Gorillaz: la fiesta antes del apocalipsis
La formación liderada por Damon Albarn tocó por primera vez en la Argentina en el Festival BUE, que más tarde tuvo que ser parcialmente suspendido por una fuerte tormenta
En un escenario apocalíptico y con alerta meteorológica que hizo que los horarios del BUE parecieran bipolares -cambiaron al menos 3 veces durante la jornada-: Gorillaz logró combatir las inclemencias del tiempo. Tocó durante hora y media sin que cayera una sola gota del cielo, que por momentos parecía ser el fondo de pantalla de Murdoc, 2-D, Russel y Noodles, los personajes animados creados por el socio de Albarn, Jamie Hewlett, que en 2001 cambiaron el paradigma de la música pop.
Damon Albarn ya no se esconde detrás de 2-D para decepción de aquellos que esperaban ver un despliegue de imágenes y muñecos. Gorillaz ya pasó la etapa en que sus shows no contaban con gente de carne y hueso, ahora la banda es una banda como todas las bandas y los personajes pueden verse en la pantalla central. A pesar de haber visitado la Argentina en varias oportunidades, esta es la primera vez que el también cantante de Blur lo hace con esta formación. Por eso es que la expectativa recorre a los treintañeros que se dejaron seducir por los samplers, las fusiones de géneros y las colaboraciones que el británico impuso y popularizó (hoy podría decirse, viralizó), como lo hacía en ese tiempo, gracias a la fuerza de MTV en lo que serían los últimos coletazos de los canales musicales. El mundo cambió y las lógicas del mercado aún más y, luego de seis años de ausencia, llegó Humanz,- el quinto álbum de estudio-. Un disco donde Albarn le pidió a sus colaboradores que pensaran en un mundo donde Donald Trump fuera el presidente. Esto sucedió antes de que -como si él hubiese sido un adivino y hubiera recibido una suerte de oráculo- el magnate se convirtiera en el primer mandatario de los Estados Unidos. Y más allá de que en las letras no hay una referencia explícita, están inspiradas en este posible futuro no tan lejano, donde el escenario parece el de una fiesta terminal. Porque más allá de su costado crítico y pesimista, en el mensaje de Albarn existe esperanza.
Los primeros acordes de "M1A1" seguida por "Last Living Souls" dieron inicio al show, en el que repasarían gran parte de la discografía de la banda y recién a mitad de camino aparecería el primero de los temas del álbum que están presentando (un poco de dub con "Saturnz Barz"). Pasadas las 20, tres horas antes de lo que estaba previsto, Albarn y su increíble banda -integrada por Mike Smith, en teclados; Jeff Wootton, en guitarra; Seye Adelekan, en el bajo; Gabriel Wallace y Karl Vanden Bossche, en batería y percusión; Jesse Hackett, en teclados y seis impecables coristas, que le dieron matices a cada tema- se apoderaron del Heineken Stage. Mientras que en las primeras canciones, el vocalista tomaría protagonismo, alternando voz con la melódica (en "Tomorrow Comes Today") y hasta sumaría un megáfono, a lo Scott Weiland, poniéndole un poco de distorsión, más tarde le daría lugar a sus secuaces. Pero antes haría algunas aproximaciones al público cantando al borde de la valla, aunque el cable del micrófono complicaba bastante a los guardias que intentaban que Albarn no se enredara.
Los hologramas con los colaboradores no hicieron falta esta vez: gran parte de los músicos -en su mayoría con raíces del hip hop- que se unieron al proyecto de Albarn viajaron con él. El frontman, que muchas veces ha definido la experiencia de Gorillaz como un "chamanismo virtual animado", dejaría a su seleccionado de lujo poner sus bases de roots, soul y rap. Durante la noche, el escenario sería compartido: nada de divismo, si bien Albarn es el amo y señor, todos sus colaboradores también lo son. Hubo bloques en los que el vocalista quedó atrás manejando la orquesta desde las sombras y dando paso al rapero Vince Staples quien retrató la discriminación racial en los Estados Unidos en "Ascension". El californiano ya había demostrado todo su poder horas antes en el mismo escenario.
También fueron parte del show: Peven Everett, quien cantó el funk y house electrónico "Strobelite" y, más tarde, "Stylo"; Jamie Principle y Zebra Katz, quienes pusieron expresión y R’N’B con "Sex Murder Party", el tema que según Albarn escandalizó a su madre y está inspirado en un recorte de diario y De La Soul, quienes interpretaron "Superfast Jellyfis" y "Feel Good Inc.". Para terminar el bloque de invitados, Jehnny Beth hizo una imponente versión de "We Got The Power" y terminó cantando sobre las manos del público enardecido que se sumaba a esa oda de paz, en la que Noel Gallagher y Albarn trabajaron juntos y dieron por finalizada la pelea del brit-pop.
El frontman y encantador de masas volvió a indagar con "Clint Eastwood" ("Soy inútil, pero no por mucho tiempo. El futuro se acerca", dice en la letra). Antes había agradecido a la multitud: "Ustedes son lo máximo, en serio. Gracias por venir" y se había sumergido en su costado más existencialista con "On Melancholy Hil" y la distópica "Hong Kong".
Damon predijo lo que iba a suceder cuando a principios de los 2000 cruzaba el cómic y el anime y le daba a sus fantasías animadas vida en la virtualidad antes de que las redes sociales se expandieran. 16 años después sigue preocupado por lo mismo: el futuro, la destrucción del mundo a lo que suma un posible presidente que terminó asumiendo no en la ciencia ficción sino en la realidad. También la tormenta había sido predicha y a minutos de que Albarn y su banda multiestelar se fueran del escenario con "Don´t Get Lost in Heaven" y "Demon Days", los relámpagos y el cielo rosa dieron paso a una sucesión de gotas y viento que impidió que Major Lazer cerrara la noche en el escenario principal. Los altoparlantes invitaban a las 40 mil personas a retirarse y la gente caminó en busca de un techo a esperar que la tormenta cesara. Pero el pronóstico no era muy alentador. Así que no hubo mucha más opción que recibir el aguacero con los brazos abiertos o comprar las capas que vendían en los puestos de merchandasing (100 pesos cada una),
Algunos decidieron esperar en el Arena, el segundo escenario que estaba bajo techo, y fue así como, cuando parecía que todo había acabado, pudieron disfrutar de Los Reyes del Falsete, el aperitivo local, que al ver el lugar colmado de gente bromeó: "El 90% de ustedes no debe saber quienes somos".
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