"La redención es importante, siempre hay una segunda oportunidad, un renacer, un resucitar. Eso está en mí y lo quiero transmitir. Es una opción que hay que aprovechar. Porque muchas personas no tienen esa posibilidad, entonces si uno la tiene hay que aprovecharla, porque es hermosa. No todo está perdido, sería el mensaje. De esa redención hablo en el disco".
¿Y vos cuántas veces te moriste ya?
Ja, ja, muchas. "A mi propio entierro fui solo y llorando. Hice un nudo del pañuelo, pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando". ¡María Elena Walsh! Es un texto muy hermoso. Y de eso se trata. De sentirlo y transmitirlo. El amor después del amor también tenía que ver con eso. Te diría que casi todo lo que he hecho está ligado a la idea de una redención, de la posibilidad de una salvación... en vida, por supuesto. Para la eternidad ya tendremos tiempo. Ahora, después de tantos tropezones en la vida, de tantos inconvenientes que hay aquí y allá, lo que queremos es ver si podemos retomar el camino y volver a sentir lo hermoso que es estar en este mundo.
Fito Páez murió y resucitó muchas veces. Murió aquel mediodía del 7 de noviembre de 1986, cuando asesinaron a su abuela y a su tía abuela en Rosario, mientras él acariciaba el cielo con las manos en Rio de Janeiro, disfrutando de la popularidad que allí le había dado un tal Caetano Veloso al grabar la versión en portugués de su "Rumba del piano".
Murió también aquel día de 1990 en el que, cansado de tener un cajón de manzanas como mesita de luz y sin dinero para pagar el alquiler del departamento, dijo públicamente que se iba del país, que no aguantaba más.
Hubo un Fito que murió en 1992, después de grabar El amor después del amor , el disco más vendido en la historia del rock argentino. Y también uno que murió de amor verdadero, una y otra vez.
"Y entonces empezamos a nacer otra vez, otra vez y otra vez. La vida es un mar de sombras y luces y aparecen las señales del amor que te hacen resucitar", canta Páez en uno de los temas de su nuevo álbum, La conquista del espacio , un disco que se acomoda con elegancia entre lo más inspirado de su abultada discografía.
A los 57 años, Páez ha vuelto a resucitar. En más de un sentido. Porque en ese estadio se lo ha visto en los últimos años, enfocado y convencido de que lo suyo es hacer obra y qué importa el qué dirán, sea componiendo canciones, escribiendo novelas, filmando películas, cantando junto a Santiago Motorizado, Lali Espósito o Hernán "Mala Fama" Coronel, grabando en plan biográfico una serie de charlas con Charly García, revisitando sin nostalgia parte de su legado musical, debutando con brillo propio en el festival folclórico de Cosquín o conquistando a toda una nueva generación de fans en el Lollapalooza. "El concepto del arte de tapa del disco va por ahí. La máquina de escribir es la máquina de producir. Hacer obra, estudiar, generar, de eso se trata. La obra no se instala solo con las revoluciones políticas, la obra amerita una trascendencia en el estudio, en la aplicación espiritual a todo eso. Porque podés tener muchos postulados, pero si no tenés obra, no tenés nada. La obra que acompaña a la vida política, que es lo que nos interesa a todas las personas del mundo, es todo. Vos sos tu obra, tu política es tu obra y eso es muy importante", dirá Páez para completar el cuadro, en una entrevista única por varios motivos. Pero vayamos desde el principio.
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Domingo 15 de marzo de 2020 ."Durante los próximos quince días las fronteras argentinas estarán cerradas... No se van a poder desarrollar ningún tipo de espectáculos que signifiquen un nucleamiento importante de gente... Vamos a disminuir el tránsito en Buenos Aires y el Gran Buenos Aires... Tenemos que luchar contra la pandemia y contra la psicosis, pero si respetamos las instrucciones, los riesgos se van a minimizar... Las reglas de la cuarentena deben ser cumplidas al pie de la letra...".
Esta es la situación. El Presidente, Alberto Fernández, acaba de anunciar las medidas para combatir el coronavirus en el país y mientras responde preguntas de periodistas, un escalofrío recorre mi cuerpo, imaginando lo que vendrá. No se trata de un pensamiento apocalíptico sino de una deformación profesional: para mañana, lunes, luego de seis meses de idas, venidas, suspensiones y postergaciones, había logrado coordinar un encuentro cara a cara con Páez para que le dé a Rolling Stone la primera entrevista a un medio gráfico argentino en casi siete años. Una eternidad teniendo en cuenta la influencia de este artista en la música popular durante las últimas tres décadas.
El mail no tarda en llegar: "Seba, qué desastreeeeeeeee. Hablé con Fito después del discurso y me pide hacerlo por videollamada", me escribe su amiga y jefa de prensa Jorgela Argañaras. Hace tiempo que Páez parece haber decidido bajarse del ring ("ir a un reportaje es como ir a una pelea de box: tenés que entrenarte, tenés que tener información del rival, estudiar al enemigo, tener estrategias", dijo veinticinco años atrás, durante una entrevista con Enrique Symns) y esta nota definitivamente es una excepción que ha dado luego de años de silencio. Al menos para los medios argentinos (en estos años Fito sí dio notas promocionales para revistas peruanas, españolas e inclusive norteamericanas). "Estuvo callado y le fue rebien. No quiere hablar mucho y es mejor dejarlo así", había confesado meses atrás alguien de su entorno.
Pero lo cierto es que, más allá de estrategias, Páez insiste en que lo suyo es hacer obra ("si me quieren encontrar, no tienen más que escuchar los discos, leer las novelas o ver las películas que hice. No hay mucho más que eso", dirá) y que las polémicas en torno a sus dichos, por lo general políticamente incorrectos, a veces pueden opacar su arte. Como probablemente lo haya hecho aquella editorial de 2011 en la que, abriendo su corazón de manera pasional, había asegurado que le daba asco la mitad de Buenos Aires por haber apoyado a Mauricio Macri en la elección para gobernador de la ciudad.
