Gato Azul Peralta: el hijo de Miguel Abuelo reencarna a Los Abuelos de la Nada y recupera temas inéditos de su papá
La actual formación del grupo que creó Miguel Abuelo se presenta este sábado en el ND/Teatro
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Mientras crecía, Gato Azul Peralta era presa de una paradoja: ¿Cómo rebelarse cuando el mandato familiar es justamente la rebeldía? ¿Cómo encarar esa búsqueda de identidad propia tan típica de la adolescencia si las figuras de autoridad imponen la libertad? “Mi viejo alguna que otra vez me pegó con la ojota en la espalda porque no sabía qué hacer conmigo. Pero no chocaba con lo que hacía él: simplemente no me podía frenar”, dice. Su viejo, se sabe, era Miguel Abuelo, y “lo que hacía él” era liderar Los Abuelos de la Nada. Hoy Gato Azul (que sí, se llama Gato Azul, no se trata de ningún seudónimo) se hace cargo de su destino y reencarna el grupo de su papá. La idea, dice, es que todo ese gigantesco legado no quede limitado a la frialdad de una plataforma de streaming o la entrada de una enciclopedia: con la ayuda de exintegrantes, como el tecladista Juan del Barrio y el guitarrista Kubero Díaz, el cantante le devuelve a los escenarios latinoamericanos el privilegio de albergar a los Abuelos.
La vuelta se viene gestando desde hace años. La pandemia fue la última de las demoras; antes de eso, el mismo Gato Azul y sus demonios se encargaban de embarrar la cancha. Hubo un regreso efímero en los 90 y después al hijo de Miguel se le encolumnaron problemas de salud, choques con la ley y otros dilemas que, al fin, parecen haberse dispersado. Hoy está -dice- “en buenas condiciones” y por eso decide darle nueva vida a una banda que, como él, es la criatura de Miguel Abuelo. Shows, nuevas versiones de viejos éxitos, un puñado de temas que Miguel dejó inéditos y más: todo eso es la ocupación de este artista que este sábado lleva al grupo una vez más a las tablas, en este caso las del ND Teatro.
-¿Por qué sentiste que tenías que volver a armar Los Abuelos de la Nada? ¿Por qué te pareció que la banda tenía que existir en este momento?
-No es este momento, es siempre. Siempre fue parte de mi vida. Mi viejo, la música. Era algo natural, no fue algo que dije “lo tengo que hacer”. Fue sucediendo y era parte de lo que tenía que pasar. Este es un buen momento para hacer algo bien.
-¿Te sentís mejor hoy para encarar esto?
-Sí. Estoy en muy buenas condiciones personales y se alinearon las cosas para que surja esto que está bueno.
-Imagino que una de las primeras cosas en las que habrás pensado habrá sido en tus coequipers. ¿Había algún nombre que no podía faltar, que si no quería sumarse no podía haber nueva versión de Los Abuelos?
-Es que Los Abuelos son como una marca. Es como Ford: los modelos van pasando. Pero es importante, lógicamente, que haya gente de la vieja escuela como también nueva. Eran muy importantes Kubero y Juan del Barrio en la última formación de Los Abuelos. Todas las formaciones me encantaban pero esa fue lo que viví a lo último y me encantaba. Y mi primo, Chocolate Fogo, que falleció cuando arrancamos con esta formación. Para mí era importantísimo. Pero bueno, le dio un empujón a esto y su espíritu está con nosotros.
-Los Abuelos fueron muy importantes en un momento clave de la historia argentina reciente, que fue la vuelta de la democracia. La obra del grupo tiene mucho que ver con ese momento. ¿Cómo sentís que funcionan esas mismas canciones hoy, en este contexto histórico?
-Lo veo en los recitales. Hay gente que nunca ha ido a un recital, o nunca escuchó a Los Abuelos de la Nada, y en el tercer tema están todos parados, saltando, bailando. Tomaste Coca Cola hoy y dentro de seis días tomás la gaseosa otra vez y te sigue gustando.
¿Tienen público de aquella época y público nuevo?
Sí, se está generando de a poco y eso esperamos, porque es música sana y le viene bien a este momento universal del planeta.
-¿Cómo te recibió la comunidad rockera cuando decidiste volver a armar la banda?
-Los Abuelos de la Nada... siempre para adelante como un elefante. Digan lo que digan, hagan lo que hagan. Pero por suerte la gente fue muy colaborativa. Todos siempre con la mejor.
-¿Qué recuerdos tenés del reencuentro con el vivo, de los shows del año pasado, esos que retrasó la pandemia?
