Festival de festivales: una primavera musical que dura todo el año
Lollapalooza, BUE, Sónar, Monsters of Rock y Personal Fest, entre otros, dan cuenta de la nueva era dorada para este tipo de encuentros; Rock in Rio podría confirmarse para 2019
Los festivales de música viven una nueva primavera y la continuidad de Lollapalooza funcionó como efecto contagio. En marzo, el festival ideado por Perry Farrell tendrá su quinta edición local y la primera de tres días de duración. Pero mucho antes de eso, incluso antes de que termine el año, habrá otros seis festivales de música. En el horizonte, en tanto, figuran otros y el rumor cada vez más intenso de que finalmente Rock in Rio desembarcaría en Buenos Aires en 2019.
Mañana, un clásico como el Monsters of Rock volverá a poner sus garras en Buenos Aires; la próxima semana, el protagonista será el renovado Personal Fest y, luego, le sucederán el Movistar FRI Music Week , el Sónar , el Solid Rock y el BUE , que renació el año pasado y que promete, para 2018, otras dos ediciones en la región. Esta temporada también se realizó el Maximus, con el norte puesto en el nü metal, y un retorno nacional: el histórico festival B.A.Rock.
Corren buenos vientos para los festivales de música no sólo en el país, sino también en América latina, en los Estados Unidos y, principalmente, en Europa. Como ejemplo, otra vez sirve revisar el caso de Lollapalooza, que, en los últimos seis años, sumó sedes en Santiago de Chile, San Pablo, Buenos Aires, Berlín y, esta temporada, París.
Pero ¿qué le ofrece este tipo de encuentros al público que lo haya vuelto tan tentador, incluso por encima de otras épocas de gloria?
“Se produjo una evolución, hoy la gente tiene más información de la música que se está escuchando en todo el mundo y quiere ver a esos artistas, no sólo a los consagrados”, señala Diego Finkelstein, de DF, responsable de la versión argentina de Lollapalooza y de las últimas visitas de Bon Jovi , Ariana Grande , Coldplay (los próximos 14 y 15) y Foo Fighters (7 de marzo de 2018), entre otros. “Es muy tentador ver en tres días a más de 100 artistas –agrega–. Y es una experiencia que incluye comida gourmet, un espacio para los chicos (Kidzapalooza)... Los festivales están instalados como concepto y llegaron para quedarse. Fijate que las bandas están buscando la forma de salir del show tradicional. Mirá el caso de Coldplay, que le entrega pulseras al público para que éste participe del show”.
Entre 2003 y 2005, Quilmes Rock, BUE, Personal Fest y Pepsi Music instalaron una era dorada para los festivales de música, principalmente de rock. Por su parte, desde Córdoba, el Cosquín Rock, nacido en 2001, se consolidaba, cambiaba de sede y lograba hacerse de ese espíritu de festival que reina en Europa, donde la gente se instala durante varios días en campings, bien lejos de su ciudad y de su rutina.
Con excepción de Cosquín(ver aparte), que no sólo se mantuvo firme a las altas y bajas sino que además proyectó su exportación, el modelo de festival de rock mutó. Pasaron a ser inviables las largas maratones de 8, 9 y 10 noches que, por caso, llegó a tener el Pepsi Music, y tanto la gaseosa cola como la cerveza bonaerense dijeron basta en 2013. Mucho antes, en 2006, y luego de tres ediciones, el BUE se retiró del mercado –y también lo hizo por un buen tiempo su productor, Daniel Grinbank– y el Personal Fest intercaló buenas ediciones con otras más opacas, inclusó perdió su perfil inicial y hubo dos años en los que no se realizó, 2010 y 2015.
La llegada de Lollapalooza a Santiago de Chile, en 2012, y el streaming gratuito de los grandes festivales globales, como el norteamericano Coachella y el inglés Glastonbury, generaron un deseo irresistible en el público. Pero los tiempos nuevamente estaban cambiando y la manera de vivir estos encuentros en los que la ansiedad nos lleva a correr de un escenario a otro para intentar atrapar toda la música posible, también. Algunos festivales pasaron a ser más importantes que los músicos que ocasionalmente los integraban y otros nacieron para satisfacer a un nicho, a un tipo de público específico. Mientras Lollapalooza apunta a reunir –y lo logra– 100 mil personas por día en el Hipódromo de San Isidro, otros, como el Maximus, el Sónar o el flamante Solid Rock, buscan seducir a una audiencia reducida, pero fiel, con propuestas que quizás no estén hoy en la cresta de la ola, como el hard rock o el nü metal, pero que tienen a sus remeras rockeras listas para ser desempolvadas.
“Desde el lado del empresariado los festivales son una tentación porque te dan recursos extra, como derechos de esponsoreo, alimentos, bebidas, cosas que no manejás en un recital clásico. Y los artistas muy convocantes sólo son un porcentaje de todos los que participan de una grilla. Así es como los empresarios se hicieron más dueños del negocio”, entiende Daniel Grinbank, responsable de cada una de las llegadas a la Argentina de los Rolling Stones y fundador de la FM Rock & Pop.