"Hace unos años que estoy retirado de este juego", dice Fito Páez desde la pantalla del celular ni bien comienza una videollamada que se extenderá por dos horas, tan despeinado y locuaz como siempre, con una remera amarilla de lo más informal y la ventana del estudio de su casa como fondo luminoso. "Estoy muy abocado a lo que hago y eso me lleva mucho tiempo. Por lo general, en los medios lo que veo es gente hablando sin saber o muy alta charlatanería. Digamos entonces que me clavé en la puerta de mi casa hace muchos años, ateniéndome al dicho: zapatero a tus zapatos. No quiero hablar mal de los espacios en donde decidí no participar, pero hoy no es lo mío".
La voz llega entrecortada y todo remite un poco a Futurama , en línea con la reciente resurrección de Soda Stereo con Gustavo Cerati cantando desde una pantalla gigante y el holograma del Indio Solari en el último concierto de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Páez ríe cuando se lo comento. "No vi lo de Solari, pero hace un año fui a un concierto que hizo el hijo de Frank Zappa con el padre tocando en holograma. Me pareció fantástico, sonaba muy bien, y al mismo tiempo fue una sensación muy extraña", cuenta.
Entonces Fito se excusa por el cambio de planes, pero sostiene con firmeza que lo que se planteó desde el Gobierno acerca de la circulación de personas está protegiendo vidas. "Creo que por primera vez adhiero a algo políticamente correcto", dice y vuelve a lanzar una de esas carcajadas histriónicas tan Páez. "Igual, después están las conspiranoias, que en este caso aplican. Quiero decir: puede haber mentes macabras atrás de todo esto, intentando un reseteo mundial, porque hay muchas crisis en todo el mundo, como la financiera. Se parece mucho a la crisis de 2009. Pero bueno, por el momento lo más importante es protegerse. Después lo otro ya será algo de alta política o de alta siniestralidad... Creo que hasta Maquiavelo se hubiera impactado con todo esto".
Hablando de Solari, unos años atrás me dijo que siempre escribía sobre lo mismo: el amor, la muerte y la traición. Casualmente, tres tópicos muy vinculados a la redención, que bien podrían ser los temas centrales de tus canciones.
A ver, no sé si de una forma tan ampulosa. Uno se la pasa escribiendo, porque en definitiva se necesita ejercitar el músculo. Lo que pasa es que en vez de ejercitar el músculo de manera física, uno tiene que observar la situación, escribir, vivir, estar en otras situaciones que no son las de confort. Si bien yo no soy de los que piensan que tenés que vivir en Madrid para hablar de Madrid, ya tenemos el caso de Agustín Lara que escribió aquella canción maravillosa sin pisar Madrid. La imaginación sí cuenta en este caso. Aunque también es importante vivir situaciones a las que uno no está acostumbrado. Eso es lo que hace al ejercicio muscular y de espíritu. El tema es que en ese ejercicio de escribir, uno no sabe bien de qué va escribiendo. Siempre en una película tiene que haber situaciones de conflicto para que avance y para que te interese. Lo mismo para un texto o una canción, aunque el álbum tenga una situación más liviana. La canción no sé si permite asesinatos o relatos tan tortuosos. En fin... nunca pienso qué escribo, me divierto mucho generando traiciones, hablando sobre lo que pienso que es el amor, dejando también la cámara abierta para que cada uno vea dónde pone su foco. Siempre es estimulante eso. Aunque no es sencillo escribir un cuentito cronológico, eso también tiene sus dificultades. Podés leer Dailan Kifki, de María Elena Walsh, con el mismo placer con que podés ver Inland Empire , de David Lynch, con un relato deconstruido y delirante. En los dos se nota una búsqueda de algo hermoso. Entonces, es cierto aquello de que hay tres o cuatro temas: el amor, la muerte, la traición. Pero creo que hay algunos más y que, por otro lado, son bastante divertidos.
En la última década se te vio en plan revisionista, repasando discos enteros de tu repertorio como Del 63, El amor después del amor, Ey! ¿Cómo se sintió volver a esas canciones?
Me sentí bien. Me propuse agarrar material de hace treinta años y ver quién era y en muchos casos eran músicas que no tocaba hacía muchos años. En el colectivo que fue la banda o las personas que armamos estos proyectos, nos sentimos muy felices. Me parece que son obras que conviven entre sí porque uno no puede dejar de ser quien es y, en todo caso, a lo que nos remite es a una nobleza y a una manera que vive contigo. Esto no quiere decir que no me interesen el estudio o cambiar las instrumentaciones en algunos casos o, como ahora, que estoy haciendo dos álbumes instrumentales para orquesta. Todas son experiencias que te enriquecen. Lo otro sería achancharse, pero no es mi caso.
¿Volviste a esos discos como una suerte de refugio?
No, refugio no. No me gustan los refugios al menos que haya una tormenta enorme. Y en realidad me gustan más las tormentas. Prefiero estar afuera, como Félix Ure (el protagonista de su novela La puta diabla ). Me pareció que era hermoso, que era una aventura volver a ver ese material y que no había motivo para no hacerlo. Te diría que forma parte del divertimento musical, como tocar una pieza de Schumann, algo que sé desde hace treinta años, y después tocar con Gandini esos experimentos que hacíamos con la obra de John Cage. La música es un lenguaje tan hermoso y tan divertido. Es algo lúdico. Tengo la suerte, sí, tampoco me voy a hacer el pavote, de poder darme caprichos grandes. "¿Dónde querés grabar?". Bueno, quiero grabar en los estudios Capitol, muchachos, ja, ja... Algo que no había hecho nunca. Pero llego a ese lugar, y eso lo podés hablar con mis colaboradores, igual que entro a la sala de ensayo aquí en Chacarita.
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La conquista del espacio comenzó a gestarse hace exactamente un año (el 13 de marzo de 2019, el día de su cumpleaños 56, puntualiza Páez), en Trancoso, un pueblito con playa al sur de Salvador, Brasil. Fito viajó hasta allí con su amigo y coproductor de sus discos desde hace casi una década, Diego Olivero, para empezar a darles forma a las ideas musicales que tenía dando vueltas en su cabeza. Veinte días y varias caipirinhas después, el corpus del disco ya estaba maquetado. De regreso en Buenos Aires, el mismo Páez escribió los arreglos orquestales (por primera vez para un disco suyo, cuenta con orgullo) y entonces llegó la pregunta que estaba esperando: "¿Dónde querés grabar?" "En los Capitol Studios, donde Frank Sinatra grabó los discos que mi padre me ponía cuando era un niño, en Rosario".