-Nosotros teníamos una gira por Latinoamérica, por todos lados. De Perú logramos salir y al día siguiente se clausuró todo. Creo que todavía estaría en Perú, hubiera tenido que cruzar por la selva. Eso fue tristísimo, mucha incertidumbre en lo laboral y en lo personal. Y nos frenó pero no nos detuvo.
-¿Te sentiste inmediatamente a gusto en el escenario?
-Es un proceso. Te tenés que ir acostumbrando, adaptando, todo de a poquito. Hoy estoy relajado, disfruto de lo que hago. Pero en los comienzos estaba todo tenso.
-¿Por qué?
-Porque no te subís a un escenario en veinte años y estás un poco durito hasta que te aflojás. No andás en bicicleta diez años y dos o tres veces te caés hasta que agarrás el ritmo de vuelta. Pero yo me subo igual, con nervios o sin nervios. Voy para adelante igual, pero siempre hay un poco de tensión, una adrenalina.
-¿Cómo surgió la idea de hacer música nueva?
-Lanzamos dos temas nuevos, “Mi estrella y yo” y “Un río crucé”, que son del último disco de Los Abuelos de la Nada. Mi papá estaba haciendo un último disco con Kubero Díaz, Juan del Barrio, Chocolate Fogo y Polo Corbella y se enfermó y quedó todo stand by. Y tenemos mucho más material de mi papá, que vamos a retomar de a poquito. No es “pongo la computadora y hago un tema”, es un poquito más complejo estar a la altura de Los Abuelos de la Nada.
-¿Hay más temas?
-Hay bastante material. Por ahora recién estamos arrancando de vuelta. Vamos a tocar estos dos temas en el ND más un montón de éxitos, y de a poquito se van preparando cosas.
-A veces los hijos siguen el camino de sus padres y a veces, al contrario: reaccionan. ¿Tuviste tu fase rebelde de “no quiero saber nada con la obra de mi papá, voy a hacer algo totalmente distinto”?
-Digamos que tuve otras cosas que quise hacer y las hice, y me gustaron. Pero la música es parte de mi vida.
-¿En lo personal tampoco tuviste tu momento de rebeldía?
-Yo andaba solo entre los gitanos cuando tenía cinco años, imaginate. Tenía diez años y viajaba por todos lados solo, me gustaba ir a romper las pelotas por el subte, por todos lados. Cosas que un nene común no tendría que hacer, o qué sé yo. Mi viejo me dejaba porque sabía que tenía un conocimiento, no era un nene que no sabía cruzar la calle. Era natural para mí. Mi viejo en ese aspecto siempre se ocupó bien de mí. No era un loco ni nada. Siempre fui bien cuidado. Mis abuelas, mis tíos maternos y paternos. Era medio atorrante nada más, pero tuve una buena familia.
-¿Y te enseñaba música?
-Me torturaba con la música. En realidad en mi casa se escuchaba música todo el día, escribía todo el día, componía todo el día. Yo estaba todo el día escuchando discos de vinilo. Tengo anécdotas de que mi viejo estaba cuatro horas tocando timbre afuera y yo estaba sentado en un sillón con los auriculares puestos. Cuando subía me quería matar. Me encantaba. Y cuando grabamos el disco Buen día, día, que canté “Mariposas de madera”, fue torturante porque mi viejo es muy exigente y eso no me lo olvido. Me volvió loco. “Si querés algo bueno te tenés que esforzar, sin sacrificio no hay triunfo”, me dijo.
-¿Buscaste sonar lo más parecido posible a tu papá o diferenciarte de alguna manera al frente de Los Abuelos?
-No soy un imitador. De a poquito voy haciendo lo que más me hace sentir cómodo. No hago lo que hacía mi papá porque hay cosas que me encantan pero hay cosas que no me gustan. Yo tengo mi perfil que se está haciendo de a poco.
-¿Y como cantante? ¿A qué desafíos te expuso?
-Lógicamente, él tiene un registro que no es el mío. Lo que tengo es oído y afino, pero mi registro es otro. Mi papá tenía una garganta que era increíble.
-Hace unos meses fue noticia el Vasco Gustavo Bazterrica [guitarrista de los Abuelos en los 80] por su mala situación de salud y económica. ¿Tuviste contacto con él desde ese momento?
-El Vasco está muy bien, por lo menos cuando hablé hace poco y ya vamos a ver cuándo lo convocamos. Tenemos que verlo, que todavía no lo vimos en la banda; tenemos muchas ganas de estar con él. Pero parece que sus problemas de salud lo han pasado por arriba. Es un león, un toro y está bárbaro. Lo queremos así porque en cualquier momento lo traemos a participar con nosotros, como Dios manda.
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