Tras revivir al BUE el año pasado, el productor apunta a “franquiciar el modelo del festival y llevarlo a Santiago de Chile y San Pablo, las mismas ciudades en las que se realiza Lollapalooza.
Para Matías Loizaga, de PopArt, responsable de Sónar y de Movistar Fri Music Week, “la estabilidad económica hace que los artistas busquen girar nuevamente” por Sudamérica. “También incide y mucho los años en que se hace Rock in Rio (es bienal), que abre la posibilidad de que el artista busque otros shows en la región. Fijate que este año fueron al festival y vinieron a Buenos Aires Guns N’Roses, The Who, Nile Rodgers. Y otro factor es el regreso al mercado de Grinbank.
El riesgo latente es el de la saturación, aunque eso no pareciera estar a la vuelta de la esquina. Dos síntomas son el desembarco del mencionado Rock in Rio, que se produciría en 2019 o 2020, y la creación de nuevos festivales. En abril próximo llegaría al país Radiohead y sería el nombre más fuerte de un lineup jugoso.
“La proliferación hace que suba el precio de los artistas y que se vendan menos entradas, ya que la oferta es muy amplia”, entiende Loizaga. “Ese fenómeno de festivales que se dio años atrás con el Quilmes Rock, por ejemplo, ahora fue ocupado por Lollapalooza. No sé si hay lugar para otro evento así. Me parece más interesante que los sponsors se pongan a desarrollar nuevos artistas y no que pongan su marca en un solo espectáculo. Que se produzca un ida y vuelta entre marca, artista y productor y que todos salgan beneficiados.”
Rock in Río de la Plata
En 2012, en Rock in Rio Lisboa, se anunció la llegada del festival brasileño creado por el empresario Roberto Medina, en 1985. En septiembre y octubre de 2013, el mítico encuentro iba a llevarse a cabo en el Parque Roca, pero finalmente todo quedó en proyecto. Las diferencias, por aquellos días insalvables entre el gobierno de la Ciudad y el Nacional, ahuyentaron a Medina. Pero, ¿qué opinan hoy los productores locales de la probable llegada del fesival?
“Sería genial, la historia que tiene en el entretenimiento esclave –comenta Loizaga–. Lo que hace Medina en Río de Janeiro es admirable. Tiene un nivel de inversión muy importante. Creo que se puede llegar a dar en Argentina en los próximos años”.
Para Daniel Grinbank, en cambio, “sería ridículo” que llegara el festival brasileño. “Rock in Rio es en Río. Sólo una cuota de chauvinismo podría hacer que llegara a Buenos Aires. Distinto es Lolla o Sónar, que no tienen una denominación de origen. Rock in Rio es una buena marca, pero demostró que no funciona fuera de Brasil, salvo en Lisboa, por la dependencia cultural. En Las Vegas fue una pérdida horrorosa y en Madrid otro tanto”.
El BUE de este año traerá por primera vez al país a Gorillaz, la banda animada ideada por el Blur Damon Albarn. Junto a ellos, la segunda visita a Buenos Aires de Arcade Fire, además de Major Lazer, Mark Ronson con Kevin Parker y Thievery Corporation, entre otros. El Mató a un Policía Motorizado y Los Reyes del Falsete lideran el nutrido lineup con músicos locales. Es decir, un festival que tienta al indie, pero también a un público más amplio, que aún consume música de manera tradicional.
Con sede central en Barcelona, el Sónar apunta a la electrónica de vanguardia y a las nuevas tecnologías. Tiene, además, una arista didáctica llevada adelante con una serie de workshops. Esta temporada también harán debutar en el país a un nombre fuerte de esta escena: los islandeses Sigur Rós.
El Monsters reavivará el romance entre Megadeth y el público porteño así como Deep Purple traerá sus clásicos al Solid Rock para un público más grande, que habitualmente no es tenido en cuenta por los festivales, que suelen apuntar a los jóvenes de veintipico, o incluso menos, como el caso de Lollapalooza.
La apuesta fuerte de Lollapalooza 2018 pasa por la tercera jornada que se incorpora y, más allá de los nombres que funcionan solos, como Red Hot Chili Peppers y Pearl Jam, hay una clara intención de mimar al público del hip hop: Chance the Rapper, Wiz Khalifa y Tyler, The Creator, los nombres más fuertes.
Para Enrique Battilana, de MOVE, productora regional relativamente nueva que tiene sede en nueve países de América latina, la nueva primavera que experimentan los festivales es propiciada por “la manera actual de consumir música. La audiencia está más segmentada y eso tiene que ver con la facilidad de acceso a la música. Fijate que los tipos que tocaban en estadios hace 20 años hoy más o menos son los mismos. Pero los festivales crecieron porque suman a un conjuntos de pequeñas audiencias”.
El festival de nü metal Maximus es una de las estrellas de MOVE, productora que trae nuevamente al país a Green Day y que, a fin de año, organizará en Obras Isenbeck Rock ‘N Chopp.