Olivero también es rosarino, pero en medio de la crisis de 2001 se mudó a Madrid. Allí conoció a Coti Sorokin y durante ocho años fue el guitarrista de su banda. Hasta que en 2009 se cruzó con Fito, que estaba buscando un músico que pudiera dirigir a su banda en vivo. "Ya no quería pasarle más a un músico los acordes de ‘11 y 6’", dice Olivero. "Necesitaba alguien que pudiera hacer ese trabajo, que ajustara a la banda y me liberara de eso al entrar en la sala de ensayo. A través de un amigo en común, Carlos Vandera, hice una prueba de charla infinita primero y de música después. Quedé y trabajé en esa función hasta 2012, cuando grabamos El sacrificio y empecé a producir algunas canciones que Fito tenía desde hacía mucho tiempo".
De allí en más coprodujo todos los discos de Páez, una tarea que, a priori y teniendo en cuenta el carácter del personaje en cuestión, no parece sencilla. "No creas. Fito se acomoda mucho a la idea que tengo de producir a un artista. Porque para mí es importante la visión del artista en cuanto a su música. No soy de esos que quieren llevar su sonido o idea propia a cualquier artista. Me interesa ayudar y potenciar las ideas del otro, sobre todo de alguien como Fito, que es compositor, cantante, músico. Es mucho trabajo porque hay que poder comprender hacia dónde va su idea, que a veces se presenta de una forma, pero hasta que no está planteada no la ves".
Olivero redobla la apuesta y dice que, en rigor, este fue muy fácil de hacerlo, que viniendo de un álbum de dieciocho canciones como La ciudad liberada, con propuestas musicales tan diversas, grabar estos nueve temas fue como unas vacaciones. "Lo encaramos de una manera mucho más simple, aunque nada es sencillo. Pensamos en una banda estándar tocando: uno o dos guitarristas, teclado, batería y bajo, más la orquesta en algunas canciones, o un trío de brasses, pero no muchos elementos más. El disco se mueve casi todo el tiempo entre el rock y el pop".
La conquista del espacio dura poco más de media hora y es el disco más compacto de Páez en treinta años. "Soy pisciano y encima con ascendente en Géminis", dice Fito. "Entonces, si vengo de un disco de dieciocho canciones, ahora vamos a probar uno con nueve. Me pasa muchas veces. Cuando estaba filmando ¿De quién es el portaligas? , que era un quilombo, todo en color, a toda velocidad, volvía a casa, en ese tiempo vivía solo, y compuse Rodolfo , un disco chiquito, en blanco y negro, solo con un piano. Eso forma parte de mi naturaleza, vamos de un lado para el otro a ver qué pasa. La ciudad liberada empezó como un disco corto y el trámite de la realización se volvió tan engorroso, tan dificultoso, desde lo económico y desde lo técnico, y con problemas dentro de la gente que produjo el álbum, que al final dije: ‘A tomar por culo, va a durar todo lo que quiera’, casi como un capricho. Pero al final el capricho terminó resultando. Me pareció que era la obra correcta, la que tenía que hacer en ese momento. También estaban en pleno furor los proyectos de uno o dos temas, y yo grabé noventa minutos de música. ¡Qué problemas tengo yo! No tengo déficit de atención por usar el teléfono. Ese es un problema de época, no me lo endilguen a mí. Por eso ahora naturalmente vino un disco de nueve canciones, que no por ello es un disco menor. De hecho, fue una tarea titánica hacerlo".
Además de grabarse en los legendarios estudios Capitol, de Los Ángeles, el álbum contó con el toque de Abraham Laboriel Jr. (el robusto y carismático baterista de Paul McCartney), los dedos rápidos de un viejo amigo de la casa como Guillermo Vadalá en bajo y un puñado de artistas invitados, entre los que se encuentran Juanes, Ca7triel, Mateo Sujatovich (Conociendo Rusia), Hernán "Mala Fama" Coronel y Lali Espósito.
En una canción como "Gente en la calle", hablás de un tema duro arriba de una melodía pop, alegre y con Lali en voz. ¿Cuál fue la intención?
Salió así. Y es algo que por ahí en otro momento me hubiera hecho ruido. Tuve una imagen cuando estábamos haciendo el tema en Brasil. Yo tenía una letra sobre una pareja, un relato de amor, y dije ‘qué embole, otra vez hablar de esto, qué plomazo’. Entonces me puse a improvisar y salió la frase "gente en la calle" y no tuve más que pensar en lo que había visto en Buenos Aires en el último año y salió la letra de un tirón. La canté y funcióno. Fue muy sencillo, no tuve que hacer nada. Una música amable, en un sentido, muy Steely Dan, similar a "Dos en la ciudad", con un texto duro, en el sentido de que nadie quiere ver a la gente viviendo en la calle como puede, rascando comida de los tachos de basura. No es agradable para nadie. Y por otro lado, en una conexión delirante, me acuerdo del comienzo de Casino , de Scorsese. ¿Se pueden hacer este tipo de cosas? Claro que se puede. La película comienza con DeNiro, que sale del casino, se mete en el auto, enciende el motor y boom, sale todo volando. A ese vuelo, Scorsese le pone "La pasión según San Mateo", de Bach, en una versión extraordinaria. Entonces, cómo no se va a poder. Todo se puede. Uno va probando y todo se está moviendo. Las formas en que se hacen las cosas por suerte son modificadas, ya sea por la época o por la intervención de uno con la época. Hay que estar permeable a que todo suceda.
¿Vos qué cambiaste para este disco?
Suena un poco soberbio decir que uno cambió. A veces leo a gente decirlo y me da un poco de gracia. Porque, en general, el estilo se trata de una suma de errores, je, je... y de virtudes, por supuesto. Ahí adentro hay formas que uno no puede evitar. En mi caso, la novena cantada sobre una tercera en algún momento o una sexta orquestando una voz abajo. Así hago las cosas siempre y ese es mi sello. Y, por otro lado, a veces querés salirte de ese sello. Hay una tarea muy juguetona en la cual estás preso. Siempre me pareció pretenciosa la persona que dice estar cambiando permanentemente. Obvio que uno busca, pero hagas lo que hagas nunca vas a dejar de ser quien sos. Lamentablemente, o maravillosamente también, con el paso del tiempo las personas nos parecemos cada vez más a nosotros mismos. Es inevitable.
