad... todos han mostrado una lógica evolución después de lo que paso. Los eventos en los que yo he participado en los últimos tres años han estado acordes a los estándares internacionales. Hay una concientización más fuerte respecto del comportamiento, las cosas que se pueden hacer para prevenir y el control de daños. Me gusta que se hable más del tema, que haya puestos de información y de hidratación que antes no había. Durante un tiempo no se hablaba y el nivel de hipocresía era muy grande. Porque ya no se trata de discutir si está bien drogarse o no, se trata de entender que existe una realidad, que los chicos se drogan, entonces tenemos que ver cómo hacemos para que no se mueran.
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