El músico adelanta el regreso de Los Abuelos de la Nada a un escenario porteño
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El próximo 27 de marzo, Los Abuelos de la Nada se presentarán en el teatro Ópera porteño en busca del convivio con sus seguidores de diversas generaciones. En la platea de la generosa sala de la calle Corrientes se ubicarán aquellos que peinan canas para revalidar títulos y los de veintipico que encuentran en la música de la banda sonidos auténticos que hacen a la historia más genuina del rock nacional.
“Para mí es una doble responsabilidad, o triple, un gran desafío. No será fácil pararme en el mismo lugar en el que se paró mi papá durante años y que llevó a esta banda a lo más alto”, reconoce Gato Azul Peralta a LA NACION en una pausa del ensayo de la agrupación con vistas al próximo concierto que simbolizará un volver a jugar en las grandes ligas y el preámbulo a una gira por el país, Uruguay, Chile y México. Con inteligencia, Gato Azul es consciente de la sangre que corre por sus venas, del lugar trascendente que ocupó Miguel Abuelo, su padre.
“Te quiero así, me gustas viva. Yo no pedí nacer así, son cosas mías” (“Cosas mías”)
El músico encuentra en el regreso la posibilidad de mostrar el manifiesto rocker de Los Abuelos a partir de ese repertorio construido en un breve lapso desde 1967 y a partir de 1982, cuando se comienza a escribir la historia grande con títulos que hoy son verdaderos himnos del acervo rock con algo de psicodelia. “Himno de mi corazón”, “Lunes por la madrugada”, “Tristeza de la ciudad”, “Chalamán”, “Costumbres argentinas”, “Mil horas”, “Sin gamulán”, “Cosas mías”, temas que, de tan instalados, forman parte del inconsciente colectivo. “Nos preparamos mucho durante un año y eso se va a notar. La banda suena de la hostia, son todos unos músicos increíbles, estamos listos para todo lo que venga. El público en Perú deliró, por eso creo que en Argentina pasará lo mismo y con una renovación de público: estarán los de ayer y los de hoy. Se unirán dos generaciones”, se ilusiona Gato Azul.
-A la hora de mantener de pie a la banda, ¿sentís el compromiso de generar un sonido siglo XXl sobre aquella esencia o el desafío es mantener incólume ese ADN de Los Abuelos?
-El ADN de Los Abuelos es el de siempre. Kubero, Del Barrio, Polanuer, Gringui son Abuelos de la primera época. Lo mismo que el Vasco (Bazterrica), que será uno de los invitados. Aunque, claramente, hubo un gran trabajo de Juan Del Barrio enfocado en que la banda suene más moderna o más al estilo actual. En los siete singles que ya editamos se nota que suena más moderna, pero con el ADN de siempre.
“Caminando, caminándote, mi calle que quizás yo pueda cambiar” (Costumbres argentinas”)
Gato Azul, responsable de darle voz al grupo, tal como lo hizo su padre, menciona a esos nombres icónicos que escribieron una historia grande: Kubero Díaz (guitarra y voz), Juan Del Barrio (teclados, sintetizadores y coros), Sebastián Peyceré (batería), Gringui Herrera (guitarras), Jorge Polanuer (saxo), Alberto Perrone (bajo) y Frankie Landon (voz). Además, formarán parte del concierto Gustavo Bazterrica y Alfredo Desiatta.
-Vienen lanzando singles con figuras destacadas que se suman para reversionar aquellos clásicos. ¿Tendrán invitados en el Ópera?
-Tendremos muchos invitados y se siguen sumando. Ya nos confirmaron Willy de Los Tipitos, El Kuelgue, Bandalos Chinos, Miguel Zavaleta, Manuel Moretti, Javier Malosetti. Seguramente se sumen Hilda Lizarazu y Natalie Pérez. Andrés (Calamaro) siempre puede caer, nosotros lo queremos y él a nosotros, es como mi tío, la familia siempre está invitada, es sangre.
“Será por eso que hoy estamos aquí, no hay nadie más que vos y yo” (“Sin gamulán”)
Superaciones
Gato Azul Peralta nació en Londres en 1972, cuestiones azarosas del destino y de los caminos que iban tomando sus padres Miguel Abuelo y Krisha Bogdan, artista de notable talento que manejaba el lenguaje corporal. Miguel y Krisha se habían conocido en Ibiza, pero luego del nacimiento de su hijo no duraron demasiado tiempo juntos. Así, la infancia de Gato Azul se fue alternando con uno y otro, hasta que en la adolescencia padre e hijo comenzaron a entenderse más profundamente a partir del vínculo musical. En Buen día, día, el álbum solista de Miguel Abuelo, Gato Azul interpretó con él el tema “Mariposas de madera”. En algún momento, Krisha Bogdan objetó algunas cuestiones vinculadas a los derechos sobre el acervo dejado por el padre de su hijo.
-¿Cómo es tu vida personal hoy? ¿Tenés pareja, hijos?
-Mi vida está en el mejor momento. Vivo solo, en una casa muy grande, me ocupo de casi todo lo que ello conlleva. Disfruto mucho, aunque Del Barrio y Kubero me tienen súper cortito con este renacer de Los Abuelos de la Nada. Que la banda haya vuelto a sonar con las versiones y que hayamos lanzado “Mi estrella y yo” y “Un río cruce”, me parece fenomenal. En resumen, estoy feliz (Sonríe al mencionar a los compañeros que le marcan el paso. Una gracia que refleja su presente).