¿Quiénes son las bestias de "La canción de las bestias"?
En algún sentido es una canción polémica, aunque esa no fue la intención. El tema habla un poco de algo que tiene el progresismo o la civilización, desde siempre, que es echarle la culpa al otro. Él es una bestia. El malo es él, la maldad está afuera, el error es del otro. Entonces me hago cargo de mi parte bestia y expongo lo que sucede. También hago cagadas y me hago cargo de eso. En general, se tiende a demonizar al otro y a veces se cometen grandes errores en eso. La historia nos ha dado marcados ejemplos, sin entrar en detalles. Surge en mí muy naturalmente después de haber atravesado la experiencia de la vida. Es una de las canciones que más me gustan del disco y está hecha en ese groove de "Blackbird", pero en tono menor.
Siempre parecés atento a las nuevas generaciones. Acá participan Lali y Ca7triel, pero también en los últimos años cantaste con Santi Motorizado y tantos otros músicos jóvenes...
Son colegas, pibes que están en la situación que estaba uno hace treinta años. Siempre es interesante rescatar esas voces, saber qué piensan. Conmigo lo hicieron Charly, Luis y Litto y forma parte de una cadena sana del ADN argentino, en el que no nos importan los géneros, no nos importa de dónde venimos, simplemente estamos en contacto porque nos gusta la música. Reconocemos valores en artistas del pasado y queremos tener una actitud positiva y divertida sobre el presente y el futuro, sin dejar de disfrutar y conocer también las cosas que no conocemos. En la música, el estudio o la perseverancia son claves, porque si no siempre te quedás repitiendo la misma bagatela. Yo veo que los jóvenes siempre tienen la curiosidad de aprender algo y ojalá la mantengan con los años porque el universo musical es infinito, literalmente. Es hermoso encontrarse con la risa de ellos, con las actitudes tan diferentes, algunos más punkitos, otros más conservadores, pero todos son divertidos. Es casi una obligación ese contacto, el deber de transmitir lo que sabés y compartir y repartirlo por allí.
El librito del álbum lleva en su lomo una frase también dedicada a los jóvenes: "¡Despertad, oh, jóvenes de la nueva era!". ¿De dónde viene?
Es un libro de Kenzaburo Oe, que leí hace muchos años. Es la historia de él y de su hijo, que tiene un conflicto psiquiátrico severo, con su mujer, adentro de la casa. El libro es fabuloso y el título es una maravilla. Kenzaburo hacía foco adentro de esa casa y después hacía un ensayo paralelo con una obra de Shakespeare. El relato cuenta que dentro de esa casa sucedían hechos graves humanamente, entonces de alguna forma el título es una forma de decir: "Muchachos, dejen de pavear, las cosas importantes están acá". Y ese título triunfal, casi de guerra, es hermoso. Lo veo a él con una bandera japonesa plantado en el medio de algún monte japonés, peleándole a la nada.
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‘El Maelström no tiene otra causa que la colisión de las olas, que se alzan y rompen, en el flujo y reflujo, contra un arrecife de rocas y bancos de arena, el cual encierra las aguas al punto que estas se precipitan como una catarata; así, cuanto más alta sea la marea, más profunda será la caída, y el resultado en un remolino o vórtice, cuyo prodigioso poder de succión es suficientemente conocido por experimentos hechos en menor escala" ("Un descenso al Maelström", 1841, Edgar Allan Poe).
"Y hoy me siento feliz/ Después de haber pasado por el Maelström/ Qué hermoso fue, mi amor, cuando te vi/ Sin hablar del ayer" ("Maelström", 2020, Fito Páez)
Nacer, amar, morir y volver a resucitar. Una de las canciones más bellas de La conquista del espacio se llama "Maelström" y está inspirada en un cuento de Poe, utilizado ahora como metáfora de esta vida loca y sin sentido que nos ha tocado. Un tema en el que Páez posee un doctorado.
"El Maelström es como una especie de huracán de agua y viento, que gira a 150 millas por hora, que se produce en un fiordo sueco, donde muchos pescadores perdieron su vida. La historia está contada desde el punto de vista de un sobreviviente de ese fenómeno. Había leído el libro hacía unos meses e inmediatamente me quedó como una metáfora de lo que es la vida de todos, que a veces se arman unos quilombos bárbaros y uno está metido en medio de una especie de huracán, sea por los motivos que sea, y de cómo los que sobrevivimos a muchos de esos huracanes nos sentimos agradecidos. ¡Qué suerte poder sobrevivir a la tormenta y qué hermoso fue mi amor cuando te vi: hoy, mañana y ayer!", dice y se enorgullece: "La música salió medio eltonjohniana y alguien me dijo que le parecía un poco Elvis Costello también. Y está muy bien, porque justo en estos días estoy hablando con Elvis y le estoy mandando el tema para que haga una versión en inglés".
¿Hablás seguido con Costello?
Tenemos un vínculo desde hace bastantes años. La última vez que vino acá, como nosotros somos amigotes hace tiempo de Pete Thomas, el batero de los Attractions, hicimos una reunión en casa. Él venía de hacer Il Sogno en ese momento y tocó unos temas, comimos algo y fue un encuentro muy hermoso. Se comprometió a escribir la letra para una música que yo había hecho, pero después, por temas de agendas, eso se desarmó. Yo lo había conocido en un meeting en un hotel muy chiquito de Nueva York, en 1994, creo. Hablamos y me dijo que había escuchado Circo Beat , que le gustaba "Mariposa", que lo encontraba muy costelleano. El tiempo pasó y en un momento nos encontramos con Sebastián Krys, un argentino que fue el productor de su último álbum, y me contó que estaban planeando hacer una versión en castellano de This Year’s Model , aquel maravilloso disco de los 70. Le pedí hacer "Radio Radio". Hubo que aggiornar el texto, ya que la radio ya no es lo que era en los 70. Lo grabé una tarde en Spector y se lo mandamos y se volvió loco. A partir de ahí empezamos una correspondencia preciosa sobre música, la familia, los hijos, estos tiempos. Ahora estábamos hablando, antes de lo del Coronavirus, para ver la posibilidad de que adaptara "Maelström" o "La canción de las bestias" y la cantara en inglés. Es uno de mis artistas más admirados y con quien tengo la suerte de mantener un lazo de gran coleguismo.
