George Martin: adiós al mago de las consolas
Considerado el quinto Beatle, el productor fue quien firmó el primer contrato de la banda y acompañó toda su carrera
La historia que estaría en boca (en oídos) de todos comenzó con unas cintas que escuchó en 1962 y se extendió por el resto de su vida. Es que George Martin , el atildado productor inglés que falleció ayer, a los 90 años, se ganó con justicia el título de Quinto Beatle. "Dios lo bendiga", puso en Twitter Ringo Starr ayer a la madrugada al conocer la noticia; poco después, Paul McCartney afirmaba: "Fue como un segundo padre para mí".
Es que fue él quien le dio la primera oportunidad discográfica a la banda de Liverpool; el que luego los ayudó a redefinir su música y a convertir el estudio en un laboratorio; el que colaboró con su resurgimiento con la búsqueda "arqueológica" de los tres volúmenes de la Anthology y quien, ya en el siglo XXI, se ocupó de ese extraño collage sonoro que fue Love, la obra del Cirque du Soleil dedicada a la música de los Beatles.
Como otras veces en la historia de la música popular, fue casi un hecho fortuito el que los reunió y marcó no sólo el destino de ellos, sino también el de toda la música popular que vendría. En 1961 y 1962, fogueados en las intensas noches de Hamburgo y los agitados shows en The Cavern, los Beatles se habían hecho tiempo para grabar, luego de participar en el disco de Tony Sheridan, unos demos. Con ellos Brian Epstein, el disquero que se había convertido en su manager, recorrió los sellos discográficos. Todas fueron negativas (incluida aquella famosa de un ejecutivo de Decca que aseguró que los grupos de guitarra habían pasado de moda) hasta que golpearon la puerta adecuada. La de George Martin, que por entonces trabajaba en Parlophone, un pequeño subsello de EMI, y se había "especializado" en grabar discos de comediantes como Peter Sellers.
En su autobiografía, All You Need is Ears, Martin dice que esas cintas no lo impresionaron demasiado, que pensó que esas canciones que no entusiasmarían mucho a nadie. Pero algo más escuchó, algo a desarrollar, a revelar: "Un tipo de sonido poco común, una cierta crudeza con la que no se había encontrado antes. Y el hecho de que más de una persona cantara", define en sus memorias.
Martin decidió apostar una ficha y les propuso grabar otros temas. La banda, entonces integrada por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Pete Best, fue al estudio de Abbey Road para el encuentro decisivo. "Fue amor a primera vista. Simpatizamos de inmediato", dijo Martin, seguramente recordando la respuesta de George Harrison cuando, consultados sobre si algo no les gustaba, dijo: "Sí, tu corbata". Fue su sugerencia, también, la que precipitó la salida de Pete Best y la entrada de Ringo Starr, con la que se definiría la formación clásica, la del equilibrio perfecto.
El resto es historia. Primero, con aquellas vertiginosas sesiones en las que, con los equipos de entonces de cuatro canales y en mono, grabaron en un puñado de horas las canciones con las que conquistarían el mundo entero (todo Please Please Me fue registrado en un día). Rápidamente los músicos y el productor comenzaron además a buscar vueltas, trucos, a forzar los límites, a inventar lo que fuera para lograr lo que escuchaban en sus cabezas, en sus cinco cabezas. Cintas cortadas, pasadas al revés, aceleradas o retrasadas. Porque Martin era tanto el que no se inmutaba ante las "novedades" que ellos aportaban, a veces incluso por accidente (como el feedback de "I Feel Fine") como el que proponía directamente aportes de otro "palo" (como la orquestación de "Yesterday"), y el que hasta puso en algunos temas su piano ("In My Life") y compuso la música incidental de la película Yellow Submarine.
Una vez que los Beatles dejaron las presentaciones en vivo, en 1966, se transformó ya definitivamente en el Mago Blanco, el alquimista del estudio de grabación convertido por la banda en laboratorio de investigación sonora. "Vos podés hacerlo", le decían los músicos cuando se enfrentaban a algún dilema, como el que le planteó a Lennon "Strawberry Fields Forever" cuando quiso reunir dos tomas grabadas en distinta tonalidad.
"Trabajábamos sin ningún tipo de restricción y ellos comenzaron a ser más ambiciosos, más aventureros. También mi papel comenzó a ser más importante, porque necesitaban a alguien que pusiera en práctica lo que ellos estaban tratando de conseguir. Particularmente John, que no era en absoluto alguien práctico; tenía ideas muy ricas, pero necesitaba a alguien que pudiera entender su música y el manejo de un estudio para poder ponerlas en cintas. Esos tiempos fueron los mejores", dijo Martin a este diario en una entrevista a raíz del lanzamiento, en 1998, de In My Life, el disco que él dijo que sería el último, una colección de canciones de los Beatles interpretadas por otros músicos (Phil Collins, Jeff Beck y Celine Dion, entre otros) y actores como Robin Williams, Sean Connery, Jim Carrey y Goldie Hawn, volviendo a uno de sus viejos amores.
Para fines de los sesenta, por un momento las cosas se pusieron tensas. No le cayó nada bien cuando llamaron a Phil Spector para que agregara sus invenciones a los temas de Let It Be, pero la revancha llegó con Abbey Road, el último disco grabado por la banda (aunque el penúltimo en ser editado). Un algo así como "volvamos a los viejos tiempos" porque, ya se sabe, el amor que tomas es igual al amor que das.
Es cierto que su vida, su carrera, tuvo otros matices, otros hitos más allá de los Beatles, aunque la importancia de su trabajo con ellos eclipse todo lo demás. Fue productor de Kate Bush, Cilla Black, America, Cheap Trick, the Mahavishnu Orchestra y Celine Dion, entre otros. Y el productor de "Candle in the Wind", el tema que Elton John escribió para Lady Di, y se convirtió en una de las canciones más vendidas en la historia de la industria musical.
Se transformó, finalmente, en el gran custodio, desde las perillas y las consolas, del increíble legado de los Beatles. Porque no sólo participó en álbumes solistas de Paul McCartney y de Ringo Starr, sino que, sobre todo, estuvo en las ediciones de Live at the BBC y los tres volúmenes de Anthology. También, y acompañado por su hijo, que sigue su camino, ya que su oído ya acusaba el paso de los años, en el minucioso trabajo de Love.
"Ha habido cambios tecnológicos impresionantes. Pero la música debe seguir siendo creada en la misma forma en que se hizo siempre, y tiene que venir del corazón. Mucha computadora y tecnología no hace que la música sea mejor", fueron las sabias palabras con las que concluyó aquella entrevista de 1998.
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