La banda despidió el año a principios de junio para dedicarse a su próximo material. “Es un tiempo que necesitamos tomarnos después de muchísimos años de no dejar de tocar por todos lados”, dice el líder
“La vida es un eterno pasado. Todo el tiempo hay que estar construyendo futuro”, dice Germán Daffunchio. El 2 de junio en Comodoro Rivadavia, Chubut, Las Pelotas despidió el año aunque todavía faltan seis meses para que comience 2019. El plan de la banda para el segundo semestre es sentar las bases de lo que será su nuevo material de estudio. “Es un tiempo que necesitamos tomarnos después de muchísimos años de no dejar de tocar por todos lados. Va a ser la primera vez que vamos a encarar un disco desde ese lugar. Nunca antes lo pudimos hacer. Siempre los hacemos entre shows y shows, viajes y demás”, asegura. Parar, pensar y escuchar los silencios parecen ser algunos de los conceptos que van a marcar esta etapa compositiva que tiene como objetivo entregar el sucesor de Brindando por nada (2016).
¿Qué se podría adelantar del material en el que están trabajando?
Tenemos un montón de cosas hechas que van para lugares inimaginables. Hay un tema que tiene que ver con la invasión de los americanos a Irak y toda esa historia de la búsqueda de las bombas que nunca encontraron y no existieron, pero que justificó la masacre de miles de personas y la toma del poder de todo el petróleo. El tema sigue siendo actual porque la masacre sigue.
¿Se vive como un riesgo dejar de tocar por tanto tiempo hoy en día?
Riesgo corríamos cuando teníamos hijos que alimentar y no teníamos absolutamente nada, y tenías que tocar donde sea y para la gente que había. Eso era riesgo. Actualmente, cuando vas creciendo me parece que lo más sabio es cada vez depender menos o tratar de ser lo más libre posible, porque en el fondo es una búsqueda de libertad del ser. Cada vez me conformo con menos. No me traumatizo por el hecho de decir: “qué voy hacer si dejo de tocar”. Al contrario, necesito dejar de tocar porque hay toda una revisión que tengo que hacer adentro mío para encontrar cosas. Queremos hacer un gran disco y estamos buscando formas distintas de composición. Cada disco tiene una vida. Desde el primero de Sumo hasta el último de Las Pelotas.
¿Esa búsqueda que están haciendo está planteada desde alguna estructura musical particular?
Tenemos nuestro corazón para que nos guíe y nuestras cabezas para censurar. Si digo que estamos tratando de entrar en una rama más soul, estaría mintiendo. Los temas históricos de Las Pelotas o de Sumo nacieron casi de un chiste. En el momento que lo estás haciendo te estás divirtiendo, después resulta que fue un súper hit. “Capitán América” es un ejemplo: con Tomás (Sussman) el día que lo compusimos, no podíamos terminar la frase de los ataques de risa que teníamos. Nos imaginábamos un montón de secuencias.
"Si digo que estamos tratando de entrar en una rama más soul, estaría mintiendo", dice Daffunchio. "Los temas históricos de Las Pelotas o de Sumo nacieron casi de un chiste."
Pensando en las conductas de consumo de la música actual y esa lógica de escuchar, tal vez, una o dos canciones ¿Se plantean un disco de formato clásico de once o más canciones?
La realidad va a muy alta velocidad porque las compañías cada vez tienen más productos para venderte. En los 90 era importantísimo para cualquier banda invertir diez mil dólares o lo que sea para hacer un video y que te pasen en los canales. Actualmente todo eso se fue a la recontra mierda. No existe más. Casualmente nuestro parate tiene que ver un poco con todo esto. Hay que ver de qué se trata todo este enigma porque por ahí conviene sacar simples.
Entre discos de estudio y los grabados en vivo, la suma da más de una docena. En cada uno de ellos, sobre todo los de estudio, hay una marca de época y hasta algunas canciones parecen vaticinar aspectos del presente. ¿Se podría pensar eso como una pequeña conquista a partir de algo conformado con música y letra?
La música es la terapia de toda mi vida. Si se agarra una lupa y se ven los temas tira fruta de Las Pelotas está todo lo que pasa actualmente. Sin embargo en ese momento uno los hacía con ganas de generar reacción y lo que menos generamos fue eso. La gente va para distintos lados. Uno piensa que estamos todos en el mismo lugar ideológicamente hablando, pero a lo sumo te entiende la gente que vibra y simpatiza con vos. Toda esa revolución que uno piensa que hace, se suma a esta cosa media épica que tiene el rock.
Sin embargo, sus letras parecen seguir guardando un costado importante para la crítica social.
Sí, son importantes las letras. Pero está eso que se llama público masivo o gran público. Uno trata de llegar a todo el mundo con lo que dice y no por sentirse importante sino por el hecho de poder llegar a todo el mundo. Pero la realidad es que lo que todo el mundo busca es otra cosa. La mayoría trata de vivir sin ver. Dame un par de tragos, algo para bailar, un par de pastillas y a la mierda.
¿Y qué rol tendría que asumir el rock?
En mi generación el rock fue una herramienta para salir a una sociedad que estaba acostumbrada a que te secuestren y te caguen a trompadas. No podías decir nada porque la policía te chupaba y te hacía pelota. Ibas a tocar y te llevaban preso todo el tiempo. Eso valió la pena para uno al menos. Si de algo estoy feliz es de que nunca me sentí cómplice. Pero el rol del rock no creo que sea ninguno, el rol lo tienen los grandes monopolios que dominan el mundo. El rock, actualmente más, es un gran entretenimiento.
¿Cuál sería la enseñanza o más bien el desafío que queda?
El gran desafío de las generaciones que vienen a este mundo está en ser libre. Hay que animarse a ser uno. Mostrar quién sos, qué pensas y de qué forma lo decís. El rock argentino tiene esa cosa maradoniana de la que Luca se reía mucho. Todos están en esa de “mirá cómo toco”, “mirá qué melodía te hago” o “qué loco que estoy”. Creo que tiene mucho más que ver con una posición ante la vida. El logro del artista es poder vivir de lo que está haciendo toda su vida. Las Pelotas nunca fue un grupo que trató de seguir una moda sino que trató de ser fiel a sí mismo, con la firme creencia de que la gente que siente como uno va a seguir viéndote. Y va mucho más allá de la edad, porque la tragedia humana es igual para todos sin importar la edad.
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