Florián, el hijo de Valeria Bertuccelli y Vicentico, sacó su primer disco, X amor, pero no se olvida de sus otras pasiones
Fanático de San Lorenzo, alguna vez pensó en estudiar Psicología, hasta que la convocatoria de Los Fabulosos Cadillacs para ser su guitarrista lo metió de lleno en la música; en la adolescencia tuvo una banda, Cállate Mark y hace ya dos años que tomó la decisión de ser solista
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Florián Fernández Capello cerró el 2021 a todo trapo: con el lanzamiento de X amor, su primer disco solista, aparecido después de la publicación de varios singles entre 2019 y el año pasado -uno de ellos, “Mi amor se fue”, con Zoe Gotusso como invitada- y un show en el Anfiteatro del Parque Centenario que dejó sentadas las bases para una temporada -la del 2022- que imagina con mucha actividad: “El plan es tocar mucho en vivo -asegura el hijo de Vicentico y Valeria Bertuccelli-. Me encanta grabar, pero lo que más disfruto son los conciertos. Sería genial poder girar por todo el país el año que viene”.
Producido por Mariano Otero -bajista de extensa trayectoria y también director musical de la banda de Vicentico-, X amor tiene ocho canciones y un clima muy melancólico. “Escribir canciones es una oportunidad para contar verdades que me pueden resultar un poco pesadas y alivianarlas, quitarles gravedad, teñirlas con un poco de humor, incluso. Es una manera de hacerme cargo de algunas emociones profundas y densas, digamos. Todas las cosas lindas tienen su lado B. Muchas veces me ha pasado que cosas que me gustan tienen su parte oscura. Eso existe en mí, es parte de mi ADN”.
Después de grabar dos discos con su primera banda, Cállate Mark (nombre tomado de una canción de Sumo que alude a Mark David Chapman, el asesino de John Lennon) e irse de gira como integrante de Los Fabulosos Cadillacs -”Me costó un poco asumir ese rol porque yo recién empiezo y los Cadillacs tienen treinta años de historia; me encantó hacerlo, fue una linda experiencia pero ahora estoy enfocado en lo mío”, dice-, Florián se puso a trabajar a conciencia en su propio repertorio. “Tenía una idea inicial que fue evolucionando -cuenta-. Fueron apareciendo otras ideas nuevas y las fuimos trabajando con Mariano Otero. Entre lo que teníamos en el punto de partida y lo que quedó, las diferencias son importantes. Tanto a Mariano como a mí nos gusta mucho Mac Miller y hubo muchas referencias de audio que usamos de sus discos”.
-Hay mucha diferencia entre el sonido de Cállate Mark y el de este disco que acabás de editar. ¿Por qué ese cambio tan notable?
-En Cállate Mark no estaba haciendo la música que quería hacer. Fue mi banda de la adolescencia, y en ese período es normal no estar en total sintonía con lo que uno desea. Teníamos una banda de rock que avanzó unos años, pero en algún momento yo decidí hacer mis propias canciones y me di cuenta de que me identificaba mucho más con el sonido y la manera de hacer canciones reflejada en este nuevo disco. Recién ahí apareció algo más real. Fue un cambio muy necesario para mí. Me sale más naturalmente este sonido, es lo que me gusta. Estoy muy contento con el resultado del disco. Trato de ser lo más sincero posible con la música que hago. Ojo, a mí me gusta música muy distinta, de todas las épocas, y eso se nota: en el disco también hay canciones más clásicas, con melodías más vintage. Pero hay una parte de la actualidad que me pega emocionalmente y que está bien reflejada acá.
-Además de Mac Miller, ¿que otras referencias son importantes para vos?
-Soy bastante clásico. Me la paso escuchando a los Beatles. Los escucho desde muy chico y me siguen inspirando. Me encantan las canciones de Paul McCartney. Me pasa lo mismo con Damon Albarn, con todos sus proyectos. Es un artista muy inspirador. Y después, no sé, me gustan Virus, Andrés Calamaro, Spinetta -sobre todo los discos de Invisible-. Pero todo eso no se nota de manera directa en mi música. También escucho mucho a Gilda. Me pone de buen humor escucharla antes de grabar, por ejemplo, porque me coloca en una linda sintonía.
