Dua Lipa dijo la frase más graciosa de los Grammy de este año, apenas después de ganar el premio a la Mejor Artista Nueva. Tras mencionar a todas las otras nominadas mujeres, Dua bromeó: "¡Parece que este año dimos un paso al frente!". Era la primera vez en toda la noche en que alguien se animaba a mencionar la gran controversia de la noche, cuando el presidente de los Grammy, Neil Portnow, sugirió que las mujeres del mundo de la música tenían que "dar un paso al frente" para estar a su nivel. Hubo algo deliciosamente sádico en el modo en el que Dua dio vuelta el cuchillo. Pero el golpe de los Grammy de anoche se transformó en una celebración de artistas mujeres de todo el mapa musical, desde Kacey Musgraves, ganadora del Disco del Año, hasta leyendas como Diana Ross y Dolly Parton. Como cuando la conductora Alicia Keys le preguntó a Michelle Obama al principio: "¿Quién dirige el mundo?".
No, Beyoncé no apareció. Tampoco Ariana Grande, quien se bajó de los Grammy la semana pasada, ni Lorde, que no pudo cantar el año pasado. Tampoco Taylor Swift, quien tuvo el disco más vendido del año pasado con Reputation, pero recibió la misma cantidad de nominaciones que los Grateful Dead o The Alan Parsons Project, y sabiamente descartó esta fiestucha para salir en Londres y hacer su papel de reina americana en otra ceremonia de premios. Pero los Grammy fueron para Dolly, Cardi, Camila, Kacey, Gaga, Dua, Janelle y Miss Ross.
La noche estuvo repleta de momentos musicales memorables, que es todo lo que importa en los Grammy. Sí, ya sé que a ustedes les gusta ponerse bienpensantes cada año con quién se lleva los trofeos, pero también sé, con seguridad, que la semana que viene ya no se van a acordar ni les va a importar, mientras que todos nos iremos a la tumba recordando el tremendo show de Gaga en "Shallow". Se puso absolutamente glam-punk, pavoneándose y tirando patadas con un traje brillante absurdo, más allá del límite de la gloria, zambulléndose en lo profundo. Dios, cómo extrañaba a la Gaga. En lugar de dejar que algún tipo cantara la intro de Bradley Cooper, Gaga la cantó ella con su voz estilo Jo Calderone, terminado con esa enfermiza mirada lasciva a la cámara. Como diría Halsey: "¡Qué genial!".
Para la comedia estuvo Jennifer Lopez, quien ofreció una de las peores interpretaciones en la historia de los Grammy. Su seguidilla de Motown disparó recuerdos horrorosos de Sanjaya en la Semana de Diana Ross en American Idol. Ver un desastre tamaño Jackson Maine como este en los Grammy me hizo rogar que Andrew Dice Clay apareciera en el escenario para llevársela a una ducha fría. ¿Cómo pasó esto? Diana Ross estaba ahí. También Smokey Robinson. Y Ashanti y Bob Newhart y Weird Al Yankovic, todos los cuales estaban mejor preparados para cantar "Papa Was a Rolling Stone" en televisión en vivo. Qué manera de tratar los mejores clásicos americanos. (Supongo que podríamos decir que fue un "tributo", del mismo modo que el Imperio Romano homenajeó a Cartago). Smokey merece una reversión. Pero reconozcamos a J.Lo: es un logro llevarse el premio a la Más Discapacitada Vocalmente en un show que incluyó la zapada de Red Hot Chilli Peppers con Post Malone.
Alicia Keys estuvo a la altura de la ocasión como si fuera un ejército de madres fumonas, en un grupo muy Rhoda Morgenstern. Alicia actuó algo aturdida, especialmente cuando se sentó al piano y dijo: "Quiero darles la bienvenida al Club Keys". Hizo un medley disperso de sus temas preferidos -"Ojalá los hubiera compuesto yo"-, entre standards ("Killing Me Softly", "Unforgettable") y "Clocks", de Coldplay, "Use Somebody", de Kings of Leon, y "Boo’d Up", de Ella Mai. Desafortunadamente, terminó con la canción más monótona que jamás haya escrito, la de la "concrete jungle wet dream tomato", pero el medley demostró que es la nueva Billy Crystal -¿quizás el año que viene el programa entero sean seis horas de Club Keys?-.
Dolly Parton se robó la noche -¿pero cómo podría haber sido de otro modo?-. Cada segundo del tributo a Dolly fue excelente. Los BTS en el público, bailando y cantando "Jolene". Kacey Musgraves disparando "Here You Come Again" con su peluca preferida estilo Loretta en 1975. Miley Cyrus y Maren Morris sumándose a Dolly para una versión desgarradora y maravillosa de "After the Gold Rush", de Neil Young, censurando la parte de "drogarse" (no era una edición muy típica de Miley, pero Miley es Miley) en lo que pareció una elegía para la fallecida Pegi Young.
Diana Ross hizo un medley de diva absoluta de dos baladas que nadie pareció reconocer, metiéndose entre el público para cantarle directamente a su antiguo mentor de Motown, Berry Gordy, y una avalancha de discursos inspiradores. "¡Juntas no tenemos límites! ¡No hay límites! El futuro es sólo de éxito, ¡y ustedes van a guiar el camino! ¡Aprendan! ¡Sueñen! ¡Abran nuevas puertas! ¡Todo es posible, con la música y con ustedes!". Al final gritó: "¡Feliz cumpleaños a mí! ¡Feliz cumpleaños a mí!". Faltan 43 días para el cumpleaños de la Señorita Ross (26 de marzo). Hagan una reverencia. Yo planeo pasar el cumpleaños de Diana Ross escribiéndole una carta de disculpas de parte del pueblo americano por permitir que ocurriera ese medley de J. Lo. Le fallamos a la Señorita Ross, todos.
