Desde 1983 hasta 1990 fueron pareja y si bien la relación llegó a su fin, el puro y genuino sentimiento que comparten el uno por el otro se mantiene hasta el presente; hoy, la serie El amor después del amor vuelve a poner el foco en uno de los romances más recordados del rock local
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En 1983, Fabiana Cantilo era una rockera con todas las letras. Salía con músicos experimentados y vivía en el hedonismo absoluto. Era la corista de Charly García -con quien mantenía algo más que una amistad- cuando Fito Páez entró a la banda como tecladista en tiempos de Clics Modernos. Una vez que Fito la vio no hubo vuelta atrás. Fue irreversible desde el momento en el que Fabiana y su desfachatez cruzaron la puerta de la sala de ensayo.
Su energía incontenible magnetizó por completo a ese rosarino lánguido que estaba dando sus primeros pasos en Buenos Aires. Juntos estaban a punto de protagonizar uno de los romances más icónicos y apasionados de los 80 en la Argentina. “Cuando conocí a Fabiana ella era la mujer más hermosa del mundo y yo era el hombre más impresentable y desagradable de todo el planeta”, recordó Páez. Él le dijo: “Me parece que me enamoré de vos”. Y así sin más, ella le respondió: “Yo también” y literalmente -sin siquiera besarlo- se tiró a la pileta.
Fito y Fabiana eran un torbellino de amor. El vínculo entre los dos siempre fue muy visceral y tuvieron muchas idas y vueltas. La relación duró más de cinco años hasta que decidieron ponerle punto final. Nada de lo que le sucedió a Fito Páez en su vida siguió un camino recto. Y nada de lo que suele suceder cuando una pareja termina pasó cuando a Fito Páez su primera musa le rompió el corazón. Lo que quedó de aquel romance no fueron los gritos ni las peleas. No hubo rencor ni siquiera distancia. Fue en Buenos Aires donde ese veinteañero de pelo largo, signado por la tragedia, el talento precoz y la fama ascendente, se sentó -probablemente en un rincón de algún departamento caótico- y en su hábitat de rockero sin consuelo, le escribió una canción: “Fue amor”. La composición supo transformarse en todo un himno, en una verdadera oda a lo que había experimentado con su ex.
En una entrevista para LA NACION, Cantilo rememoró cómo atravesó aquella separación y la difícil situación que vivió por el consumo de sustancias fuertes: “Estuve seis años pensando en Fito, obsesionada con él, por más que ya no éramos pareja. Y cortaba con uno y empezaba con otro. Era medio “livin’ la vida loca”... Todo ese delirio duró muchos años: todos los 80 y parte de los 90″. “Cada vez que pienso en vos fue amor” se cantaban ayer y se cantan hoy mientras mantienen una gran amistad. Esa canción que él le dedicó hace tres décadas es una de las que siguen compartiendo arriba de los escenarios con la voz de ella que es también, claro, la voz de él.
Las creaciones musicales de Fito siempre estuvieron muy relacionadas con todo lo que le pasaba. Los distintos episodios de su vida se transformaban casi automáticamente en canciones. Resulta conmovedor percibir cómo catalizaba sus tragedias y pérdidas y las convertía en arte. Además de “Fue amor”, Fabiana inspiró muchas otras de sus canciones, como “Tres agujas” y “Brillando sobre el mic”.
Tras el estreno de la biopic El amor después del amor, la intérprete de “Mary Poppins y el deshollinador” rememoró en sus redes sociales varios momentos con Fito Páez, destacando el buen vínculo que persiste entre ellos. Y musicalizó sus comentarios con “Dinosaurito”, una canción que Cantilo lanzó en 2019 como parte de su álbum Cuna de piedra y que está dedicada a Rodolfo Páez. La letra dice: “Te dejé siempre con tu dolor / Si alguien hizo track / Para vos, para mí / Pero diste una vuelta / Vuelta de más / Y te entiendo bien / Aunque no me creés / La música me volvió a juntar / Pero el disfraz de la muerte / Nos marcó un nuevo final / Mi adorado dinosaurito genial”. Y continúa: “Ganamos batallas / De vil metal contra el mal / Tan jóvenes, tristes, valientes / Tan brillantes sin saber / Remando la eterna tormenta / De los tiempos del amor”.
La crítica de El amor después del amor
Calificada por LA NACION como muy buena, la serie de Netflix El amor después del amor gira en torno a los primeros años de la carrera del autor de “Ciudad de pobres corazones”. “Alcanza revisar medianamente la trayectoria (personal y profesional) de Fito Páez para descubrir que el músico es dueño de una vida que es materia prima para una gran historia, partiendo desde su infancia marcada por una pérdida, hasta llegar a una adolescencia y a su profundo amor por la música. De esa manera, la serie muestra a un joven Páez que aprende a conectar con su esencia y que encuentra una voz propia, en el marco de una crianza atravesada por momentos agridulces, en los que el amor a veces fue puente y, en otros, barrera”, señala la crítica de Martín Fernández Cruz.
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