Fito Páez sigue celebrando sus álbumes más famosos: dónde y cuándo festejará los aniversarios de Circo Beat y Del 63
Subido a una ola de recuerdos, tras el éxito de la grabación con sonido siglo XXI de El amor después del amor, el rosarino continúa revisitando su carrera
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“Nací en el 63, con Kennedy a la cabeza. Una melodía en la nariz, creo que hasta el aire estaba raro. Mediaba marzo”. Así fue, con esas frases, como todo comenzó en la vida de Fito Páez. Después empezó a llamar la atención dentro de la escena musical y a formar parte del grupo de Juan Carlos Baglietto, al que, además, le aportó algunas bellas canciones. Luego pasó a las filas de la banda de Charly García; más tarde inició su carrera solista con esa canción, “Del 63″, que además de darle título a aquel álbum, se convirtió en mascarón de proa de la carrera de un artista que, cuatro décadas después, sigue vigente. Porque después de aquel disco llegaron muchos más, incluido El amor después del amor, que resultó el más vendido en la Argentina de un artista argentino. También hizo cine, grabó más álbumes, se cruzó con los artistas más diversos de las corrientes musicales más diversas. Después (bastante después) se embargó en proyectos retrospectivos, como revisitar El amor después del amor, a treinta años de su estreno, con una gira de conciertos. Y después (mucho después) lo volvió a grabar para su 40 aniversario (se publicó como EADDA9223), y lo llevó otra vez de gira. En ese plan es que ahora, Fito Páez revista sus discos: Del 63 llegó a un número redondo, los cuarenta años; Circo Beat cumple 30.
Para esto, el rosarino planea un tour llamado PAEZ4030, que tendrá conciertos como los que ya agendó, el 11 y el 12 de noviembre, en el Movistar Arena (este sábado se pondrán a la venta las entradas para la segunda función). Aunque todavía falta confirmar el resto del tour, Fito ya tiene fechas apuntadas en el Uruguay (6 y 8 de noviembre, en el Antel Arena de Montevideo). “Fito Páez revisita su historia con una perspectiva actual sobre estas dos obras que han marcado generaciones y se han convertido en himnos del rock en español -reseña su productora-. Del 63, lanzado en 1984, fue el primer álbum de Fito Páez. Incluye temas memorables como la canción homónima que hace referencia al año de nacimiento del músico, así como ‘Tres agujas’ y ‘La rumba del piano’, entre otros. Por otro lado, Circo Beat (1994), el octavo álbum de Páez, destaca por su concepto, sonoridad y canciones como ‘Tema de Piluso’ y ‘Mariposa Tecknicolor’”.
Para que hoy exista en la discografía de Fito un disco llamado El amor después del amor, con reediciones y reversiones, es porque casi diez años antes existió otro, llamado Del 63, que fue su carta de presentación. Aquel primer disco solista, aunque con las imperfecciones que el propio autor le pueda encontrar es, escuchado a la distancia, un buen primer paso en el mundo de la música de este artista rosarino.
Primera estación
Todos los “fitos” posibles que existieron hasta ese momento se congregaron en aquel disco con una consigna tan autorreferencial como lo fue un título que aludía al año de su nacimiento. Para 1984 era ese Fito que tomaba el camino unívoco de su vida, el de cantautor que se expresa a través del rock argentino, más allá de que, con los años, su producción mostrara también otras aristas, muy prósperas. 21 años tenía cuando cantó aquellos primeros versos que confirmaron lo que muchos suponían: Fito debía dejar de ser actor de reparto en la historia del rock argentino para tomar un rol protagónico. Y eso fue lo que hizo, gracias a ese primer álbum.
En la tapa del disco se lo vio de pie, con los brazos pegados al cuerpo, “esos diez dedos largos y flacos” (como el mismo había escrito años antes, en una canción que popularizó Baglietto, “La vida es una moneda”) y “un manojo de palabras” que seguramente estarían en su mente. Su cabeza, casi recostada sobre un hombro; los ojos, cerrados, como si se hubiera quedado dormido de pie. Remera con motivos japoneses, jeans y alpargatas rojas. El contexto era un baño público, donde se podía ver de un lado el lavatorio y del otro un teclado apoyado contra una pared de azulejos blancos. Sobre la parte superior izquierda, en la tipografía cibernética de la época, se podía leer en letras rojas: FITO PAEZ (sin acento, porque era letra de imprenta de calculadora luminosa), DEL 63.
Si seguimos la línea de la canción “La vida es una moneda” -”mi vida es una hoja en blanco, un piano desafinado, diez dedos largos y flacos...”-, la vida artística de Fito estaba comenzando. Hasta ese momento había usado como tarjeta de presentación unas cuantas canciones acuñadas por la trova rosarina y sus cualidades pianísticas en la banda de García. Del 63 fue una presentación completa. Su biografía (aunque con apenas 20 años no era todavía descollante lo que había para contar) estaba perfectamente retratada en el tema que le dio título a la placa. En realidad, el tema habla de ese mundo que a Páez le había tocado para vivir. Y ponía una primera pregunta, en tono retórico: “¿Qué pasa en la Tierra que el cielo cada vez es más chico?”.
Tenía muchas cosas para decir acerca de lo que quería y de lo que veía. “Yo ya no quiero más nadar en piletas. Quiero vivir aquí, más quiero cambiar para sentirme vivo”, decía en la muy tanguera “Tres agujas”. “Viejo mundo” es el tema quizá menos recordado de toda su carrera. Es el tercer track de este primer disco, suena entre Serú Girán y Juan Baglietto y tiene versos que dicen: “Cómo serás, cómo seré. Cuántos seguiremos. Los que sobrevivieron, marcaron huellas”. “La rumba del piano”, uno de los temas más pegadizos del disco, es su primer acercamiento al Brasil de Caetano, de Gil, de Milton Nascimento, a una parte de la tropicalia, mucho antes de su ligazón estética con Os Paralamas do Sucesso. Volvamos a recordarlo. Del 63 se publicó en 1984, pero eso no significa que todas las canciones fueran de ese año ni del anterior. De ahí que por más que sea hijo del retorno de la Democracia, habla de un país que atravesó toda su adolescencia. En todo el disco Fito refiere a romper con lo viejo, a cambiar las formas, a renovarse en muchos sentidos.
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