-¿Ya viste Get Back, el documental tan comentado de los Beatles?
-Sí, y estoy enloquecido. No puedo creer que todo eso esté registrado, me parece un montón. Cuando vi la escena con el registro de esos micrófonos ocultos en un florero, esa conversación privada entre Paul y John por la salida de George, no lo podía creer. Me parece tan bueno que desconfío (risas). Los Beatles están fuera del universo, muy arriba. Me parece increíble que esas cuatro personas tan brillantes, tan especiales se hayan juntado alguna vez.
-Antes hablabas de la exigencia que supuso tocar con los Cadillacs. ¿Sentís algún peso especial con tu propia música por ser hijo de un músico muy popular?
-No siento ningún peso, ni es una exigencia para mí. Estamos en momentos muy distintos. Yo estoy empezando y no me pongo ese parámetro. Eso sí sería cargar con un peso insoportable. Trato de alejarme de esa idea. En relación al laburo, obviamente mi viejo es alguien a quien consulto, pero charlamos de música como charlamos de cualquier otra cosa. Más que tenerlo como referencia permanente para la consulta, podemos compartir algunos sentimientos. De mi música hablo más con la gente que trabaja directamente conmigo. Mariano Otero me interpreta muy bien, sabe con claridad lo que me gusta. Con él charlamos más sobre cómo me estoy sintiendo con lo que hago y para dónde ir.
-¿Sentís alguna conexión con otros músicos de tu generación, te ves como parte de alguna escena?
-Me gusta mucha de la música que producen los artistas de mi generación, pero no me siento parte de ninguna escena. Sí soy parte de una nueva generación de músicos argentinos que están haciendo canciones, y eso ya es un montón. Igual no sé si es mejor que exista una escena. Es cierto que muchas veces las escenas provocaron cambios de contexto interesantes. Hablo de la aparición de muchos artistas al mismo tiempo planteando algo distinto. Cuando eso capta un público, la energía que se arma alrededor es muy interesante. Pasó en muchos momentos diferentes de la historia de la música popular y marcó antecedentes fuertes. En ese sentido está buenísimo que haya escenas, pero no es algo imprescindible, me parece.
-Hablando de la generación a la que pertenecés, ¿cómo te llevás con las redes sociales?
-Uso bastante el teléfono, como casi todos, pero no estoy muy atento a lo que pasa en las redes sociales. Me parecen un buen recurso para comunicar lo que hacés, pero también veo la ansiedad que generan y no me gusta mucho. No me gusta el exitismo, o la gente que todo el tiempo te dice cómo deben ser las cosas. Tampoco cómo se imponen modas para vender más. La industria musical fomenta bastante eso y algunos artistas se enganchan. Me parece todo medio alienante, la verdad. Si estás muy pendiente, empiezan a parecerte importantes cosas que en realidad no lo son.
-¿Qué otras cosas te gustan al margen de la música?
-La música es una pasión, la disfruto mucho. No tengo muy claro en qué momento exacto decidí dedicarme a esto y dejar de lado otras cosas que me gustan, como el fútbol o la psicología. Me lo he planteado y quizás me lo siga planteando. Pero en la vida uno está siempre a tiempo de cambiar, de sumar.
-Sos de San Lorenzo, como tu papá y tu hermano. No están en un buen momento. ¿Lo sufrís?
-Lo sufro bastante, sí. San Lorenzo está para atrás. Para mí es otra pasión muy grande. Y un lugar de escape. La música, como decía antes, es una pasión importante, pero como estoy todo el tiempo con eso y tengo que tomar decisiones y hacer cosas relacionadas con mi carrera, entonces puede ser un poco agotador estar siempre girando alrededor de lo mismo. El fútbol es un lugar para perder la cabeza en el buen sentido. Tanto ir a ver un partido como jugar con amigos. Para mí representan eso. Lamentablemente, San Lorenzo viene muy mal hace unos cuantos años y cada vez que voy a “perder la cabeza” sufro un poco (risas).
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