El bajista imagina cómo deberían ser los próximos pasos de la banda y repasa sus últimos proyectos familiares, musicales y deportivos
‘Un surf trip no es ir a pelotudear y a gastar guita”, explica Flavio Cianciarulo con seriedad, por teléfono desde Mar del Plata. “Tampoco quiere decir que no hagas otras cosas, pero todo gira alrededor del deporte.” El bajista de Los Fabulosos Cadillacs y su mujer, Jenny, están a punto de recorrer en auto los 2.200 kilómetros que los separan de Bombinhas, Brasil, para acompañar a Cocó, su hija menor, que compite profesionalmente en la selección nacional de surf. (En Brasil, la espera el coach argentino Rubén Muñiz para unas semanas de entrenamiento intensivo.)
En los últimos cinco años, Flavio se mantuvo activo. Editó dos discos con el supergrupo metalero De La Tierra (que comparte con el guitarrista de Sepultura Andreas Kisser, el baterista de Maná Alex González y el cantante de A.N.I.M.A.L. Andrés Giménez), uno con Sotana (la banda que tiene junto a sus hijos Jay y Astor), otros dos solistas (Nada especial y Sardinista!), un libro (El león del ritmo), un álbum instrumental (Paisaje obscuro), e incluso salió de gira durante un año y medio con Boom Boom Kid. Además, claro, grabó La salvación de Solo y Juan, la ópera-rock de Los Fabulosos Cadillacs, previo a un nuevo parate de la banda.
Pero toda su actividad se vio atravesada por el surf y la vida en familia, que hace un tiempo lo empujaron a establecerse en la Costa Atlántica. “Mi esposa me ve con mis hijos y nos dice: ‘Loco, son unos vagos de mierda’, pero la playa es eso: no querés hacer otra cosa que estar ahí”, dice Flavio. “El estudio de grabación lo tenemos a dos cuadras de la arena: si no hay olas, tengo que llenar el tiempo con algo.”
¿A Brasil te llevás tu tabla?
Sí. Tengo un amigo que me guarda las tablas y todas mis porquerías surfer allá. Pero el objetivo es que entrene Cocó. Yo la acompaño, gozo y disfruto a su lado.
¿Cómo fueron tus primeros años en Mar del Plata en los 80?
Yo era más surfer, aunque de vez en cuando me tiraba con el skate. En el pool de Alem lo conocí a Walas [de Massacre] y a sus amigos skaters, entre ellos a Sergio Rotman. Era un lugar mítico de skateboarding que estaba en un baldío hermoso. Pero, al poco tiempo, abandoné todo eso, porque la noche y el rock & roll me capturaron por completo.
Retomaste recién cuando los Cadillacs frenaron, en 2002, ¿no?
Claro, ahí me fui a Mar del Plata para hacer una temporada de radio, y cuando vi las olas dije: “Tengo casi 40 y ya surfeé a los 18. ¿Por qué nunca más me metí al mar?”. Volví a las dos cosas: al surf y al skate. De hecho, me puse a aprender andando en rampa desde cero, mientras mis hijos aprendían también. Como suele pasar con los niños, ellos avanzaron felizmente a un paso más rápido que yo.
¿Cómo va a ser la dinámica de los Cadillacs a partir de esta nueva pausa?
Hace un tiempo decidimos que este es el ritmo que nos vamos a imponer, y la verdad es que está buenísimo. No es frenar y no es terminar. En cierto modo, creo que es simplemente parar para que todo continúe. La vez pasada fueron seis años de parate, y creo que ahora puede pasar más o menos lo mismo.
Ese primer parate fue bastante convulsionado. Venían arrastrando un agotamiento de muchos años...
Sí, había una saturación inevitable, inherente a los años y a muchas otras cosas. En un momento, pensábamos que iban a ser dos años de no tocar, pero terminaron siendo seis. Esta vez, por otro lado, sabemos que retomar está genial. Desde el plano del deseo, creo que volveríamos con material nuevo, porque siempre es lindo volver y grabar.
"Una de mis grandes influencias, no tanto en lo musical pero definitivamente en la manera de hacer las cosas, es Mike Patton", dice Flavio Cianciarulo.
¿Qué fue lo que te pasó escuchando los primeros demos de Sotana?
Al igual que su hermano [Astor], Jay posee una enorme virtud musical. Lo más interesante que tiene es que fue el primer músico de la familia en identificarse con un par de estilos en particular, que en su caso fueron el death-metal y el hardcore. Él se mueve como un pez en el agua en ese contexto, lo domina completamente. Siempre alenté a que eso ocurriera. Para mí, es un proyecto esencial, por más que sea algo anticomercial a ultranza y solo para pocos. Soy fanático de ir a tocar con Sotana. Pasan cosas hermosísimas en vivo y a mí eso me llena.
Hace poco edit aste Paisaje obscuro bajo el nombre de Cianciarulo. ¿De dónde surge la idea de hacer un disco instrumental que combina ambient, jazz, electrónica y stoner-rock?
Una de mis grandes influencias, no tanto en lo musical pero definitivamente en la manera de hacer las cosas, es Mike Patton. El tipo hace lo que quiere: toca con Faith No More, Mr. Bungle, Fantômas, Mondo Cane, Dead Cross y más. Eso me estimula y hace que no me dé vergüenza ser un Cadillac y a la vez un Napalm Death sotanesco, o lo que vaya pintando. Por eso el nombre Cianciarulo, que sirve como un paraguas no solo para mí sino para mis hijos. Cianciarulo somos nosotros, o nosotros con un amigo, o los que queramos ser. En lo estrictamente musical, también quise bucear en lo más sombrío. Es un disco amargo pero captura la belleza de esa oscuridad, porque yo creo que el arte te puede salvar. De alguna manera, es un homenaje a Angelo Badalamenti, el compositor de la música de Twin Peaks, que trabajó siempre con David Lynch.
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