Cuando escribiste sobre Maelström, ¿pensaste en algún huracán personal?
Obvio, porque uno vive así todo el tiempo. Soy un apasionado, no soy un cura metodista. Soy un hombre que vive en medio de un quilombo bárbaro, tanto en lo afectivo como en lo más cotidiano de mi casa. Vivo en medio del revuelo de papeles y de canciones y de actores, siempre craneando algo. No sé si pensé en una escena específica de mi vida. Pero yo diría que ahí hay cierto goce en mí, incluso en generar ese Maelström. No es que miro la tormenta desde afuera. Me veo más como un hacedor de huracanes. Me siento cómodo en el caos en cierto sentido. Y nunca hay que olvidarse de la risa y saber que, por más oscura que sea, podemos salir de cualquier situación con una sonrisa.
Dijiste que el título La conquista del espacio estaba en sintonía "con un momento en el que muchas minorías defienden sus derechos", pero también hablaste del "espacio propio", del cuerpo de cada uno. ¿Cuál fue el último espacio que conquistaste?
Me parece que uno conquista espacios todos los días. Cada noche, pongo la cabeza en la almohada y digo: "Bien, hoy pasó esto de bueno". Uno siempre puede modificar cosas. Lo notás mucho en el ámbito familiar, con tus hijos, cuando corregís conductas para que funcione mejor el grupo familiar. Ahí está el centro. Porque uno puede estar diciendo una cantidad de barbaridades, pero si después en tu casa sos un miserable, ahí está la verdad. Cuando veo que con Margarita y con Martín (N. del E.: 15 y 20 años respectivamente) avanzamos y nos pusimos de acuerdo en algo o veo cómo logramos sobrevivir a tal inconveniente, eso es lo más alucinante.
¿La mayor conquista está en la paternidad?
Claro, porque ahí aparecen situaciones insólitas, en las cuales uno estuvo hasta hace unos cuarenta años. "Uh, mirá, y ahora qué pasa con la sexualidad de los chicos". Hay que moverse en aguas que por ahí no conocemos, porque también están ligadas a las nuevas tecnologías y aparecen muchas situaciones que te ponen a prueba. Y lo más importante es que estás obligado a modificar pautas, porque no te podés cargar la vida de tus hijos. Estás obligado a escuchar, a salirte de tu eje y cuando entrás en el eje de ellos es donde está nuestra realidad. Si podés entrar ahí, ese es el nuevo mundo, esa es la nueva persona que vas a poder ser. Parece sencillo, pero es bastante profunda esa conexión familiar. En ese ámbito se cocina todo.¿Y qué fue lo más importante que aprendiste ahí?Todos los días pasa algo, no sé si tengo un recuerdo exacto. Lo que sé es que la salud de mis hijos es lo que más me importa en el mundo. Estoy muy atento a que eso funcione bien, hay algo allí que me toca especialmente. No puedo desentenderme si uno tiene fiebre o un raspón en el brazo.
¿Sos lo que se dice "un padre presente"?
No sé, cada familia es diferente. Algunos tienen la vida más ordenada y se supone que ven a sus hijos todos los días, pero por ahí lo hacen menos tiempo, mientras que yo, más enquilombado, por ahí estoy dos meses con mis hijos o me los llevo de viaje y a lo mejor termino estando más tiempo que los otros, que llevan "una vida normal". Tuve una familia muy presente, tanto mi tía abuela, como mi abuela y mi papá estuvieron todo el tiempo detrás mío y eso por ahí hace que sea importante para mí estar presente todo el tiempo que pueda con mis hijos. Ellos me enseñaron mucho cómo es tener una vida que no es habitual. En algunos casos me lo han recriminado y en otros lo han celebrado. "¿Por qué no sos como todos los papás?"... Bueno, no sé, a veces puedo ir a la reunión de padres y a veces no. Y por supuesto uno compone las canciones, escribe las películas y las novelas y actúa en el medio de esto, que es lo más importante. La conquista del espacio sería la conquista del espacio familiar, te diría en todo caso. Es lo más importante para mí, porque si eso está sólido vamos a tener un espacio donde sostenernos. Crear una pequeña tribu, una pequeña nación. Habrá gente que no necesite vínculos para sobrevivir y lo entiendo, pero no es mi caso.
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En todo cuento fantástico , se sabe, hay una bella y una bestia. O dos bestias, como en el caso de La conquista del espacio . "A Fito lo conocí cuando nací y eso es lo increíble de la invitación que me hizo para cantar en el disco", dice Lali Espósito desde su casa, aburrida ya después de tres días de cuarentena, recién regresada de España, donde filma una serie para Netflix, por ahora suspendida por tiempo indeterminado. "Jamás hubiera pensado tener esta oportunidad. Es un flash. Yo crecí con su música y mi mamá me explicaba el significado de las canciones del chabón porque tenía 5 años y había cosas que no entendía. Cuando le conté eso, me dijo que lo hacía sentir viejo". Lali es una tromba arriba y abajo del escenario y del otro lado del teléfono también. Como un rapero en su doble tempo, Lali habla sin parar y hasta parece que no respirara entre frases. "Él me invitó a cantar en un Gran Rex y fue lo más. Yo fui a hacer una humilde versión de ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’ y cuando llego me dice: ‘Mirá que yo no voy a cantar, voy a ser tu pianista’. Me quería morir. Y ahora me invita a grabar en el disco. Yo llegué al estudio y lo primero que le dije fue: ‘Boludo, gracias por la invitación, es un honor’. Y era la verdad. Pero él me corta y me dice: ‘Basta, no me interesa lo que significa mi música en tu vida, somos colegas y me interesa hacer algo con voz porque sos una buena cantante de la nueva generación’. Que un tipo así me diga que no quiere escuchar todo lo bueno que es grafica su generosidad y su manera de ver la música y también su apertura. No sé si todos los artistas como él de verdad tienen una apertura así, de invitar a cantar en su disco a alguien joven, que no tiene ni un cuarto de su carrera. Habla de un tipo super abierto. Tiene una hija adolescente y se lo ve superconectado con la vida moderna y lo que pasa a su alrededor. Por eso tenía super clara mi manera de pensar, no solo en cuanto a mi carrera como artista sino en lo personal. Eso me emociona".