Los festivales de las telefónicas mutaron notablemente para este año. Personal Fest busca convertirse en un pequeño Lolla y acude al club Ciudad en busca de la vieja mística del BUE. Movistar Fri Music se deja influir por el SXSW, el festival de Austin, Texas, que se desarrolla en toda la ciudad: una semana de shows gratuitos en diversos espacios y un cierre festivalero a cielo abierto y con el rapero Mos Def como nombre fuerte.
Volvieron para quedarse y supieron entender el signo de los tiempos. Los festivales son la estrella indiscutida del entretenimiento actual.
Cosquín Rock ya es de exportación
El mes pasado, Lima y Bogotá recibieron por primera vez al festival cordobés Cosquín Rock. Y la mexicana Guadalajara, en febrero último, fue la primera sede del encuentro en el exterior. Su cara visible es el productor José Palazzo, al frente de 18 ediciones consecutivas (si contabilizamos la del próximo año: 10 y 11 de febrero, nuevamente en el aeródromo de Santa maría de Punilla).
Con su expansión, el encuentro logró que una banda insignia del festival, Las Pelotas, tocara por primera vez en México, y que en sus tres ediciones latinoamericanas tuvieran protagonismo los grupos argentinos. Por caso, La Beriso, Guasones, Los Fabulosos Cadillacs, Attaque 77, Carajo, Las Pastillas del Abuelo, Fito Páez y Dread Mar-I, entre otros.
En casi dos décadas de vida, Cosquín logró superar los escollos, mutar, cambiar de sede y sobrevivir en años donde varias de las bandas de mucha convocatoria se separaron o dejaron de tocar temporalmente. Nació en 2001 en la ciudad de Cosquín y, tras superar las críticas de los tradicionalistas, de aquellos que sólo querían al folklore en dicha ciudad, emigró a San Roque primero y Santa María de Punilla más tarde.
En los próximos días se darán a conocer las bandas que tocarán en su próxima edición cordobesa, en febrero de 2018.ß
Creamfields, en Uruguay
Tras la tragedia de Time Warp, en la que murieron cinco personas, Creamfields no tuvo edición porteña en 2016 y tampoco la tendrá esta temporada. Sin embargo, el viernes próximo debutará en Uruguay. Y lo hará en Montevideo (Faro Punta Carretas), con un lineup que integran Robin Schulz, las Nervo, Oliver Heldens, Richie Hawtin y el argentino Hernán Cattaneo (Argentina), entre otros. Si bien volvieron a realizarse fiestas en Buenos Aires, la electrónica aún experimenta un paréntesis entre nosotros, muy a contramano de lo que sucede en otras latitudes. Time Warp provocó un cimbronazo que no sólo ahuyentó a otros festivales internacionales que estaban a punto de tener una edición argentina, como el belga Tomorrowland, sino que hasta estuvo a punto de provocar censuras, como la suspensión momentánea que sufrió Kraftwerk el año pasado.
Quién es quién
Tecnópolis
música de vanguardia y nuevas tecnologías
Entradas desde 800 pesos. TuEntrada
26 de noviembre
Sigur Rós, Trentemoller, Pantha du Prince, Gilles Peterson, Tokimonsta y otros
Hipódromo de San Isidro
pop, rock, electrónica
Entradas, 4990 pesos (abono) y 1750 (ticket por día). AllAccess
16, 17 y 18 de marzo
Red Hot Chili Peppers, Imagine Dragons, Chance the Rapper, The Killers, Lana del Rey, Wiz Khalifa, Pearl Jam, LCD Soundsystem, The National y David Byrne, entre otros
La Trastienda, teatro Vorterix, Niceto y cierre en Dorrego y Libertador
hip hop, rock y pop argentinos
Entradas gratuitas a través de la app FRI Movistar
Del 21 al 25 de noviembre
Mos Def, NACH, Juanse, Onda Vaga, Massacre, Airbag, Juana Molina, Ratones Paranoicos y otros
Tecnópolis
pop, rock, electrónica
Entradas desde 1500 pesos. Ticketek
15 y 16 de diciembre
Gorillaz, Arcade Fire, Major Lazer, Mark Ronson vs Kevin Parker, Thievery Corporation, Él Mató a un Policía Motorizado, entre otros
Club Ciudad de Buenos Aires
pop, electrónica y rock
Entradas desde 800 pesos. TuEntrada
11 y 12 de noviembre
Jack Johnson, Phoenix, PJ Harvey, Paramore, Fatboy Slim, Los Fabulosos Cadillacs y Seu Jorge, entre otros
Hipódromo de Palermo
hard rock
Entradas desde 950 pesos. Ticketek
6 de diciembre
Deep Purple, Lynyrd Skynyrd y Tesla
Tecnópolis
heavy metal
Entradas desde 1350 pesos. AllAccess
Este sábado, desde las 16.
Megadeth, Anthrax, Rata Blanca, Vimic y Plan 4
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