Suspiros, grooves lentos y confesiones explosivas de la voz más poderosa del rock orquestal
Florence and the Machine - ‘High As Hope’
Universal - Tres estrellas y media
Florence Welch es la hermana mayor que te hubiera gustado tener: lo suficientemente salvaje como para ser tu cómplice, lo suficientemente seria como para ser una inspiración o incluso un modelo de conducta. En High As Hope, el cuarto y más íntimo disco de Florence and the Machine, ella recuerda experiencias locas con MDMA, confiesa un desorden de alimentación y se disculpa por arruinar tu cumpleaños. O el de otra persona, no importa. Está todo bien: la perdonás. Porque es ella.
Puede que sus confidencias estén algo sobreactuadas, pero se sienten. “June” se abre con un suspiro lento, tonos serios de vientos, acordes pesados de piano y la admisión escalofriante de estar tan puesta como para no poder parar de repetir: “Estoy muy puesta”. En “Big God”, una fusión de imágenes religiosas e insinuaciones sexuales tipo Prince, se pone aún más cruda, y anuncia: “necesitás un Dios grande/lo suficientemente grande para llenarte”, con un jadeo gutural, en medio de flashes de sintetizadores y brillo orquestal, y después desplegando un gruñido animal junto a una coda de saxo de Kamasi Washington. Suena como el espíritu de Kate Bush.
Parte del crédito de la intimidad resaltada y la experimentación corresponden a la producción. Ya no hay una lista de productores rotativos de primera línea, como en su momento fue Paul Epworth (Adele, Coldplay). En su lugar, Welch coprodujo todo el set junto a Emile Haynie, más conocida por sus atmósferas para Lana Del Rey. El dúo construye temas a partir de la voz despojada de Welch, reforzando sus característicos coros gospel con grooves lentos. Por momentos el disco se pone un poco repetitivo, pero es efectivo, y hay suficiente espacio alrededor de la poderosa voz de Welch para apreciar todos los matices.
Ahora que está llenando estadios, el desafío para Welch parece ser mantener la onda de chica todo terreno que es su característica. Se la oye en “Patricia”, un panegírico de fan de Patti Smith interpretado con ímpetu de Motown y una orquestación arremolinada; “The End Of Love”, una carta de amor al oficio de escribir canciones; y “South London Forever”, una ensoñación sobre aventuras juveniles. En la misma línea, también publicó un álbum de recortes tipo diario, Useless Magic, repleto de letras, garabatos, fotos, fragmentos de poesía y selfies elaboradas que imitan obras de museos. El arte de compartir secretos encuentra un eco en el final de High As Hope, “No Choir”, en el que una Welch al piano suspira: “Te convoqué acá/Para escondernos de un miedo innombrable y vasto”. Probablemente haga eso pronto en un estadio cerca de vos.
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