George Garzone
Presentación de George Garzone / Músicos: Ricardo Cavalli en saxo tenor, Guillermo Romero en piano, Carlos Alvarez en contrabajo y Eloy Michelini en batería / Funciones: hoy, a las 21.30 en Thelonious, Salguero 1884 y el miércoles, a las 21, en Boris, Club de Jazz, Gorriti 5568
Nuestra opinión: muy bueno
Thelonious abrió sus puertas a uno de los saxofonistas de mayor originalidad e inspiración, el tenor George Garzone, que lideró un grupo casi de selección. En el primer concierto hicieron composiciones de John Coltrane y algo de música escrita por Garzone. Comenzaron con "Crescent"; tras la introducción a modo de himno, el grupo desembocó en un tema a medio tiempo, ágil y con una serie de cambios que le dieron a la melodía un suave zig-zag. El estilo de Garzone es envolvente; a lo largo de su solo construyó una nube atravesada por veloces relámpagos sonoros que le dieron momentos casi de apocalipsis.
Cavalli abrevó a lo largo de la noche en la misma fuente inspiradora: una mezcla de modernidad y tradición. El solo del tenor argentino fue una carta de presentación meritoria, con énfasis en dos aspectos centrales: mensaje y sentimiento.
A mitad del show, el quinteto lanzó "I Want to Talk About You", en la misma sintonía que Coltrane en su genial Coltrane Live at Birdland. Las interpretaciones de Garzone y Cavalli fueron magistrales. Durante este tema, Garzone trabajó con contrastes; así pasó de una expresividad intensa recortada por el duro filo de su sonido a pasajes de un bello lirismo. Ayudado por un dominio armónico casi sobrehumano, no perdió de vista la naturaleza melancólica de la composición y se sirvió de esa capacidad para generar una rica variedad de colores en sus diferentes coros.
Lo que pareció que iba ser una tour de forcé entre dos saxos tenores, resultó una creativa sociedad que sirvió para mostrar el permanente crecimiento de Cavalli como instrumentista. Sólido en sus ataques, sus solos mostraron una arquitectura madura y un sound que ya lleva firma reconocible. Romero, por su parte, utilizó con mucho criterio sus espacios y tuvo una actuación de dorada sobriedad; Michelini fue el interlocutor de Garzone; hubo pasajes adornados con "duelos" entre ambos; diálogos potentes de preguntas y respuestas con un pesado de rumor callejero.
Uno de los momentos más intensos fue con "Naima", un clásico de Coltrane embellecido en el escenario por la complementación de los tenores. El timbre de Garzone se volvió nasal y de una melancolía adorable. Su idea fue recortar el motivo melódico y llevarlo hacia una exploración armónica. Como pequeños dibujos recortados por su sonido seguro sin grandilocuencias que llegó profundo al ánimo del auditorio, que quedó como en estado hipnótico y del que salió a través de Cavalli, que puso otros acentos y una forma personal de desarrollar su solo, más sentimental y directo.