Travis Scott tocó con una remera de la gira de Rush, demostrando que es un New World Man cuyo cerebro no está a la venta para ningún dios ni gobierno. ¿Es lo más cerca que estuvo Rush de un Grammy de verdad? Es posible -brindo por los premios brillantes y los interminables compromisos que destruyen la ilusión de la integridad-. Travis tocó en una jaula e inevitablemente evocó a 21 Savage, aunque parecía más la mise-en-scène del video de "Rock You Like a Hurricane", de Scorpions. Travis hizo "Stop Trying to Be God" (con James Blake y Earth Wind & Fire) antes de disparar "No Bystanders". "Sicko Mode" siempre me hace acordar a "Cygnus X-1 Book II: Hemispheres", pero quizás Travis es más fan de Geddy de lo que cualquiera hubiera pensado.
A la gente le gusta quejarse de las colaboraciones sorpresa típicas de los Grammy, porque necesitamos cosas de las que quejarnos, pero sería difícil seguir haciendo esas quejas después del duelo Dua Lipa/St. Vincent, un golpe brillante para ambas artistas, y uno que sólo podría haberse dado en los Grammy. Hicieron "Masseducation", de Vincent, y "One Kiss", de Dua, junto con un fragmento de "Respect" de Aretha. Fue una versión estilo grrrl-punk de David Bowie felando la guitarra de Mick Ronson. En alguna parte, Bowie estaba llorando lágrimas de placer.
Kacey cantó "Rainbow" en modo Plaza Sésamo, no necesariamente un momento destacado de Golden Hour, con el que merecidamente ganó el Disco del Año, pero las canciones sobre arcoiris tienden a evocar ranas. Camila Cabello hizo una fastuosa "Havana", invitando a Young Thug, J. Balvin y Ricky Martin, quien se transformó en una sensación de la noche a la mañana hace 20 años cuando se robó los Grammy de 1999 con "La Copa de la Vida". Cardi B hizo una "Money" fantástica, vestida como Prince en Under the Cherry Moon. Cuando ganó Mejor Disco de Rap, bromeó: "Quizás necesito empezar a fumar porro". (¿Quizás Alicia te puede pasar un contacto?). Brandi Carlile hizo "The Joke", el momento más emotivamente Springsteenesco de la noche, mientras que Janelle Monae rockeó en "Make Me Feel".
Casi nadie mencionó a 21 Savage, lo cual fue shockeante -especialmente considerando que aparece en el Disco y Canción del Año, "This Is America", de Childish Gambino-. 21 iba a tocar en los Grammy hasta hace una semana, cuando lo lanzaron en un centro de detención de inmigrantes en Georgia. Pero sus colegas no dijeron su nombre, ni siquiera en los discursos donde la gente balbuceaba "No sé lo que decir". Ni siquiera su amigo Drake. La excepción fue el productor sueco de Childish, Ludwig Göransson, quien simplemente dijo: "21 Savage debería estar acá", y lo cortaron con la música de salida.
Quizás Ariana se negó a participar, pero su nuevo disco no paraba de aparecer en las publicidades de la transmisión, así que logró ser como los Statler y Waldorf del programa desde la distancia. Kevin Richardson, de los Backstreet Boys, estuvo en el lugar. Eve y Swizz Beats presentaron juntos, un reencuentro emotivo de la clase de Ruff Ryders del ‘99, aunque desafortunadamente ninguno se acordó de saludar a DMX, quien acaba de volver a la calle como un hombre libre tras estar en la cárcel un año por fraude impositivo. Black Sabbath y George Clinton recibieron premios a la trayectoria -una pena que no hayamos escuchado a J.Lo cantar "Symptom of the Universe"-. Neil Portnow, el Mr. Punks Step Up to Get Beat Down, se regaló un homenaje por su retiro que duró seis veces más que el tiempo que cantó Smokey Robinson, con un video con testimonios lacrimógenos y todo. Hey, debe ser un tipo genial -¿o alguna vez Celine Dion se confundió?-
El loop de In Memoriam fue conmovedor, aunque se olvidaron de Pete Shelley, de los Buzzcocks. (Maldición, yo no me había enterado de lo de Otis Rush ni de Barbara Alston, de The Crystals -que en paz descansen ambos-). El gran Wah Wah Watson fue evocado a través del sonido de su guitarra en "Love’s Theme", de la Barry White’s Love Unlimited Orchestra, el rechino sexual de un colchón más escandaloso de la época de la música disco. El momento de In Memoriam terminó, por supuesto, con Aretha Franklin. En los Grammy de 1998, cuando Pavarotti se agarró una angina y no pudo cantar, Aretha ocupó su lugar y cantó "Nessun Dorma", el aria de Puccini, con 20 minutos de preparación. Sin ensayar, sin calentar, sin problemas. Esa es una leyenda que va a seguir inspirando a artistas y fans para siempre. ¿Quién dirige el mundo?
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