Fito recuerda que Lali fue sola al estudio a grabar su participación en "Gente en la calle", sin manager ni asistentes ni familiares. "Muy canchera ella, muy sobria, muy concentrada. Lali es una artista carismática, con una voz muy hermosa que yo ya había escuchado y que sabía que tenía algo", concede.
"Fui sola porque de verdad sentí que tenía que hacerme cargo, en el buen sentido, de esta invitación", dice Lali. "Estaba maravillada con esto de meterme en el estudio con un tipo como él y no quería viciar esa situación, quería disfrutar de la experiencia en sí. Y me lo llevé para mí sola, como una anécdota para contársela a mis amigos. Soy joven pero no tengo veinte años y trabajo desde muy chica y valoro mucho los momentos privados. Estar ahí, tomando mate con Fito, me queda para mí. Y me encontré con su relax y su buena vibra y su intención de hacer algo que su público no espere. Creo que por ambos lados era algo piola y diferente y con su originalidad y búsqueda de generar un impacto bonito. La intención de la canción es super amorosa. Él conoce mi camino, sabe que crecí en el barrio que crecí y que tengo los principios o el aura o el modo de vivir la vida que tiene que ver con el lugar donde crecí y los valores que mis viejos me inculcaron".
En el otro extremo, aunque pegado en el track list del álbum, está la colaboración de Hernán "Mala Fama" Coronel, un héroe de la temprana cumbia villera reconvertido en estos días en personaje todoterreno, que puede tanto sentarse a la mesa del prime time televisivo como salir de ruta con su amigo Andrés Calamaro o ser la cara del meme del día.
"La sagrada musiquera nos juntó", dice Coronel. "Yo no lo conocía personalmente, pero sí a su música. Yo amo la música y escucho canciones sin importar los estilos. Fito con Andrés, Miguel Abuelo y Luca Prodan son los padres del rock nacional. Pero igual te tengo que decir que estaba un poco alejado de la música de Fito, hacía tiempo que no lo escuchaba, porque no me había atraído mucho lo que estuvo haciendo últimamente. Pero el Fito fitero es un grande. Es muy condescendiente y tiene una humanidad muy sana, ama al prójimo. Lo vi en un show y se mueve como dos pistones de motor. En serio, ese día sentí que tenía dos corazones, por cómo se movía en el escenario. Con todo el tiempo que lleva ya, que no haya perdido las ganas y que se haya superado musicalmente, es increíble. Y después de todo ese esfuerzo, de dos horas cagándose de calor ahí arriba, fue y besó en la boca a toda la gente. Hasta a mí me dio un beso en la boca. Nunca vi a nadie besar tanto. El Fito es una mazmorra. Medio que cuando nos conocimos nos enamoramos y hablamos seguido".
"Mala Fama" cuenta que su hijo le comentó que Fito Páez lo andaba buscando. "Decile que no me llame porque no atiendo números desconocidos, que me mande un wasap", le dijo y, al día siguiente, Fito le escribió. "Pensé que era una joda. Le mandé un audio diciendo ‘qué vas a ser Fito Páez, no mientas’. Y entonces me mandó unos audios y al toque hicimos lindo feeling. Me contó que tenía una canción y que era para compadrarla conmigo. Poco después me la envió y me encantaba el ritmo, pero estaba muy enchastrada la letra. Yo no quería formar parte de esa letra, decía cosas feas, estaba embarrada, cosas que no concordaban. Entonces yo, por inercia musical, me puse a cambiarle la letra. Cuando le mandé lo que había hecho, me devolvió un video por wasap reemocionado. Si querés te lo mando, lo tengo acá".
Un día después, el video llega acompañado por un audio: "Anote, anote, Seba. Tengo doscientos audios y un par de videos más, pero con eso más o menos agitás el avispero mijo".
En el video se lo ve a Páez en cuero, de noche, solo frente a su celular, mirando a la cámara: "Escuchá, man, acabo de escuchar lo que mandaste: es una joya, man. Te juro que me parece tan audaz lo que hiciste. No voy a tocar una sola coma, ¿sabés? Va a quedar todo eso que mandaste, entero, y voy a ver si me pongo con el tema a la altura de eso, man. Hay mucha entrega y amor y corazón. Te siento latiendo al lado mío. Eso es algo muy emocionante, que pasa con la música. Y sí que nos vamos a juntar a hacer la música que sea. Te quiero mucho, man, mucho. Creo que acá estamos fundando una amistad que va a durar mucho tiempo. Super abrazo, man".
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Le cuento a Fito de mi charla con "Mala Fama". "‘Ey, you!’ fue un tema que estuvo siempre al borde de la salida del álbum", cuenta Fito sobre el tema que comparte con Coronel. "Tuvo muchas versiones, cinco o seis, hasta llegar a la definitiva, y también muchas instrumentaciones diferentes. Empezó como una especie de ‘Come Together’. Tenía como ganas de rabiar y ese tema para eso es fantástico. Pasó el tiempo y apareció el tema de la violencia de género, por alguna amiga, aquí y allá, alguien preso... Uf, empecemos con esto: ‘Ey, you, hijo de puta’, decía en algún momento. Y Dolores Fonzi y mi novia, María Eugenia Kolodziej, me miraron y me dijeron: ‘No pongas eso, está mal, no se dice eso ahora’. Y entendí. ¿Qué culpa tiene la puta? Fue como entender el sentido correcto de la palabra. Después empecé a escribir sobre violencia de género: ‘No sentís qué caliente está la calle, no voy a terminar en una tumba’, mientras iba dándole el tejido musical, que fue cambiando hasta el último momento. De hecho en ese momento todavía no estaba Mala Fama".
