Fito Páez: "Yo vine a presentar La ciudad liberada y me encontré con la ciudad blindada"
Fito Páez de ayer, de hoy y de siempre. Anoche el rosarino volvió a esta ciudad, la de los pobres corazones y también la de los pibes sin calma, la misma ciudad con la que mantiene una relación tirante desde aquel texto escrito en 2011, en caliente, la noche en que Mauricio Macri ganó la jefatura de gobierno de Buenos Aires por segunda vez. "Yo vine a presentar la ciudad liberada y me encontré con la ciudad blindada", cantó en medio del show, en una crítica mucho más sutil y poética si se tiene en cuenta aquel "asco" que le espetó a la mitad de los porteños siete años atrás.
Durante poco más de dos horas, Páez presentó en el teatro Gran Rex un espectáculo con eje en el pasado, con la buena excusa de repasar de principio a fin su álbum Ey!, de 1988, "cuando esta ciudad estaba viva", como recordó justo antes de esa suerte de segundo acto ocupado por las canciones grabadas hace treinta años ya. Pero también con la mirada puesta en el presente, con las canciones de su última producción, La ciudad liberada, intercaladas con sus himnos/hits de siempre tanto en la primera como en la última parte del show.
Así, Páez viajó en el tiempo para recuperar su versión más rockera, acompañado por su joven banda, integrada por Ana Alvarez de Toledo en coros, Diego Olivero en bajo, Juan Absatz en teclados, Gastón Baremberg en batería y Juani Aguero en guitarra, que contó con el padrinazgo del rosarino, quien invitó a su banda, Detonantes, a tocar en uno de los intervalos.
Desde hace unos años Fito viene revisitando sus primeros discos. Lo hizo con Del 63, con Ciudad de pobres corazones y también con El amor después del amor. Anoche entonces fue el turno de Ey!, un disco crudo que muestra más que ningún otro álbum la influencia de Prince en la música de Páez (incluido ese color púrpura que sobrevuela la estética de la obra). De allí que desde "Lejos en Berlín" (en una versión brutal) hasta "Cacería" (un temazo quizá un tanto deslucido ayer debido a la falta de vientos y percusiones tocadas en vivo), el músico aggiornó uno a uno esos temas compuestos con las venas abiertas hace tres décadas, mucho antes del éxito, de la fama, del dinero y del amor después del amor. "Solo los chiques, solo los chiques", cantó ante las risas de su público para luego recuperar gemas más ocultas de su repertorio como "Tatuaje falso", "La ciudad de los pibes sin calma", "Dame un talismán" (otra vez con Prince a la cabeza y van...) y la paranóica "Alacrán".
Luego sí Páez volvió al presente con su ciudad liberada, ahora blindada, con su mensaje solidario apuntando al Refugio Monteagudo (para quienes se recolectó comida y ropa antes del concierto). "En el Refugio Monteagudo te abrazan con el corazón, fui a cantar una noche con el piano y un cartel escrito con dolor decía que la calle no es un buen lugar para vivir, mucho menos para morir". De ahí a "La ciudad de pobres corazones", con escalas en "Circo Beat" y la imbatible "Brillante sobre el mic". "Dicen que ya no soy yo, quién voy a ser", canta Páez desde el ayer, pero más actual que nunca. "¿Qué es lo que quieren de mí, qué es lo que quieren saber? No me verás arrodillado", repite desafiante justo antes de los bises que todos conocen, que todos cantan y que confirman a este rosarino como un artista popular de excepción. A rodar mi vida y Dar es dar y Mariposa tecknicolor,Y dale alegría a mi corazón. Canciones de ayer, de hoy y de siempre.
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