Gorillaz: la banda “más misteriosa del mundo” que anticipó como nadie la intangibilidad del rock
En tiempos donde parecen brillar los NFTs y los recitales virtuales, la “familia animada” creada por Damon Albarn regresa al país para reencontrarse con el público porteño en la primera jornada del Quilmes Rock
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Ser una estrella de britpop en los 90 tenía algunas contras. Por supuesto que el éxito, el reconocimiento, las ventas por millones, las giras mundiales y el estado de gracia de un género que supo ser protagonista de la última década del siglo no es poco, pero la exposición y el desgaste tampoco eran menores.
Y a Damon Albarn, creador de Gorillaz, algo de eso le hizo ruido en su mente cuando en 1998 pergeñó, junto al artista visual Jamie Hewlett, una banda animada. El sueño de hacer música sin dar la cara, de despersonificar un grupo en el seno de la cultura rock (que había hecho de sus estrellas íconos visuales desde Elvis hasta Prince), podía ser posible si se planteaba una suerte de regreso a un fetiche asociado a la infancia: los dibujos animados.
Gorillaz, que tocará este sábado como atracción principal del Quilmes Rock, llegaba para “mostrarse” como una propuesta que aún hoy es novedosa. Ese mirar hacia atrás interior, sin embargo, le dio a Damon Albarn el aire fresco que necesitaba para plantear su proyecto más futurista.
Tan futurista que sus resignificaciones son válidas ante cada avance tecnológico o contexto social hoy, casi 25 años después. Como una suerte de pandilla post apocalíptica de parias cool, los personajes de Gorillaz (2-D, Murdoc Niddals, Noodles y Russell Hobbes) dan vida a una música que tiene tanto de rock alternativo como de hip hop, electrónica y art pop.
Sus ya siete discos de estudio, todos editados en este siglo, y en este milenio, dan cuenta de una búsqueda que de alguna u otra forma encuentra la vuelta para no quedar anclada en el tiempo y dar siempre un sonido más o menos novedoso y temas que ya tienen estatus de clásico, sea para la radio, la televisión o la pista de baile.
Entre lo rudimentario y lo moderno, Gorillaz irrumpió en la escena en 2001 con “Clint Eastwood” (como el director de cine). El primer adelanto de su primer disco, titulado igual que la banda, impactó por una melodía repetitiva y un beat rústico que fue tomado del preseteo Rock 1, el más básico del Suzuki Omnichord, una caja de ritmos y sonidos lanzada al mercado 20 años antes.
Con el agregado de una melódica aportando la melodía principal, los dibujos venían a plantear las dudas y dicotomías de un presente errante, recién salido del pánico por el Y2K, pero al que, ellos no lo sabían, le faltaba poco para enfrentar otro más carnal: el del atentado a las torres gemelas. En esa zona liminal del cambio de milenio, cantaban estos primeros versos: “No estoy feliz, me siento contento / Tengo rayos de sol en mi mochila / Soy un inútil pero no por mucho tiempo / El futuro está llegando”.
Como una marca para sentar también las bases de su ética estética el tema empezaba por donde empiezan los temas destinados a ser hits: por el estribillo. Porque eso también pinta no solo a los dibujos sino también a Damon Albarn, un hombre de mundo (el geográfico lo rastrea con sus cruces con la world music y los imaginados con Gorillaz) y un hit maker letal, capaz de hacerlo desde la enjundia guitarrera del britpop como de las bases del hip hop.
Aquel disco debut, estuvo repleto de futuros clásicos. Además del ya mencionado “Clint Eastwood”, se sumaban “19-2000″, para continuar con la temática (también problemática) del cambio de milenio, “Rock The House” y un último single titulado “Tomorrow comes today” (“Mañana viene ayer”) que remarcaba lo difuminadas que estaban las relaciones temporales en una sociedad y una cultura que apuntaba cada vez más a lo retro, con el rock, por ejemplo, agitando como gran novedad a los perfectos retro The Strokes.
Pero fiel a su estilo nómade, Damon Albarn fue encontrando otras distracciones a lo largo del siglo XXI entre los regresos de Blur, su proyecto solista, The Good The Bad & The Queen y Rocket Juice & The Moon.
Entonces Gorillaz se vio discontinuado en los años sucesivos. En 2020, Noodles, uno de los integrantes animados del grupo, que también suelen responder preguntas de manera virtual, decía: “¡Gorillaz es una familia! Obviamente hemos tenido muchas peleas a lo largo de los años, algunas denuncias de poca importancia y un ‘presunto’ intento de asesinato, pero lo que no te mata te hace más fuerte, ¿no es cierto? Los conflictos son la esencia de la vida. El metal se vuelve más resistente si le das martillazos, y lo mismo le pasa a Gorillaz”.
Pero Gorillaz no solo recibe martillazos, también los da. Y Demon Days, su segundo disco, editado en 2005, es tal vez su mejor trabajo hasta el momento. Un collage sonoro tan bien logrado que la revista Spin lo describió como “una expedición folk-disco-hip-hop-Afro-pop-punk”.
Si en aquel hit iniciático el protagonista de la canción afirmaba no estar feliz pero sí sentirse contento, acá parecían mantener la línea con el primer single del disco. “Feel Good inc” continúa desde el título esa idea de sensación de bienestar y alienación en un presente cada vez más marcado por las leyes del consumismo.
En sus quince tracks que cuenta con invitados de la talla de De La Soul y MF Doom, el disco muestra un avance hacia la depuración de un sonido cada vez más alto para la rotación y tan cercano al hip hop como le es posible a un inglés que vivió parte de su adolescencia enfocado en ser más popular que Oasis.
Aunque las siguientes entregas de Gorillaz marcaron un decaimiento progresivo en el impacto del grupo, la solidez compositiva de Albarn y el perfeccionamiento de los shows en vivo, que los tuvo debutando en la Argentina en 2017 como número principal del Festival BUE, hicieron que el grupo nunca perdiera vigencia ni seguidores.
A lo largo de estos años, se han sumado invitados como Elton John, Robert Smith y St. Vincent solo si se tiene en cuenta Song Machine, Season One: Strange Timez, la última entrega del grupo, a mitad de camino entre el álbum convencional y la playlist.
En el pasado más reciente, el mundo de la música vivió el boom de los shows virtuales durante la pandemia y la sociedad ve ahora como los NFTs son la nueva moda consumista. Gorillaz dio shows virtuales antes que nadie, y fue una banda “intangible” antes que ninguna otra. El futuro podrá ser o no radiante, pero es probable que a Gorillaz le sienta bien y de alguna manera ellos lo hayan prefigurado antes de que llegue.
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