Páez dice que antes de la intervención del cumbiero, la letra de la canción era una suerte de ensayo delirante lamboghiniano sobre la violencia, que incluía una historia dentro, en la cual un funcionario de la embajada de Estados Unidos tenía un encuentro con un empleado de la embajada argentina en un boliche gay, que terminaba con sexo bondage. "Había una especie de metáfora muy retorcida en la cual el argentino le pegaba al norteamericano y al revés y tenían su save word para parar. Y no paraban. Todo eso estaba metido dentro de la canción, pero cuando le mando todo este rollo a Hernán, él me dice: ‘No, man, esto tiene que ser un tema para bailar. Vamos al grano, hablemos de un solo tema, de esto que está mal, que es que un tipo faja a la mina’. Me pareció de una claridad genial y fue muy directo y me sacó toda la neura que a mí me agarra a veces de intoxicar una canción con materiales literarios. ¿Querés hacer eso? Hacé una película, escribí un libro, no es ahí. Yo no lo conocía a Hernán y tuvimos un vínculo telefónico de mucho tiempo. Después, cuando volví de Los Ángeles, nos encontramos y quedamos recolegas. Lo mismo con Lali y con Ca7triel, que es un hermoso, salvaje, un artista de raza que está dentro de la capilla spinetteana. Me da mucho orgullo que estén en el disco".
¿Qué te parece el trap, hoy la música que más exporta la Argentina?
Para decirlo bien y pronto, Ca7riel y Paco son los number one. Soy fan de ellos y los escucho en mi casa. Entiendo que es música para pibes, pero me hace bien escucharlos, tienen una positividad hermosa. Por otro lado, mis hijos también son fans. También me gustan la rosarina Nicki Nicole, algunos otros locos como el Duki, Neo Pistea, Cazzu, todos tienen cosas.Todos ellos dicen haber escuchado de chicos rock nacional: Charly, Spinetta, Páez...No sé si todos, pero me da la sensación de que es un gabinete que inevitablemente tiene algo que ver con el rock. Tienen una actitud rockera. Si el rock es una cultura, esta es una nueva ventana que abre la cultura rock. Forman parte de un grupo de jóvenes que investigan la cultura rock.
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Veinticinco años atrás, en la cumbre de su popularidad tras la salida de Circo Beat , Páez describía así su proceso creativo: "Mi proceso de trabajo es un antiproceso. Lo mío es sentarme a esperar. En términos más reales (mejor dicho, en términos más abstractos) es escuchar el silencio, y entonces vas llegando a la certeza de que esa melodía no va con otras palabras que las que acabás de encontrar. Creo que se hacen más goles cuando tenés conciencia de cómo se hacen los goles, que no se trata de un momento fugaz de improvisación talentosa, un acto fortuito o el aprovechamiento audaz de un instante. Cuando tenés adelante La Piedad , de Miguel Angel, te das cuenta de que eso no puede ser solamente una audacia creativa. Lo que te conmueve y te emociona es el diseño con que fue gestada. Un disco contiene doce, trece canciones. Para hacer un disco tengo treinta canciones, y en la decisión de cuáles van y cuáles no van es en lo que creo diferenciarme de otros compositores. En ese punto tengo título nobiliario. No elijo por mi gusto, por narcisismo: elijo tratando de mirarlas desde todos los puntos de vista posibles, trato de comprender lo que sucede en el alma del mundo y no simplemente de expresar mis ideas o creencias o impresiones fortuitas. La nobleza es hacer las cosas para los otros y no para sacártelas de encima".
Olivero, el músico que ha estado más cerca de ese proceso en los últimos años, coincide con aquella idea. "Su forma de trabajo es de búsqueda constante. Lo que ya está no le interesa mucho. Si hay algo que se resuelve bien en un minuto, prefiere tomarse un día y buscar otra cosa. Eso es muy interesante, porque así surgen cosas impensadas. Es un camino duro, difícil, pero ahí aparece el sello que lo diferencia de otros artistas. Cuando aparece lo inesperado para todos, incluso para quienes mezclan los ingredientes. ‘Tumbas de la gloria’, que es un clásico, no surgió por no buscar. Fito siempre quiere encontrar algo que no está en el mundo, romper lo que por ahí está bien para tratar de convertirlo en algo único. El entusiasmo que tiene por traer al mundo algo que no existía es lo que lo mueve, es su motor. Y no tiene que ver con la originalidad, sino con el simple hecho de hacer una canción que esa misma mañana no existía".
Según Fito, La conquista del espacio se trata de reconfirmar que todavía quiere estar en el mundo, que tiene el deseo de estar acá, de generar conciertos y música y hacer cosas, como dicen los políticos, "por el bien común". "El disco se grabó en un estudio que tiene un audio alucinante, todos tocando en directo. Por primera vez hice los arreglos de orquesta, con teclados, para luego pasárselos a Ezequiel Silverstein, que los bajó al papel y los dirigió. El sonido de La conquista tiene que ver con la sala, pero también con las personas que tomamos algunas decisiones previamente: se toca en directo, no más de tres tomas. Para eso implantamos un marco de mucha precisión".
La charla se extiende ("no tenemos otra cosa que hacer, así que podemos hablar todo el tiempo que querramos", dice en referencia a la cuarentena) y Páez vuelve a mencionar que está trabajando en dos discos instrumentales para orquesta (uno basado en Los siete locos , de Roberto Arlt, y el otro inspirado en la iconografía literaria y cinematográfica de Japón) y que hay varios proyectos de biopics sobre su vida dando vueltas. Eso, además, lo llevó a escribir su propia versión de la historia.
"Si vamos a contar algo, bueno, que sea con detalles. No solo la escena para Netflix. Me puse a escribir sobre episodios de mi vida, algunos más dramáticos, otros más delirantes, algunos inexplicables, esotéricos, misteriosos. No podés contar solo con el psicoanálisis de la madre muerta, las drogas y el sexo. Eso sería la primera pantalla, pero a mí me interesa lo que hay atrás de todo eso. Igual, siempre en un tono desacralizador, que fue lo que me entusiasmó desde siempre en la vida. Por otro lado, hay mucho contado en lo que hice: La puta diabla tiene mucho de autobiográfico. Parte de Los días de Kirchner te diría que también, el personaje se parece mucho a mí, si bien está atravesado después por el tinte político y ahí se disparata todo. Pero hay cosas donde me veo jugando. En algún momento ficción y realidad se entreveran y eso es legítimo en la medida en que haya emociones. Los textos fríos, secos, me tocan muy poco, a menos que seas Primo Levi y hayas pasado por aquello. ‘Voy a contar el procedimiento de cómo es un día dentro de Auschwitz’. Eso sí, pero después, la parte de la capilla literaria, donde las emociones no aparecen... ¡Si no tenés emociones no estás vivo! Qué clase de ciencia quieren contar en el ámbito literario. Se equivocaron de profesión, ja, ja..."