“Sobre la palma de mi lengua vive el himno de mi corazón. Siento la alianza más perfecta que en justicia me une a vos” (“Himno de mi corazón”)
El músico vuelve una y otra vez a este momento profesional pleno y creativo. No siempre fue así. En algún momento de su vida las adicciones ganaron la partida. Su partida. Corría 2006 cuando se instaló en Europa y Mallorca le ofreció la cara más atroz de la moneda. Se dijo que Gato Azul habría tenido problemas con la policía y con la Justicia, fruto de algunos hurtos para saciar la voracidad de las drogas. Tiempos oscuros. Volvió de la enfermedad. El hombre renacido libró esa batalla con los artilugios que encontró a mano: “Peleando, creyendo. Intentando día a día. Yo pasé por todas y acá me tenés, en mi mejor momento. Es ganar el día a día, sabiendo que al final del camino tenés la victoria, es como la vida”.
-¿Te arrepentís de algo? ¿Qué te da orgullo?
-Todos nos arrepentimos de cosas. Siempre. Es parte de la vida misma. A medida que vas cumpliendo años, no pensás lo mismo que a los 20, ni a los 30. Me metí muchas veces en quilombos, claramente no es algo que me enorgullezca. Sí me da felicidad saber que siempre intento, una y otra vez.
“Lunes por la madrugada, yo cierro los ojos y veo tu cara que sonríe cómplice de amor” (“Lunes por la madrugada”)
Continuaciones
-¿Cuándo tomás conciencia que tu vocación es la música? ¿Alguna vez pensaste que no seguirías los pasos de tu padre?
-Miguel siempre me educó para que, en algún momento de mi vida, la música llegue a mí o yo a ella. Nací con música, nací de un músico, mi casa era una gira artística permanente. Es complicado salirse de esto, terminás amándolo. Me llevó un tiempo muy largo acomodar los pedazos rotos del gran espejo interior. No es fácil ser hijo de Miguel Abuelo, ni tampoco seguir sus pasos. Es una enorme responsabilidad y ahora lo tomo muy seriamente. Me preparé mucho para ser mi mejor versión.
"Me llevó un tiempo muy largo acomodar los pedazos rotos del gran espejo interior"
Gato Azul
Miguel Abuelo consideraba el proyecto de Los Abuelos de la Nada como un concepto que se sostenía en lo gravitante de sus músicos. Esa idea matriz le permitió trascender tiempos y territorialidades para “dar marcha a la fanfarria”, como decía él. Hoy es Gato Azul quien tiene la mirada fijada en el futuro, sin nostalgias, pero con la conciencia que se trata de una aventura que tiene el compromiso de honrar la historia de un proyecto y de su padre fallecido prematuramente en 1988, a sus 42 años.
“A veces me imagino tu cara en la multitud y digo, que ya no te necesito, que ya no te necesito” (“Chalaman”)
-Llevás linaje ilustre. ¿Qué sentís que le aportaste a ese apellido con tu propio arte?
-Más locura, principalmente.
Ríe ante su propia ocurrencia. Quizás el clima más desestructurado define este momento de Los Abuelos. “Creo que aún no salí a la cancha como yo quiero. Lo mejor está por venir. Siempre. En la vida y en el rock. Ojalá, en diez años, no me preguntes qué le aporté al apellido, sino que lo redactes directamente”.
-Concretando su deseo, llevaste las cenizas de tu padre a Mar del Plata. ¿Qué otros deseos le cumpliste una vez fallecido?
-Éste. El de rearmar la banda, pero no solo rearmarla como se intentó en los 90, sino rearmar la banda, ensayar, grabar, producir. Esta vez, estamos enfocados en el objetivo: sonar bien y que la gente disfrute, y crecer día a día. No somos una banda de covers, somos Los Abuelos de la Nada. Antes de morir, mi viejo juntó a Kubero, Del Barrio, Polo (Corbella), (Jorge) Polanuer y Chocolate (Fogo, a quien la muerte lo sorprendió en julio del año pasado) y les dijo: “Si me pisa un camión y mañana me muero, ¿ustedes van a seguir con la banda?”. Nadie entendía por qué lo preguntaba, pero Miguel ya sabía el final y pedía que la banda no se detenga. Pasaron 33 años y la banda tiene temas nuevos, versiones de los clásicos y estamos por hacer el teatro Ópera de Buenos Aires y el Broadway de Rosario. Luego seguirá Córdoba y una gira internacional, cuando nos dejen post pandemia. Este es otro deseo que le cumplimos a Miguel.
Si de música se trata lo llama por su nombre, como una forma de distanciar el vínculo afectivo y reflexionar con cierta objetividad sobre la tarea artística. Sin embargo, a la hora de pensar esa relación, no duda en mutar el formalismo por definiciones más calurosas.
-¿Cómo era el Miguel Abuelo que la gente no conocía?
-A veces estaba más equilibrado que otras. Como familia, con mi papá tuvimos momentos hermosos y otros fuertes, intensos. Pero, por lo general, siempre me hizo sentir de una forma que se podría describir como Buda, en un estado de iluminación. Fue el padre que pudo, intentó educarme de la mejor forma, motivarme, insistirme y presionarme para ir a más.
-¿Qué le aportó Los Abuelos de la Nada al rock nacional?
-Diversión, poesía, filosofía, vida, visión, magia y canciones imborrables del inconsciente colectivo.
-¿Existe alguna banda que consideres que sigue los pasos de Los Abuelos?
-Me gusta mucho El Kuelgue, creo que tienen mucho de Abuelos.
-¿Cuáles fueron tus influencias musicales?
-Miguel Abuelo y Los Abuelos de la Nada.
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