Franz Ferdinand: la banda escocesa sedujo al público argentino con una fórmula conocida aunque muy eficaz
En su sexta visita al país, la agrupación celebró los 20 años de su consagratorio álbum debut y adelantó buena parte de su próxima producción discográfica mediante un intenso y contagioso show en el estadio Obras
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Desde la aparición de Always Ascending, lanzamiento que tuvo su respectiva presentación en Buenos Aires a fines de 2018, no han sido demasiadas las noticias en torno a Franz Ferdinand. Sin embargo, ese aparente silencio de poco más de un lustro se quebró ayer lunes por la noche con el sólido y contundente show que el quinteto escocés brindó en el estadio Obras ante una audiencia absolutamente fanatizada.
Concretando su sexta visita al país como parte de una extensa gira latinoamericana que incluye también a México, Perú, Chile, Uruguay, Brasil y Colombia, la banda oriunda de Glasgow aprovechó este reencuentro con sus fans argentinos con el objeto de una doble celebración: conmemorar los 20 años de Franz Ferdinand, su explosivo, refrescante y exitoso álbum debut que la llevó a la máxima consideración mundial, y adelantar además buena parte del material perteneciente a The Human Fear, su sexta producción discográfica que verá la luz el 10 de enero de 2025.
El inédito “The Doctor” (con un fraseo digno de Los Beatles), “The Dark of the Matinée”, “No You Girls” y “Walk Away” marcaron el pulso que caracterizaría a una noche signada por la energía de una agrupación que conoce al dedillo cómo seducir al público con una lista de temas irresistible y plagada de hits. Su reconocida y probada fórmula, en la que se combinan a la perfección los beats de la pista de baile con el sonido rockero de sus guitarras (y que incluso la llevó a experimentar con el mítico dúo Sparks en FFS, su muy recomendable trabajo en colaboración de 2015), no solo se mantiene firme y como columna vertebral de su ADN musical, sino que continúa conservando el atractivo y la frescura de sus comienzos, como quedó demostrado en los varios estrenos (siete en total) que se sucedieron a lo largo de la velada: “Night or Day” y “Bar Lonely” dejaron entrever el buen gusto que el grupo posee a la hora de enhebrar pegadizas melodías; “Build It Up” (con un guiño a Los Mirlos y a la cumbia peruana en general a través de un fragmento de “La danza de los mirlos”) puso a bailar a todo el estadio, mientras que el riff infeccioso sumado a las bases electrónicas de “Hooked” indicaron que su destino seguro será convertirse en hit.
Una puesta en escena sobria y hasta incluso clásica (apenas un rectángulo inclinado hacia la derecha como si se tratara del marco de un cuadro o bien de un arco de fútbol que lucen ladeados conteniendo a los cinco músicos) contrastó con el demoledor desempeño de una agrupación que se mostró en muy buena forma y tan ajustada como una pieza de relojería. Los integrantes más nuevos - Dino Bardot (guitarra), Julian Corrie (teclados y ocasionales guitarras) y Audrey Tait (batería) – se ensamblaron naturalmente con el histórico bajista Bob Hardy para todos juntos desgranar su inconfundible estilo pospunk de variados matices. En él, Franz Ferdinand fusiona tanto la new wave como el dance punk y ese perfil sincopado tan particular del punk funk y deudor de influyentes pioneros como Gang of Four y Talking Heads, entre otros.
“¡¡¡Buenas noches Buenos Aires!!! Es un placer estar tocando para ustedes esta noche” dio la bienvenida Alex Kapranos, el vocalista y guitarrista de la banda. Delgado, un tanto desgarbado, aunque siempre sosteniendo la elegancia y el cuidado en su vestuario – esta vez de pantalón oscuro y camisa a rayas blancas y negras -, la cara visible del quinteto se mostró como un avezado y atildado maestro de ceremonias que de pronto parece perder el control para exhibir su otra cara: una más salvaje y volcánica, como en “Do You Want To”, “Love illumination”, “Ulysses”, “Outsiders” y ese clásico imbatible que resulta ser “Take Me Out” y que sacudió los cimientos de Obras.
Llevando adelante las riendas del concierto, cantando en su reconocido registro de tenor, interactuando con el público (de quien recibió una bandera argentina que lució a modo de capa durante algunos minutos) y recorriendo de punta a punta el escenario con movimientos que por momentos resultaron ser un tanto incontrolables, espasmódicos y hasta herederos del propio David Byrne, Kapranos evidenció una vez más su inocultable y arrolladora condición de líder.
“Ahora vamos a tocar un tema que habla de una chica que conocí en Glasgow y que tenía 17 años”. Las palabras del frontman escocés no solo sirvieron de introducción para una celebrada versión de “Jacqueline” sino también para ir despidiéndose de la fervorosa audiencia local. Los flamantes “Audacious” y “The Birds”, junto a “Michael” y el arrollador “This Fire”, conformaron el epílogo de una intensa y agitada jornada en la que Franz Ferdinand renovó su idilio con el público argentino mediante una consabida oferta musical, quizás huérfana de novedades y con escaso espacio para el riesgo, pero evidentemente muy eficaz, contagiosa y con la que resultó imposible permanecer inmóvil.
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