Fito Páez: la vigencia de un artista que, a los 60, no deja de producir y llena estadios
Con los conciertos que dará en Vélez, este fin de semana, rubricará la popularidad que lo acompañó a través de las últimas cuatro décadas
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Charly García expresó alguna vez, quizás echando un vistazo a su carrera como músico, que el artista crea en su juventud y con el paso de los años recrea o sigue modelando aquello que creó. Lo cierto es que no hay muchos artistas que puedan quedar excluidos de aquella premisa. Más allá del dato, que podría ser corroborable con cierta facilidad, hay otra instancia de peso en la obra y la vida misma de un artista: su vigencia. Y en este terreno es complejo identificar las causas por las que se puede seguir vigente sosteniendo un lenguaje y un mensaje actuales, acordes a quienes lo reciben o, simplemente, por esa sensación que causa en grandes públicos y que no es sencillo describir.
Excepto en esos tiempos finiseculares y de comienzo del nuevo siglo cuando todo lo relacionado a artistas “octogenarios” era moda, desde el nacimiento del rocanrol en adelante la industria de la música siempre apuntó sus radares y luego sus reflectores a lo joven. Hoy, en ese sentido, nada parece ser diferente de lo que pudiera ocurrir con la música pop de la década del sesenta. Hoy como ayer, lo joven triunfa y el resto queda relegado a un papel secundario, en una traza orbital. Y es en ese contexto que Fito Páez, quien cumplió 60 años semanas atrás, es un artista vigente que goza de una popularidad sostenida. Fito está celebrando los treinta años de la salida de su disco más exitoso, El amor después del amor. Si con la larga serie de shows que dio en el Movistar Arena el último año, y las dos funciones de este fin de semana en Vélez, puede superar en convocatoria la cantidad de público que reunió justamente en Vélez, en 1993, cuando presentó el disco, es porque su popularidad sigue intacta. Y los números lo demuestran.
Vélez, 1993. El estadio estaba totalmente a oscuras cuando comenzó a sonar la secuencia programable de la canción “El amor después del amor”. De repente, una luz cenital se encendió en el centro del escenario y dejó ver a un Fito de larga y enrulada cabellera azabache brillante, que caía sobre una chaqueta con hombreras color violeta (muy de los ochenta y principios de los noventa). “En la ausencia del dolor, ahora sé que ya no puedo vivir sin tu amor” entonaba sobre el coro que el público le ofrendaba desde la penumbra. El Fito de aquellas gemas de los ochenta, absolutamente visceral y atravesado por el dolor y por el vértigo de ciudades que “matan a pobres corazones”, era en esos primeros años de los noventa un ser más luminoso que seguía ofreciendo bellísimos discos, como ese que estaba presentando.
En los shows de este fin de semana estarán aquellos “Fitos” (el de los ochenta y el consagrado y luminoso de los noventa) y este, el maduro, de 60 años, con un bagaje mucho más amplio, con una biopic a punto de ser estrenada, con otro tipo de reflexión en sus letras (ni mejor ni peor); con otra manera de expresarse, más directa, declamativa, más de estos tiempos. Porque este Fito es también el que, solo en los últimos años, publicó tres discos muy diferentes. Los años salvajes (2021), Futurología Arlt (2022) y The Golden Light (2022). Mientras que algunos lo consideran un tríptico, cada uno de estos trabajos tiene un peso propio y un valor en sí mismo. Cantidad no garantiza calidad, pero permite al artista mantenerse alerta y creativo. Y eso es lo que más necesita un músico con una trayectoria tan larga. Porque cada disco competirá con los anteriores.
Fito Páez transformó el letargo de la pandemia en trabajo y, apenas pudo, salió a tocar su música por todos lados. Y pensó el modo y el momento como publicaría esos discos tan diferentes. Al mismo tiempo, no perdió la oportunidad de verse a sí mismo en trabajos tan logrados como El amor después del amor.
En 2021 ganó un Gardel de Oro por el álbum La conquista del espacio (2020) y obtuvo el premio a la trayectoria de los Latin Grammy que condecora a una artista por su “excelencia musical”. Al año siguiente se lució en esa misma ceremonio ganando tres estatuillas por el álbum Los años salvajes: álbum rock/pop, canción de rock y canción pop/rock por un tema que hizo con Carlos Vives, “Babel”.
En todo este contexto, la biopic que estrenará Netflix el 26 de este mes lo entroniza en el plano de leyenda. Seguramente alguien ha tenido que hacer un poco de estudio de mercado antes de que al gigante de la producción de series on demand se le ocurriera grabar su historia en ocho episodios. Y lo habrán encontrado como un personaje del que hay mucho para contar y que, al mismo tiempo, goza de una vigencia que no es la más habitual en los personajes de su generación. Por todo eso es Fito Páez.
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