En una entrevista de la época de Circo Beat dijiste que no te costaría abandonar el escenario, ¿seguís pensando así?
Ja, ja. No. Creo que estaba muy equivocado. Me va a costar muchísimo abandonar el escenario. Es un lugar donde estoy totalmente libre y suelto y descontracturado y donde a la vez, sin necesidad de sentir ningún tipo de enfermedad, siento que es un lugar de sanación, en donde recibo mucha energía positiva. Siento que ese lugar se me ha dado, que me ha sido brindado por muchas tribus en el mundo. Un lugar en el cual yo puedo ir a hacer mis jueguitos, mis cositas, y ser celebrado. Eso a la vez deja algo en el espíritu de esas personas por lo cual me ofrendo y es valorado y me pagan con un espacio que se llama libertad. Definitivamente me va a ser muy difícil perder esa libertad. Me estoy preparando para que eso suceda dentro de muchísimos años.
Cuando te cruzás con imágenes tuyas de joven, ¿qué se te pasa por la cabeza?
Que no sobreviví tan mal. Te pasa de todo, pienso en qué flaco que estaba o qué tremenda depresión tenía. Te acordás de esos momentos. Yo creo que el paso del tiempo es una situación que puede volver loco a cualquiera. Es una situación muy delirante. Ahora, ¿tiene mieles? Sí, las tiene. Si tenés la suerte de estar en un lugar de cierto privilegio. Y después es lo que te queda, tenés que aprender a vivir con eso. Inevitablemente va a llegar la andropausia, los huesos van a empezar a doler un poco más, tu humor va a estar más a flor de piel, vas a dejar de creer en cosas delirantes. O a la vez, por momentos te volvés más utópico que antes. Valorás gestos más chiquitos. Verte las arrugas, las canas, digamos, también forma parte de eso que es el paso del tiempo, que es una locura. No sé quién se puede acostumbrar a eso de forma silenciosa y voluntariamente. Como ya se dijo alguna vez: ¿qué pienso de la muerte? No estoy para nada de acuerdo, ja, ja...
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Viernes 20 de marzo de 2020.
Fito tenía programado un concierto para el día de su cumpleaños, el 13 de marzo, en Rosario, para celebrar además la salida de La conquista del espacio . Pandemia mediante, el multitudinario show se convirtió en una íntima sesión de piano y voz transmitido por streaming desde el living de su casa, que alcanzó a una audiencia de cerca de 100.000 personas durante el vivo y que al día siguiente ya tenía más de 250.000 vistas en YouTube.
Allí, sentado frente a un piano negro, con la única iluminación de un velador, Fito entrelazó sus clásicos con el cancionero popular latinoamericano y con las nuevas canciones del disco. De Caetano Veloso y Gilberto Gil a Bob Dylan, de Violeta Parra a Armando Manzanero y del Fito de "11 y 6" al Páez de "Resucitar". "Qué extraña situación... y qué hermosa a la vez, ¿no?", dice a la cámara poco antes de cerrar el encuentro virtual cantando a viva voz, y visiblemente emocionado, aquello de que quién dijo que todo está perdido, que él viene a ofrecer su corazón.
Fito saluda, pide que nos quedemos en casa, que nos cuidemos y se va a buscar a su gato Mozart, "que debe andar por ahí". La cámara queda fija en ese living ahora en silencio. Me quedo pensando en la fuerza de "Yo vengo a ofrecer mi corazón" y en eso que me había dicho al principio de esta nota, que su mensaje sigue siendo "que no todo está perdido". Aprovechando que me había dicho que cualquier duda le enviara un mensaje, le pregunto vía WhatsApp si es la canción definitiva de su obra y si recuerda qué sentía cuando la compuso.
La respuesta, en un audio de cuatro minutos, podría ir a parar al Museo de las Composiciones Populares Argentinas: "Considero que ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’, ahora que pasó el tiempo, es una de las canciones de la primavera alfonsinista. La compuse a comienzos del 85. Me acuerdo una tarde, estábamos viviendo con Fabi (Cantilo) en una casa en Estomba y La Pampa, en los límites de Belgrano R y Villa Urquiza, y había llegado el DX7 que habíamos comprado con Tweety González, en Nueva York, en uno de esos viajes que hacíamos de linyera. Enchufé el tecladito y ahí mismo empecé a hacer la base, que era esta, y que quedó en la original [se pone a tocar la intro del tema]... Es un 6 x 8, un ritmo ternario, algo que no era muy habitual escuchar por esos años en el rock. Pero era también mi manera de decir en esa época, supongo que con mucho carácter, porque tenés que presentarte con mucho carácter en una ciudad como Buenos Aires, tan predispuesta a mirar hacia las capitales del exterior. Pero yo venía muy tranquilo con mi folclore, aprendido en la provincia, lo tenía en las tripas. Por supuesto que a Charly, a Luis y a Litto les gustó esa audacia y siempre me protegieron por eso. Después tuve la suerte de escucharlo a Gustavo (Cerati) hacer cosas ternarias, él también había aprendido el folclore en la escuela o con alguna profe y creo que los dos desarrollamos esas formas adquiridas en la infancia. La música del tema es sencilla, me parece que es prima hermana de ‘Gracias a la vida’ y de ‘Los ejes de mi carreta’. Tiene algo de ese espíritu austero y clásico.Y la letra, si bien yo no creo en eso de que los ángeles bajan y te cuentan las cosas, en los médiums, francamente te puedo decir que no sé quién escribió esas palabras. Era muy chico. Tengo una teoría doméstica sobre eso: hay canciones en las que algunas personas encarnan a un montón de otras. Como si las palabras tuvieran que volver a ser dichas. Como si la condición humana fuera una gran masa, enorme, y en algún momento alguien tiene que volver a nombrar esto. Y me tocó a mí. Esa es la sensación que tengo. La masa humana, como una especie de hormiga cósmica en el universo, pero a que a la vez tiene que volver a decirse cosas, para recordarse quién es. Para recordar el absurdo y el amor y recordar que tenemos que estar abrazados en el mundo mientras dure la estancia, ¿no? Contra el fascismo, contra las mierdas, contra el nazismo... O mejor, a favor de la alegría, de los abrazos, del amor, a favor de los encuentros, de la inteligencia, de la bonhomía, en realidad. Eso es la canción".
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