Cinematográfica, la historia de una de las dos canciones más grabadas de la historia incluye a una adolescente de Río que se volvió la imagen del amor platónico y que construyó una carrera en paralelo a las vueltas al mundo que daba la canción de Tom Jobim y Vinicus de Moraes, consagrada en inglés por la voz de Astrud Gilberto
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Se dice que después de “Yesterday”, la canción más grabada de la historia es “Garota de Ipanema”. Las razones para que una canción sea tan exitosa pertenece al terreno de lo inexplicable. Sin embargo, es posible apreciar los encantos que encierra su historia, su poesía y su música para intentar descifrar el motivo por la que el paso del tiempo la ha convertido en una verdadera leyenda. Hasta puede conocerse a la musa de la canción que inspiró a sus creadores, el compositor Antonio Carlos Jobim y el poeta Vinicius de Moraes.
La historia comienza en el verano de 1962, en el famoso bar Veloso, al que con el tiempo hubo que cambiarle el nombre por el de Garota de Ipanema. Y lo llamaron así porque en una de sus mesas, Vinicius y Jobim compusieron la célebre canción.
En esos días Ipanema apenas contaba cuarenta mil habitantes y el edificio más alto no superaba los cuatro pisos, pero la zona rebasaba de barcitos. Estaba el Mal Olor, el Lagoa, el Chopnik, el Farolito, el Zeppelin, el Jangadeiro, el Bofetada y muchos otros menos famosos. Jobim y Vinicius pasaban las tardes en el viejo bar Veloso, saludando, bebiendo, conversando. Hoy es uno de los bares más frecuentados por los turistas que visitan Río de Janeiro.
Resulta que por esa calle que antes se llamaba Montenegro y ahora se llama Rua Vinicius de Moraes, todos los días pasaba una joven de 17 años de cabello oscuro y ojos verdes rumbo a las playas de Ipanema, y ocasionalmente paraba a comprarle cigarrillos a su madre. Se ve que tanto Jobim como Moraes notaron la manera en que la chica robaba la atención de todos cuando caminaba por allí, completamente hipnotizados con su belleza y su estilo. La musa inspiradora llevaba nombre y apellido, Helô Pinheiro (o Heloísa Eneida Menezes Paes Pinto) y en pleno año 1963 convirtió a Ipanema en la capital mundial de la bossa nova con solo pasear su gracia distraídamente por allí.
Así en la poesía como en las notas de su melodía, Jobim y Moraes describen de manera magistral el “dulce balanceo” de sus caderas y capturan de pies a cabeza el aura de aquella bella garota que cada día se paseaba frente a sus narices en esa suerte de samba lenta, discreta y elegante, igual que la bossa nova.
La canción nació bajo el nombre de “Menina que passa”, y en principio fue pensada para una comedia musical titulada Dirigível (Dirigible), en la que Vinicius trabajaba aquellos días. La primera interpretación registrada en audio el 1 de agosto de 1962 es de una sesión en un club nocturno de Copacabana llamado Au Bon Gourmet, con la participación de Tom Jobim, Vinicius de Moraes, João Gilberto, Os Cariocas, Otávio Bailly en el bajo y Milton Banana en la percusión. Los versos originales (algunas veces utilizados como introducción de la canción) decían: Vinha cansado de tudo, de tantos caminos / Tão sem poesía, tão sem passarinhos / om medo da vida, com medo de amar / Quando na tarde vazia, tão linda no espaço /Eu vi a menina que vinha num passo /Cheio de balanço caminho do mar.
Por ese tiempo, un productor llamado Creed Taylor buscaba repertorios nuevos para uno de sus protegidos, el saxofonista Stan Getz. Y decidió traerse a esos brasileños para grabar un disco. Fue así que, en marzo de 1963, Getz y Jobim grabaron “Garota de Ipanema” en Nueva York, con João Gilberto cantando en portugués y Astrud Gilberto, quien murió hoy, a los 83 años, en inglés.
Apenas unos meses después, se convertía en un éxito planetario rebautizada “The Girl from Ipanema”. Se mantuvo 96 semanas seguidas en el ranking de la revista Billboard y se alzó con cuatro Grammy a disco del año, single del año, mejor solista de jazz y mejor grabación.
La naturalidad de la voz de Astrud Gilberto - por ese entonces esposa de João Gilberto-, dueña de ese encanto de lo casual, como quien se larga a cantar en una reunión de amigos, le imprimió ese sello cool que la definía, y que luego de haber conquistado Brasil se daría a conocer en Estados Unidos y a partir de ahí en el mundo entero, a través del disco Getz/Gilberto (Verve, 1963), una colaboración entre el saxo tenor Stan Getz y el guitarrista brasileño, con Tom Jobim al piano, cuando se hicieron famosos sus versos: Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça /É ela a menina que vem e que passa /Num doce balanço caminho do mar / Moça do corpo dourado, do sol de Ipanema / O seu balançado é mais que um poema /é a coisa mais linda que eu já vi passar.
Así las cosas, pronto surgiría el enorme misterio sobre quién era aquella chica de Ipanema. Fue en el Veloso donde Jobim y Vinicius juntaron coraje, recién en 1965, para contarle a Helô que ella era la garota de Ipanema. En una conferencia de prensa, en 1965, Vinicius lo hizo público y le dedicó estas palabras: “Es una chica dorada, una mezcla de flores y sirenas, llena de luz y llena de gracia, pero cuya personalidad también está llena de tristeza porque siente que la juventud pasa y que no podemos retener la belleza. Ella es el regalo de la vida con su hermoso y constante fluir”. Y con esas palabras la lanzaron al estrellato instantáneo como modelo y actriz.
Y fue en el Veloso donde un día de 1966 un mozo se acercó a la mesa de Jobim para decirle que lo llamaban de Nueva York. Era Frank Sinatra, que quería grabar la célebre “Garota”. De ese llamado salió el disco Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim.
Pero el amor no fue más allá de un amor platónico. Helô tenía novio, estaba comprometida y Jobim y su esposa terminaron como padrinos de la boda. A partir del éxito mundial, la garota de Ipanema se hizo muy famosa y la repentina popularidad la ayudó a impulsar su carrera como modelo, actriz y conductora. Su fama se mantuvo constante, incluso hizo dos apariciones en Playboy, una en 1987 a los 40 años y otra en 2003, con su hija. Además, como empresaria abrió varias tiendas, una de ellas de trajes de baño llamada Garota de Ipanema.
Por conservar el nombre incluso debió enfrentar una demanda legal por los derechos del título de la canción que le hicieran los familiares de Tom Jobim, que para ese entonces ya había fallecido, una demanda que finamente ganó Helô, la auténtica chica de Ipanema.
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